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Mentir es lo más divertido que puedes hacer sin sacarte la ropa. por hatsumiyo momichi

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Notas del fanfic:

lo hice apresuradamente, por si notan errores de algun tipo ^^

Notas del capitulo:

ojala les guste. agradecería reviews!!

como dije es un poco triste y lo hice un tanto rápido. si hay algo que corregir haganmelo saber :)

 

La noche estaba fría, iluminada bellamente por la luna llena que resplandecía afuera. Corría un viento suave, una brisa primaveral, saturada con el aroma de los cerezos en flor. Adentro del cuarto de Mephisto Pheles esto ni se notaba, ya que las suaves luces que llenaban la habitación opacaban la blanca luz de la luna, Y ambos hombres que estaban sobre la cama no tenían tiempo de preocuparse por el viento.

 

-Te amo… te amo tanto…- Shiro Fujimoto estaba sentado junto a Mephisto, y este tan solo se dejaba besar por el hombre de cabello claro que le decía aquellas dulces palabras. Mephisto no le respondía con su voz, pero su suave y caliente lengua acariciaba la del otro, dándole a entender que talvez… sentía lo mismo. Shiro hizo que Mephisto se recostara sobre el colchón, empujándolo suavemente con sus manos en su pecho, quedando sobre este aún comiéndoselo a besos. Ya hacía horas que el padre Fujimoto sentía una presión en su pecho, una necesidad incontrolable de hacerle el amor a Mephisto al menos una vez más… y es que el canoso hombre tenía una extraña premonición, un horrendo sentimiento de que esa era la última noche que podría estar junto a su amado. No sabía de donde venía ese pensamiento, pero el miedo pudo más que su razón y había ido directo a la habitación de Mephisto, sin contarle nada, solo para pasar esas horas con él… solo para amanecer con este en sus brazos y sentirlo cerca, y sobre todo, suyo.

 

-Estás raro…- el comentario de Mephisto era de extrañeza, pues no estaba acostumbrado a que Shiro fuera tan amoroso con él. A pesar del dulce amor, le dejaba un sabor amargo en la boca. Shiro lo miró a los ojos, viendo su color verde oliva, e intentando guardar aquella bella imagen en lo más profundo de su alma. No le dio respuesta a su comentario, pues en vez de esto comenzó a desnudar al peliazul lentamente, tomándose su tiempo para recordar cada detalle de lo que sería su último encuentro. Mephisto lo miraba atentamente, sin pasar por alto lo callado que estaba… ni tampoco la mirada de dolor que sostenía en su rostro, sobre la cual no podía descifrar el porque.

 

 Un pensamiento doloroso azotó a Shiro de improvisto. -“cuando muera… me va a remplazar.”-  Meditó esto unos segundos, mirando a Mephisto con sus ojos de par en par, sintiendo como unas lágrimas picaban sus ojos como agujas -“se buscará a otro hombre para tener sexo”-. Mephisto frunció el ceño y lo miró de vuelta, sorprendido por la mirada que le había dado. Convencido de que algo no andaba bien.

 

 

Bueno, soy yo el que te hace sudar?

Soy yo en el que piensas en la cama?

Cuando las luces están bajas y tus manos tiemblan mientras tu ropa se desliza por tu cuerpo.

Bueno pues, medita lo que hiciste, y yo le pido a Dios que Él al menos haya valido  la pena.

Cuando las luces están bajas y tu corazón late fuerte mientras tocas tu piel con tus dedos.

 

 

 

-Shiro… que pasa?- Su voz demandante hizo que Shiro despertara de aquel trance, y de inmediato dejó de mirarlo para apresurarse en dejarlo desnudo. Mephisto luchó un poco para no dejarse desnudar, agarrando las manos de Shiro para detenerlo. –Oye! Que te ocurre?- su voz demandaba una respuesta, y su mirada era firme y autoritaria. Shiro lo miró otra vez, un poco avergonzado por que Mephisto había notado su dolor. -“se buscará a otro…”-  se odiaba a si mismo por pensar así de Mephisto… pero sabía que tenía razón. Cuando él muriera, Mephisto no desperdiciaría su tiempo llorando su muerte por siempre. El se aburriría tarde o temprano, y se buscaría a otro tipo que le diera placer.

 

-me amas?- preguntó Shiro, jadeando a causa del dolor que le causaba contener las malditas lágrimas. Mephisto pensó que era eso lo que lo tenía así.

