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De tabaco y baloncesto. por Pepper

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Notas del fanfic:

Un nuevo one-shot sacado del baul de los recuerdos, una escena de una historia que jamás llegué a escribir. Y sí, soy penosa para los títulos xD

 

 

 

 

Notas del capitulo:

Enjoy :3

 

 

De tabaco y baloncesto

Todos mis problemas empezaron esa maldita tarde de mediados de octubre. Charlie y yo habíamos terminado de jugar nuestro ya acostumbrado partido, y nos dedicábamos a dejar pasar las horas que quedaban hasta que llegara la noche. No teníamos nada que decirnos, pero ninguno quería regresar tan pronto a su casa. Además, por primera vez entre nosotros había una atmósfera agradable, tranquila, de colegueo y compañerismo. El tiempo acompañaba con una refrescante brisa que impedía que el calor del sol nos molestara y disipaba el humo de nuestros cigarros, esparciéndolo como suave niebla a nuestro alrededor.

Nunca he fumado tanto como aquel día, pero nada habría sido lo mismo de no haber tenido el efecto sedante del tabaco en mis venas. Podría haber permanecido allí durante horas, espalda con espalda con Charlie y haciendo rodar la pelota de baloncesto bajo mi pie, pero lamentablemente, el destino tenía otros planes. El anticuado politono de Charlie rompió el cómodo silencio, sobresaltándonos a ambos. Por la voz que tenía mi amigo cuando respondió la llamada, casi parecía que había estado durmiendo. O tal vez ese apagado siseo en su voz se debía al efecto del humo en sus pulmones.

-¿Hola? Sí… No, en la cancha… vale – tomó aire, separándose de mí para ponerse de pie. Al verme sin respaldo, no pude menos que soltar un gruñido y sustituirlo por la pared- ¿Qué? No, ahora no puedo. Nos vemos luego, ¿va?

Por lo que estaba diciendo, pronto no tuve ninguna duda de quién reclamaba su atención. Nada más pensar en ella, sentí un vuelco en el estómago. Traté de no evocar su imagen, tan perfecta que me deslumbraba, y me concentré en mantenerme sereno. Aunque Charlie supiera de sobra que bebía los vientos por su novia, ya había decidido no volver a dar muestras de ello delante suya.

- Era Rox- comentó como quien no quiere la cosa, sentándose a lo indio delante de mí.

-Hn- respondí yo, sintiéndome incapaz de decir nada más sin ponerme a titubear.

-Quería que fuera a verla, pero le he dicho que estaba contigo. Tendrías que sentirte halagado, su propuesta era de lo más tentadora.

- No seas capullo, no me interesa tu vida sentimental.

- Precisamente sentimental…- Charlie sonrió cual depredador, y tuve una idea bastante aproximada de lo que quería decir.

-Cabrón- murmuré, con más rabia de la que me habría gustado demostrar.

Charlie se encogió de hombros y le dio una calada a un nuevo cigarro, al parecer poco afectado por lo que yo pensara. Esa era la parte más problemática de nuestra relación: Rox. Al principio, yo le había odiado por tener a la chica de mis sueños, a mi primer amor, a la mujer por la que lo habría dado todo. Pero al final, después de las innumerables experiencias juntos, habíamos acabado siendo amigos… o todo lo amigos que podíamos ser, dadas las circunstancias.

La paz se había restablecido en nuestra atmósfera particular y ahora, tenía a Charlie frente a mí. Considerándome en todo mi derecho, no me molesté en ocultar que lo estaba analizando. Era consciente de que él sabía que lo estaba haciendo desde el mismo momento que posé mis ojos en su persona, pero me dio igual; estaba dispuesto a averiguar qué era exactamente lo que atraía a Rox de él. Sin embargo, mi examen apenas duró unos segundos, pues pronto capté algo que me llamó poderosamente la atención. En su cuello había una zona intensamente amoratada que contrastaba claramente con su piel pálida, una marca de tal tamaño que me sorprendió no haber reparado antes en ella.

-¿Es de… ella?- apenas acabé de pronunciar la frase, supe que era una pregunta estúpida. Él se limitó a asentir con la cabeza, y pude distinguir cierto brillo curioso en sus ojos.

Lo que hice a continuación sigue ocupando un puesto muy alto en mi lista de ‘cosas que nunca jamás repetiría’,  pero en esos momentos me sentí como si fuera lo único que podía hacer. Por alguna extraña razón, me sentí tentado a inclinarme sobre el cuello de Charlie, más concretamente sobre su chupetón. Y lo hice. Pude sentir el cuerpo de mi amigo tensándose debajo de mí cuando prácticamente me subí encima de él para poder alcanzar mejor su cuello. Mi intención era únicamente probarlo, encontrar en esa piel morada el sabor de los labios de Rox, de su saliva.

Lo busqué, primero con la punta de la lengua y luego con los dientes, intercalando lamidas con pequeños mordiscos. Pronto, sin encontrar resistencia por parte de Charlie, me vi a mí mismo succionando con fuerza esa zona, cubriéndola con mi propia saliva en una apasionada actividad. Y cuando ya había olvidado mi intención inicial, cuando me disponía a continuar saboreando el cuello de Charlie, este reaccionó.

