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La "damas" de la noche por hatsumiyo momichi

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Notas del fanfic:

 me inspiro mucho con la musica :) algunas bandas de inspiracion fueron Alesana, y Blood On The Dance Floor   ~~~<3

 

tiene lenguaje fuerte, onda PALABROTAS LOL <3

Notas del capitulo:

disfruten. la inspiracion de este capitulo se me vino escuchando "The Thespian" por Alesana. no pregunten por que XXXD

........

 

La mañana comenzó a filtrarse por la ventana de Ryuji Suguro, quien dormía plácidamente sobre su cómoda cama. Su padre, quien dormía en la habitación contigua junto a su esposa, ya estaba despierto dese hace un tiempo, pensando seriamente en convertir a su hijo en un hombre lo más pronto posible. Se levantó y zamarreó a su esposa para que despertara.

 

-Que ocurre?!- preguntó alarmada, pero antes de recibir una respuesta se arregló el pijama, se sentó en la cama, se puso las pantuflas, y se fue directo a la cocina. No existía hombre más inútil y machista en el mundo, pensaba aquella mujer, quien a veces madrugaba porque su esposo la despertaba para que le hiciera el desayuno. El hombre se fue al baño para ducharse con agua helada mientras la mujer freía unos huevos y hervía el agua para hacer el café, y su hijo aún dormía sobre su cama, ignorante de lo que le esperaba. 

 

Cuando el padre salió del baño, listo para un nuevo día de trabajo, su hijo ya estaba sentado a la mesa con su madre, tomando desayuno y charlando calladamente.

 

-buenos días, padre.- Dijo el chico alegremente, intentando subirle el ánimo a su padre, pues estaba acostumbrado a que este despertara de malas a causa del insomnio. 

 

-Buenos días, Ryuji.- Murmuró, y se sentó a comerse las tostadas que su esposa había preparado. El silencio dominó sobre la mesa por un largo rato, mientras el padre decidía cual era la forma más sutil de contarle a su esposa sus planes del día. –Llevaré a Ryuji a una casa de putas…- dijo estonces, tragando una bocanada de café sin azúcar, haciendo una mueca por lo malo que estaba, y estirando el brazo para recoger el azucarero.

 

-Que?!- la voz chillona de la mujer histérica no fue para nada del agrado de su esposo.

 

-papá!- Ryuji solo estaba ruborizado, y miraba a su madre de forma avergonzada por lo que tuvo que escuchar.

 

-Es tiempo de que se haga hombre! Yo a su misma edad ya había estado 5 veces en una de esas casas… Lo que vale es la experiencia, y un hombre debe tener mucha.- A Ryuji no le agradaban las palabras de su padre, pues debido a su personalidad el jamás pensaría en acostarse con una mujer que no ama.

 

-No puedo creer lo que dices, nuestro niño es un bebé!-

 

-Tiene 15 años, mujer, ya cállate! Las mujeres son diferentes a los hombres, jamás has entendido eso! Ignorante. Hoy mismo regresará Ryuji a casa hecho todo un hombre. Cierto hijo?- desafiar las palabras de su padre darían fruto a una golpiza, así que se limitó a asentir con la cabeza calladamente, ruborizado al máximo, hundiendo su mirada en la taza de café con leche que sostenía en sus frías manos.

 