 

-Tú sabes la respuesta…- musitó, mirando para otro lado, sin mirarle la cara.

 

-Jamás me lo has dicho.- Shiro notó que talvez esa era la raíz de su dolor… a Mephisto no le dolería su muerte, pues no lo amaba. El peliazul lo miró fijamente, sin separar sus labios, decidido a quedarse callado. El silencio se hizo frustrante y agotador, y Shiro decidió simplemente seguir con lo que había empezado. Desnudó a Mephisto por completo, desnudándose él también mientras Mephisto le dedicaba una preocupada y adolorida mirada. –Tú solo me tienes a mí.- declaró Shiro mientras acercaba sus labios  al oído de Mephisto, lamiendo su oreja sensualmente, mordiéndola, sonrojando al peliazul mientras este meditaba lo que le había dicho el otro. Shiro imaginó entonces a Mephisto con otro hombre, haciendo realidad su desgraciada pesadilla, observando como aquel hombre lamía la piel que él alguna vez lamió… besando los labios que solían ser suyos… oliendo el cabello que lo cosquilleaba cuando se besaron alguna vez, hace mucho… Se dio cuenta de que no estaba pensando correctamente, y de que se estaba volviendo paranoico y un poco loco. Aún ni dejaba esta vida y ya se torturaba con el fantasma de otro hombre que ocuparía su lugar. Pero su locura no podía ser detenida, y siguió acariciando el cálido cuerpo de Mephisto mientras imaginaba como se entregaría a otro hombre en el futuro… odiándolo profundamente por sobre su amor mientras lo culpaba de una traición que aún ni cometía. –Eres mío… solo mío…- le dijo casi con una dolorosa furia contenida, abriendo sus piernas y dejándolas a ambos lados de su propio cuerpo.

 

-Soy tuyo…- murmuró Mephisto, agarrando a Shiro de la nuca, y obligándolo a besarlo. Shiro se rindió y abrazó a Mephisto, deteniendo el beso para apoyar su cabeza en el suave y pálido hombro del demonio. Sus lágrimas comenzaron a correr, mojando el cuerpo de Mephisto de a poco, dejando salados y delicados surcos por sobre su piel.

 

 

Yo tengo un mejor beso, una caricia más caliente, una mejor jodida.

Más que cualquier otro chico que conocerás jamás, cariño, me tuviste a mí.

(…) No no no, tú sabes que siempre seré solo yo.

 

 

 

-Lo siento…- susurró Shiro, apenado por como se estaba comportando. Mephisto no tenía la culpa de nada… había nacido demonio, y la ternura y amor no eran muy característicos de su especie. Shiro se echaba la culpa por haber sido él el que se  enamoró de un demonio.

 

-Si te amo.- susurró Mephisto al sentir las cálidas lágrimas, obligando ahora a Shiro a mirarlo de frente, sosteniendo su rostro en sus manos. Lo miró con una ternura que jamás pensó ver en los profundos ojos oliva del peliazul. –Te amo, Shiro.- le volvió a decir con cara preocupada, acariciando su rostro tiernamente con sus dedos, acercándose a sus labios para besarlo con suavidad, rozando ambas bocas dulcemente. Shiro recordó algo que Yuri le había dicho hace mucho tiempo… “el error es tratar a los demonios como si fuesen diferentes a los humanos… las cosas no son así.” Se dio cuenta de que aún no había logrado entender eso del todo, hasta ese momento.

 

-Mephisto.- dijo su nombre adoloridamente, sonando como una súplica, como un llanto sin lágrimas. Lo abrazó con fuerza, acariciando su espalda, llevando sus manos a su cabeza y entrelazando sus dedos en sus azules cabellos, agarrando su cara con necesidad para besarlo una vez más con una pasión que jamás había experimentado. Ambos hombres se besaron allí tortuosamente, sufriendo por un extraño dolor que se palpaba en el ambiente… sintiendo una tensión en el aire tan densa que se podía cortar con un cuchillo. Shiro recordó que estaba entre las piernas del peliazul, y comenzó a masajear su entrada suave y delicadamente, intentando dilatar un poco aquel agujero antes de hacerlo suyo.

 

-Sh-Shiro…- sus suspiros eran débiles, y su rubor cubría su rostro por completo. Jamás había hecho el amor con Shiro de esa forma… jamás Shiro lo había tratado con tanta delicadeza, como si deseara que jamás olvidara esa noche. Sentía como sus dedos hurgaban en su interior, preparándolo con cariño para lo que venía.

