La situación empezaba a ponerse fea. Desde su incomodísima posición, agachada tras los apestosos cubos de basura, Ginevra contemplaba la escena protagonizada por su hermano desde hacía varios minutos. El chico encaraba a dos matones con ascendencia trol con su típica pachorra, manteniendo en todo momento la calma. Calma que solía desesperar a sus atacantes y los llevaba a precipitarse en sus movimientos, oportunidad que Jean aprovechaba para noquearlos antes de que pudieran siquiera acertar a imaginar lo que iba a sucederles
La postura de Jean era relajada, casi indiferente, pero Ginevra podía darse cuenta de que los músculos de su espalda estaban en permanente tensión aun cuando todo él parecía gritar 'paz'. Solo ella era capaz de ver, en sus manos perezosamente hundidas en los bolsillos, que el chico se preparaba para el ataque; solo ella, que lo conocía como nadie, era capaz de leer en todos y cada uno de sus gestos.
Por eso no tardó en darse cuenta de que Jean iba perdiendo en aquella ocasión. Aparentemente se mostraba tan pasivamente arrogante como siempre, pero Ginevra pudo detectar, sin demasiado esfuerzo, el ligero temblor que sacudía su cuerpo de forma creciente y continua. Su voz tampoco sonaba tan segura como otras veces, sino que estaba cargada de un extraño matiz que, para su sorpresa, fue incapaz de identificar. ¿Miedo, tal vez?
Tardó apenas dos segundos en decidirse. Se alzó de un salto con dignidad felina para ir al encuentro de aquel par de idiotas que acosaban a su mellizo, pero cuando sus ojos apenas habían empezado a brillar con decisión una nueva voz la hizo detenerse en seco. No le hizo falta desear agacharse, las piernas le temblaron tanto que se vio obligada a dejarse caer al suelo, nuevamente tras los cubos de basura.
— ¿Qué crees que hacías acercándote a Lilian Jenks, imbécil?
Gregory Pride. Su hombre. Su amor de toda la vida. Trató de abrirse un hueco entre los cubos para poder verlo mejor, preguntándose cómo no había reparado antes en él.
— ¿Y a ti qué mierda te importa? Estás con Jenna, ¿no?
¿Uh? ¿Su hermano respondiendo a una provocación? ¿Y por Lilian Jenks?
—Espero que no se te haya ocurrido tocarla, Kingstone.
Ginevra no necesitó ver el rostro de su hermano para saber que estaba sonriendo. Sintió una punzada de celos al visualizar en su mente la sonrisa depredadora que Jean habría dibujado en su rostro. Una sonrisa burlona y amenazante, persuasiva, que no presagiaba nada bueno; una sonrisa que reservaba únicamente para ella.
— ¿Y qué si lo he hecho? — Estaba diciendo, con un tono de voz inusualmente jocoso— Me habían contado que era buena en la cama, pero no sabía que lo fuera hasta ese punto…
Ninguno de los dos lo vio llegar. Cuando la chica pudo reaccionar, Jean se encontraba sentado en el suelo, cara ladeada hacia la derecha y labio sangrante por el brutal golpe recibido. Su rostro se mantenía imperturbable, pero Ginevra pudo leer la genuina sorpresa en sus impactantes ojos verdes.
Por segunda vez pensó en intervenir y por segunda vez se retractó en el último segundo, porque no lograba intuir la reacción de Jean, y porque el comportamiento de Gregory también era… extraño. Normalmente habría encomendado a uno de sus matones la tarea de golpear a su hermano, pero había sido él, personalmente, el que había atacado a Jean.
— Espero que hayas aprendido la lección, idiota.
— Sí… te pone darme de hostias. Se lo diré a tus admiradoras.
— Te vas a quedar sin cara, mamón — amenazó.
— ¿Ah, sí? Puedes empezar cuando quieras. Soy todo tuyo.
— No me provoques— siseó, acercándose a él— Yo siempre cumplo mi palabra.
