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Confusión Tao [HanaMen] por G u i l l e

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Notas del fanfic:

(: Disfruten~

Notas del capitulo:

Bueno -.-U ¿Que decir? Ya se lo que me dirán si si Dx tengo muchos fics sin acabar pero a partir de ahora prometo con la manita arriba no volver a escribir nada HASTA que termine con todos los fics que tengo por ahí n nU es una promesa de la garrita, ahora, unas cuantas cosas, Esto es para los que han visto el manga y bla bla bla. Los personajes no me pertenecen, si no a Takei-sama *-* ehm... despues, se que Redseb tiene otro apellido [Munzer] pero para mi el pequeño siempre sera un Asakura (: Luego pues estuve ahí rompiendome la cabeza con los calculos x.x hasta que preferí dejarlos así, me canse x__x estoy agotada~ Ahora... ENJOY

Confusión Tao…

 

-       Él es Redseb Asakura, él y su hermana Seyram se quedarán en la mansión por un tiempo Men. Yoh y su familia me pidieron que los cuide, se que no están a nuestro nivel, pero son buenos chicos, trátalos bien.

 

El pequeño heredero de los Tao, con apenas 6 años, ya era un pequeño muy responsable, si bien no sabía hacer absolutamente nada en su casa, no era su culpa, sino, el hecho de tener una sirvienta para cada tarea, él solo se dedicaba a leer y entrenar, siguiendo el mismo sueño de su padre ‘ser un Shaman muy poderoso’.

 

Observo con sus hermosos ojos zafiro a ambos desconocidos, la niña frente a él, tenía la mirada perdida, mirando hacia el suelo, no decía absolutamente nada y rara vez levantaba el rostro, era muy callada, eso resaltaba a simple vista. Mientras el otro chico, era lo contrario, ojeaba todo con total tranquilidad, sin importarle nada, si bien Men no pedía mucho, solo una reverencia para poder irse a su habitación de nuevo, solo recibió eso por parte de la joven, el chico frente a él… no lo hizo.

 

Su padre no lo había notado, y él tampoco sería jamás de los niños que se quejan, saludo normalmente con el típico: Bienvenidos y regresó a su habitación, claro, avisándole a su padre primero.

 

Se recostó en su cama, de lo más tranquilo, sacó uno de sus tantos libros que aún le faltaba leer por cuarta vez, pero, cuando iba a comenzar, sintió como la puerta se habría de par en par, y, por esta, ingresaba el chico descortés de hace un rato.

 

-       No puedo creer que las habitaciones sean tan grandes…

 

Ignorando por completo la presencia del menor, ingreso y cerró la puerta tras él, ojeando cada detalle. No había querido ir con Yoh y los demás porque sabía que se terminaría aburriendo entre tantos entrenamientos, y aprovechando que su hermana estaba con una leve gripe, convencieron a todos de dejarlos quedar. Una gran escusa para conocer la casa del amigo más rico del despistado de Yoh, Ren Tao.

 

¿Quién se creía ese tipo? Entrar a su habitación e ignorarlo, además de ponerse a mirar todas SUS cosas. En serio que esos Asakura debían no conocer la palabra ‘Modales’ en su diccionario.

 

-       Oh –notando la presencia del menor- No sabía que era tu habitación –sonriendo- es muy grande para un pequeño como tú ¿No crees?

-       ¿Qué? –preguntó totalmente sorprendido de la confianza con la que le hablaba ese sujeto-

-       ¿Eres sordo? –acercándose al pequeño-

-       ¡Claro que no! –se levantó de la silla donde se encontraba y lo miro, con el ceño fruncido-

-       Que raro, creí que si, abajo no dijiste ni una palabra. Es verdad… te llamas… ehm… -pensando un poco- Ten… o algo así ¿no?

-       Me llamo Men, Men Tao –respondió mirándolo directamente- Y tu no tienes porque estar aquí –si él lo trataba sin respecto ¿Por qué él debería tratarlo de otra manera?- Es mi habitación, Sal –ordenó-

-       Je –el mayor dibujo una sonrisa en su rostro, una que hizo erizar toda la piel al pequeño frente a él, rara vez este podía observar sonrisas como esa en sus alrededores, por esto, no sabía descifrar que significaba.

 

Observo de pies a cabeza al peli plata delante suyo, ¿Cuántos años tendría? No le ponía más de cinco, o quizás seis, pero no pasaba de esa edad. En serio que ese niño no sobreviviría en la calle ni un día, lo que es normal fuera de esa mansión es: callarte cuando debes y hablar cuando puedes ganar. La más simple pero más importante regla que siempre tenía presente Redseb. 

 

-       Eres un niño muy raro –

 

Fue el último comentario del joven Asakura, antes de salir de aquella habitación, sin duda, ese tal Gen no le caía para nada bien, ¿Cómo podía ser tan obstinado? Pero bueno, a finales no era su problema, no tenía porque preocuparse por ese pequeño, su misión ahí era clara, debía saber como entrenada el oji dorado y solo eso, ninguna distracción.

 

Pasados unos días, Ren había por fin accedido a entrena, estaba feliz, pero el problema era, que siempre tenía una mirada sobre él, siempre sentía eso, y sabía que subiendo tan solo un poco el rostro, encontraría al pequeño de la pensión observándolo, aunque claro, el niño ese fingía que no lo hacía y volteaba rápidamente, pero él no era ningún tonto, y sabía que en realidad ese pequeño se la pasaba analizándolo en todo momento.

