Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Realidad por natalia clow

[Reviews - 83]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Capítulo 39

«Un problema a la vez»

Después de cinco largos días sin saber sobre el paradero de su papá, incluso él ya sabía que no podía seguir más tiempo quedándose en la casa de los abuelos de Matthew. Ellos no decían nada, pero dentro de sí ya se sentía muy mal de seguir estando de mantenido allí.

Se sentó en el piso y colocó su quijada en la cama mientras que estirando los brazos al frente de su cabeza, comenzó a molestar con el celular. Después de varios minutos de no estar haciendo nada mejor, el celular comenzó a sonar.  Se asustó, pero lo que lo impactó aún más fue el hecho de ver que era su tío por parte paterna quién lo llamaba.

 — ¿Aló?

— Hola, me alegro que conservaras el mismo número.

— Tío, mi papá ¿Sabes dónde está mi papá?

— ¿William? Sí, de hecho por eso te estaba llamando. Hace una semana se vino a vivir conmigo, pero estoy preocupado que porque no le veo bien. No come, ni duerme y sólo se la pasa trabajando.

Maurice se enfureció cuando advirtió el significado de tales declaraciones. Su madre no tenía que haber hecho que ese hombre se pusiera en tal situación. Ella no tenía derecho a destruirle la vida a alguien así, eso no tenía ni pies ni cabeza.

— ¿Puedo hablar con él?

— No creo que él quiera, he intentado decirle que te llame y hable, pero está imposible tratar con él. Lo que quería decirte era que vinieras a mi casa e intentaras de hablar con él. No importa cuántos días dure, pero has que vuelta a sus cabales. No va aguantar mucho si sigue ese ritmo.

El resto de la conversación no era más que finiquitando detalles y aumentando la información sobre los días de desconocimiento. En ese momento, se sintió bastante desconcertado. Quería irse ya a la casa de su tío, pero no sabía ni siquiera qué decirle a su papá.

¿Qué hago?, fue la pregunta que rondó toda la mañana, pero no había más tiempo que perder. Alistó las cosas que tenía en la maleta y salió de esa casa decidido a resolver su inconveniente familiar.

***

— No tengo tiempo.

— ¡William deja ya tu estupidez! ¿Acaso no ves lo preocupado que ha estado Maurice con tu desaparición?

— ¡Eso a ti  qué te importa!

Incluso siendo él una persona tan tranquila y resignada, no pudo reprimir su furia y frustración ¿Cómo su hermano podía opinar de algo que él nunca había vivido? En ese momento la única escapatoria que tenía era evadir a su familia.  No sabía cómo enfrentar a su hijo. Sabía que siempre lo había apoyado, que nunca flaqueaba a la hora de defenderlo con su madre, pero en este momento era diferente. Le había fallado como hombre, como amigo, como padre, como compañero, como todo.

— Deja de ser ridículo, en serio tu hijo está contigo, quiere venir a apoyarte y ¿Le huyes?

— Si llego a dejar que Maurice se meta en esta situación conmigo, no tendrá un hogar, no tendrá nada. Yo ya no puedo darle algo estable ni un hogar.

— Pero ya sabes que él no se va a quedar con Raihmee. Él siempre ha tenido muy claro que va a estar contigo.

— Ya lo sé, ella ya me llamó a decirme que se había ido de la casa.

— Y yo logré que viniera a verte.  No ha sido cualquier cosa la que ha pasado y es muy importante que no te cierres a hablar. 

— Richard, bien sabes que yo no soy el que está cerrado. Es Raihmee con ganas de quien sabe qué cosas.

— Pero es que sigo sin entender qué te hizo salirte de la casa así.

— Mira, ella prácticamente echó todas las cartas sobre la mesa y me dijo que me iba a demandar si no accedía a dejar el apartamento.

— ¿Demandar? Pero de qué está hablando ¿Como con qué cargos te habría de demandar?

— Me dijo que había estado hablando con un abogado y que le dijo que en ese caso podríamos entrar una pelea legal por daños y perjuicios y maltrato psicológico.

— ¡¿Qué?! Pero esta vieja loca ¿si sabe de qué está hablando por lo menos?

— Yo no sé, por eso me quería evitar más problemas. No quiero volver a ver un abogado en mi vida.

— Comprendo, pero no puedes permitir que te manipulen así.

— ¡Lo entiendo! ¡Lo he pensado todo el tiempo, todo lo que puedo! Pero no sé aún qué solución puede haber aparte de ceder.

— Me rehúso a que te pase eso.

William se levantó de la mesa y dejó a Richard con la palabra en la boca. Se encerró en una habitación a seguir trabajando. Richard cada vez tenía menos ideas.

Llegó la noche y el timbre sonó. Apurado se adelantó a abrir la puerta y se encontró con un Maurice empapado. Richard le abrió campo para que pasara y en un instante le estuvo cubriendo con una toalla.

— ¿Pero qué pasó? Hoy no ha llovido en todo el día, para que estés empapado.