La calle estaba llena de gente caminando, en sus autos, en sus bicicletas, en fin, había gente por todos lados donde se posara la mirada, y Ryuji podía sentir como cada uno de ellos lo miraba acusadoramente. No tenía idea de donde estaba aquella “casa de putas”, y realmente no deseaba saberlo. Deseaba con todo su ser poder arrancar del agarre de su padre quien lo llevaba de un brazo por las calles, y así arrancar de la desagradable experiencia… él ciertamente no estaba listo para tener su primera vez, y menos con una mujer a la cual no conocía. Doblaron por las calles, se adentraron en callejones, y Ryuji parecía marearse cada vez más… hasta que llegaron a una casa cualquiera que parecía estar vacía por dentro. El castaño no creyó que ese podría ser el lugar, pues al oír “casa de putas” ciertamente se imaginó a un montón de chicas semidesnudas esperando afuera para recibir a los clientes, mientra la música fuerte sonaba de fondo… pero nada. De hecho, ese parecía ser el sector más callado que jamás había visitado. El hombre soltó a Ryuji para golpear la puerta tres veces, dos de ellas con las llaves que llevaba en sus bolsillos, y casi al instante la puerta se abrió. Una mujer sucia y vieja les abrió la puerta sin siquiera mirarle los ojos, y los dejó pasar.

 

-Buenas tardes, madame.- la vieja asintió de mala gana y los apresuró a pasar para cerrar la puerta de una buena vez. Adentro estaba mucho más oscuro que al aire libre, y necesitaron unos momentos antes de acostumbrarse a la oscuridad. Había un fuerte olor a incienso Hindú que penetraba hasta los huesos, y ese era el olor que siempre se le vendría a la mente cuando en el futuro, Ryuji recordara ese lugar que le cambió la vida. La mujer los guió bajando las escaleras hasta otra puerta, donde esperaba un hombre de cabellos y barba azules, y ojos verdes que parecían cansados. Este los miró atentamente, sonriéndoles de medio lado, y a Ryuji le provocó unas vergonzosas mariposas en su estomago ver la seductora sonrisa del hombre. –Señor Johan…- parecía que el padre de Ryuji le tenía bastante respeto a aquel hombre vestido tan solo con una bata color lila, de aspecto sensual.

 

-Jejeje… Hola- dijo con su voz ronca, fascinado ante la escena que veía. –Trajiste a estrenar a tu hijo?- Johan Faust era un hombre muy rápido e inteligente.

 

-Si señor… hace tiempo que no lo veía a usted.-

 

-Bueno, ya sabe usted, prefiero no mostrarme demasiado en público…- Comenzó a abrir la puerta, tomándose su tiempo.

 

-Es cierto… Señor, he traído a mi hijo, y estoy seguro de que usted sabrá darle a la chica adecuada…- Johan abrió la puerta, dejando ver que al otro lado de esta estaba una especie de bar extremadamente lujoso, con alfombras suaves, sillones amplios, bastante alcohol en las repisas de cristal, y muchas otras puertas que llevaban a lugares totalmente desconocidos para Ryuji.

 

-no es posible… esto es una mansión…- Ryuji dejó ver su asombro por primera vez desde que había llegado, y Johan se rió ante sus palabras. 

 

-Si que lo es, y me costó muy caro. La construí y adorné con el sudor de mi  cuerpo entero, y con el dolor de mí… ah bueno, no importa, jejeje…- el hombre se reía completamente solo mientras Ryuji podía solo imaginar a qué se refería. –Deberías verlo cuando está repleto de hombres y las chicas bailan en el escenario… Bueno, déjemelo a mi.- Murmuró Johan, agarrando a Ryuji de la muñeca para obligarlo a seguirlo. –Oh, y mientras tanto talvez usted podría relajarse con nuestra nueva adquisición…- dijo el peliazul mientras le hacía señas con la mano a la vieja y fea mujer.

 

-Por acá… la chiquilla rubia es todo un éxito! Esa maldita ramera asquerosa es del gusto de todo el mundo, así que usted solo relájese.- la odiosa mujer iba relatándole al señor Suguro mientras este ya casi podía sentir la erección que le provocaba imaginarse cuan joven sería la nueva muchacha… Johan por su parte arrastró a Ryuji hasta otra puerta, dejándolo entrar a una lujosa habitación cuya decoración era más que nada color rojo intenso. Ryuji miró a su alrededor, notando que había alguien sobre la cama de sabanas rojas, con el rostro cubierto y atado de pies y manos con unas cadenas doradas.

