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Hazme por Eruka Frog

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto no es mío, acéptalo.

Notas del capitulo:

Un ItaSasu que me salió de pronto en un momento de ocio, iba a subirlo la semana pasada, pero  no me atrevía porque es medio teto, sin embargo, al final he pensado que cosas más cursis he subido, so...

 

Puedes disfrutarlo ^^

 

Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.

Bernard Le Bouvier de Fontenelle (1657-1757)

 

Hazme

Por: Eruka

Su familia era grande, próspera y  con una historia tan antigua que avergonzaría al mismo emperador.

 

Por eso, desde pequeño le habían informado ampliamente la importancia de ser un Uchiha: NO significaba simplemente ser parte de una familia importante, o sólo tener un apellido bonito;  significaba mucho más. Iba años luz más lejos de lo que en toda su vida podría imaginar. Significaba la vida, la armonía, la soberbia, la paz, la guerra, los recuerdos y el orgullo. Este último casi minimizando a todos los otros miles de adjetivos que describían a su familia,  que la engrandecían y la volvían no sólo la más poderosa en Japón, sino también la más noble en el mundo conocido.

 

Él era importante por el mero hecho de ser un Uchiha.

 

Cuando su madre lo llevaba a las fiestas infantiles todos se portaban especial con él, porque él lo era, decía su madre. Cuando alguien venía a casa lo saludaba como si se tratara de un adulto minúsculo, pero merecedor de la más alta fórmula de respeto.  Su padre despedía de inmediato a cualquier empleado que no lo tratara como un minúsculo rey, a cualquier empleado que no sintiera el deseo de servir, honrar y engrandecer a la imponente familia Uchiha.  Sasuke, el pequeño señor de la casa, había nacido siendo  un millón de veces  más importante de lo que era un venerable ancianito  apunto de morir de viejo.

 

Y su vida tenía también mucho más valor.

 

Valía más como persona, como hijo, como alumno y, por supuesto, como hermano.

 

Itachi, el único además de sus padres que valía  más que él, solía verlo con la dulzura de un Prometeo liberado,  con la misma ansiedad y el mismo miedo de perder la vaga ilusión. Su hermano —alto, fuerte, que al entrar él a primaria le doblaba la edad— solía cargarlo en su espalda ancha siempre que iba a verlo entrenar con la katana. A Itachi le gustaba entrenar en el bosque, porque insistía en que de ese modo resultaba más realista, y Sasuke se dedicaba a verlo embelesado, deseando tanto ser como él, que Itachi se sentía, también, único.

 

Itachi, que en realidad era muy especial por sí mismo, a veces creía que en realidad lo único que lo volvía verdaderamente increíble, era el hecho de que Sasuke creía que lo era.

 

Sasuke, que siempre andaba tras él, que lo veía con sus grandes ojos negros llenos de concentrada admiración,  y que a veces parecía como si no existiera nada más que él, era el factor que lo volvía la persona más importante del mundo. Que lo convertía en hermano, en Itachi, en persona.

 

Sasuke le daba el valor de genio.

 

No su familia, ni su apellido ni su sangre, tampoco sus fantásticas habilidades o su madre repitiéndoselo con orgullo, ni su padre clamándolo a los cuatro vientos o sus otros familiares felicitándolo por ello.

 

Era especial porque Sasuke lo creía.

 

Sasuke le regalaba existencia, orgullo y soberbia. Le regalaba callado y sincero amor, un amor con el que su pequeño cuerpecillo apenas podía.

 

Aquellas palabrerías que nunca surtieron efecto en él, los libros con los nombres de sus ancestros, los pergaminos con las hazañas de su clan, sus profesores repitiéndole que su talento se debía a su sangre (como si lo pudiera tomar como un halago), las largas charlas acerca de cómo podía honrar al clan, todas aquellas porquerías que no lo hacían sentir sino miserable y presionado. Como el mejor perro del Clan.

 

Todo al garete cuando su pequeño hermano pronunció por primera vez, maravillado y maravillándolo, las mágicas palabras que marcarían su vida, su muerte y su recuerdo, aquellas que conservaría para siempre en su memoria:  “¡eres grandioso, hermano!”. Después de esa frasecita cariñosa, producto de una mente infantil y fantasiosa, nada había vuelto a ser igual. Sasuke era el único que, desde el fondo de su corazón, lo admiraba de verdad. Él único que lo miraba con la tierna y rosada boquita abierta, con sus azabaches ojos abiertos de par en par, esperando un nuevo acto de heroísmo, las piernitas cruzadas y las manitas, raspadas pero todavía muy suaves, apoyadas en el pasto, mientras veía lo fabuloso que era su hermano mayor.

 

Sasuke, que era quizás la persona menos importante de la familia principal del Clan, era para él lo más importante en el universo.

