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DIRTY STORY por Yori

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Notas del capitulo:

http://www.youtube.com/watch?v=uUkRHSQG-HU

Canción inspiradora del fic!!!! Siii, aunque está medio basado en una película, que nunca llegué a terminar de ver y no se como se llama xDDD

Aunque en realidad me apetecía hacer un fic donde Uruha y Kyo esten medio juntos xD

Espero que os gusteee!!

Capítulo I


 


 


 


 


 


 


Nos levantamos en la cama, abrazados como siempre, bueno realmente era Aoi el que se aferraba a mi cintura desnuda. Me volví, provocando que el moreno soltase un gruñidito pero sin llegar a desvelarle el sueño. Tenía una expresión de tranquilidad y paz, lo cual me encantaba. Toqué sus cabellos oscuros para antes de salir de la cama, darle un cariñoso beso en la frente, que inconscientemente hizo que se formase una sonrisa en el rostro, produciéndome a mí una igual.


 


Caminé hasta nuestro cuarto de baño, hacía ya un año que compartía piso con Aoi. Todos nuestros amigos sabían de nuestra relación y a pesar de que en primera instancia aquello había creado un revuelo, lo terminaron aceptando. Podía decir casi exactamente que Aoi y yo, no teníamos a penas gustos en común más que nuestra afición por la guitarra. En los demás campos éramos completamente distintos, él trabajaba como repartidor de pizzas; yo era recepcionista en una clínica dental. A él le encantaba ir de fiesta a lugares repletos de gente como discotecas de moda o festivales de música, por mi parte prefería el ambiente relajado del bar con mis amigos y algo de alcohol por medio. Yo prefería montaña; él playa. Dar un paseo, él salir de marcha…


Todo así, incluso al comienzo de nuestra relación habíamos tenido que pasar unos cuantos baches, porque Aoi era realmente un vividor…le gustaba cualquier mujer o hombre, en otras palabras, amaba el sexo. Lo cual le llevó a serme infiel en varias ocasiones, ¿por qué le había perdonado. Porque le amaba y sabía que él sentiría lo mismo, y como ya sabéis terminé consiguiéndolo.


 


Me introduje en la ducha y el agua caliente limpió todo rastro de Aoi de mi cuerpo, pero era una agradable sensación que me otorgaba la tibieza del agua. Comencé a cantar distraídamente una canción que sonaba en la radio, gritándola y desafinando como yo solo podía hacerlo. Estaba tan ensimismado que no me di cuenta de la llegada de Aoi, hasta que sus manos se abrazaron a mi cintura por la espalda.


 


-        Cantas muy mal- indicó, y supe a ciencia exacta que una sonrisa burlona se formaba en su rostro.- Pero gimes muy bien cuando estamos en la cama.- No pude evitar ponerme rojo como un tomate, era tan descarado a veces. Lo peor de todo es que esto no solo lo decía en la intimidad…sino también con nuestros amigos presentes.


-        ¡Eres tonto, quita, me estoy duchando!- exclamé, alejándolo a débiles manotazos. El me hizo caso y observó mi cuerpo con una sonrisa.- Ni que se te pase por la cabeza- dije viendo sus intenciones.


-        ¿Por qué no?


-        Llegaremos tarde- negué con la cabeza, cogiendo una esponja rosa y dejándosela sobre el pecho, hasta que sus manos la agarraron.


-        La rosa, es tuya- observó, devolviéndomela. Había sido un pack, y me había obligado a quedarme con aquel color, porque su masculinidad le impedía poseer tal color.- Será uno rápido…por fi, Uru-chan.


-        No insitas, no.


-        ¿Ni aunque te lo pida así?- ronroneó en mi oreja, comenzando a repartir besos suaves por mi cuello.


-        No.


-        ¿Ni así…?- repitió, bajando sus labios por mi pecho mientras que sus manos acariciaban mi trasero.


-        N-no…- Pero toda convicción se fue por el sumidero, cuando sus labios rozaron mis partes íntimas.


 


 


 


 


 


 


                                                                                                  ***


 


 


 


 


 


 


 


 


-        ¡¡Ves te dije que llegaríamos tarde!!- grité como un loco, mientras que corriendo arrastraba mi maleta por la terminal.


