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Nightmare before halloween por camau

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Notas del fanfic:

Todos los personajes que aquí aparecen son ficticios... cualquier parecido con la realidad... es mera coincidencia.....

Notas del capitulo:

Uh... un one-shot que hice para un concurso pero al final ni siquiera lo publiqué ^^U

sep, es cortito u u

-psicopatea (?)-

Espero que les guste ^^U

 

Yo tenía 17 años cuando conocí a Ana, mi novia, de 16. Era Agosto y solo habían pasado dos semanas de que nos hubiésemos encontrado por casualidad en el centro comercial y nuestras miradas se hubieran cruzado, nuestros labios hubieran formado sonrisas que nos conquistaron... Solo dos semanas y ya sabía que sería la mujer de mi vida... ¡Y pensar que estábamos en la misma prepa y jamás nos habíamos topado!

Cuando teníamos ya unas 5 semanas de ser novios, fui a una cena a su casa, para que me presentase con sus padres y su hermano. Los primeros eran dos personas muy amables, de más de 45 años. Su madre se llamaba Regina y Ana era su viva imagen. Ambas eran castañas, de piel muy pálida y tenían la misma estatura: 1,65; eran esbeltas y hermosas. Tenían unos ojos color caoba que reflejaban una gran alegría. Su padre era robusto, de piel acanelada y cabellos negros con algunas canas. Sus ojos eran color café claro y reflejaban  seriedad, pero también amabilidad. Medía alrededor de 1,78; cinco centímetros menos que su hijo David, de 25 años. Él se parecía a su padre, aunque no era tan robusto como él. Tenía un porte de licenciado, siempre pulcro, de carácter serio y tenía obsesión por la perfección.

Ciertamente no creo haber maravillado a esa familia, pues yo era un muchacho muy común. Medía 1,73 y era de complexión media. Tenía el cabello azabache y mi piel color canela que contrastaba con mis ojos algo más claros que los del padre de Ana. No diré que era yo una belleza, pues jamás me he considerado guapo ni mucho menos, pero... Yo estaba a gusto con mi apariencia, me preocupaba más la escuela, el deporte y esas cosas, pero sobre todo, mi novia.

La cena transcurría con normalidad y sus padres hacían comentarios amables y preguntas para mí, las cuales yo contestaba procurando no meter la pata. La mesa era de dos metros de largo y los padres se sentaban uno a cada extremo de la mesa. Ana se sentó a mi derecha y frente a mí quedó sentado su hermano, con el espacio vacío a su izquierda.

Él no hacía mucho ruido, solo escuchaba, comía, bebía, miraba de reojo a los presentes y un par de veces nuestras miradas se cruzaron, y le dirigí una sonrisa en ambas ocasiones. Supongo que me esforcé demasiado por agradar, pero realmente no había sido necesario tanto trabajo. Lo supe cuando Ana llegó a la prepa al día siguiente y me comentó que sus padres estaban muy felices de que ella tuviese un novio tan educado y lindo.

-Mi amor, una princesa como tú se merece solo lo mejor y me esfuerzo por serlo.- contesté y tomé su mano, entrelazando nuestros dedos.

-Amor, tú eres mi príncipe azul.- sonrió y me incliné para besarla.

Llegó octubre y la escuela pronto tendría sus festividades de Halloween, donde nos disfrazaríamos y disfrutaríamos de un festival realizado en un enorme salón del centro de la ciudad. Yo ya había asistido a ese evento y sabía que era de lo más divertido; pero Ana nunca había asistido y estaba entusiasmada.

-¿Qué usarás para Halloween?-inquirí mientras caminábamos hacia casa, después de clases.

-Aún no lo sé, tengo que comprarme un buen disfraz.- se quedó pensativa. -Además, no creo que a mis padres les agrade mucho la idea de que salga tan tarde a una fiesta.

-Yo te cuidaré...

-Lo sé, pero ellos no lo entenderán, debes comprender por qué.

-¿Y si te acompaña David?- sugerí.

