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Un encuentro entre rivales por Paz

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Un encuentro entre rivales


 


Título: Un encuentro entre rivales


Resumen: La tristeza invade su espíritu. ¿Habrá alguien capaz de amar un corazón dolorido que solo quiere amar? ¿Encontrará el amor Hanamichi? Y Kaede?...


Autor: Paz


Pareja: Sakuragi Hanamichi y Rukawa Kaede


Disclaimer: Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, solo me distraigo colocándolos en situaciones inverosímiles.


Aviso: Ninguno, excepto que se trata de una relación chico/chico. Shonen ai.


 


 


Un encuentro entre rivales


 


 


Era verano en Kanagawa.


Una sofocante tarde en la que los termómetros marcaban la máxima temperatura desde el comienzo de la nueva estación.


Un muchacho caminaba por la playa, cabizbajo y apesadumbrado, dejando que la calidad brisa marina despeinara sus cabellos rojos.


Hanamichi Sakuragi era fácilmente reconocible aún desde lejos, su amigo Yohei le vio, sin embargo, debido a la expresión de su rostro, advirtió que estaba en uno de esos días en los que no iba a apreciar la compañía que pudiera ofrecerle. Hanamichi obtuvo con estoica resignación su rechazo número cincuenta y uno. Le siguió con la mirada hasta que su figura se empeñeció en la distancia.


Hanamichi ensimismado en sus pensamientos no vio a su amigo. Dos semanas pasaron desde aquel día, al principio creyó que iba a sentirse peor, lo superó, aceptando que Haruko solo sería para Rukawa. …l era el hombre que ella amaba, el elegido de su corazón, lo supo desde el principio, no podía llevarse a engaño, mantuvo la esperanza de luchar por su amor, fue contra lo inevitable y ahora sabia que era capaz de superarlo. Una vez que aceptó que Haruko solo amaría a Rukawa decidió acabar con las peleas y desde entonces su trato con él se limitaba a lo imprescindible, es decir, nada, durante los entrenamientos le ignoraba como si no existiera, se acabaron los insultos, las peleas, evitaba tener que enfrentarse a él durante el juego y si no le quedaba otra, actuaba como si no fuera quien era, sin una mirada, sin una palabra, pasaba el balón y se alejaba para recuperar su posición en la duela.


El rechazo de Haruko dejo de dolerle, en cambio se sentía apenado por su incapacidad para conseguir que alguien le amara. Solo pedía amor. ¿Era tan difícil conseguirlo?  ¡Cincuenta y un rechazos! Demasiados. Era consciente que no era perfecto, la perfección total no existe, penso. ¿Por qué no le aceptaban con sus cualidades, buenas o malas? ¿Qué era lo que querían de él? ¿Qué buscaban? ¿Qué anhelaban? ¿Qué exigían que cambiara en su vida? ¿Qué no les gustaba? No tenía respuestas. No quería una multitud de chicas tras suyo, aunque a veces sentía celos de la admiración que despertaba en las muchachas cierto zorro de mirada gélida que pasaba ignorante por la vida. ¿Era eso lo que deseaban? Indiferencia y desdén.


Necesitaba el amor de alguien como… ¿cómo quien? Sus pensamientos se interrumpieron en ese preciso instante, ni el mismo tenía muy en claro ese punto. ¿Cómo encontrar el amor de su vida? ¿Cómo reconocerlo? ¿Cómo saber si había pasado por su lado y lo dejo escapar? ¿Cómo saber si tendría una segunda oportunidad?


Hasta ese momento de su vida solo dió golpes a ciegas, sus elecciones siempre fueron equivocadas, aunque puso toda su buena voluntad en ellas. ¿Hacia donde mirar?


Un sollozo le sacó de su abstracción. Estaba parado junto a las rocas, alguien lloraba, llevado por la curiosidad, trepó por ellas y entonces lo vió. Era Rukawa. ¿El Rey del Hielo llorando? No es posible pensó sacudiendo la cabeza, pensando que estaba sufriendo un espejismo. Más la imagen del joven seguía allí. Sentado, con la espalda apoyada en una roca, las piernas encogidas y sus brazos rodeándolas, su frente apoyada en sus rodillas. ¿Qué provocaba su llanto? Su primer pensamiento, fue burlarse de su llanto, más luego su propia experiencia selló sus labios y sin saber porque deseo consolarlo.


-¿Por qué lloras, zorro? –preguntó dejándose caer sentado en la arena frente a él.


Rukawa se sobresaltó al reconocer su voz, intento ocultar lo que era evidente.


-No estoy llorando, me ha entrado arena en los ojos –declaró intentando calmarse, al mismo tiempo demasiado sorprendido por sus palabras, no había burla en ellas, más bien parecía preocupado.


-Ah, si solo es eso –aceptó sus palabras, a pesar que cuando levantó la cabeza, sus ojos enrojecidos e hinchados declaraban otra cosa- ¿Que haces aquí escondido? desde abajo no se te ve.