-        Lo siento- murmuró bajado la cabeza, arrepentido como un niño regañado.


 


Me siguió al trote por todo el aeropuerto, hasta que finalmente di con la puerta de embarcación acertada. Con la respiración agitada, el pelo revuelto y algo de sudor por la frente, llegué al mostrado cuando la mujer se disponía a anunciar el final de la entrada de los pasajeros.


 


-        ¡No, no, nosotros también, por favor!- grité, estirando mi brazo teatralmente. La mujer me vio con algo de susto, pero se detuvo.


-        D-dígame señor, ¿qué desea?


-        Mu---chas…gracias…- dije asfixiado.- Nosotros también tomaremos este vuelo, siento el retraso.


-        Es culpa mía, no puedo resistirme a verle desnudo en la ducha…ya sabe, soy un hombre y…- mi fuerte codazo en el abdomen, hizo callar a Aoi, inmediatamente.


-        No creo que a la señorita le interese tú perversión, Yuu- le dirigí una mirada amenazante.


-        E-entiendo…- murmuró una avergonzada chica.- ¿Sus billetes?


-        Sí, tome- afirmé entregándoselos con nuestros respectivos pasaportes.


-        Muchas gracias por tomar nuestra compañía, Iberviajes. Pueden pasar.


-        Gracias- contesté tomando la maleta y empujando al interior a un adolorido Aoi.


 


Tomamos la rampa de embarcación y pronto atisbamos a las azafatas, las cuales nos dieron la bienvenida educadamente y tomaron nuestros billetes para indicarnos nuestros asientos. Recorrimos filas de embutidos asientos de segunda clase, con bebés llorones, abuelas histéricas por pánico al vuelo y hombres calvos que se duermen encima de tu hombro… Hasta llegar a la zona de primera clase.


 


-        ¡¡Guau!! ¡Esto es sorprendente!- exclamé.


-        Estos son sus asientos- indicó la azafata con una sonrisa.


-        ¿¡Shima, has visto estos asientos!? ¡Parecen sillones de masajes!- se exaltó Aoi, lanzándose contra este y poniendo cara de placer.


-        Soy Yuna, vuestra azafata. Cualquier cosa que necesiten, no duden en pedírmela.


-        Gracias- dije educadamente, con una sonrisa.


 


 


No hacía falta decir que ni Aoi ni yo estábamos acostumbrados a tantos lujos, a penas si, habíamos tomado un avión una vez para ir a ver a los padres de Aoi a su pueblo natal; mucho menos en primera clase. De hecho, el viaje lo hicimos en asientos completamente separados, yo soportando a un hombre gordo y calvo dormido en mi regazo y Aoi, histérico por los maltratos psicológicos de un travieso niño.


 


Este viaje le habíamos ganado en una buena mano de Aoi en una partida de póker. El destino era las Vegas, en uno de los mejores casinos de esta ciudad del juego. Su nombre era el Bellagio, había salido en varias películas y era el lugar más costoso, algo donde nunca podría aspirar a pasar ni una noche alguien como ellos, en cambio ¡ahora estarían durante tres días!


El viaje fue magnífico, a pesar de las largas horas de trayecto, la comodidad de los asientos les permitió dormir, vieron una buena película (a diferencia de las que ponían para la segunda clase) y tomaron cócteles y copas muy bien elaboradas.


 


-        Por favor, estamos a punto de aterrizar en Las Vegas, pónganse sus cinturones de seguridad.


 


Por fin, después de sendas horas de viaje el avión aterrizaba en la terminal de la ciudad del juego, había llegado a las mejores vacaciones de su vida. O tal vez, sin saberlo, habían llegado a la ciudad en la que el dinero valía demasiado como para no contaminarse por él, las vacaciones que pueden ser perfectas a primera vista, se pueden convertir en un traicionero farol del destino.  


 


Bajaron del avión con una sonrisa reluciendo en los labios de ambos chicos, mientras que veían a la pobre gente de la clase turista con expresiones de agotamiento, tanto físico como psicológico.


 


-        Pensar que antes nosotros éramos esos…- sonrió Aoi, mirándoles con superioridad.