— ¿Por qué no dejas esta farsa de una vez, Greg?
Ginevra escuchó la conversación con ambas cejas alzadas. ¿Qué demonios pasaba allí? ¿Desde cuándo Jean llamaba 'Greg' a 'Pride'? ¿Quién era aquel niñato y dónde estaba su hermano, ese al que nada alteraba? ¿Quién era aquel chaval que tartamudeaba ante las pobres réplicas y dónde estaba el Gregory que la había enamorado? ¿Por qué en los ojos violáceos del chico de sus sueños había ese brillo de ansia contenida?
Para su sorpresa, Gregory hizo marcharse a sus dos gorilas. Al principio estos vacilaron, pero tres sonoros gritos por parte de su líder les hicieron olvidar cualquier duda. Greg se quedó en silencio mientras desaparecían y luego, como un poseso, se lanzó nuevamente contra su hermano.
Ginevra abrió la boca para gritar, temiendo que lo golpearan de nuevo, pero la visión que contempló a continuación la dejó sin palabras.
Gregory sujetaba a Jean por la nuca, atrayéndolo posesivamente hacia él. Los ojos de ambos estaban cerrados y en sus bocas unidas sus lenguas luchaban por hacerse con el control. Ginevra se quedó inmóvil, horrorizada ante lo que veía pero incapaz de apartar la mirada de la visión del tórrido beso.
Se separaron segundos después, jadeantes, y se miraron a los ojos. Ahora, Ginevra fue capaz de ver el deseo y la excitación brillando en ambos irises coloreados. Creyó que Gregory volvería a besarlo, pero se limitó a dejar caer los párpados y apoyar la frente contra la de Jean, acomodándose encima de él.
— No hiciste nada con Lilian… —afirmó más que preguntó, en voz tan baja que Ginevra tuvo que esforzarse por oírlo.
— Claro que no, imbécil— respondió su hermano, con un tono de voz tan ronco que Ginevra fue incapaz de contener un suspiro.
— Perdona por lo de antes, no he podido contenerme. Además… —le mordisqueó el labio inferior, lujurioso— Con el labio partido me pones aún más.
— Tú celoso también me pones más, Pride.
Gregory le dedicó una sonrisa encantadora y, con todo el descaro del mundo, acarició la entrepierna de Jean por encima de la tela del pantalón. El chico se quejó, negando horrorizado con la cabeza al ver que su hombría empezaba a despertar.
— ¿A-aquí? — jadeó, lanzando un apurado vistazo a su alrededor.
¿Cómo que aquí? ¿¡Cómo que 'aquí'!? ¿¡Un tío le metía mano y solo se le ocurría decir 'aquí'!? ¿Acaso no era la primera vez? ¿Acaso ya… habían… follado antes? La simple idea la hizo empalidecer mortalmente, y tuvo que apoyarse a uno de los cubos para contener el mareo que empezaba a enfermarla. Sin embargo, un ahogado gemido le hizo volver bruscamente la cabeza, centrando una vez más su atención en la escena.
Jean se encontraba tirado cuan largo era sobre el suelo, apoyando parte de su peso en la pared de un piso cercano. Su boca estaba enterrada en el cuello de Gregory y sus dedos se peleaban con la hebilla del pantalón de Greg. Este último había logrado deshacerse de la camiseta de Jean, y se había sentado sobre él de tal forma que el más mínimo movimiento hacía friccionar ambas erecciones.
—Aah… me vuelves loco, cabrón…
— Pues aún no he empezado, rubio.
Jean, más osado, logró bajar los pantalones de Gregory, llevándose los bóxers con ellos. Ginevra nunca olvidaría la impresión que le causó ver a su hermano, a su mellizo, meterse la polla de aquel tío en la boca de una sola vez. Tampoco olvidaría jamás el grito de placer que resonó en sus oídos, ni los gemidos guturales de Greg, que guiaba con sus manos a Jean.
No olvidaría nada de aquella tarde, de aquel espectáculo que, pese a todo, contempló hasta el final.