 

¿Qué era ese sentimiento? En todos los libros que tenía no sabía encontrar la definición perfecta para como se sentía en ese momento, leía, re-leía, y volvía a leer, pero nada, según la cantidad de libros era más que nada curiosidad por algo nuevo, pero… en ninguno estaba presente el síntoma principal, el cual era, que cada vez que el Asakura lo observaba, su corazón latía con fuerza. No… quizás tan solo era un síntoma olvidado, solo eso, y lo que sentía por el chico, era pura curiosidad por conocer algo totalmente nuevo para él, alguien que no tenía nada en parecido con cualquier persona que hubiera visto en su vida.

 

-       Ren –llamo el castaño, buscando al mayor- ¡Oh vamos! ¿Dónde estas? –pregunto al aire- Tenemos que entrenar hoy…

 

La mansión era lo suficientemente grande como para no encontrarlo jamás, pero por suerte, escucho como una de las tantas sirvientas de ahí hablaba con otra de ellas, entre susurros –No puedo creer que ese niño sea tan caprichoso- decía una. –él no es caprichoso, el señor Ren lo crio así, ahora, tenemos que esperar hasta que llegue el dichoso doctor-. Solo le basto escuchar eso al Asakura para que fuera corriendo a la habitación del ojirubi, encontrándose con Ren dentro de esta.

 

-       Ren que…

 

Pero no hubo necesidad de terminar su frase, estaba claro lo que sucedía, Men se había enfermado y el peli morado lo estaba cuidando, con solo observar eso era obvio, pero no entendía porque no le daban simplemente una pastilla al mocoso ese y terminaban con eso. – ¿Ya le diste su medicina? - pregunto acercándose más, notando como el pequeño lo miraba con los ojos entrecerrados, y un rubor, obviamente de enfermedad, en sus mejillas.

 

-       No –respondió secamente el mayor, volteando para mirar al recién llegado- Men no esta acostumbrado a tomar cualquier clase de pastillas, normalmente solo toma jarabes, y se nos han agotado, hace un rato una de las mucamas intento darle una pastilla pero la rechazó, y lo comprendo, jamás le hemos dado una –explicó, con detalles-

 

Con eso querían decir que toda esa tontería del pequeño enfermo era solo porque no quería tomar una simple pastilla y dormirse de una vez ¿Era eso? ¡Pero que niño más engreído! Pensó.

 

Miro molesto al niño frente a sus ojos, y este, al sentir la mirada del mayor, lo miro de la misma manera, aunque sin dejar su estado de enfermo, se notaba su esfuerzo por mirarlo matadoramente, aunque fuera casi imposible. Redseb escucho un ‘cuídalo por favor, enseguida regreso’ y luego la puerta cerrarse, quedando solos los dos en la habitación.

 

-       Uhm… -se acerco a las pastillas que estaban sobre la cómoda más cercana a la cama- ¿No puedes pasar estas cosas?

-       ¡No es eso! –dijo el pequeño, en sus intentos por sonar normal- Es solo que saben feo… -murmuró-

-       Lo se, pero si las pasas rápido ni sientes el sabor

-       No quiero hacerlo –volvió a murmurar-

-       Escúchame Men, por tu culpa y la de tu pequeño capricho, estas atrasando mis entrenamientos con tu padre, estoy a un día de irme, ¿Puedes comerte de una vez por todas esto y ya?

 

Es cierto, el mayor se iba al día siguiente a la Pensión en Fumbari, no comprendía por que perder a su ‘curiosidad’ le dolía tanto, él sabía que algún día su padre se pondría nostálgico e irían a visitar a los Asakura y a todos los sujetos raros de los cuales él siempre le contaba, cada una de sus historias, experiencias, aventuras, solía ponerse contento cuando veía a su progenitor sonreír de aquella manera tan nostálgica y feliz a la vez cuando los recordaba. Pero entonces ¿Por qué le dolía? ¿Por qué sentía que su pecho se contraía cada vez que escuchaba que el mayor se iba a ir? Una vez se le ocurrió preguntarle a Ren, y este, con una media sonrisa en su rostro, solo le removió los cabellos y le dijo: Eres muy pequeño para entenderlo.

 

Odiaba que lo trataran de esa manera, él era un niño si, pero no dejaba de ser un niño muy listo y por eso un niño capaz de entender todo lo que quisiera con algo de dedicación.

 

-       No me importa –dijo- Yo estoy mal, y es mi padre, él tiene que cuidarme –contesto celosamente, mirando al Asakura-

 

Gruño molesto, y pudo decir entre dientes un ‘niño engreído’ pero, al recibir una sonrisa victoriosa y prepotente de parte del otro, no se contuvo más, tenía 16, debía controlarse, ¡Si claro! Eso dicen las personas porque no conocen a un niño tan odioso como el que tenía frente suyo. – Ya vas a ver – susurro con suavidad, agarrando una de las pastillas que tenía al lado, se la metió a la boca rápidamente, ante la mirada confundida del pequeño, se le acerco, lo levanto un poco jalándolo del brazo y le planto rápidamente un beso en sus labios, sintiendo como el cuerpo del otro se tensaba con fuerza y el tiempo se detenía por unos instantes.