-Le preguntaré si tiene tiempo.- sonrió y seguimos conversando mientras llegábamos a su casa y la dejaba en la puerta, despidiéndome de ella con un abrazo y un beso.

-Te amo, vendré más tarde para que vayamos a pasear a la plaza, ¿sí?

-Sí, te estaré esperando, te amo.- sonrió y yo comencé a alejarme para ir a casa. Ella hizo un gesto de despedida con su mano y aún su hermosa sonrisa plasmada en sus suaves labios.

Esa imagen quedaría grabada para siempre en mi memoria...

Volví al atardecer, después de haber hecho mis tareas y cumplir con mis deberes en casa, con el permiso de mi madre y muchísimas ganas de ver al amor de mi vida. Toqué a la puerta pero nadie salía.

-Qué raro...- marqué a su celular y no contestaba. Marqué al teléfono de su casa y lo oía sonar desde la calle, pero parecía no haber nadie en la casa. Decidí enviarle un mensaje.

Te amo, princesa. ¿Dónde estás? Ya estoy frente a tu casa.

Guardé mi celular en mi bolsillo y pronto lo escuché sonar, era un mensaje.

No me esperes.

Alcé una ceja, confundido. ¿Por qué no había contestado a la llamada y sí había contestado tan rápido el mensaje? Mis demonios comenzaron a hacerme temer lo peor, ¿y si estaba con alguien más? Di vueltas de esquina a esquina de la cuadra, esperando verla, pero no pasó. Incluso pregunté a unos vecinos y estos nada supieron decirme.

Vi más tarde el auto negro del señor Gutiérrez y con él iba solamente su esposa. Estacionó frente a la casa y pude preguntarles por Ana.

-¿No ha regresado? Pero si dijo que iría al centro comercial a buscar un disfraz para Halloween... Salió con David.- contestó el hombre algo contrariado y tomó su celular para llamar a ella y luego a él. Ninguno contestó.

-¡Ay, Dios mío! ¿Les habrá pasado algo?- inquirió la madre algo alterada pero su marido la tranquilizó.

Dieron las 8 de la noche y me quedé con ellos en espera de que llegaran, angustiado, pero comenzó a oscurecer y entonces empezamos a temer lo peor.

El sonido de la llave introduciéndose en la cerradura de la puerta principal nos alertó, nos dio esperanzas y observamos fijamente pero solo vimos entrar a David con una bolsa de papel en la mano, ésta tenía el nombre de una conocida tienda de disfraces de la ciudad.

-David, ¿dónde estabas? ¿Dónde está Ana?- inquirió la madre histérica.

-Estaba en la cafetería con un amigo, Ana dijo que se adelantaría para ir a buscar unos zapatos para su disfraz... Dijo que llamaría a Julio para que se vieran en la plaza, pues se le había hecho tarde.- me miró. -¿Te habló?

-Le estuve marcando pero no contestó, le envié un mensaje y de inmediato me respondió "No me esperes".

-Quizá se encontró con alguna amiga...-supuso David.

-¡Pero ya es muy tarde! David, Julio, vamos a buscarla.- el padre se adelantó al llavero de la entrada y tomó las llaves del auto.

-Papá, iremos él y yo, tú quédate mejor con mamá, no se ve muy bien.-sugirió David, yo asentí y el padre le entregó las llaves.

-E-Está bien, pero... avísennos en cuanto la encuentren.

David y yo salimos de la casa, subimos al auto de sus padres y nos dirigimos hacia el centro. Mientras él conducía, yo seguía llamándola, esperando que me contestara.

-Ya deja eso...- musitó y se llevó un cigarro a los labios, pensativo, pero sin dejar de prestar atención al camino.

-Lo siento, es que...-sujeté el celular contra mi pecho. -Espero que esté bien.-susurré y él me miró de reojo. Nos detuvimos en una enorme avenida a causa del semáforo, tiempo que aprovechó para inclinarse hacia donde yo estaba y sacar de la guantera un encendedor.

