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Winter moon por BombayLove

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Notas del fanfic:

Sólo la idea me pertenece -.-

Los personajes son de Katekyo Hitman Reborn! de Amano Akira-san :3

Notas del capitulo:

Gracias a Amano Akira por haber creado a estos personajes, a mi Culebra por ayudarme con el idioma y a ustedes por leer :3

Enjoy~

 Era temprano cuando Kyoya se levantó. La noche anterior, Dino lo había invitado a cenar a un restorán italiano, pero él se negó rotundamente y terminaron comiendo comida hecha por el morocho.
Como de costumbre, cada vez que Dino se quedaba en su casa, hicieron el amor.
Acarició su cabello rubio. Le gustaba sentir sus brazos a su alrededor en la mañana. Sentir su cálido aliento sobre su piel en la mañana. Sentir que él estaba a su lado en la mañana.
Esbozó una mueca cercana a la sonrisa y se levantó sigilosamente. Entró al cuarto de baño y se dio una rápida ducha. Al salir, encontró a Dino acostado a lo ancho de la cama.
- Buon giorno, Kyoya – Lo saludó el rubio, con la voz aún adormilada.
- Buon… giorno… - Repitió el morocho en italiano, sentándose en la cama, vestido con una bata de baño y con una toalla sobre su cabeza.
- ¿Dormiste bien? – Le preguntó, abrazándolo por la cintura, mientras el morocho se secaba el cabello.
- Sí, normal. ¿Tú?
- Estando a tu lado, siempre duermo bien – Respondió, abrazándolo con más fuerza.
El desgraciado era empalagosamente dulce cuando quería, era innegable. Y tampoco podía negar que le gustaban esas cursilerías siempre y cuando provinieran de él.
Se levantó y se acercó al armario, el cual abrió y sacó ropa.
- Voy a cambiarme abajo. ¿Preparo el desayuno?
- Está bien – Dijo Dino, sentándose en la cama -. ¿Ah? ¿Qué es esa caja? – Preguntó, refiriéndose a una caja color madera sobresalir del estante dentro del armario.
- Nada – Dijo el morocho, cerrando el armario rápidamente y dirigiéndose a la puerta. La abrió, pero en vez de salir, se quedó unos segundos en el umbral y lo miró -. Si llegas a tocar esa caja… Te morderé hasta la muerte, caballo saltarín.
Sonrió. Cuando Kyoya se fue, claro está. Seguía siendo un niño después de todo. Pero como dice el dicho: la curiosidad mata al gato y Dino se levantó, atándose la sábana a la cintura y se acercó con sigilo al armario. Lo abrió, pero la mencionada caja estaba un poco más alto que él. En puntas de pie, con las yemas de los dedos, la acercó un poco a él.
- Un poco… más…
Kyoya estaba terminando de dejar el desayuno recién preparado sobre la mesa del comedor cuando escuchó un estrepitoso ruido provenir de su cuarto. Suspiró y se dirigió a su encuentro con Dino. Cuando abrió la puerta, lo halló sentado en el suelo, sobándose la cabeza.
- Te dije que dejaras la caja en su lugar – Le dijo, cruzado de brazos.
- Lo… Lo siento… - Dijo el rubio, casi temblando, debido al serio semblante del morocho.
- Ve a desayunar – Le ordenó, acercándose a juntar los papeles y las fotografías que estaban desparramadas en el suelo -. Yo junto esto y voy.
- ¿Este eres tú? – Preguntó Dino, observando una fotografía de Kyoya cuando tenía aproximadamente 12 años.
- Cállate y ve.
- Está bien, está bien.
El rubio se levantó y salió del cuarto, con la sábana todavía atada.
- Qué caballo estúpido… - Murmuró Kyoya, sentándose en el suelo y juntando las cosas.
Hubo un objeto en particular que le llamó la atención. Era una pequeña figura de bronce con forma de caballo.
- ¿Qué es esto?
Dejando los papeles de lado, dejó el objeto sobre su cama al igual que sus brazos cruzados, entre los cuales descansaba su cabeza. Pasó un tiempo mirando la figura con detenimiento, tratando de encontrarle algo familiar, pero fallando en el intento. No recordaba quién se la había dado o bajó qué circunstancias la había encontrado. Pensando en eso, cayó profundamente dormido.