 

No podía creer lo que estaba pasando, era un beso, ¡Un beso! ¡¡Lo estaba besando!! No importaba la cantidad de veces que se repitiera mentalmente eso, seguía sin creerlo, mantenía los ojos abiertos de par en par, viendo el rostro del otro, estaba sonrojado, y sus parpados temblaban un poco, pero aún así, seguía sin separarse de este. Todo su cuerpo se erizo cuando, sintió como dentro de sus labios, ingresaba la lengua del rubio. Se sentía demasiado raro como para aparentar siquiera tomarlo con tranquilidad, esa sensación era confusa, su corazón latía con fuerza, en cualquier momento se le saldría o se desmayaría, lo que ocurra primero.

 

Se separo con suavidad del menor, y observo como este se atragantaba un poco, llevándose la mano por inercia al cuello, pasando con fuerza, tocio y se calmo, aún respirando un poco con dificultad. Redseb sonrió victorioso,  lo miro y formando un signo de victoria con sus dedos salió corriendo de la habitación.

 

Un silencio reino, Men sentía como sus ojos le empezaban a pesar, dándose cuenta poco a poco de que el chico ese, solo lo había besado para obligarlo a tragarse la pastilla, cosa que había logrado, y por eso le había ganado. Pero eso ya no importaba, el punto era, la sensación de aquel juego, claro, juego para Redseb, porque para Men, había sido algo importante, era su primer beso, el primero de toda su vida y uno que jamás olvidaría.

 

El día en que Redseb y Seyram se fueron, Men no bajo a despedirse de ellos, con la escusa de que aún le dolía un poco el cuerpo, se mantuvo en cama, aunque sabía que mentir era malo, se pondría demasiado nervioso con el mayor cerca, por eso, prefirió no volver a verlo y así, olvidar todo, porque eso haría, olvidaría lo que había pasado.

 

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-       Estúpido Hana –murmuraba en su habitación-

 

Con ya 10 años de edad, el menor de los Tao había ido a visitar a los Asakura, según su padre para ‘conocer más sobre la vida de los pobres’ ¡Y que vida! Los cuartos eran una mínima parte de lo que para él era una recamara, había solo un baño publico ¡Un baño publico! ¿Cómo se iba a bañar? Después, toda la gente ahí estaba loca, de no ser por sus sirvientes seguro se aburriría como nunca. Estaba la señorita Tamao, de ella no tenía ninguna queja, había visto su forma de ser y le parecía que era la única persona normal de ahí, claro, en los momentos en que no salía su lado totalmente sádico con sus espíritus, en realidad le sorprendía un poco, su padre las pocas veces que hablo de ella decía que era una gran persona, pero lamentablemente muy tímida, y que siempre andaba sonrojándose por cualquier cosa, pero ella los ayudo una vez contra un enemigo, y la llego a considerar su amiga también. Luego estaban un trió de chicas muy raras que siempre andaban juntas, lo trataban de pequeño y por eso no le agradaban, él tenia como idea que de un momento a otro crecería y seria igual que su padre, ese era su sueño, lograr igualar a su progenitor, el hombre al que más admiraba en el mundo.

 

Pero la peor parte de todo lo que le había pasado en esa pensión era que actualmente todos estaban preocupados por el rubio hijo del dueño del lugar, un chico que había conocido hace un par de horas, oji miel y con el cabello como ya había mencionado, rubio, pero no un rubio normal, si no uno más oscuro pero brillante a la vez, un color algo raro de comparar, casi único. En fin, el tema principal en la pensión era que ese niño llorón, al no soportar unas cuentas visitas salió corriendo del lugar, seguro solo era un capricho y regresaría en menos de dos horas, si, eso era.

 

Y ahora todo empeoraba, ese Asakura llorón había regresado junto a una rubia de ojos verdes, de la misma edad de él al parecer, según lo que había escuchado ella era su prometida, y se tendrían que casar cuando el rubio cumpliera la mayoría de edad.

 

Ambos se miraban retadoramente, como la primera vez que se vieron, se retaban en cualquier cosa, en quien tomaba el vaso de agua primero, quien terminaba más rápido con este, quien llevaba los trastes a la cocina más velozmente y así sucesivamente, Men jamás había sentido esas ganas de competir con alguien como las tenía en ese momento, deseaba demostrar que era el mejor.

 

La convivencia con los Asakura mayormente no era fácil, ya había conocido a los padres del rubio, un señor castaño de cabello largo que siempre sonreía llamada Yoh, y su madre, el polo opuesto al anterior, rubia, muy bonita, y muy estricta, además de que amaba cualquier cosa que tuviera que ver con el dinero que llegara a sus bolsillos, si salía de estos, era demasiado malo. También estaba Horo-Horo, un tipo de cabello picudo de color azul, si, azul, un color no muy normal, pero para que, si el sujeto tampoco lo era; le gustaba sonreír y contar chistes malos, muy malos, lo que era extraño era que su padre, el gran Ren Tao se reía de estos sin ninguna cohibición, y tenían platicas muy amenas que curiosamente Men no llegaba a entender, pero se quedaba tranquilo diciéndose a su mismo: Son platicas de adultos.  

 

Pero cada noche, cuando Men estaba a punto de dormir, se ponía a pensar en… ¿Qué pasaría si volviera a ver a Redseb? Seguro ya habría crecido más, como él, estaría más grande, mas maduro, y se llevaría mejor, en esos tiempos hasta el propio ojirubi reconocía que era un completo engreído, y, aunque aún lo seguía siendo ahora sabía al menos lavar su plato, mantener limpio su cuarto, y, por sobre todo, pasar una pastilla.