Pude ver entonces un rasguño en su muñeca... parecía como si le hubieran rasguñado con uñas largas. Los rasguños atravesaban de un extremo a otro su muñeca y eran 4 líneas que se ubicaban entre el dorso de su mano y a muñeca. Eran líneas profundas, recientes... Notó mi observación y apartó de mi vista su extremidad.

En mi cabeza se formaron sinfín de ideas, pero no quería siquiera desarrollarlas, pues temía equivocarme, temía que él se ofendiera...Pero sobre todo, temía que fueran ciertas.

-Vaya, qué rasguño...Debe dolerte.- musité y él ni se inmutó, echó a andar el auto y seguimos nuestro camino con normalidad, pero de pronto, viró en un cruce, en dirección contraria al centro de la ciudad. -Eh, ¿Q-Qué pasa? ¿A-Adónde vamos?- indagué algo temeroso, pues no pronunciaba palabra.

Siguió conduciendo sin hacerme caso y unos minutos después, nos detuvimos en una oscura carretera, bajo un puente elevado.

-D-David...-temblé ligeramente. -¿P-Por qué estamos aquí?- me atreví a preguntar, sintiendo escalofríos.

-Ella se resistió mucho...-habló de repente, dejándome confundido. -Ah, me pidió que te dijera que te ama... -no me atrevía a mirarlo, solo mantenía la vista fija al frente, en la oscuridad y algunas luces que se veían a lo lejos, quizá autos o casas.

-¿Q-Qué?-mi voz salió sin fuerza.

-Sí, pero no tanto como yo...-se inclinó hacia mí y me besó la mejilla, haciéndome dar un respingo.

-D-David... -me reí nerviosamente. -C-Como broma estuvo muy bien, ¿p-podemos irnos ya?- lo miré de reojo y di un respingo en cuanto él golpeó el volante con fuerza.

-¡No estoy jugando!- exclamó furioso. -¿Sabes? La quería mucho, pero tuve que hacerlo.

Comencé a temblar y cerré los ojos, rogando despertar de esa pesadilla, pero al abrirlos, aún seguía ahí. Él acarició mi mejilla con la diestra y sonrió de modo siniestro.

-Se van a cansar de buscarla... No saben que la tienen justo frente a sus narices.- dijo sonriente mientras seguía acariciándome. -Tuve que cortarle su lindo cuello...

-David... ¿P-Podemos irnos a casa? T-Te juro que no le diré a nadie...-giré levemente el rostro para verlo, quizá si hacía contacto visual con él podría convencerlo.

-No... Ya no podemos regresar.- suspiró y se inclinó hacia mí. No me atreví a moverme ni un ápice y él pronto besó mis labios. Yo cerré los ojos con fuerza, aterrado.

-David, por favor...- solté con un hilo de voz. -Q-Quiero ir a casa...

-Iremos a casa...-me acarició la mejilla y sonrió infantilmente. -Sí, iremos a casa...-musitó más para sí y estaba por echar a andar el auto cuando me atreví a hacer algo al respecto.

-¿P-Puedes besarme?- inquirí tratando de que mi voz no sonara tan afectada.

-Sí... Sí, mi amor, las veces que tú quieras. -sonrió y sus ojos brillaron. Se inclinó de nueva cuenta hacia mí y me tomó el rostro con ambas manos, suavemente. Besó múltiples veces mis labios y susurraba que me amaba más que ella. Yo estaba estático, pero si no hacía nada en ese momento, ya no podría hacer nada después.

Hice acopio de todas mis fuerzas y golpeé su entrepierna con mi puño mientras él seguía besándome. Abrí rápidamente la puerta del auto y me quité el cinturón de seguridad con dificultad, pero me libré. Él se había encogido del dolor y justo antes de que yo saliera, me sujetó de la camisa sin fuerza.