-Eh…  por mucho que muerdas no se va a borrar.

La impresión que me causó su voz, ligeramente enronquecida, fue suficiente para hacer que abandonara a toda prisa mi posición y me dejara caer contra el suelo, más confuso que avergonzado. Charlie me miraba con una expresión extraña, con los párpados entornados y una mano sobre la zona que yo había atacado. Parecía casi tan confuso como yo.

-Tío lo siento, no… no me he dado cuenta-   Charlie no respondió, y empecé a ponerme nervioso- No vayas a pensar que soy maricón o algo de eso, ¿eh? Tú no me molas nada, me mola tu novia… quiero decir, que ya sabes que yo lo he hecho por ella, no por ti y… Joder, dime algo.

-¿Qué cojones quieres que te diga? ¿Qué me parece bien que te ponga mi novia? ¿Qué me parece normal que me comas el cuello como una zorra en celo?

-Podrías haberme apartado si hubieras querido- repliqué yo, aunque sabía que la había cagado.

Charlie sacudió la cabeza, rascándose una vez más el cuello. Me sorprendió ver que estaba sonriendo, aunque fuera de aquella forma tan… tétrica.

-Ha sido… interesante. ¿Quieres probar? Es diferente cuando te lo hace un tío.

Tardé casi un minuto en entender qué me estaba proponiendo.

-¿Quieres hacerme un chupetón?- murmuré, incrédulo, a punto de atragantarme con mi propia saliva.

- No… tú quieres que te lo haga. Quieres saber lo que se siente, tienes curiosidad.

Me descubrí a mí mismo pensando que tenía razón, aceptando su propuesta con un apenas perceptible movimiento de cabeza.

Se acercó a mí con la agilidad de un gato y se aseguró de ponerme nervioso acercando su rostro al mío, antes de descender hasta mi cuello. Ese simple gesto bastó para trastocarme las ideas, aunque no fue nada comparado con lo que sentí cuando él finalmente atacó mi clavícula. Haciendo gala de su profesionalidad -o tal vez de su deseo de quedar siempre por encima del resto de los mortales-, me apoyó contra la pared mientras sus dientes mordisqueaban la piel de mis hombros, pasando a continuación a la parte posterior del cuello. Un ramalazo de placer me recorrió entero cuando deslizó su lengua con exasperante lentitud para, seguidamente, iniciar la húmeda elaboración del chupetón. Casi sin darme cuenta, ladeé la cabeza para facilitarle el trabajo, dejando escapar un suave gemido satisfecho. Charlie se acomodó sobre mí, y solo entonces, cuando sentí moverse la tela de mis pantalones, me percaté del problemón que tenía ahí abajo. Mierda, ¿cómo había podido pasarme eso? ¿Cuándo había perdido el control? Por lo bajo, aún sometido bajo la experta lengua de Charlie, solté un gruñido de impotencia.

Al oírme, mi amigo abandonó su tarea, alzando ligeramente la vista para mirarme. Fue un momento tenso en el que miles de ideas pasaron por mi cabeza, cada cual peor que la anterior. Pero todas desaparecieron cuando él clavó sus ojos en los míos, avisándome de lo que iba  a hacer a continuación. ¿Cuándo se había puesto tan cerca?

Respiré con fuerza contra su boca y él volvió a moverse. Esta vez, no tuve ninguna duda de que habría notado mi creciente erección, pues prácticamente se frotó contra ella. No hizo ningún comentario, sino que se limitó a entreabrir los labios…

… para atrapar los míos antes de que yo pudiera reaccionar. Sin saber muy bien cómo, me encontré con la lengua de mi mejor amigo en mi boca, con sus labios sobre los míos y mi propia lengua enredada en torno a su piercing. Fue un beso húmedo e intenso, extraño, un beso que acabó cuando Charlie puso una mano sobre mi polla, haciéndome soltar un jadeo que me obligó a separarme de él.

Solo entonces, al ver el fino hilillo de saliva que unía nuestras bocas, al sentir el calor creciente en la boca del estómago, me di cuenta de lo que había pasado. Charlie también pareció caer en la cuenta porque, lentamente, su expresión lujuriosa pasó a ser una de circunstancias. Aunque el  muy cabrón no se apartaba.

- Quítate de encima…- jadeé, con la boca seca y el corazón en un puño- ¡Quítate de encima, joder!

Con exasperante lentitud, finalmente Charlie me permitió recuperar mi espacio vital. Quise marcharme corriendo, sin dar explicaciones, pero la expresión de mi amigo me hizo permanecer en mi sitio. Probablemente estaría pensando que era un idiota por alterarme de esa forma por un simple experimento, ¡pero no había podido evitarlo! 

- No ha sido para tanto, ¿eh? – preguntó al rato, probablemente al darse cuenta de mi debate interno- Si llego a saber que te lo tomarías así…- nuevo cigarro, nueva calada.