Una habitación. El color de sus paredes era crema. Habían estantes repletos de libros de todo tipo. Algo bastante usual para una persona de su edad. En la cama, una persona daba vueltas.
- Kyo-chan – Se escuchó, provenir de escaleras abajo -. Hora de levantarse, Kyo-chan.
El aludido en cuestión, salió de entre las sábanas. Su cabello revuelto caía en forma desordenada sobre sus enormes ojos celestes. Una mirada llena de furia se dibujó en ellos.
- ¡Kyo-chan! – Gritó una voz femenina escaleras abajo -. Te dejo el desayuno arriba de la mesa, ¿de acuerdo?
Lo siguiente que escuchó fue el sonido de la puerta de calle cerrarse. La historia se repetía una y otra vez, y le molestaba. Hubiera preferido vivir solo. Su madre se iba temprano en la mañana y llegaba cuando él ya estaba durmiendo. Siempre tenía una excusa distinta para las reuniones de padres, así que prácticamente, era como si viviera solo.
Bajó las escaleras, tomó el desayuno y se fue a la escuela, como todos los días. Camino al mismo, veía grupos de niños dirigiéndose al mismo destino, amigos encontrándose, compañeros que charlaban de la tarea que no habían terminado o haciéndose consultas.
Él iba solo.
Hibari Kyoya había sido conocido desde muy pequeño como un niño al cual había que temerle. Todo aquel que intentara ingresar a su territorio, era mordido hasta la muerte.
De dónde había sacado ese niño ese potencial para dar miedo, nadie lo sabía, pero ninguno de sus profesores mostraba queja alguna, ya que era un alumno modelo, pese a ese pequeño detalle.
- Tsk… Malditos herbívoros… - Susurró, cruzando la ancha avenida. Un numeroso grupo de estudiantes escoltados por varios profesores caminaban en sentido contrario. Se quedó perplejo por unos instantes, había olvidado por completo que tenía que dar una lección ese día. Se llevó una mano a la cabeza y refunfuñó -. ¿Cómo le decían a ese caballo…? ¿Kabarino ramporante…?
- Cavallino rampante - Una voz ocasionó que levantara la vista. Definitivamente ni la altura del sujeto que le habló, ni la luz del sol dándole de frente le ayudaban -. Scuderia Ferrari? – Preguntó el muchacho.
- Um… Sí…
- Es un peccato que no pueda ayudarte, piccolo, pero, como verás, estoy en un viaje de studio.
- Eres… extranjero…
- Italiano.
- Ah.
- ¡¡EHI, STUPIDO!! – Le gritó un compañero desde la acera, alertando al muchacho.
- ¡Ah, la luce!!
Las bocinas de los autos, hicieron que ambos muchachos se dieran cuenta del lugar donde se encontraban.
Ambos corrieron a sus correspondientes aceras. Kyoya, quien llegó primero a destino, miró el correr de aquel sujeto, quien casi cayó al suelo, de no ser por sostenerse del brazo de un compañero suyo.
Aún en medio de la calle, aún con el sonido de los motores de los automóviles, pudo escuchar la risa de ese sujeto.
Ci vediamo, piccolo! – Vociferó el extranjero, con una sonrisa, agitando su brazo. Kyoya, por su parte, se dio media vuelta y siguió su camino.
- Chi è lui? – Le preguntó un compañero.
- Non lo so – Respondió el aludido, con una sonrisa -. Ma… Me gustaría volver a verlo… Un giorno

- «Qué estúpidos que son los herbívoros… Ponerse a hablar tan abiertamente con un desconocido…»
- Hibari Kyoya-kun – El aludido levantó la cabeza -. Es tu turno para exponer – El niño se acercó al pizarrón -. ¿De qué nos vas a hablar, Hibari-kun?
- De los caballos – Dijo -. Los caballos son unos estúpidos herbívoros.