 

-       ¡No voy a luchar contigo!

-       ¡Pero tienes que hacerlo Asakura! ¡Solo así sabré si eres lo suficientemente fuerte como para ser mi prometido!

 

Los gritos de ambos rubios se escuchaban por toda la habitación, y claro esta, que llegaban ante los oídos del peli plata también, molestando y estresándolo, esos gritos no le permitían leer tranquilo su libro. Se levanto, molesto, dispuesto a callar a ese par como ya miles de veces lo había hecho, pero lo que no tenia previsto era que, ellos estaban más cerca de lo que esperaba, o al menos el Asakura, quien, se tropezó con Men en uno de sus intentos por salir corriendo al ver la cercanía de Anna.

 

-       ¡¿Pero qué te pasa?! –pregunto totalmente molesto el señorito Tao.

-       Shhh, cállate –pidió Hana, volteando sintiendo los pasos de la chica cada vez más cerca, había tapado con una de sus manos los labios del menor, pensando que con eso bastaría, pero no, Men le había mordido la mano- ¡Auch! –grito-

-       ¡Aquí esta! –grito también, no sabia que estaba haciendo, pero comprendía que si Anna llegaba a encontrar a Hana se lo llevaría como siempre, arrastrando y él, podía leer su libro tranquilamente.

-       ¡No! ¿Qué haces? ¡Cállate!

-       ¡Señorita Anna! ¡Aquí esta Hana! –continuaba-

-       No hagas eso… shh, shh, cállate por favor

-       ¡Se…!

 

Pero sintió como la palabra no termino de salir de sus labios, cuando estos fueron apresados con fuerza por los del mayor, apenas fue un simple roce de ambos labios, Men comenzó a hacer fuerza para alejar el cuerpo frente a él, totalmente sorprendido, pero sentía como no lograba hacer alguna diferencia. 

 

Hana entre abrió uno de sus ojos, viendo al pequeño debajo de él con los ojos totalmente cerrados y un sonrojo muy fuerte en sus mejillas. No importa si después el chico ese lo odiaba, a finales solo se veían por mas o menos un año y después este regresaría a China y punto. Aunque claro, luego tenía que planear que decirle para que no se lo diga a los demás. Además fue solo un impulso, no era como si él hubiera querido besarlo en ese momento.

 

Observó como la sombra de la chica se alejaba hacia otra habitación, suspiro un poco, y volvió su mirada al pequeño, este se había calmado al menos algo. Al fin pudo sentir como el sabor de aquellos labios se comenzaba a hacer presente; cerró sus ojos lentamente ¿Qué estaba haciendo? Ni él lo comprendía, únicamente se dejaba llevar, delineo con su lengua los labios del pequeño, sintiendo el cuerpo debajo suyo estremecerse, pero, a la vez como este abría poco a poco sus labios, dándole un pequeño espacio para que la lengua de Hana ingresara y comenzara a explorar aquel nuevo lugar.

 

Se mantuvieron así por unos segundos más, hasta que el Asakura sintió como le faltaba el aire y se alejo lentamente de aquellos labios, jadeando un poco, abrió los ojos viendo que Men se encontraba de la misma forma. Ambos intentando controlar su respiración, se miraban sin decir absolutamente nada. Estaba avergonzado, nervioso y un poco preocupado, pero aún así su mirada no se apartaba de la rubí, sentía como esos ojos lo hipnotizaban cada vez más.

 

Acababan de besarlo de nuevo, por segunda vez, y esta segunda vez también había sido sin la emoción de un beso real, si no, un beso normal, un beso que sirvió para silenciarlo. Se sentía mal, su corazón se oprimía con fuerza, la primera vez que lo besaron fue para que se tragara una tonta pastilla y esta segunda vez fue por otra razón, ninguna de las dos había sido porque quisieran besarlo, ninguna había sido porque lo desearán a él.

 

-       Asakura… -pronuncio con suavidad el menor, sacando del trance al rubio-

-       ¡Me-Men! –dijo como un impulso, separándose, permitiéndole sentarse- ¡Yo…! ¡No es lo que piensas! Lo que pasa es que venia Anna y si sabia que yo estaba aquí entonces…

-       Claro –levantándose- Solo olvídalo, yo también lo voy a olvidar

-       Pero…

-       Tengo mucho que leer, venia para decirles que no hicieran escándalo como idiotas

-       Men, escúchame, lo que paso

-       ¿Qué paso? –pregunto de manera fría, mirando al oji miel de la misma forma- No ha pasado nada aquí, Asakura

 

Los días después de ese fueron normales, Men no salía de su habitación y Anna se la pasaba persiguiendo a Hana, la misma rutina de siempre. Pero, cada vez que ambos chicos lograban cruzarse, el mayor lo saludaba alegremente mientras el otro solo lo miraba e ignoraba, continuando con su camino.

 

Tez blanca, muy suave, ojos color rubí, no un color rojo cualquiera, un rubí que brillaba con fuerza sin necesidad de tener el reflejo de alguna luz, esos ojos que con tal solo mirarlos se podía sentir una alegría única y muchos deseos de ser la razón por la cual esos ojos brillaban. Su cabello plateado, a pesar de tener el mismo peinado que su padre, Men era diferente, su peinado era más extravagante, más único, y… sus labios, sus finos y hermosos labios rosados que sabían de una forma única, indescriptible, simplemente indescriptible pero que volverían adictos a cualquiera, como a él, con una sola dosis.