-        Que no se te suba tanto a la cabeza, solo serán tres días, luego volverás a la realidad- señaló Uruha.


 


Se encontraban esperando por sus maletas en frente de aquel aparato que iba paseándolas.


-        Pienso tener una mano ganadora, ¡haré que seamos ricos, Shima!- exclamó, ensoñando Aoi.


-        Lo que tú digas, Yuu, pero no pienso dejarte que tires todo nuestro dinero…- contestó, agarrando su recién salida maleta.


-        Eres tan negativo…no dejaré que estés cerca mientras juego a la ruleta, me gafarías- murmuró el moreno, siguiéndolo con su correspondiente bolsa.


 


Cuando salieron a la zona de los taxis, se sorprendieron de sobremanera al ver que allí había un gran cartel blanco con sus nombres escritos en letras grandes y negras. Lo sujetaba un alto hombre de color, con barba perfectamente arreglada. Se encaminaron hacia él, mirándose entre ellos sorprendidos. Les saludó en inglés, Aoi no entendió absolutamente nada, pero a diferencia de este, Uruha sí. Quien contestó con un fluido inglés y una sonrisa.


 


-        Es nuestro chófer, nos da la bienvenida y nos llevará al hotel- se volvió para explicarle a su pareja.


-        Ah…ok- masculló. Le fastidiaba algo que el castaño supiese hablar inglés, eso quería decir que él podría conversar con quien le diera la gana, ¡incluso ligar sin que se diera cuenta! Y él no podría pedir ni una cerveza…


 


Uruha se pasó todo el trayecto en el coche conversando con el hombre, le contó que eran pareja y que había ganado aquel maravilloso viaje debido a una buena partida de póker. El hombre se mostró alegre, confirmando que se les notaba que no eran estirados ricachones, igualmente les habló de las cosas típicas de las vegas y que si eran pareja se pensasen seriamente el casarse allí. Dijo que sería algo bonito e innovador y aquello le hizo algo de ilusión a Uruha, pero sabía que Aoi nunca haría algo como eso y él no le presionaría.


 


Los ojos de Uruha y Aoi se abrieron como platos cuando vieron la enorme y lujosa edificación del Bellagio, sus maravillosas fuentes, sus trazados imitando a la clásica Italia. Aquello simplemente era fantástico e incluso hizo que a Aoi se le quitase todo el mal humor por la charla continua de Uruha.


 


Un botones les recogió sus maletas y después de estar menos de diez minutos en recepción pudieron subir a su habitación. La cual era magnífica, pero no llegaba a ser una suite. Aún así ambos chicos estaban tan emocionados que se pusieron a saltar y gritar por el amplio espacio. Los saltos terminaron en abrazos, los abrazos en besos y caricias; y estas en el estreno de la cama de su habitación. 


 


 


 


 


 


 


 


 


                                                                                             ***


 


 


 


Llegó la noche y después de una cena maravillosa, en la que tomaron champán y comieron langosta, decidieron pasarse por el casino.


Aquello era enorme y fácilmente te podías perder en los innumerables pasillos llenos de máquinas y opciones de juegos donde apostar tu dinero.


Los ojos de Aoi hacían chiribitas entre tanto juego, tanta opción donde ganar dinero, que se olvidó completamente de Uruha y se encaminó a una de las mesas de póker.


Al castaño, le sentó mal lo que hizo su pareja. Se supone que allí habían venido para estar juntos y divertirse los dos…pero no para que él solo apostase el dinero de ambos.


 


Cuando se cansó de verle jugar a las cartas, mirándole ahí parado como si Uruha solo se tratase de un florero atractivo, se fue hacia la barra. Se sentó en uno de los taburetes e inmediatamente el barman se le acercó para tomar su pedido.


 


-        Algo bien cargado- suspiró Uruha.


 


El joven le sirvió un cóctel, y el castaño hizo una mueca al probarlo, realmente estaba fuerte…pero dejaba un gusto en la boca dulce y sabroso.


Llevaba dos de lo mismo cuando reparó en una mirada clavada en él, giró la cabeza con disimulo. Se encontró con un sujeto algo mayor que él, pero tan solo por un par de años. Iba elegantemente vestido con un traje y una camisa negra que mostraba su buena figura, su cabello era rubio y por encima de los hombros. Pero lo que más le llamó la atención a Uruha, era ese extraño atractivo que poseía el chico.