Al día siguiente era su tan ansiado fin de semana. Si bien llevó a cabo una buena exposición, su maestra le pidió que escribiera un informe acerca del tema, por lo que tuvo que ir al zoológico a ver caballos.
De regreso a su casa, cerca de la tarde, se encontró con varios herbívoros alrededor de una máquina. Uno de ellos depositó una ficha dentro y con una pinza sacó un objeto. El resto de los herbívoros lo aplaudió.
El morocho siguió caminando hasta encontrar una máquina como con la que estaba jugando el otro herbívoro, pasos atrás. Curioso, compró un par de fichas y depositó una en la misma.

- ¿Adónde vamos?
- No sé, tú querías salir.
- Ja, ja. Es verdad.
- Creo que yo me vuelvo.
- ¿Qué dices, Dino?
- Vamos, no creas que acá puedes hacer mucho siendo el gran Jefe de la Famil…
- ¡¡Shhhhh!!
Los ojos de Dino se quedaron viendo a un muchacho. Estaba detrás de una máquina, lidiando con un objeto dentro de ella, pero pudo reconocerlo.
- ¿Dino?
- Vayan yendo.
- ¿Eh?
- Luego los alcanzo.
Los compañeros de Dino, tres más para ser exactos, siguieron su camino, dejando al rubio solo.
Este, se acercó al muchacho en cuestión. Apoyó su cuerpo contra la máquina. Estaba tan absorto en sus movimientos que no le prestó atención a su presencia.
- Buon pomeriggio, piccolo – Le dijo.
Falló.
Las pinzas se cerraron en el aire, al mismo tiempo que ese herbívoro le habló.
Kyoya suspiró y levantó la vista. Se veía furia pura en sus ojos.
- ¿Llevas mucho tiempo questa cosa?
- Italiano, no estás en Italia. Si estás en Japón, habla como japonés.
- ¡Ah! ¡Lo siento! Es que no sabía que idiomas hablan aquí.
- ¿Estás bromeando?
- Claro que no.
- Idiota.
- No está bien que insultes a desconocidos.
- Sácame eso – Le ordenó el morocho, señalando una de las pelotas que estaban allí. Dentro tenía una figura que sólo Kyoya pudo ver.
- ¿Qué?
- Que me saques eso, y veré cuán indulgente puedo ser contigo.
Rió bajito. Le causaba gracia ese niño.
- Está bien. Acepto el desafío.
Dino fue a comprar una ficha. Eso era lo único que iba a necesitar. Y así fue, de una sola vez, sacó la bola con una figura dentro y se la extendió a Kyoya.
- ¿Esto era el que querías? – Le preguntó, extendiéndole la esfera, la cual le fue arrebatada de un golpe -. Parece que sí – Se respondió, en voz alta -. ¿Qué es?
Demasiado cerca. Demasiado cerca de su cuerpo al mismo tiempo que de la mismísima muerte por ese simple hecho. Kyoya se alejó unos pasos de él y abrió la esfera. Era un pequeño caballo de plástico.
- ¿Un caballo?
- Tengo que hacer un trabajo de campo acerca de ellos.
- ¿Quieres que te ayude? – Preguntó Dino, con una amplia sonrisa, ocasionando una fruncida de ceño por parte del pequeño.
- ¿A qué viene eso?
- Eres lindo.
Anonadado y rojo. Así estaba Kyoya a causa de esa declaración. Muchas personas podían decírselo, su madre, su maestra, sus compañeras, pero, ¿un desconocido? De alguna manera, tenía miedo por ese comportamiento, pero lo veía como un herbívoro inofensivo más y, en el remoto caso de que intentara hacerle algo, él bien podía darle un golpe sin dudarlo. En eso pensó cuando lo llevó a su casa. Su madre no estaría esa noche, por lo que no iban a tener problema alguno.
- Voy a buscar mis cosas al hotel, si no te molesta, piccolo – Le dijo.
- Kyoya. Mi nombre es Kyoya.
- Está bien. Entonces, voy a buscar mis cosas al hotel, Kyoya.
Sintió un zumbido en sus oídos cuando ese herbívoro pronunció su nombre. Asintió con la cabeza y entró a su casa.
A la media hora, Dino volvió con varios cuadernos para poder ayudarlo.
- ¿Quieres comer?
- ¿Eh?
- Tenemos toda la noche para hacer la tarea.
- De acuerdo – Respondió Dino, con una sonrisa -. Nunca he probado comida japonesa.
Frunció el ceño, de nuevo.
Su presencia lo molestaba, pero a la vez, era tolerable. Ese chico merecía un premio por estar tan cerca de Kyoya Hibari, pero, al no ser de su escuela, se sentía bien porque al día siguiente, nada de eso iba a ocurrir, el tipo ese se iría a su país, y asunto arreglado.
Terminaron de cenar y subieron al cuarto de Kyoya.