 

Por milésima vez la misma pregunta ¿Por qué no podía sacar la imagen de Men de sus pensamientos? Normalmente no le importaba nada de lo que le pasará, siempre solía tomar todo a la ligera y por eso se ahorraba cualquier clase de problema. Pero ahora, todo en su cabeza era Men, Men y más Men.

 

-       Entonces… ¿Ya vas a pelear conmigo?

-       …

-       ¡Hana! –llamo de nuevo la rubia- ¡Hana! ¡HANA!

-       ¿Eh? –saliendo de sus pensamientos- Si, ¿Qué decías?

-       No me estas haciendo caso –murmuró-

-       Lo lamento, es que…

 

En ese mes que llevaba conociendo a Anna, se había dado cuenta que no era tan mala persona, quizás si tenía un carácter muy parecido al de su madre, pero desde el día que hablaron sobre ser buenos amigos, las cosas habían mejorado entre ellos, y eso era bueno, ya que sus intentos por pelear con él habían disminuido notablemente.

 

-       ¿Qué tienes? –pregunto la rubia, apoyándose en el árbol detrás de ellos, juntando sus piernas y abrazándolas, mirándolo aún con duda en su rostro- desde hace tiempo estas así…

-       Si, lo que sucede es que… -miró el cielo, no sabía si contarle o no a la chica lo que le había pasado, si bien ella era su amiga ¿Cómo tomaría el tema de que él se había atrevido a besar a otro niño y ahora se la pasaba pensando completamente en él?

-       Es que… -continuó ella, alargando la última palabra, dándole a entender al rubio que deseaba que continúe.

-       Anna –la llamó- ¿Qué es el amar a alguien?

-       ¿Ah? –ahora la sobresaltada era ella, le sorprendía una pregunta así en el Asakura, no era que lo considerada un robot para no sentirlo jamás, pero no esperaba hablar de ese tema con un chico, y menos… con él- pu…pues… -sonrojándose un poco- ¿Por qué lo preguntas?

-       No se, tenía curiosidad

-       ¿…El amar a alguien? –repitió la chica, mirando el cielo totalmente despejado, sintió como la brisa le toco el rostro, moviéndole los cabellos- Según me han enseñado es algo muy lindo –comenzó- es cuando quieres estar al lado de una sola persona todo el tiempo, y quieres que ella piense solamente en ti –mirándolo de re-ojo- también, es cuando no puedes vivir si esa persona esta mal, y buscas ayudarla en todo, así sea a costa de tu felicidad… quieres que esa persona sea feliz, no importa los medios.

-       …

 

Después de esa rara conversación con Anna se quedo por mucho más pensativo que antes, él no tenia edad para amar ¡Apenas tenía 13 años! No podía ser, pero entonces… ¿Qué era esa sensación tan reconfortante causante de sus sonrisas cada vez que pensaba en el pequeño? ¿Qué era eso que movía su corazón de su lugar al sentir la mirada de este sobre él? ¿Qué eran esas ganas de protegerlo de todo y de todos? Esas eran apenas unas cuantas de las preguntas que pasaban por su cabeza en aquel momento, si seguía preguntándose cosas, y no se respondía, eso simplemente terminaría volviendo loco.

 

Una mañana cualquiera, no había nadie en la pensión, Yoh y Horo-Horo salieron para traer distintas cosas que necesitaban para la casa, Anna y Anna III fueron a comprar los alimentos para la cena, Tamao estaba de gira de nuevo, Ren se había ido a China esa mañana para resolver unos asuntos de trabajo, regresaría en un par de días, curiosamente Men no había querido ir con él, y ahora, solo los dos pequeños, se encontraban en ese gran lugar.

 

Caminaba por el pasillo en busca de algún bocadillo, se estaba muriendo de hambre, no había comido nada todo el día anterior porque su padre era quien siempre le llevaba los alimentos al cuarto, y como ahora no estaba, no tenía ánimos de ir a  buscar su comida gracias al temor de encontrarse con el estúpido de Hana de nuevo, y confundirse más de lo que ya estaba.

 

Sin duda sus deseos por mantener su mente cerrada no daban frutos, a pesar de sus miles de intentos por olvidar a ese chico llamado Hana Asakura, lo seguía manteniendo en sus recuerdos, tocándose de vez en cuando los labios, recordando el momento en que estos se encontraron con los del rubio en un beso… un beso que jamás olvidaría, pero, como decía en un libro ‘la distancia es el olvido’ lo intentó, no perdía nada con probar y por ello salía cada vez menos de su habitación, para no observar como el rubio y la rubia se llevaban cada vez mejor, pareciendo ya una tierna pareja de casados. Cosa que, le molestaba de sobremanera.

 

-       “Al parecer no hay nadie” –pensó, no sentía ningún ruido en toda la pensión, hasta que, escucho algo en los baños públicos ¿Un ladrón? ¿Cómo saberlo? Su padre se había llevado a Bason consigo, y Shamash estaba con su madre en ese momento, él estaba solo. Así que lentamente se fue acercando a aquella habitación, algo nervioso pero decidido, abrió la puerta de golpe y observo a aquella persona, un poco más tranquilo pero más nervioso a la vez.

-       ¿Qué? –volteando para ver al recién llegado- ¿Men? ¿Sucede algo?