— Quizás aquí no llovió, pero en dónde me estaba quedado por la tarde diluvió. Como no pasaba el transporte, me tocó quedarme un buen tiempo corriendo debajo de la lluvia tratando de encontrar dónde quedarme, Al final me he quedado en una cabina telefónica, pero no importó apenas salí a coger el bus en el paradero uno de los carros pasó por un charco y me dejó más mojado que volverlo a decir.

Su tío le secó el cabello con la toalla mientras él se quitaba toda la ropa. 

— ¿Y mi papá?

— Encerrado en el cuarto trabajando.

— No has logrado ningún avance con él.

— Para qué te voy a decir mentiras, nada en absoluto. Lo único que me dijo es que tu mamá lo amenazó con demandarlo y por eso fue que accedió a darle el apartamento.

Las cejas de Maurice se juntaron en el gesto de ira más definitivo.  No le hacía bien asumir que sin importar lo que pasara, ese hombre no tenía ni un poco de paz. Su madre no tenía ni el más mínimo derecho de destruirle la vida a alguien que la estuvo manteniendo durante casi veinte años. No le estaba deseando su madre que se quedara en la calle, pero tenía claro que ella no estaba tan desprotegida como si lo estaba su papá. Por culpa de su problema de la cárcel de hacía diez años, su abuela materna se murió de pena moral y su otra tía se incomunicó con la familia. Sin embargo ella si había despertado simpatía y lastima por parte de tanta gente que cualquiera le daría la mano si ella lo pidiera.

— ¿Será que puedo entrar a la habitación?

— Está cerrada con llave, pero igual se puede entrar a la fuerza.

— Toca, mi papá no se puede quedar sentado sin hacer absolutamente nada.

Se colocó la toalla alrededor de su cintura y se bajó el bóxer. Se puso una de las pocas prendas de su mochila que quedó seca y se colocó una camiseta de su tío.

Se acercó a la puerta del cuarto en donde se estaba quedando su padre y giró perilla. Para su sorpresa estaba abierta. Al ingresar a la habitación, supo por qué no había existido problema para trasgredir el recinto. Su padre se había ido. Richard estaba tan sorprendido como Maurice, mas que todo porque en ningún momento sintió que la puerta se abriera o algo por el estilo.

No había ni una nota, ni un mensaje, nada. No supo por qué pensó lo peor y se dirigió a la ventana del cuarto y miró si había algo abajo. No quería pensar que en verdad su padre se hubiese suicidado, pero siempre había la posibilidad. Sin embargo, esa teoría tocaba descartarla, no había nada en el suelo.

Richard sacó su celular y comenzó a llamarlo desesperado. A la cuarta llamada contestó.

— ¡William ¿Dónde carajos estás?!

— ¿Está Maurice por ahí?

— Aquí está...  

Le pasó el aparato a Maurice y este contestó apurado.

— ¡Papá ¿Qué pasó?!

 — Nada, hijo necesito que te vengas para el apartamento ya.

— ¿Perdón? ¿Para qué?

— Vamos a solucionar esto entre los tres, como los adultos que somos.

— Es…está bien, ya voy para allá.

Maurice colgó y se quedó tan confundido que no supo ni qué decir.  Buscó entre las cosas de su tío y se puso una chaqueta mientras que le explicaba lo que acababa de escuchar. No esperaba que la cuestión fuese a ser una empresa tan fácil, pero lo que él desconocía era que su padre lo último que quería era que lo viese derrotado, así que se llenó de valor para enfrentar la situación, en vez de resignarse a ella. Podía decirle a todo el mundo que todo le daba igual, pero si se trataba de su hijo, por lo menos quería que hubiese una asociación positiva.

Maurice no tenía otra opción que seguir las órdenes de su padre y se puso en camino hacia el apartamento.

***

El lugar que alguna vez fue su hogar, ahora lucia lo suficientemente tétrico para querer devolverse sobre sus pasos. No sólo era que estuviese desordenado y sucio, era la esencia en sí. Además de la condición física de su mamá, tampoco es que lo suavizara. Tenía los ojos inflamados y rojos, unas ojeras que llegaban hasta la boca y pareciera que hubiese bajado unos diez kilos en esos días.  Su padre en comparación a ella no se veía mejor. Estaban en las mismas condiciones podría decirse.

— Me alegra que llegaras tan rápido. — su papá corrió una de las sillas del comedor en donde todos estaban sentados.

Lo primero que pensó que es que su madre se abalanzaría sobre él, pero no fue así, de hecho parecía reacia a mirarlo.  

— Antes que nada, quiero que sepas que entre tu mamá y yo, hace más de cinco años que hemos estado pensando la idea de separarnos, pero aún no nos arriesgábamos por que no queríamos dejarte sin familia.

Maurice no fue capaz de mirarle la cara a su padre que decía con total solemnidad esos datos.

— Ahora que al fin el tiempo ha llegado, al parecer no tomamos las mejores decisiones y por eso, ahora quiero que esto termine bien.