En la madrugada, llevaban casi seis tazas de café.
Ese herbívoro sabía de caballos, se le notaba. Se podía decir que los amaba o que había convivido con ellos como uno más. Los detalles que sabía acerca de ellos, eran impresionantes.
- ¿Por qué sabes tanto acerca de los caballos? ¿Acaso te gustan esos herbívoros?
- Sí. Mi familia tiene varios caballos en su haber. Pero, ¿por qué menosprecias de ese modo a los herbívoros? – Preguntó el rubio entre risas.
- Porque son débiles.
- ¿Te enfrentaste a uno?
- Los humanos también lo son.
- Los humanos no somos herbívoros, Kyoya – Le respondió, con una sonrisa.
- ¿Me estás desafiando?
Los ojos del morocho se transformaron por completo. La tarea estaba casi lista, así que no le importaba morder hasta la muerte a aquel sujeto y luego echarlo a patadas de su casa. De todos modos, en caso de que él fuera a la policía, nadie iba a creerle, con un poco de actuación suya, saldría limpio.
- Claro que no.
La sonrisa de ese sujeto le molestaba.
Kyoya se levantó y se abalanzó hacia el sujeto, tomándolo del cuello de la camisa, pero con hábiles movimientos, los roles se invirtieron y Dino pasó a estar sobre el muchacho.
- No eres tan débil como pensé - Su corazón parecía que iba a salirse de su pecho. Esos elegantes movimientos lo tomaron por sorpresa. Pero no era solo eso, la mirada de ese extranjero se posó sobre sus ojos con una seriedad extrema -. Suéltame – Dino lo estaba agarrando de las muñecas, evitando cualquier golpe por parte del muchacho -. Que me sueltes, herví…
Sus labios fueron acallados por los del rubio. Abrió sus ojos como platos. Eso era una clara invasión a su territorio y no iba a admitirlo, pero no podía hacerle frente, lo estaba dominando por completo. Cuando probó el sabor de sus labios, sintió algo que nunca había sentido, un calor que recorría cada célula de su cuerpo. Cerró los ojos.
- Kyoya… - Le susurró sobre su oído, ocasionando que el aludido lanzara un pequeño gemido, del cual, el propio morocho se sorprendió. La mirada del rubio de posó sobre él. Estaba sonrojado -. Esta es la primera vez que te besan, ¿verdad?
- Deja de hablar así – Ordenó el aludido, desviando su mirada.
- ¿Por qué? – Preguntó el aludido, divertido con la situación.
- Porque no… me gusta…
- Mientes - La mirada fulminante de Kyoya se posó sobre la suya, pero Dino, ni se inmutó -. Aunque me mires así, sé que estás mintiendo. Es todo lo contrario, quieres que siga susurrando así.
- Cállate…
Lo soltó. Kyoya miró su cuerpo, pero cuando intentó escapar, lo abrazó.
- Ti amo, piccolo Kyoya…
Sus mejillas ardieron. No entendía el idioma de ese herbívoro, pero  de algún modo, pudo entender su significado. Con timidez, rodeó su cuerpo con sus brazos hasta que cayó profundamente dormido.