-Vengo aquí a menudo. Me siento bien. -¿Por qué se lo contaba? ¿Qué podía importarle? Esperaba alguna burla, una de sus típicas carcajadas, algo que le hiciera quedar como un tonto. Sin embargo, Hanamichi no hizo nada de eso. Se quedo callado, mirando hacia el horizonte.


-Allí… -señaló hacia el frente.


Rukawa volvió la cabeza en la dirección que indicaba.


-¿Qué hay?


-¿No lo ves? En la línea del horizonte, un barco.


-Ah, si, ya lo veo.


-Algún día me gustaría viajar en uno de ellos. –declaró.


Rukawa abrió mucho los ojos sorprendido. ¿Hanamichi haciéndole confidencias? Se había vuelto loco, ¿Qué ocurría allí?


-Yo prefiero el avión… -lo dijo sin pensar.


-A mi me asusta –reconoció Hanamichi.


-Yo le tengo miedo al mar –miró la masa de agua frente a sus ojos, aquella inmensidad le impresionaba.


-¿Por qué vienes entonces?


-A mi madre le gustaba mucho. Aquí su recuerdo me acompaña.


Hanamichi comprendió.


-¿Vives con tu padre? –se asombró de hacerle una pregunta tan directa.


-No, vivo solo.


-Ya somos dos…


-¿No tienes…? –su deseo de saber era enorme.


-¿Familia? –completó su frase- No.


-Lo siento.


-Yo no –dio un largo suspiro y miró hacia otro lado, como no queriendo seguir hablando de eso.


-Perdóname…


-¡Eh!


-No pretendí recordarte cosas tristes.


Hanamichi asintió.


Se quedaron callados largo rato, mirando simplemente el mar. De vez en cuando se dirigían una mirada furtiva.


Hanamichi sorprendido por estar allí conversando con el zorro como si fueran amigos. Veía una expresión de desconcierto en su rostro y suponía que él estaba perplejo con su nueva actitud. Ni siquiera él mismo se reconocía.


-¿Vas a contármelo? –preguntó cuando se cansó de estar callado.


-¿Contarte? –interrogó a su vez.


-No te hagas el tonto, zorro. Se que algo te pasa y tu sabes que yo lo se. Dímelo y si puedo ayudarte, lo haré.


-¿Por qué ibas a hacerlo? No somos amigos.


-Me gustaría serlo –y al instante de hablar supo que era cierto, lamentaba los meses que había perdido peleándose con él, por su tonta esperanza de conquistar a Haruko. Ahora se daba cuenta que podían haber sido los mejores amigos. –observó que Rukawa quedaba en silencio, mirándole con extraña expresión- ¿Qué ocurre?


-Nada… -Rukawa no se atrevió a expresar su pensamiento, no quería ser su amigo. Deseaba mucho más que eso de él.


-¿Estas enamorado? –dijo Hanamichi y ante su mirada supo que acertó con su suposición. Pensó: Así que el zorro tiene sentimientos- No se trata de Haruko ¿verdad?


-¿Quién? –Rukawa ni negó ni asintió el hecho de estar enamorado. Era un sentimiento que invadió sus pensamientos, día y noche pensando en él. Sufriendo por su causa. Sabiendo que él nunca le amaría. Llorando por un amor que brotó tan espontáneamente que cuando reconoció los síntomas ya era tarde para arrancarlo de su corazón.


-Olvídalo, no es ella, lastima, ella te quiere a ti, va a sufrir por ello. –si hubiera hablado con el zorro antes, se habría enterado que no había motivo de rivalidad entre ellos por el amor de una chica, solo en el juego, ese pensamiento arrancó una sonrisa de sus labios- ¿Cómo se llama ella? –preguntó a pesar que no reconoció estar enamorado.


-¿Ella? –preguntó a pesar que sabía a que se refería.


-Si, la chica de la que estas enamorado. –insistió Hanamichi.


-No es una chica –si esperaba escuchar la repulsa del pelirrojo se equivoco. Vió su mirada, por una vez su comprensión fue fulminante, Yohei no le hubiera reconocido de estar ahí.


-¿También te ha rechazado? –comprendía que estuviera llorando, él se sintió desconsolado cuando Haruko le dijo que olvidará cualquier interés que tuviera con ella, solo podía ser su amiga.


-No.


-¿Entonces…? –le miró perplejo. Ahora entendía menos.


-…l… no lo sabe.


-¿No se lo has dicho? ¿Por qué?


-No lo se, -lo sabía bien, le asustaba que le odiara más aún- él es normal. No es como yo –susurró apenas.


-¿Tiene tres ojos? ¿Cuatro brazos?


Rukawa no pudo evitar sonreír al oírle.