 

 

 

Hagamos que estos corazones jóvenes latan rápido, y más rápido!

 

 

Entró en Mephisto lentamente, lastimándolo lo menos posible, sintiendo como sus apretadas paredes internas succionaban su miembro, como aquel calor lo envolvía completamente y lo invitaba a correrse allí mismo. En cambio Mephisto sentía la intrusión algo dolorosa, como si la cabeza del pene de su amado fuera una dura piedra que lo lastimaba por dentro. Sentía como sus paredes se estiraban para darle espacio al duro miembro que se alojaba allí. Se quedaron estáticos unos momentos, Shiro para no correrse, y Mephisto para que no le doliera tanto antes de tiempo. Hasta que por fin Shiro comenzó con unas lentas y cuidadosas embestidas, sujetando los muslos de Mephisto en sus manos para mantenerlo con las piernas bien abiertas.

 

-Nh… hah!- Shiro estaba al borde del orgasmo sin querer contenerse más, sintiendo lo delicioso que era hacerle el amor a Mephisto sobre esa blanda cama… sintiendo como Mephisto estaba en las mismas condiciones a juzgar por la fuerza con la que apretaba su miembro dentro de él, y por las sacudidas que daba su cuerpo entero en forma de espasmos.

 

-Shiro… más fuerte, creo que voy a correrme…- Ambos sabían que era demasiado pronto, pero no les importo mucho. Shiro comenzó a embestirlo con fuerza, encorvándose por sobre el cuerpo del peliazul, deseando robarle unos cuantos besos húmedos antes de derretirse en su interior. Ambas lenguas juguetearon fuera de sus bocas, saboreándose mutuamente y al aire frío del cuarto, sintiendo el húmedo y caliente aliento que escapaba de sus cansados pulmones y rozaba el rostro del otro. Shiro llevó sus labios hasta el cuello de Mephisto, y lo recorrió completamente a besos, sintiendo el fuerte pulso bajo la piel que corría por sus venas… Rozando con sus labios la erizada piel de gallina que tenía a causa del placer y vergüenza. –Ven… dentro… Hah! Shiro, no puedo más!- Mephisto acarició la cabeza de Shiro suavemente, manteniéndolo apegado a su cuello para sentir las cosquillas que le provocaban sus leves mordeduras. El canoso hombre se derramó dentro del demonio sin poder contenerse más, sintiendo como su orgasmo perduraba a causa de los espasmos que sentía al ser apretado con más fuerza por Mephisto, quien ya se corría junto con él. –AH!!!- el gemido fue ruidoso y débil, mientras el peliazul sentía como el viscoso líquido caliente llenaba sus entradas completamente y sentía que su propia esencia caía sobre su propio abdomen. Las exquisitas sacudidas duraron unos segundos más hasta que exhaustos, jadeando por aire, y húmedos en sudor, ambos hombres se relajaron sobre el colchón, Shiro tumbándose junto a Mephisto, y este recostado como estaba sobre la cama desordenada.

 

 

 

Yo tengo un mejor beso, una caricia más caliente, una mejor jodida.

Más que cualquier otro chico que conocerás jamás, cariño, me tuviste a mí.

(…) No no no, tú sabes que siempre seré solo yo.

 

 

Se miraron fijamente sobre la cama, intercambiando dulces miradas cariñosas y sonrisas cómplices del amor que se tenían en secreto. Se acercaron más el uno al otro, acariciándose el rostro mutuamente, Shiro atrapando la mano de Mephisto y besándola suavemente en el dorso de esta.

 

-Te amo.-

 

-Te amo…-

 

 

Días después, Mephisto recordó la dulce noche con un apretado nudo en la garganta, agachándose junto a la tumba de Shiro para dejarle una rosa junto a la lápida. La dejó sobre la tierra, oliendo el aroma del rocío de la mañana fría e incómodamente húmeda, llorando calladas lágrimas saladas que caían una a una sobre la tumba de Shiro.

 

-Va a llover…- murmuró calladamente mientras se alzaba, mirando hacia el cielo cubierto de nubes negras. Miró una vez más la fría lápida de piedra, secándose las lágrimas para aparentar frialdad, y luego se dio la vuelta y desapareció por entre el resto de las tumbas del cementerio.

 

Fin

Notas finales:

dejenme saber si les gusto! onegai!!! <3 xD


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