- ¡Kyo-chan! – Sobre la cama, un sujeto se movió -. Te dejo el desayuno arriba de la mesa, ¿de acuerdo?
Kyoya corrió las sábanas como si fuera poseído por el demonio y se halló solo.
- Se… fue…
Sentado en la cama, inspeccionó cada sector de su habitación. Realmente se había ido. Las cosas de la escuela estaban sobre su escritorio. Algo sobre ellas le llamó la atención, por lo que se levantó.
Era una figura de bronce con forma de caballo haciendo peso sobre las mismas. Debajo de ella, había una nota escrita por Dino.

Sono sicuro che un giorno vedremo di nuovo, Kyoya
(Estoy seguro de que algún día nos veremos de nuevo, Kyoya)

No supo su significado.
Ni siquiera se tomó el trabajo de traducirlo.
Esa mañana, obtuvo la más alta calificación.

- Kyoya… Kyoya…
Somnoliento, el aludido agarró al rubio del cuello y le estampó la cara en la cama.
- Deja de ser tan ruidoso…
- Estoy seguro de que algún día nos veremos de nuevo.
- ¿Eh? - El morocho lo miró. Tenía un papel en la mano con una frase en italiano -. Eras… tú…
- Al fin lo recordaste – Dijo el aludido, acariciando con ternura la cabeza del estupefacto muchacho.
- Eres un… acosador…
- ¡Ja, ja, ja! ¡Claro que no! Realmente fue una coincidencia que nos hayamos encontrado de nuevo. No me di cuenta de que eras tú hasta que te vi.
- Lo que me dijiste aquella vez… - Dijo el muchacho, jugando con la figura -. Era que me amabas.
- ¿Acaso no crees en el amor a primera vista? – Preguntó Dino.
- No.
- Siempre tan sincero… - Los brazos de Dino lo rodearon -. Siempre estuviste en mis pensamientos. Siempre te amé, y cuando te volví a encontrar me dije a mí mismo que no te dejaría ir de nuevo, que como sea, quería domarte. Pero tuvo el efecto contrario.
- ¿Eh?
Los ojos celestes de Kyoya se encontraron con la tierna mirada de Dino.
- Porque tú me terminaste domando por completo - Se sonrojó, por lo que escondió su rostro en el hombro del muchacho -. ¿Recuerdas la luna de esa noche, Kyoya? – El aludido lo miró -. Esa noche, entre sueños, me dijiste que me amabas. Esa noche, la luna de invierno nos iluminaba.
- Aún así… Con cualquier luna sobre mi cabeza… Pienso que sigues siendo un estúpido herbívoro… Pero… Así y todo… Te amo…

Notas finales:

Gracias a ustedes por leer :D

Y a mi Culebra por ayudarme con el italiano xDU

Es imposible para mí escribir diálogo de Dino Cavallone sin mandarle que diga algo en tano u.u

Les dejo las traducciones de palabras que quizás no hayan entendido del todo ^^U

  • Kabarino ramporante: Es una especie de fonética de cavallino rampante, como se le dice a la Escudería Ferrari xD
  • Piccolo: Pequeño
  • Peccato: Lástima
  • Studio: Estudio xD
  • Ci vediamo: Nos vemos
  • EHI, STUPIDO: Ey, estúpido (Sí, era Squalo xD)
  • Chi è lui?: ¿Quién es ese?
  • Non lo so: No lo sé
  • Un giorno: Un día
  • Buon pomeriggio: Buenas tardes
  • Questa cosa: Esta cosa/ con esta cosa.

Y creo que nada más o.o

Nuevamente, gracias por leer ^^de

Espero que les haya gustado :D


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