 

-ups! Puerta equivocada! Aunque…- Johan pensó para si mismo, decidiéndose a hacer algo un poco travieso para divertirse un rato. –Ven conmigo.-

 

-¿¡Q-quien esta allí!?- Ryuji pudo notar a través de la voz que esa persona era un chico. Se acercó junto a Johan, y notó que estaba desnudo, pero este se mantenía bien encorvado para evitar que se vieran sus genitales. –¡¡Ayúdame por favor!!- suplicaba el desgraciado jovencito, intentando zafarse de las cadenas que lo aprisionaban e impedían que se quitara la venda que cubría su rostro.

 

-¡Ya te oí, puta!- dijo Johan un tanto molesto, llegando hasta la cama y sacándole la tela que cubría el rostro del mocoso. Se notaba en los ojos del chico que estaba decepcionado y a la vez horrorizado de oír y ver a Johan. El muchacho pelinegro atado en la cama miró fijamente a Ryuji, pidiéndole auxilio con su penetrante mirada azul. –Aw… no lo mires así, él no vino a ayudarte… él vino para joderte, cariño, así que será mejor que te prepares.- El joven atado de pies y manos comenzó a llorar calladamente de inmediato, mirando hacia todos lados desesperado, negando con la cabeza mientras dirigía sus ojos a Ryuji.

 

-Déjalo ir…- murmuró Ryuji, asustado de ver al pobre chico de esa forma, y asustado de llegar a pensar como es que quería ese hombre que tuviera sexo con otro chico. Pensó que lo más probable era que todo lo que veían sus ojos era un delito, y que debía detenerlo lo antes posible.

 

-No. Debes joderlo. Yo me sentaré en esa silla, y tú vas a tener sexo con este chico.- Declaró Johan despreocupadamente, prendiendo un cigarro mientras se sentaba en una lujosa silla a observar. Ryuji se quedó mirando al pelinegro, y este tan solo lo miraba aterrado.

 

-no me hagas daño…- le susurró entonces, temblando como si tuviera frío. Ryuji se sonrojó intensamente, sintiendo que hacerle daño era lo último que querría hacerle a ese chico. Observó los moretones que tenía en su pecho y extremidades, y los rasguños que recorrían su cuerpo como si fuesen sus propias venas enrojecidas.

 

-No te lastimaré…- susurró Ryuji de vuelta, queriendo tranquilizar al muchacho.

 

-no le mientas, si lo jodes, le dolerá!- Rió Mephisto, cruzado de piernas y fumando su cigarro. 

 

-no… no me la metas…- pareciera que el muchacho lloraría de nuevo, pero ahora parecía estar aún más aterrorizado. -¡No quiero!-

 

-No quiero hacer esto…- alegó Ryuji, mirando a Johan con ira.

 

-Mala suerte, si no lo haces, le diré a tu padre que no quisiste perder la virginidad.- le dijo, dejando escapar una bocanada de humo.

 

-no me importa.- Dijo entonces, caminando hasta la salida.

 

-¡¡¡espera, espera, espera!!! ¿Donde crees que vas? ¡Si tú te largas a mi no me pagan!- le gritó, agarrándolo de un brazo nuevamente, y llevándolo de vuelta a la cama.

 

-¡¡¡Suéltame!!!- gritó Ryuji, pero Johan lo abofeteó tan fuerte que quedó completamente paralizado del miedo. 

 

-Súbete a la cama.- le ordenó el mayor, y Ryuji le obedeció al instante. –Odio a los mocosos como tú… maldito bastardo, bájate los pantalones.- a Ryuji le temblaban las manos con fuerza mientras le obedecía, y sentía como su espalda se humedecía con un frío sudor. Sentía que aquel hombre era peligroso… en algún momento había comenzado a sentir sus malas intenciones, y podía sentir claramente como este era capaz de asesinar sin pestañar. Quedó de rodillas sobre la cama, su miembro entre sus piernas, blando y suave. –Vamos a hacer que se te pare esa cosa que tienes allí.- susurró Johan sugestivamente, agarrando al maltratado pelinegro de las piernas.