- Joder tío, cualquiera diría que  te ha molado.

Charlie alzó las cejas con cierto escepticismo, como queriendo decirme que no había sido él el que había acabado empalmado. Tuve que apartar esa idea de mi mente; era demasiado bochornosa para siquiera manejarla.

- La verdad es que sí.

-¿Eh?

- Que tienes razón. Me… me ha molado. No es que seas un as besando, creo que más bien ha sido porque eres un tío.

Joder, puto Charlie. Tuve que reirme.

- Muy gracioso colega, me empezabas a asustar- le sonreí, topándome con un rostro increíblemente serio que me hizo replantearme el sentido de sus palabras- ¿E-eh? No mejodas que lo decías en serio. ¿Es que eres…?

- No. No sé. Siempre había querido probar a follar con un tío.

- No hemos follado, gilipollas- recalqué inútilmente, con el 90% de mis neuronas ocupadas en procesar que probablemente mi mejor amigo era gay. O bisexual. O lo que fuera.

- Todavía.

No sé qué cara puse exactamente, solo sé que cuando Charlie empezó a descojonarse en mi cara, me di cuenta de que tenía la boca abierta. Muy abierta, a decir verdad.

- Tranqui tío, no voy a violarte.

- Charlie joder… ¿Pero no te das cuenta de que quieres enrollarte con un tío? ¿Un chupetón? Vale. ¿Un morreo? Bueno. ¿Pero follar?

Charlie me miró largamente, sin dar crédito a mis palabras. ¿Qué? Yo las veía de lo más coherentes. Tras varios segundos, acabó esbozando una sonrisita maliciosa, tan tétrica como las anteriores.

- Claro; olvidaba que eras una niñita virgen.

Definitivamente, lo odiaba.

- Cabrón.

- Cuando quieras puedo arreglarlo, ¿eh? – propuso, regalándome la más insultante de sus sonrisas.

- ¡No te acerques a mí!

- Vamos Billie, tienes un grave problema en los bajos... problema que yo te he causado. Déjame arreglarlo.

Y mientras hablaba, Charlie había vuelto a acercarse peligrosamente a mí, acorralándome contra la pared. Quise decirle algo, pero tenía la garganta seca y la mente colapsada. Apoyó las manos a ambos lados de la cabeza, contra el muro, e inclinó ligeramente la cabeza hacia delante, enterrándola en mi hombro.

- C-Charlie…

Abrir la boca fue mi peor error. En el mismo momento en el que lo hice mi amigo, rápido y atento, coló nuevamente su lengua en mi boca, buscando ansiosamente la mía. Confuso y enfadado, quise apartarle, pero en ese momento su mano acarició suavemente mi erección por encima de la tela del pantalón, obligándome a soltar un gemido.

- A-ah… me has dicho que no me ibas a violar.

Charlie solo sonrió contra mis labios, mordiéndome el inferior. Puede que mi sentido de la empatía estuviera muy desarrollado, porque me pareció sentir todas y cada una de las emociones que recorrían el cuerpo de mi amigo en carne propia. O, tal vez… yo también las sentía.

**********

Roxanne esperaba la llegada de Charlie con impaciencia. Llevaba varios días sin verlo por culpa de los exámenes- sin contar el apasionado encuentro que habían tenido el día anterior en el instituto- y estaba dispuesta a recuperar el tiempo perdido. Acababa de salir de la ducha e iba vestida únicamente con una faldita corta y una camiseta de tirantes que dejaba a la vista su abdomen y un pronunciado escote, realzado por un sujetador de encaje que Rox había elegido especialmente para la ocasión.

No necesitaba mirarse al espejo para saber que, con solo una mirada, Charlie se le tiraría encima cual depredador. Solo de pensarlo, se aceleraba. Afortunadamente, su chico no la hizo esperar demasiado.

Cuando entró por la puerta, le pareció que estaba demasiado… ¿Contento? No exactamente. Sus ojos brillaban con cierta excitación contenida, de la misma forma que lo hacían cuando la desnudaba, y tenía los labios ligeramente enrojecidos e hinchados.

Apenas tuvo tiempo de reflexionar acerca de ese hecho. No hubo saludos ni ninguna otra palabra, solo un beso hambriento y brusco, unas caricias ansiosas y unas manos demasiado rápidas. Cuando quiso darse cuenta, se encontró tirada en la cama, con Charlie tumbado sobre ella y ya sin sujetador.

- Vaya tigre, ¿tienes síndrome de abstinencia? – preguntó, esforzándose porque su voz sonara firme o, al menos, medianamente normal.

Su respuesta fue enterrar el rostro en su pecho y levantarle la falda. Aquella noche no hubo jugueteo, cariño o amor. Y ninguno lo echó de menos. Fue sexo duro, a palo seco, salvaje. Apasionado.

Lo que Roxanne no sabía cuando llegó al orgasmo y gritó el nombre de su chico era que, en la mejor sesión de sexo de toda su vida, su novio no pensaba en ella; pensaba en otro.

 

 

 

Notas finales:

Los reviews son bien recibidos... y bien compensados (//)


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