 

Siempre que llegaba de la escuela, impecable y ansioso por verlo, deseaba con todo su corazón, también desde el fondo, que aquel niño flaco y paliducho, corriera a abrazarlo. Y así era siempre, el menor corría apenas escuchaba la puerta correrse, ansioso de que su hermano le dedicara un poco de su fabulosa atención, con esos ojos negros viéndolo sólo a él, como esperando que a Itachi de pronto le salieran alas en la espalda o alguna otra cosa maravillosa.

 

Pero entonces Sasuke creció.

 

Creció y se convirtió en un adolescente serio, frío y circunspecto,  alto, fuerte,  minucioso y con una sonrisa tan orgullosa que constantemente tenía que estar descomponiendo con un gesto cariñoso. El pequeño niño que lo recibía gustoso ahora lo observaba a apenas unos centímetros por debajo, henchido de orgullo por estar a un par de años de alcanzarlo.

 

Obsesionado con la idea de atacarlo.

 

Itachi ahora saboreaba a los antaño pequeños labios, ahora más pálidos pero igual de suaves. Ahora alzaba ambas piernas y las ponía sobre sus hombros, esperando que su pequeño hermano no creciera más, porque cada vez le parecía más improbable quedarse con él para siempre. Besaba esas manos de dedos helados y largos, que tocaban tan bien el piano, que escribían tan perfecto y que acariciaban tan bien.

 

Ahora él se quedaba congelado para siempre en sus ojos negrísimos, a veces escondido tras los pálidos párpados lánguidos y las escasas pestañas; tras la mirada de hombre en ciernes. Oculto para no enfrentarse a la dura realidad de admitir que cada día Sasuke era menos y menos suyo.

 

Sasuke crecía  e Itachi, embelesado, no se daba cuenta de que él hacía lo mismo. Él todavía se sentía como aquel niño de doce años que, con la sola aprobación de su hermano, ya se sentía invencible.

 

 

Pro la única y dolorosa (y lacerante, incomprensible, cruel y conclusiva) verdad era  que Sasuke cada vez lo admiraba menos.  Cada vez Sasuke prestaba menos atención a sus actos; cada vez le prestaba menos atención a él.

 

El Sol más grande del universo comenzaba su entrada, lenta, sin prisas, pero irreversible, amaneciendo en el anochecer de Sasuke, opacando a la luna, su eterna amante,   remarcando lacónicamente la diferencia entre ambos astros. Uno misterioso  y lánguido, el otro un torbellino lleno de energía contagiosa.

 

Un astro brillante sobresaliendo en un cielo en donde antes sólo había existido él.

 

La despedida se acercaba y él no estaba listo.

 

No lo estaría jamás.

 

Pero ese Sol apenas notaba la manera en que desplazaba a la triste e infantil Luna, que no hacía más que mirar hacía atrás y preguntarse si en algún momento dejaría de ser arrojada al olvido, rogando interiormente que el amanecer terminara tan pronto comenzara, obviando la tristeza del ocaso y el interminable ciclo de perder y ganar.

 

Sasuke se iba, el niño de seis años que lo quería más que a nadie en el mundo, ahora era el adulto de 23 años que lo respetaba y lo amaba como igual, pero no más.

 

En cambio,  él seguía siendo el mismo niño de doce años que necesitaba de su afecto para sentirse especial. El mismo ser humano que había basado su autoestima, su confianza y sus principios en el hecho, ahora solitariamente efímero, de que su hermano creía que era increíble.

 

 

Y que,  tarde o temprano, tendría que encontrar su propio amanecer brillante.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Y eso es todo, si leyeron hasta aquí probablemente piensen que si voy a perder mi tiempo mejor debería hacerlo dedicándome a otra de mis historias. Tienen razón.

 

¿De dónde salió la idea? oh, es que me gustan estos dos y de pronto se me ocurrió, recuerdo que fue por una canción, pero no recuerdo cuál. A ver si me dicen qué opinan de que Itachi, esta vez, haya sido quien se quedó atrás.

 

Y una notita babosa:

¿Por qué hay autoras mediocres que creen que sus lectores no son muy listos y por ello escriben como la mierda? sí, he dicho eso. Es algo fuerte y todo, pero es lo que pienso a partir de año y medio de estar en Friction Awards y escuchar toda clase de excusas tontas para explicar porque no repasan siquiera lo que han escrito. La última es algo como esto "es que mis lectores no son muy listos, así que no importa si está mal escrito, ni lo notarán". Y a esto, expreso lo siguiente: para mí, las personas que se dan el tiempo de leerme son las más listas del universo =)

 

Deja un review o no te quejes si encuentras un cartelito de  "acces denied" al intentar abrir la cuenta de los autores que frecuentas (ya que vamos intensos). 

Kissus ^x^

P.S--> ¡Tengo un perrito >.

 


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