 

-¡¡No!! ¡¡¡Suéltame!!!- el chiquillo peleó unos momentos contra Johan, y este intentó golpearlo lo más fuerte posible para tranquilizarlo rápidamente. Finalmente, con las piernas rojas a causa de los golpes, Rin Okumura se rindió y dejó que Johan abriera sus piernas para lamer su entrada. Ryuji observó como el peliazul lamía el ano del muchacho y notó lo avergonzado que estaba también. Vio sus mejillas ardientes, y como volteaba el rostro de lado a lado, sin saber hacia donde mirar.

 

-mmhh… te gusta, mocoso?- murmuró, ahora apresando su pene entre sus labios para succionarlo, dejando a Ryuji con la boca abierta mientras sentía como su propia entrepierna deseaba la boca del peliazul. Rin abría la boca, deseando gemir… pero se rehusaba a hacerlo y admitir lo bien que se sentía. Johan llevó sus dedos hasta su entrada, y sin detener las chupadas le metió dos dedos, arrancando estrepitosos gemidos del menor. Ryuji ahora notaba como su propio miembro estaba erguido, y llevó una mano hasta este para tocarse tímidamente.

 

-Nh…!- suspiró suavemente, rodando sus dedos por el largo de su pene.

 

-Mmhh… parece que alguien ya se excitó…- le dijo, lamiendo la cabeza del miembro del pelinegro. –¿Que te gustaría más? ¿Chapársela tú mismo, o metérsela ya?- sus sugestivas palabras despertaban el deseo en Ryuji, y no pudo evitar el mirar el trasero del joven como respuesta. –ya veo… ven aquí.- le ordenó, y Ryuji se acercó hasta quedar junto a Rin. Le mostró como metía y sacaba sus dedos del interior del muchacho, y luego hizo que se acercara más para afirmar su pene y ponerlo frente a la entrada del pelinegro. Ryuji gimió débilmente al sentir la mano de Johan tocar su necesitado miembro, pero luego notó que lo que este deseaba era que presionara contra el agujero del chico pelinegro. Le obedeció al instante, metiendo su miembro lo más que podía al interior de Rin, sintiendo el calor de sus paredes. Ambos chiquillos gimieron ruidosamente, Y Ryuji comenzó a embestir a Rin, notando que se sentía exquisito.

 

-hah!!!- gimió con fuerza, y pronto se corrió en el interior del pelinegro.

 

-Vaya… ser virgen tiene sus desventajas, no? Recién habíamos comenzado, y ya te corriste.- se burló Johan, acostumbrado a tener sexo que duraba la mayor cantidad de tiempo posible. Rin tuvo su orgasmo sobre su propio abdomen, para luego sentirse asqueroso y largarse a llorar otra vez, calladamente. Ryuji salió del interior del pelinegro, avergonzado y sintiéndose miserable. Quiso llorar también, sin poder mirar a Rin a la cara, en cambio dedicándole una mirada de odio al hombre peliazul. –Felicidades. ¡Eres un hombre!- se burló Johan, gozando del intenso odio que desprendían los furibundos ojos del castaño.

 

-¡Eres un desgraciado! ¡¡Voy a llamar a la policía, y te mandarán a la cárcel por hacer esto!!- le gritó Ryuji, subiéndose los pantalones, rojo de pura ira.

 

-¿Por hacer que? Yo no hago nada malo. ¿A ti te gustó, o no?- Ryuji miró las sabanas, avergonzado. –¿Lo ves? Además… no me puedes hacer nada. ¡El mismísimo jefe de tu desgraciada policía fue el primero que probó el asqueroso trasero de esta puta!- Johan se reía, complacido.

 

-¡Cállate!- Ryuji no lo podía creer… se rehusaba a creerlo.

