Día de lluvia. Día de alegría. por mitsui-chan

El cielo se había empeñado de un momento a otro de una manera impresionante. En sus dieciocho años, KiBum jamás había llegado a pensar que el tiempo pudiera cambiar tan rápido, cinco minutos atrás, hacía un sol radiante.

Aunque…Cinco minutos atrás, su humor era estupendo y ahora solo quería vagar por las calles sin pensar en nada.

Sonrió antes de chutar una piedrecita que estaba en su camino.

Había ido a encontrarse con su novio por más de dos años Jonghyun a su casa tal y como habían quedado para irse corriendo al oír la voz de su novio gemir, y no de dolor precisamente.

Y luego la otra voz se dejó oír.

Jinki. Su hyung más mayor estaba follando con su novio.

Salió corriendo de ahí, sintiendo sus ojos humedecerse, pero se resistía a llorar por Jonghyun, no lo merecía.

Ya no.

Sacó el paraguas rosado y se cubrió, mirando las calles, los árboles.

Pero no había color en nada, no había vida.

Todo era gris.

En la misma calle, pero de bajada, otra alma en pena bajaba silenciosamente, mirando solamente sus pies, pensando en lo injusto que era el mundo.

Hacía dos días que su madre había muerto, su hermana se había mudado a vivir con su novio y su padre, que al saber su condición sexual solo lo toleraba por su mujer, le había corrido de la casa, sin dinero y le había prohibido asistir al entierro de su madre y dirigirse siquiera a alguno de sus familiares.

Levantó un momento la cabeza y miró el cielo y, sin poderse contener, soltó un grito de frotación, de rabia, de impotencia y de… ¿dolor?

Observó el cielo de color gris y sonrió con amargura al sentir las gotas resbalar por su tostada piel.

Así era su vida, como un día de lluvia sin descanso alguno. Era como si una gran pared de agua le impidiera ir con el resto de la gente.

Estaba en una gran cueva, encerrado, mojado y con frío. Y nadie sabía que él estaba ahí dentro.

Su vida era una cruel broma del destino. Su vida era una pesadilla de color gris. 

Su mundo era gris.

Siguió caminando calle abajo y se paró en medio de la calle, sin saber si debía seguir recto o que debía hacer.

Y de repente, la otra persona que andaba calle arriba, lo vio ahí parado, desamparado, perdido y solo.

Y algo dentro de él le movió a cubrirle con su paraguas.

Al sentir que la pared de agua se secaba, que dejaba entrar un poco de luz, MinHo levantó la mirada para encontrarse con unos bellos ojos que le miraban demasiado abiertos para ser sano.

Y KiBum también lo sintió, toda aquella tristeza que le venía acechando desde minutos antes, se había esfumado al ver la pequeña sonrisa que se había formado en aquellos gruesos.

-Choi MinHo.- dijo el alto sujeto.

-Kim KiBum.- respondió el mayor.- ¿Quieres que te acompañe a casa MinHo? Así no te mojarás.

Y la pared de agua volvió a crearse, pero ahora…ahora quizás podría tener a alguien a su lado.

-No tengo casa…MI padre me ha echado.- musitó.- MI madre ha muerto y me hermana se ha mudado con su novio a otro país. No tengo amigos. No tengo dinero. No tengo nada.- dijo mientras pequeños sollozos abandonaban su garganta.

-Mi novio me ha engañado con mi mejor amigo. Y tengo un apartamento muy grande para mí solo.- le dijo moviendo su mano hasta su mejilla y acariciándola, borrando las lágrimas.- Vente conmigo. Empecemos una vida nueva los dos juntos.

-Pero no me conoces.- objetó.- Ni yo te conozco.

-Pero aun así me has contado tus problemas y yo lo míos.- replicó.

-No tengo nada que perder y puedo buscar trabajo para ayudarte a pagar el piso.- argumentó mas para si mismo que para el otro.

-Yo te daré un trabajo. Soy estilista y mi hijo adoptivo es fotógrafo. Serás nuestro modelo.- le dijo.

-Y viviremos juntos por siempre.- dijo el mayor.

-Hasta que la lluvia nos separe.

-¿Qué?- dijo entre risueño y confundido el de ojos marrones y cándidos.

-La lluvia nos ha unido. Solamente la lluvia nos podrá separar.- le dijo.

Por que, con el simple gesto de confiar en alguien completamente desconocido, habían abierto su corazón, dejando entrar la calidez del otro.

Por que la sombrilla rosada de KiBum, había dado color a sus vidas.

Por que en un día de lluvia, había sido el día en que más alegría habían sentido.