— Quiero decir algo. — interrumpió Maurice. — Yo desde siempre quise que ustedes se separaran porque veía lo infelices que eran. Así que ahora respeto y apoyo la decisión, sin embargo no pienso secundar el hecho de que mi mamá se quiera quedar con el apartamento.

— Y yo tampoco pienso que esto se quede así, por más abogados que me quieras poner Raihmee, no pienso dar este apartamento.

La mujer no decía nada. Estaba con la cabeza agachada y las manos agarradas sobre la mesa.

— Yo sé que la razón por la que está tan empecinada por dejarme sin nada es por la gran ira que tiene por mis errores y no la culpo, sin embargo, creo que hay mejores formas de solucionar esto que dejarme en la calle.

— Si tú crees que te puedo perdonar sólo para que te quedes con el apartamento, estás muy equivocado.

— Ese es el problema Raihmee, que nunca escuchas y te niegas a hacerlo porque crees que la única que ha sufrido por esto eres tú ¿Crees que ir a la cárcel para mí fueron vacaciones? Para nada, fue algo muy traumático y terrible que nunca podré olvidar.

— Y tener que ser esposa de un ex convicto tampoco es fácil.

Los ojos de William perdieron su brillo y cambió el foco de su mirar.  Unos pasos pequeños de silencio llegaron  a cada una de las bocas y no dejaron dar paso a ningún otro sonido. Maurice sintió la presión y la frustración en el momento que ya su papel era el de un simple espectador ¿Qué podía decir él?

—  Está bien, no sé qué habrás pasado por culpa mía, sin embargo, vengo dispuesto a arreglar esto.

Pasó una hoja al medio de la mesa.

— Aclaro que esto no tiene ninguna intención de rehacer nuestra relación, sino tiene como objetivo que al terminar nuestro matrimonio, sea una amistad o un sentido de tolerancia más alto que el que nos tenemos ahora.

Maurice leyó la hoja y esta decía «Terapias de pareja» más todas las especialidades con las que apoyaban las terapias. Raihmee tomó el panfleto y se enfureció.

— ¡¿Qué pretendes con esto William?!

— Ya te lo dije, no estoy buscando rehacer nuestra relación, sólo quiero que a la hora de que nos separemos, no haya ese odio enceguecido que direccione tus acciones.  Yo no me estoy oponiendo a la separación, pero si considero que debemos arreglar nuestras diferencias antes que cualquier cosa.

— Mamá, te lo suplico, acepta esta terapia. Nadie te va a retener, pero dejemos esta guerra sin sentido. 

La expresión del rostro de Raihmee decayó más. Se sintió de nuevo atacada por los dos. Nunca había sentido que lo que ella pensaba tuviera validez. No supo si fue una resignación ante el evidente desgaste que sería enfrentarse a los dos o porque ya estaba cansada de seguir en esa posición que estaba contra viento y marea, pero asintió y dejó la mesa sin ninguna palabra más. Se encerró en su cuarto.

La velada terminó de esa forma. Maurice y William dejaron el apartamento y se dirigieron de nuevo hacia el piso de Richard.

***

Luego de tres meses y medio en el que Maurice había estado acompañando a sus padres a las terapias de pareja, podía notar la diferencia. Su madre no había cambiado del cielo a la tierra, pero en ese momento estaba más dispuesta a departir una cena entre los tres y sin buscar pelea de ninguna índole. Nada de esto quería decir que la familia no se fuera a fragmentar, de hecho habían comenzado los trámites con el abogado para el divorcio. Para lo que había estado ayudando todo eso, era para que la experiencia no fuera tan traumática. 

En ese tiempo tanto Matthew como Joshua, habían estado llamando todos los días preguntando por su condición. Eso lo mantuvo también firme.  Le pareciera curioso que gracias a la terapia comprendió un detalle que la mayoría de las personas no tienen en cuenta cuando viven algo malo y es que sin importan cuanto dolor se esté sufriendo, ni cuan triste se ha sido, también en ese mismo tiempo de penitencia se han vivido experiencias felices.

Sus padres lucharon durante tantos años, pero en ese mismo tiempo había cosas con las cuales reírse y a las cuales agradecer. En esa sesión en la que pusieron a los dos a decir que buenas experiencias vivieron con el otro, para sorpresa de la resentida de su madre, había tenido muchas cosas que decir. Si bien al comienzo de la terapia ella no tenía nada con el pasar del tiempo fue reconociendo que todo no había sido malo.

En esos largos meses, cuando se enteró de la pelea de Joshua y Matthew y el motivo de ella, se polarizó. También se sintió molesto con Joshua y hasta terminó por exigirle explicaciones a sus acciones, pero al final, después de ver realmente la esencia de todo no podía decir que Joshua fuera una mala persona o que Matthew era la víctima o algo por el estilo. La vida era una gran obra de teatro y cada uno era un actor con un papel en ella. No estamos en el mundo por casualidad ni conocemos a la gente sin ningún motivo.

Ahora en ese pequeño acto en el que estaba, su familia se separaba, pero él debía aportar a ello que no era un evento vacío. Aprendió de ello tanto que la gratitud era lo que brotaba de su ser.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).