Corrí sin rumbo, no veía absolutamente nada, pero corría con todas mis fuerzas. Si encendía la lámpara de mi celular me encontraría, solo podría correr y buscar sitio dónde esconderme hasta el amanecer. Pensaba en eso cuando tropecé y caí al suelo, haciéndome raspones en las rodillas y los codos.  Me levanté de inmediato y seguí corriendo, pero noté que algo me iluminaba desde atrás. Miré por sobre mi hombro que era el auto, que estaba cada vez más cerca de mí.

La luz me permitía ver un poco, así que corrí lo más rápido que pude y subí al puente elevado por un costado, con suerte pasaría por ahí algún auto o camión... Seguí corriendo, casi sin aliento. Él tardaría en subir el auto al puente, pues tendría que ir a dar la vuelta a unos doscientos metros.

Volví a caer al suelo, sin fuerzas, y me quedé en él. Mis piernas ya no podían sostenerme y yo estaba tan agotado que no podía ni respirar, el pecho me ardía y sentí que ya era definitivo: David me iba a matar. Me quedé ahí, sentado en el pavimento, esperando ver los faros de aquel auto y deseando que mi muerte no fuese tan dolorosa. En cuanto vi los faros, cerré los ojos, esperando que me arrollara con el auto, pero se detuvo. Bajó de él y se acercó a mí, me tiró del brazo derecho y me alzó con tanta facilidad que me sentí un muñeco de trapo.

-Te estás portando mal... muy mal.- me regañó.

 -P-Perdóname... T-Tengo miedo...-comencé a sollozar.

-¡No llores!- me gritó y me calmé. -Vamos a ir a casa... a casa...-sonrió y me soltó, estaba por tomarme la mano, pero notó que yo había caído al suelo. -¡Levántate!

-N-No puedo...-me quité las lágrimas del rostro con el dorso de la mano.

-Ah, mi amor, ¿te lastimaste?- inquirió en tono amoroso. -Yo te cargaré...-me alzó entre sus brazos y me llevó hasta el auto; pero en lugar de llevarme al asiento del copiloto, me llevó al asiento trasero y me fue recostando mientras me besaba. Traté de contenerme, pensando que si me resistía me golpearía; comenzó a besarme el cuello, a desabrocharme la camisa y a besarme la piel que iba quedando descubierta.

-D-David, por favor...-musité a punto de llorar, cerré los ojos con fuerza y comencé a temblar.

Se detuvo en cuanto oímos mi celular sonar. Lo saqué de mi bolsillo y él me lo arrebató. Era un amigo con el que había quedado de ir al antro.

-¿Quién es este?- inquirió molesto y desvió la llamada, apagó mi celular y lo arrojó hacia afuera.

-¡No! -exclamé y empecé a maldecir el no haber recordado mi celular cuando tuve tiempo de llamar a la policía. Me abofeteó y comencé a sollozar. Se colocó entre mis piernas y comenzó a besarme de nuevo, ahora más agresivamente, incluso abrió mi camisa de un jalón, rompiéndola. -¡Por favor! ¡No!- comencé a forcejear con él, intentando quitármelo de encima, pero era inútil.

-¡Tú eres mío! ¡Sólo mío!

Reuní todas mis fuerzas y lo pateé, haciéndolo caer hacia afuera. Me incorporé y salí por la otra puerta. No podía ni correr, mis piernas aún temblaban y no sabía qué hacer. ¡Rayos! ¡Si hubiera recordado el maldito celular!

-Si no eres mío, no vas a ser de nadie.- sentenció y lo oí acercarse hacia donde yo estaba.

-D-David... -me cubrí la cara con ambas manos. -Por favor... entiéndeme...e-es mi primera vez y tú querías...-no pude evitar que un sollozo se me escapara.

-¿De verdad?- la luz de los faros del auto me permitió ver que sostenía algo con la diestra. Mis peores temores se hicieron realidad cuando noté que era un arma. Se acercó a mí, con una expresión de súplica. -Yo quiero ser el primero.- sonrió y me puso ambas manos sobre los hombros.

Asentí y me mordí el labio inferior. Me abrazó con fuerza y besó mis hombros, mi cuello, mis mejillas, mi frente y luego mis labios, absolutamente emocionado.