 

Pregunto fingiendo calma, poco faltaba y el pequeño lo veía desnudarse, por suerte solo se había quitado la camisa, aún teniendo los pantalones bien puestos. Pasaron unos segundos en los que solo observaban la mirada del otro, y escuchaba su corazón palpitar con fuerza, cada vez más alto, cada vez más rápido.

 

-       Yo…  -no sabia que decir, sentía como sus piernas no obedecían al hecho de que les decía ‘muévanse, corran’ pero nada, seguí ahí parado, viendo como el mayor se acercaba cada vez más a él-

-       Men –llamo el chico, ya se encontraba frente al pequeño, acorralándolo contra la pared más cercana, sin que este levantara la mirada, sentía como se movía por leves impulsos de su cuerpo, como la razón no aparecía por ningún lado, tomo la barbilla del pequeño, levantándola para que este lo mirara, y vio, esos ojos rubí siempre decididos ahora humedeciéndose y cristalizándose lentamente.

 

Se sentía tan débil, tan ridículamente débil ante la presencia del mayor, sentía como este le tomaba la barbilla y hacia que suba la mirada. No pudo más, tan solo ver una vez más esos ojos miel bastaron para que finas lagrimas escaparan de sus ojos, le dolía, su pecho dolía con fuerza cada vez que se recordaba que el rubio jamás lo querría, como él comenzaba a quererlo en ese momento.

 

Aún sin saber muy bien el porque se comenzó a acercar al rostro del más pequeño, hasta rozar sus labios, subió la mirada y se encontró con que el niño frente a él ya había cerrado sus ojos levemente, esperando el momento. No se hizo esperar y comenzó de nuevo aquel contacto tan hermoso que había entre ambos, como si ambos labios hubieran sido creados para ser besados por los opuestos, sentía aun el cuerpo del peli plata temblar un poco, así que, tímidamente tomo una de las manos del pequeño y entrelazo sus dedos con esta, sorprendiéndolo.

 

Se separaron con suavidad, de la misma forma que la última vez, mirándose con el mismo anhelo de antes en los ojos, con el mismo sonrojo en sus mejillas, pero ahora, ambos eran consientes de que no era un accidente, Hana había querido besarlo y Men había aceptado aquel beso.

 

-       Men… yo… yo te…

-       ¿Hola? ¿Hay alguien en casa?

 

Una voz hizo que ambos cuerpos por inercia más que nada se separaran, de pared a pared, de extremo a extremo, hasta que, la persona que había hablado se dejo ver. Sorprendiendo al menor de los dos.

 

-       Redseb… -susurro con suavidad el ojirubi.

 

No podía creerlo, Redseb estaba frente a él, lo observo aún sin comprender el porque. El mayor no había cambiado nada, solo era un poco más alto, seguía con su cabello castaño tan despeinado como siempre, con aquella mirada de niño sonriente también de siempre.

 

-       ¿Eh? ¿Men? ¿Eres tú? Waa, ¡Cuánto has crecido! –acercándose al pequeño para acariciarle la cabeza, despeinándolo un poco- ¡Hace mucho tiempo que no nos vemos! Jeje, ¿Cómo has estado?   

 

En ese instante Hana se sintió ignorado, veía como Men le respondía con suavidad al mayor y este le sonreía cariñosamente, como si se conocieran de toda la vida, por eso, el rubio no hizo más que comenzar a caminar hacia su habitación, ya en la mañana del día siguiente se bañaría, en ese momento, se le habían ido por completo las ganas de hacer cualquier cosa y solo quería dormir un rato.

 

La llegaba de Redseb y de Seyram fue una completa sorpresa para ambos, pero no era nada malo, ¡Todos estaban felices de ver a los jóvenes! Todos ¿Verdad? No… quizás había cierto pequeño rubio que deseaba que jamás hubieran regresado, para poder al fin haberle confesado a Men lo que sentía y haber acabado por completo con ese problema. Pero no, ahora la cosa se había puesto peor, Men se la pasaba con Redseb para todos lados, y ambos se llevaban muy bien, dejándolo a él solo, ya que hasta Anna ahora andaba más con Seyram que con él.

 

Todas las noches tenía pesadillas que lo levantaban sudando, pesadillas en las que volvía a quedar tan solo como hasta sus 6 años, cuando recién se entero que sus padres seguían vivos y no estaban junto a él, por motivos de trabajo. No culpaba a nadie, ellos tenían una buena razón y Tamao era una gran persona que siempre estuvo pendiente de él, pero, aún así, la chica tenía un sueño, y nadie podía quitárselo, ella deseaba ser una cantante reconocida, cosa que llegó a ser, aunque, gracias a este sueño dejaba al pequeño solo, la mayor parte del tiempo.

 

Las tres chicas que Vivian en la pensión también lo cuidaban, pero curiosamente se tenían que encargar más de los quehaceres de la casa que de él, así que Hana siempre estaba solo, siempre había estado solo desde los 6 años, y aunque ahora contaba con muchas personas a su alrededor, ya el pequeño había logrado formar una burbuja, y aunque deseará que llegará alguien a romperla, nadie lo hacía, nadie lograba demostrarle al niño la cantidad de amigos que tenía en ese momento.

 

Pero Men era diferente. Él y Men no se llevaban bien, él nunca fue como los demás que intentaban acercársele, no, Men lo buscaba para demostrar siempre quien era el mejor, creando una rivalidad entre los dos, y de cierto modo una necesidad del otro que no comprendían, pero cuando uno salía o algo, el otro se aburría, no había con quien discutir.