El rubio le sonrió, era una sonrisa torcida y llena de orgullo, ese que tal vez solo posee el que sabe que tiene tanto dinero y poder que podría hacer lo que quisiera contigo, con tu casa y con toda tu familia. Pero a pesar de ese egocentrismo, a Uruha se le quedó la boca abierta, mientras que le veía alejarse hacia las mesas de póker donde estaba Aoi.


 


 


 


 


 


 


                                                                                            ***


 


 


 


 


 


 


 


 


Uruha después de estar un rato ensimismado ante aquello, decidió volver con Aoi a las mesas. Al fin y al cabo, le quería demasiado como para estar cabreado con él por tal tontería. Con el arte y clase que solo el poseía se dirigió a la mesa donde estaba el moreno, se colocó a su lado descansando su mano sobre su hombro. Aoi se volvió y Uruha se inclinó para recibir un beso apasionado, pero rápido por parte del moreno.


 


-        Este es Takashima, es mi pareja- presentó Aoi.- Estos son Reita, Gack y Kyo.


-        Un placer- sonrió el tal Kyo, quien no se trataba de otro que el rubio de la barra.


-        Este es mío- sonrió, coquetamente Uruha. No porque quisiera ligar con este, sino para demostrarle que él era superior a todo el dinero que pudiera poseer el rubio.


 


Retomaron la partida, mientras que conversaban distraídamente, poniendo más y más fichas sobre la mesa. Uruha observaba y participaba en la conversación animadamente.


 


-        El otro día me di cuenta que mis acciones subieron tanto que gané cinco millones, sin apenas reparar en ello- dijo Reita.


-        El dinero, sube como la espuma, yo ya no sé ni que comprar con tanto- rió Gackt.


-        Todo, puedes comprar todo lo que desees- aportó Kyo, con una sonrisa y tono enigmático. A mí realmente me estaba desesperando oírles hablar con tanta superioridad de lo ricos y poderosos que eran, pero la frase del rubio fue la gota que colmó el vaso.


-        No, no todo se compra con dinero- respondí con un tono realmente gélido y una mirada furibunda sobre Kyo.


-        Uruha…- murmuró Aoi, intentando calmarme.


-        Discrepo Shima, absolutamente todo se puede comprar con billetes. Si yo quiero un barco, pago por él, si quiero un voto; pago por él. La gente hace lo que sea por dinero.


-        No- negué rotundamente.- Hay algo que no.


-        ¿No? Ilumíname, entonces. ¿Qué no se puede comprar con dinero?- preguntó con ese tono burlesco y superior.


-        El amor- respondí decidido. Hubo unas carcajadas por parte de los presentes en la mesa.


-        Tienes razón, por ejemplo: el amor que hay entre Uruha y yo, no se podría comprar.


-        Entiendo- asintió, pensativo Kyo. Echó un vistazo a sus cartas y las dejó descubiertas sobre la mesa. Dejando ver la mano ganadora, habiendo una mueca de disgusto por parte de Aoi y algo de indiferencia por el resto.- Me gustaría invitarles mañana a cenar, si quieren- nos ofreció a Aoi y a mí.


-        Será un placer- respondió Aoi, algo disgustado por haber perdido tal cantidad de dinero.


-        No pasa nada, Yuu, puede quedarse la apuesta- sonrió el rubio, marchándose de allí a paso tranquilo.


 


Aoi sonrió contento, recogiendo todas las fichas entre sus manos, pero yo las tomé antes y salí corriendo detrás de Kyo.


 


-        ¡Kyo!- llamé. Este se volvió con una sonrisa torcida.


-        ¿Si, Shima?


-        No queremos su dinero, Aoi puede ganar el solo- inquirí, dándole con fuerza sus fichas.


-        Como quieras- respondió, nuevamente con esa sonrisa que hería mi orgullo.


-        Mañana nos vemos- me despedí, girándome sobre mis talones y marchándome con la cabeza alta.


 





Notas finales:

Espero que os haya gustado y dejéis vuestros comentarios sobre el fic....

Saludoooos!!! *o*


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