Capitulo 1
Al norte de Japón existe un pequeño pueblo llamada Nemuro, el lugar no cuenta con alguna característica especial y dada su ubicación tampoco es paso obligado para los turistas. Digamos que viven aislados del mundo. Gracias a eso los menos de doscientos habitantes viven en paz, prácticamente todo mundo se conoce y se ayudan en lo que pueden. Son felices con lo que tienen, saben apreciar y aprovechar los recursos naturales con los que cuentan.
En aquel pueblo viven un par de jóvenes, Eiri y Shuichi. El primero, un rubio de 17 años muy apuesto, consciente de su talento y con deseos de triunfar, serio y responsable; el segundo, un chico de 15 años, risueño y feliz con lo que le ha dado la vida, y es que estar al lado de la persona que mas amas y que esta te corresponda no es cualquier cosa. Él ya no desea nada más pues su mundo es perfecto. El quiere a Eiri y Eiri lo quiere a él, ¿qué más puede pedir? Seria egoísta de su parte desear algo más. Ha estado enamorado del rubio desde que tiene uso de razón, siempre han estado juntos y el rubio lo ha ayudado en muchas ocasiones. Motivo por el cual un día se armo de valor y se le declaro al ojimiel quien sorprendentemente acepto. Así fue como se hicieron novios, y sus respectivas familias lo consintieron.
El padre de Eiri, Seguchi Tohma, al principio se había mostrado un poco renuente a que su hijo se involucrara sentimentalmente con el menor pero con el paso del tiempo Shuichi se lo fue ganando y ahora todos parecían una gran familia. Asimismo los padres del menor se mostraron felices al enterarse de la noticia y lo mismo pasó con el resto del pueblo. Sin darse cuenta habían pasado dos maravillosos años.
El pelirosa, a veces podía despertarse a mitad de la noche para pensar únicamente en el rubio, sus pensamientos día y noche siempre eran para él, absolutamente todo lo que hacía era para estar con él. El simple hecho de recordar su mirada, esos maravillosos ojos mieles posándose en él lo hacía ruborizarse. Su vida era simplemente perfecta, todo encajaba.
¿Entonces que podía opacar su felicidad? Nada, nada excepto…
- Shuichi, quiero que me escuches
- ¿Qué pasa Eiri? –pregunto el pelirosa un tanto confundido por el tono en el que el mayor le hablaba, si bien estaba acostumbrado a la seriedad de su novio lo cierto era que esta ocasión sus ojos le develaban que había algo más-
- Tú sabes que yo nunca me he sentido a gusto aquí
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- La vida en este lugar –exclamó Eiri con el fin de darse a entender- la rutina, el espacio, todo… es un asco
- Eiri, no hables así, aquí todos son muy buenos, nos quieren, nos han visto crecer, esperan cada domingo tus historias –dijo el pelirosa emocionado- ¿sabes lo que me dijo Takamiya-san? –Cuestiono emocionado el chico-
- ¿Qué dijo ahora ese sujeto? –respondió con un tono de fastidio que mortifico al otro, lo que le quito un poco de emoción a la noticia que se había estado guardando en todo el día-
- Dijo que te dejaría tener tu propia columna
-
- ¿Escuchaste? –Grito el otro como si por cualquier cosa el rubio no le hubiese entendido- tu propia columna donde podrás publicar diariamente, ¿no estás feliz?, es decir, apenas tienes 17 y ya tendrás tu propia columna
- En el periódico local –lo interrumpió el otro- ¿Feliz dices? –Contesto un poco alterado- ¿con tan poco quieres que me conforme?
- Eiri –respondió sorprendido por la actitud de su pareja-
- Pues no, no estoy feliz, me asfixio en este maldito lugar, yo no pertenezco aquí, mi lugar está más allá, ¿Qué no te das cuenta? Soy talentoso, mis historias erizan la piel de la gente, sé llegar hasta sus corazones con unas cuantas líneas
- Y ellos lo saben
- ¿Y de que me sirve que en este pequeño lugar lo sepan si los demás no se enteran? –Grito-
- ¿Los demás?
- El mundo Shuichi, el mundo. Tengo demasiado que dar como para estar aquí toda la vida
- No te entiendo
- Me acaban de aceptar en la universidad de Tokio –respondió sin rodeos el rubio-
- ¿Qué?
- Voy a ir a estudiar literatura dramática
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-
- ¿Lo dices en serio?
- Nunca había hablado más enserio en mi vida –sentencio-
-
-
- ¿Cuánto… tiempo te irás?
- ¿Es que no lo entiendes? –Afirmo exasperado- No regresare, una vez allá podre hacer uso de todo mi talento y por fin seré alguien en la vida
- Tú ya eres alguien –grito el chico con varias lágrimas saliendo de sus ojos-
- Lo siento Shuichi, pero yo no soy como tú, yo no nací para servir a los demás, no nací para vivir en un lugar que lo único que hace es limitarme. Yo puedo llegar muy lejos pero encerrado aquí nunca lo lograre
- Y ¿porque me lo dices hasta ahora?
- Tu ya lo sabias
- Sabia que no estabas conforme con que no te dejaran escribir lo que tú querías pero nunca pensé que detestaras tanto el vivir aquí
- Pues ahora lo sabes
- Pero por qué no me dijiste que te ibas
- Shuichi, tu amas demasiado a tu familia, a tu pueblo, amas tu vida aquí, aun eres muy inmaduro y no vez las cosas como yo pero estoy seguro que un día lo harás
- ¿Un día? –Pregunto confundido el ojivioleta-
- Si, un día… Lo siento pero mi decisión está tomada, yo me voy pasado mañana y el resto de mi familia en un par de semanas
- ¿Todos?
- Si, mi padre también quiere regresar a su vida en la ciudad
- Ya veo. –Respondió el chico aun en shock- Te amo Eiri, te amo
- También te amo Shuichi
- Entonces no te vayas, quédate a mi lado
- No, no quiero, entiende que mis sueños están en otro lado, nuestros caminos tienen que separarse. Adiós Shu. Intenta ser feliz, no te hagas más daño. Te amo –fueron las últimas palabras que escucho del amor de su vida antes de que este dejara para siempre el lugar que los vio crecer y donde fueron tan felices.
Continuara…