 

Hubiera deseado que esos días continuarán por siempre, pero no, sucedió el pequeño incidente en el que involucro al pequeño y no supo como esto cambiaría sus vidas, él se enamoro de Men, sin pensarlo, sin quererlo, sin desearlo, solo paso. Y Men, Men quería mucho más a Redseb que a él, de un momento a otro él pasó a ser solo un entretenimiento, que siempre terminaba quitándose del medio y encerrándose en su cuarto. 

 

-       ¡Feliz Cumpleaños Hana!

 

Escucho como unos gritos lo despertaban, abrió los ojos lentamente, encontrándose con todos los que vivían en la pensión en su habitación, con gorritos de fiesta y una gran torta en sus manos, hasta estaba Men, claro que ligeramente sonrojado y con el ceño fruncido por la ridiculez de los gorritos, pero estaba ahí en fin. Hana simplemente sonrió un poco y apago las velas, al fin tenia 14 años, la edad en la que su padre tuvo muchas aventuras.

 

-       ¡Anda! Abre los regalos

 

Pedía a gritos el Usui, dándole primero su regalo al pequeño, quien lo abrió y era una banda muy parecida a la suya, Hana solo sonrió forzadamente con una gota cayendo por su cien, mientras Horo-Horo lo abrazaba con fuerza y le volvía a desear un feliz cumpleaños.

 

Así fue durante un buen rato, abrió muchas cajas envueltas, las cuales tenían muchas cosas materiales, el rubio solo se dedicaba a sonreír y sonreír, era muy parecido a su cumpleaños anterior, solo que con más gente. Abrió hasta el regalo de Redseb, quien le regalaba una pelota de futbol, Hana la miro confuso, no comprendía muy bien por que si a él nunca le había gustado hacer cualquier deporte, pero Redseb solo le guiño un ojo y salió de la habitación. El regalo de Men era compartido con su padre, una especie de estatuilla de China, cosa que no tenía idea para que, solo que Ren era un loco con recordar siempre cosas de su país.

 

Pasaron toda la mañana con el pequeño, y parte de la tarde también, pero después de un tiempo se alejaron a hacer las cosas que tenían encargadas, con comentarios como ‘Lo siento Hana, tengo que hacer las compras’ y respuestas como ‘Si, no te preocupes’ así fue hasta que solo quedo él y Anna, sentado en el sofá, manejando los controles de la nueva pista de carreras que le había regalado Tamao al pequeño.

 

-       ¡Voy ganando Hana! –gritaba emocionada la rubia.

-       ¡Si claro! Eso lo veremos –decía el Asakura, moviendo más el control entre sus manos, acelerando un poco.

 

Estaba a solas con el castaño, era en ese momento o nunca, Redseb lo observaba sin poder comprender muy bien porque el pequeño le había pedido que lo escuchara, Men, únicamente se acerco mucho al mayor.

 

-       ¿Qué sucede Men?

-       Redseb –comenzó a hablar- Quiero decirte que… tu fuiste la primera persona que me gusto desde que era pequeño.

 

Admitió sin más, no tenía nada que perder, se había puesto a analizar el momento indicado para decírselo al mayor, y que mejor que el cumpleaños de Hana, para aprovechar esa fecha tan importante. Escucho un claro -¿Qué?- por parte del mayor, y sonrió de lado levemente, no esperaba otra respuesta, ya que, él comprendía muy bien que Redseb no sentía nada por él, pero, si no confesaba todo lo que tenía dentro no podía ser libre

 

-       Cuando me besaste esa vez que estaba enfermo no deje de pensar en ti por mucho tiempo, y vine a la pensión pensando en verte –hablaba tranquilo, cruzado de brazos manteniendo su pose normal, con los ojos cerrados- pero… ya no más –dijo mirándolo, decidido- Amo a alguien

 

Redseb únicamente escuchaba con atención, hasta que oyó las últimas palabras del pequeño, sonrió un poco, y asentó con la cabeza.

 

-       Entonces ¿Qué esperas? –pregunto- Si amas a esa persona debes de estar siempre a su lado

-       Lo se pero… -bajando la mirada- solo quería… dejar en claro mis dudas, además, que pensé que me rectificaría cuando te lo dijera –confeso- Ese chico jamás me amará como yo lo amo a él

-       Yo no creo eso –se acerco al pequeño y le removió los cabellos- ¿Por qué no se lo dices? Y esperas lo mejor

-       Porque…

-       No, no me respondas, ve Men, ve y díselo

 

Ante las suaves palabras paternales del mayor, Men únicamente asentó y se dirigió a hablar con el rubio al que amaba, ese día le diría lo mucho que lo quería, no le importa si apenas tenia diez años, y si mucha gente decía que a esa edad uno nunca se enamora, él sabía que lo de Hana era mucho más que un cariño, y se lo probaría al mundo.

 

-       “Hana tiene suerte… solo espero que no sea tarde” –pensó Redseb observando como el menor se alejaba.

 

Seguían jugando en el sofá del lugar, hasta que Anna logro al fin… perder. Sonrió mirando a Hana, quien la miro confusa, se supone que había perdido ¿no? Entonces ¿Por qué sonreía? No fue hasta que la rubia lo observo de manera cómplice, que logro comprenderla, intentando al instante rectificarse.