Hanamichi le miro deslumbrado, su rostro adquiría una hermosa expresión. Sintió el deseo de hacerle reír siempre, solo por ver el brillo de sus ojos y esa mirada turbadora, que una vez más le esquivaba. Deseó saber más acerca de ese chico del que estaba enamorado, de pronto quería saberlo todo. Sus sueños, sus gustos, sus deseos y sin él percatarse una imagen iba formándose en su mente, la de quien deseaba que le amara.


-Háblame de él. ¿Le conozco?


Rukawa le miró extrañado por su interés. No podía decirle, que era él. Que estaba loco por él, que le amaba desesperadamente, que si pensará que tenía una mínima oportunidad se lo diría, pero no, él estaba enamorado de esa chica que le rechazo. A él le tocaba llorar.


-Creo que si… -al ver su mirada más interesada añadió temeroso de descubrirse- no estoy seguro…


-Vamos, Rukawa, dime su nombre, si quieres yo averiguaré si le gustas, puedo ayudarte, es el primer paso para luego saber si se interesa por ti.


-Eso ya lo se yo. …l nunca me amará. –ese convencimiento arrancó un sollozo de entre sus labios apretados. Dejando caer libremente las lágrimas por sus pálidas mejillas.


-¡Oh no, zorro! –exclamo Hanamichi perturbado ante la visión de su silencioso llanto. Llevado por un impulso, se arrodillo a su lado y lo estrechó contra su cuerpo para consolarlo.


Sin comprender la reacción de Rukawa cuyo cuerpo comenzó a temblar de un modo que le asusto, porque creyó que estaba próximo a sufrir algún tipo de ataque. Más no fue así, poco a poco se fue calmando.


-¡Hanamichi! –sus manos se aferraron a la ropa, su rostro oculto en el hueco de su cuello.


Hana sintió su calida respiración junto a su cuello y tuvo un pensamiento para la suerte que tenía ese chico de haber encontrado alguien que le amara. La presión de sus manos sobre la tela fue cediendo poco a poco, con renuencia apoyó las palmas de sus manos  en su pecho y le fue apartando despacio.


Sus miradas se encontraron unos segundos y en las pupilas azules vislumbro un fuego, una pasión, un sentimiento profundo, y tuvo la certeza de conocer al destinatario de ese amor.


-Vete…, déjame solo. –le pidió Rukawa aún sentía en su piel el calor de su abrazo, la dureza de sus músculos y la calidez que emanaba de él. No podía seguir allí, acabaría por saberlo, había estado tan cerca, tan próximo que tuvo que hacer acopio de valor para no descubrirse, decir que le amaba, besar cada partícula de su piel, sentir el ardor de su  intimidad en su boca.


-De acuerdo. –al oírle vió el dolor en su mirada y supo que no podía dejarlo nunca más. No importaba que fuera un hombre, horas antes él pedía que una sola persona le amara, y allí estaba frente a él, sabía que iba a ser su única oportunidad de ser feliz y no pensaba dejarla escapar, con una sonrisa maliciosa hizo ademán de levantarse, fingió perder el equilibrio y cayó sobre él- ¡Que torpe soy, me caí!  -el rostro de Rukawa estaba más rojo que su cabello, intentando quitárselo de encima. –Su mano se apoyó en su cuello- Quieto, si sigues moviéndote así, solo conseguirás una cosa –frotó sus caderas contra las suyas. Rió al ver la perpleja mirada del zorro. El temblor de sus labios le atrajo irresistiblemente, Rukawa cerró los ojos, aquello no podía estar sucediendo, era una más de sus sueños imposibles. Sintió la suave presión en su boca y el cálido aliento, definitivamente estaba soñando, no era real, no, Hanamichi no podía estar besándole, abrió los ojos y vió los hermosos ojos pardos que le miraban con amor.


-Te amo, Kaede. –Solo necesito un segundo para saberlo, sentir el calor de su piel, la dulzura de sus labios y supo que no sería capaz de prescindir de ese hermoso zorro que estaba enamorado de él- ¿No era maravilloso?


-Lo es… -afirmó- Te amo, Hanamichi.


Hanamichi supo que pensó en voz alta.


-¿Quieres ser mi novio? –preguntó.


-Si…


Hanamichi sonrió feliz. Ya nunca más estaría solo. Volvió a besarle. Todo su cuerpo clamaba por sentirle y decidieron que allí, sobre la arena caliente era un buen lugar para demostrarse cuanto se amaban.


De un encuentro inesperado los dos rivales dejaron de serlo para competir contra otros adversarios más o menos competentes que ellos en el basquetball, porque la vida les dio la oportunidad de saber que estaban destinados a seguir juntos y no a pelear el uno con el otro.


28 de julio de 2003


Autora: empecé a escribir sobre las siete y media de la mañana camino del trabajo, y lo termine a las doce  de la noche, bien o mal, vosotras decidiréis.


Hanaru2003@yahoo.es


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