 

-de todas formas nadie extrañará a esta puta… es huérfano, y a nadie le importa una perra que está mejor muerta!- Johan seguía con su burlesca risa, que sacaba de quicio a ambos el pelinegro y Ryuji. 

 

-¡Deja de llamarlo así! La única puta aquí eres tú, maldito bastardo.- Ryuji se levantó de la cama, y se dirigió hacia la puerta. Johan había dejado de reírse, y ahora su sombría mirada perseguía al castaño. Lo siguió para volver a agarrarlo del brazo, y acto seguido lo acorraló bruscamente contra la pared, azotando su cabeza contra esta. 

 

-Cállate.- Dijo Johan mirándolo fijamente, observando como el menor hacía muecas de dolor ante el golpe que recibió su cabeza. Johan agarró su cara, enterrando sus largas uñas negras en su piel. Mordió los labios de Ryuji con un poco de fuerza, sin sacarle sangre. Los delineó con su lengua, dejándolos húmedos con su fría saliva, y luego lo besó mojadamente, metiendo su lengua en la virgen boca de Ryuji. Pronto el castaño comenzó a forcejear contra Johan, asfixiándose de a poco, desesperándose por no poder sacárselo de encima. Estaba bebiendo la saliva del peliazul con un nudo en la garganta… entristeciéndose por que jamás podría regalar su primer beso a alguien que de verdad lo mereciera. Por fin Johan lo dejó ir de golpe, secándose la boca con la manga de su bata, aun mirando a Ryuji con molestia. –¡¡Vete!!- le ordenó al instante, y Ryuji le obedeció mirando fijamente al chico de cabello negro que yacía en la cama, mirándolo de vuelta. Pudo ver en sus tristes ojos que le estaba pidiendo ayuda… que le rogaba que de alguna forma lo ayudara a salir de allí. Pero Johan estaba presente, y sacar al muchacho de ese lugar sería imposible.

 

-lo siento.- dijo Ryuji, cerrando la puerta tras él, dejando atrás al hombre de cabello azul, y al maltratado muchacho de cabello negro. Quiso volver por donde había entrado, y pronto encontró la salida.

 

-Espera, Ryuji!- escuchó la voz de su padre y se dio la vuelta. El hombre venía abrochándose los pantalones y arreglando su camisa. La repulsión que sintió en ese instante fue tal que casi pudo sentir el vómito abriéndose paso en su boca. Se preguntó si talvez su padre se había acostado con un muchacho tan joven como el que había recién conocido… -¿Como te fue?- el mayor aún tenía un fuerte olor a sudor, y su rubor reposaba inerte en sus mejillas.

 

-Soy un hombre.- murmuró calladamente, dedicándole una mirada de odio. Jamás iba a poder perdonar a su padre, no después de lo que le había hecho.

 

-Que bien. ¿Te tocó una chica bonita? Aunque se dice que aquí son todas muy bonitas… a mi me tocó una rubia exquisita… tenía muy grandes tetas, debiste verla!- El hombre estaba contento y satisfecho, y no le ponía demasiada atención a su hijo. Más bien, su mente seguía en el cuarto que compartió con la joven rubia que le cumplió sus más salvajes fantasías. 

 

-Si… muy bonita.- susurró, dejando que su padre abriera la puerta de salida, aparentando que nada había ocurrido. Ryuji se ruborizó por sus propias palabras, recordando el asustado rostro del joven de cabellos negros. Intentó visualizar su blanca y suave piel, sus profundos ojos azules, o por lo menos su lindo cuerpo… pero solo lograba ver esa desesperada mirada de auxilio. Le dolía el pecho ver esa imagen, y mientras más lo pensaba, más le parecía que aquel muchacho sería más lindo si tan solo estuviera sonriendo… -lo sacaré de aquí.- decidió Ryuji, susurrando levemente, sin dejar que nadie lo escuchara. –Tengo que sacarlo. No lo dejaré sufrir más.-

 

 

Notas finales:

reviews???

sigamos!!!!!


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