 

-       ¡Espera! ¡Anna! ¡Esto…! ¡Esto es un juego! ¿Sabes? No significa nada

-       No… -dijo la chica callándolo- Tu me ganaste Hana, por tanto, oficialmente soy tu prometida –sonriendo-

-       ¡No! Esto… esto esta mal yo…

-       ¡Hana!

 

Una tercera voz se hizo presente, logrando que ambos rubios voltearan rápidamente para divisar al pequeño Tao, quien los miraba con el ceño fruncido, ¿Por qué estará molesto? Se pregunto el oji miel mentalmente.

 

-       ¿Qué sucede? Men…

-       Asakura, necesito hablar contigo

-       Espera un momento Men, él esta hablando conmigo –refuto Anna-

-       No, necesita ser ahora –contesto Men mirándola de la misma manera que esta lo miraba, completamente enojada-

-       No creo que pase nada si esperas un momento –seguía insistiendo la chica, tomando del brazo al Asakura, evitando que este siquiera lograra caminar-

-       Opino lo mismo, Anna, no creo que pase nada si esperas un momento que Hana hable conmigo –mirándola seriamente-

-       Ya… -susurro Hana, liberándose del agarre de la rubia- Ya regreso, voy a hablar con Men –dijo, volviendo su mirada al pequeño Tao, quien, miro con una sonrisa burlona a la oji verde y después comenzó a caminar hacia fuera de la pensión, con el Asakura a su lado.

 

No comprendía muy bien porque había actuado de esa forma ante su amiga, el tema del que estaban hablando era importante, si, si era importante, al fin le diría que no pensaba casarse con ella porque simplemente no la amaba. Pero había decidido seguir a Men ¿Por qué? En momentos como este Hana descubría que lo que decía de que el amor era torpe, ciego, idiota e inocente, era verdad.

 

Levanto su mirada para observar como aquel color miel de los ojos del mayor lo miraba confuso, esperando que hablara de una buena vez, pero Men no sabia por donde comenzar, simplemente no comprendía que hacia ahí, pero creía que seria un buen día para ser sincero.

 

Sin decir nada, tomo al Asakura de la camisa, jalándolo hacia abajo, para atrapar sus labios en un pequeño beso, algo torpe e inocente, el rubio no podía creer lo que estaba pasando, pero sin siquiera pensarlo se dejo llevar por los finos labios que le pedían a gritos que corresponda.

 

Abrazo por la cintura al menor, atrayendo más ese pequeño cuerpo al suyo, sintiendo como este jadeaba levemente entre sus labios, un jadeo que se ahogo rápidamente, ambos se besaban con fuerza, hasta que, por falta de aire, se separaron lentamente, aún manteniéndose unidos por un pequeño hilo de saliva. Logrando hacer sonrojar al menor.

 

-       Men…

-       Escúchame –pidió el niño- Eres un idiota, pero… aunque no comprendo muy bien como y seguiré buscando una buena explicación… -soltó un suspiro- te amo… Hana Asakura…

 

Si bien lo de antes le había encantado, escuchar esas suaves y simples palabras salir de los labios del menor había logrado que su corazón de un gran salto de emoción, sentía el palpitar de este continuamente golpeando su pecho, descontrolándose, no tenía idea de que decir en ese momento.

 

-       No supe que regalarte por tu cumpleaños –siguió hablando el pequeño- por eso… ahora… aunque es algo tarde, quiero, te regalo mi amor Asakura, ¡Y no hay devoluciones!

 

Sonrió abiertamente al escuchar eso y volvió a besar al pequeño, aunque esta vez más rápido, sorprendiéndolo y logrando que este se sonrojara un poco. Se acerco al oído del menor, soplando con suavidad, ocasionando un estremecimiento en ese pequeño cuerpo.

 

-       No pienso devolvértelo –susurro- Te amo Men, este… es el mejor regalo que me has podido dar.

 

Hana Asakura era un chico que nunca recibió el amor que deseaba, encerrándose en una burbuja en la que no dejaba entrar a nadie. Men Tao siempre vivió solo con su padre y visitando de vez en cuando a su madre, a pesar de tener todo lo que un niño desearía, se sentía solo, y con ganas de conocer a alguien que le moviera el mundo. Si la soledad no es una buena consejera como dicen, entonces ellos podrán negar aquel dicho. Ya que la soledad fue la que más los unió, porque cuando un negativo se junta con otro negativo, dar un fuerte positivo ¿Verdad?

 

De aquí para adelante no importaba nada, ni si ambos eran chicos, o niños, ni si toda su familia estaba en su contra, o que el rubio tuviera una prometida con la que se supone, algún día se casaría, no importaba, porque así tuvieran que escaparse a Canadá lo harían, tan solo para estar juntos, el amor no es solo un sentimiento, es también una elección, en la que se juntan el cerebro y el corazón y deciden juntos cual es el camino hacia la felicidad.

 

 

~ Fin ~

Notas finales:

xD WTF No puedo creerlo! Mi primer Fanfic Shota ;O; Siento que he progresado! (^-^) a partir de este momento soy una chica totalmente nueva –ok no xD- pero bueno, espero que les halla gustado tanto como a mi me gusto escribirlo. Si lo se ><u el final es raro a que si? xD pero no se~ no se me ocurrió nada más como ponerle un ‘Un año después’ no no, simplemente me gusto que quedara así *-* Awwww~ Amo el HanaMen! Bueno, que más tengo que decir aquí? Nah! Bueno bye bye ;D cuidense~


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