Sus labios sobre la piel de su cuello quemaban como el fuego.
Su voz sonaba suave e intensa a la vez.
--Subaru--.
Esto no es posible, pensó el menor.
Su deseo más grande y su mas grande tragedia estaban al fin unidas.
Trataba de juntar fuerzas para decirle que no pero no podía. Su espiritu no era tan fuerte.
--Yo soy un Sumeragi—dijo esperando que el otro entendiera su ruego.
--No tengo intención de dejarte ir esta vez Subaru kun—dijo mirándole ahora a los ojos.
Su mano acaricio su rostro con gentileza.
Miro al que acariciaba con infinita devoción y una pregunta escapó de sus labios, suave, dulcemente--¿Me odias?—
Subaru quería responder lo que debía pero su corazón no le dejó—No puedo odiarte.No importa lo malvado que seas, no puedo. Eres un asesino pero yo no puedo, no puedo… --.
Sus labios fueron sellados por los del otro con impaciencia.
Ese hombre había matado a su hermana pero aun así él… él no podía odiarlo.
Las lagrimas escaparon de sus ojos y al presentir su presencia Sakurasukamori se separó de el para con sus dedos desaparecer las muestras de dolor de ese rostro tan bello.
--Eres tan bello—dijo con su voz de angel pero Subaru sabía que era un ángel caído.
Sus labios retomaron el recorrido de su largo cuello y con las manos desabotonó su chaqueta y su camisa.
Aun estaban sobre los cobertores de su cama.
Era una trampa.
Subaru ya lo sabía antes incluso de entrar.
Pero no pudo evitar seguir el deseo de su corazón.
Su torso fue recorrido por los labios del mayor cargando de deseo su enrojecido cuerpo.
Subaru tomo son sus manos el rostro del otro que le miro con sus ojos. Normalmente estos eran como navajas afiladas pero al mirar a Subaru se volvían amables como el calido sol de la tarde.
Sus labios recorrieron el aire que separaba los suyos del menor llenando de si los enrojecidos labios de Sumeragi.
Los brazos del mas joven se enredaron en su cuello mientras el se perdía en los labios de Sumeragi.
De pronto este sonrió—Lo supe cuando nos vimos la primera vez bajo el cerezo en flor y te dije el secreto de la flor Sakura—dijo.
--Me dijiste que eran rosadas por la sangre. Lo recuerdo—dijo el otro cerrando sus ojos por el dolor que le producía saber a ese hombre tan malvado y a la vez amarlo tanto.
--Y yo recuerdo que me preguntaste si los humanos enterrados allí sufrían. Siempre te preocupas por los demas mas que por té mismo, Subaru kun. Mi Subaru—le dijo el Sakurasukamori.
Los ojos de Subaru se abrieron grande al oír lo último.
--Ese fue el momento en que me enamore de ti—explicó el mayor.
--Tu… --dijo apenas audible el menor.
--Te amo Subaru kun—dijo con su voz tan sugestiva en las penumbras de la habitación y le sonrió.
Sus ojos eran los de un gato pensó Subaru mientras sus palabras atravezaban de ida y vuelta sus sentidos.
De pronto cerró con fuerza sus ojos.
--¿Por qué?¿Por que lo hiciste?¿Por que…nos hiciste esto?—dijo el mas joven.
Primero Seishiro se sorprendió pero luego su mirada volvio a ser serena y su sonrisa sin esperanza.
Dijo—Estaba escrito que yo les haría esto--.
El joven líder de la familia Sumeragi revolvió la cabeza que permanecía escondida en su pecho mientras Seishirou sentía la humedad de las lágrimas del otro.
--No a mi y a Hokuto chan—balbuceó y con sorpresa el mayor comprendió a quienes se refería.
Lo alejo de si para ver de nuevo su rostro lloroso y cuidadosamente bebió sus lágrimas.
--¿Por qué?¿Por…?agh—dijo el menor cuando el beso apasionado cubrio su boca.
Al oído el asesino le susurró—De nada sirve lamentarse. Nada cambiará—.
Sus manos recorrieron su torso deswplegando calor con cada roce.
--Eres mi presqa y sin embargo no puedo matarte. Eso me condena a mi también—dijo el mas alto antes de desnudar lo que quedaba del cuerpo del otro.
Con sus labios recorrió el largo de sus piernas y se detuvo a observar su pecho agitado.
--Tan kawai. Tan kawai, Subaru kun—susurró en el aire antes de emitir un suspiro que logro que el otro abriera sus ojos y le mirase.
Esa sonrisa volvió a su cara.
Una sonrisa sin esperanza.
¿Por qué tenía que desear lo que no era para él?
Cuando su madre le dijo aquello él respondió—Pero nadie me quiere--.
Ahora comprendía que tenía ante él a la persona que acabaría con su vida.
Pero el no quería eso.
Porque no quería separarse de Subaru.
Se sentó y llevo a sus brazos el frágil cuerpo del otro para abrazarlo y besarlo mas profundamente.
Sumeragi hizo lo mismo.
Sentía que con cada beso se le iba la vida.
Su cuerpo fue cubierto de besos por el devoto asesino que después con ellos forjó la fragua en que sus cuerpos se quemaron.
Despertó sabiendo que el ya no estaba en la habitación pero su aroma aun persistía en sus sentidos.
Lloró en silencio porque sabía que la próxima vez que se vieran sería la ultima.