-P-Pero... t-tiene que ser un lugar especial, ¿n-no crees? E-Es decir... no es que... no me agrade la idea de hacerlo en el auto... es que... s-sería más... romántico en otro lado...-me esforcé por sonar convencido, pero mi voz temblaba demasiado.

-Claro mi amor... Donde tú quieras. -me acarició la mejilla con la siniestra, con la diestra sostenía el arma aún. -Perdóname por ser tan impulsivo, es que te deseo demasiado...-me tomó la diestra y la besó. -¿Me perdonas?-otra vez esa expresión suplicante.

-S-Sí...T-Te perdono...

-¿Por qué?- me miró juguetón.

-P-Porque...-sí, él quería oírme decirle que lo amaba, pero... ¡Dios! -P-Porque... te amo...- musité con esfuerzo.

-¡Ah, mi vida! ¡Vamos a ser tan felices! -me abrazó con fuerza.

-S-Sí...M-Muy... felices... ¿P-Podrías prestarme tu celular? Q-Quisiera... hablar con mi madre para decirle que... estoy bien...- me atreví a preguntarle.

-No...

-A-Anda... será tu... suegra, seguro que ya se preocupó... ¿s-sí?

-Hmmm...- se quedó pensativo, mirándome con un dejo de desconfianza. -Está bien... Salúdala de mi parte. -sonrió, me entregó el aparato, me abrazó por la espalda y apoyó su mentón en mi hombro.

-M-Ma...- me tembló la voz al oírla contestar. -Ma... e-estoy bien... N-No voy a llegar a dormir...E-Estoy c-con mi novio... ¡Mamá, por favor, ayúdame! - él sonrió, complacido de oírme decir aquello y ella exclamó sorprendida. -S-Se llama David...-me preguntó por Ana. -T-Terminamos... N-No la amaba... amo a... s-su hermano...-traté de darle pistas a mi madre, si él me mataba, al menos sabrían quién había sido. -E-Estaré con él...A-Adiós...Para siempre...Te amo, mamá... Te envía saludos.- colgué.

-Lo pensé, iremos a un lindo lugar que queda a unos minutos de aquí, ¿qué dices? Compraré vino, rosas... todo lo que tú quieras para que sea inolvidable.-me susurró al oído y yo asentí, temblando.

-S-Sí... lo que tú quieras... amor...

Ambos nos quedamos estáticos al oír mi celular sonar. Él fue a recogerlo y leyó un mensaje en él.

No le vas a hacer lo mismo que a mí, desgraciado.

-P-Pero estaba apagado...- musité yo y él lo arrojó al piso, furioso. Lo pisó con fuerza, rompiendo la pantalla y lo pateó... Pero volvió a sonar...En la pantalla se leía un nombre:

Ana <3

Estaba entrando una llamada desde su celular. Él se crispó, supongo que pensando que ya la habían encontrado, pero... No tenía sentido tomar el celular de ella y llamar, puesto que el celular era evidencia.

-¡Soy Julio! ¡Deja tu mensaje! -sonó mi mensaje del buzón de voz. -Amor, todo va a estar bien... Tranquilo... Te amo...- oímos ambos la voz de Ana.

-¡Tú estás muerta! -señaló al celular como si fuese ella. -¡Estás muerta!- exclamó fuera de sí, pisoteó el celular hasta que se cansó y se giró hacia mí. -¡Y tú también! ¡Traidor! -a penas iba a levantar su arma cuando una luz a sus espaldas lo iluminó.

-¡Las manos arriba! -oímos y alcé la vista. La luz me cegó un momento, pero juro que pude ver a Ana ahí, a unos metros de mí, vestida de blanco e iluminada por aquellas luces. Me sonrió y se despidió con un gesto de su mano. Las luces se hicieron tan intensas que tuve que cerrar los ojos y, al abrirlos, ella ya no estaba.

Todo se había terminado.

 

Notas finales:

Gracias por leer ^^


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