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Es el mío, contra el tuyo. por sasodei_konan

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Notas del fanfic:

Bien, el fic es simplemente lo MISMO en ambos capítulos, solo que uno en la vista de Kamijo, y el otro en la de Teru.

Está dedicado a Neko por su cumpleaños, happy verdei, Neko!

 

Notas del capitulo:

Aquí, narrado por KAMISHO(?).

Lo que esté en cursiva son recuerdos.

Enjoy it.

Yuki suspiró, llevando una mano a su cabeza, y me invitó a proseguir.

-Teru otra vez lo había hecho, ¿es que no se cansaba de torturarme? Realmente estaba hasta el borde con sus típicas acusaciones de que no soy muy tierno, bla bla bla, yo me preguntaba, ¿cómo podía decirme eso, si he hecho cosas románticas que muchos desearían? –Giré la mirada enojado, e imité su vos-. Que Kamijo hace esto, Kamijo por qué no haces esto otro, que Kamijo no me quiere, que Kamijo es malo, ¡agh! Simplemente… Ngh, me estresa –Comencé a masajear mi cabeza, como si eso realmente fuera de alguna ayuda.

Masashi rió un tanto a mi lado, y me dio una suave palmada en el hombro.

-No sé qué tanto te complicas, si no son nada –Murmuró Yuki, en su intento de darme una indirecta bastante directa.               

-Oh, es cierto, Kamijo, ¿por qué aún no le dices que sean algo más formal? –Lo apoyó Masashi.

-Ngh… No lo sé… Me da como… No sé –fijé mi vista a otro lado.

Con una exclamación que nos asustó a Masashi y a mí, Yuki se levantó.

-Ah, Kamijo, estamos llegando a navidad, ¿no crees que ese sería un buen regalo? Al pequeño Teru se le nota que espera ansioso que le pidas que sean pareja.

-¿Regalo de navidad? –repetí.

-Sí, ¿no piensas que intenta llamar tu atención con todos sus regaños para que sean algo?

Miré fijamente a Yuki luego de que me dijera eso.

-Claro Kamijo, a demás puedes comprarle algo que le guste, y haces de las tuyas –se levantó Masashi viendo su celular.

-¿Te vas? –pregunté a Masashi.

-Mhm, sí, Yuki, debemos irnos, Kaya y Hizaki nos esperan afuera de la biblioteca de la vuelta.

-Oh, ¡lo había olvidado!

Ellos seguían hablando de su cita con las princesas y yo, punto a parte, los miraba alzando una ceja.

-Eh, ¡Hola! ¿Van a dejar a Kamijo solo y desamparado? –Me recargué en el respaldo de la silla en la que me encontraba sentado.

Ellos se miraron por unos segundos, asintieron y se fueron.

Observé cómo se iban con un tic en la ceja, y suspiré, mirando fijamente el micrófono con el que hace unas horas habíamos ensayado. Llevé una mano a mi cabeza, y comencé con el dilema.

¿Qué le regalaría a Teru…?

Recordaba que hace unos días habíamos visto una guitarra que quería, que, claro, es horriblemente costosa, pero de ser para él, se la compraría… El problema era que hoy había llegado con ella. Bien, Guitarra: Descartada.

Debería tener más cosas en mente, es decir, con Teru nos conocíamos bien, bastante bien, diría yo, tanto con ropa como sin esta. Sí, éramos una especie de “amigos con ventaja”, como decían algunos, con la diferencia que yo sabía que le gustaba, y él sabía que a mí me gustaba. Los chicos siempre nos molestaban por eso, pero ambos, por lo que yo creía, no lo tomábamos en cuenta. Pero ahora, que Yuki y Masashi me han dado a conocer sus puntos de vista, ¿sería eso lo que Teru deseaba? Claro que, si lo ponemos a analizar bien, es decir; el porqué de tantos regaños, tenía un tanto de lógica.

-Oh, soy un asco –reí para mí mismo, tanto que parecía loco riéndome sólo en la sala de ensayos.

Dejé que un suspiro abandonara mis labios, y miré el calendario. En dos días más sería noche buena, y tenía tiempo para pensar en qué podría regalarle a Teru.

Me levanté, salí de la sala de ensayos y del edificio, y fui caminando hasta mi departamento, pensando en qué podría regalarle a Teru para la navidad. Claro tenía que, a este chico, en ocasiones especiales le gustaban mucho que hiciera cosas de película, románticas, estilo Romeo&Julieta, y si no era repetidas, mejor.

Entré en el edificio de mi departamento y me dirigí al ascensor, marcando el tercer piso mientras me apoyaba contra el gran espejo que había, mirándome en este, recordando una de nuestras tantas charlas con Teru.

 

-¡Kamijo, Kamijo! ¡Mira la luna! –exclamó.

-¿Mhm? –Giré a ver la luna, estaba llena, y su luz daba suficiente alumbramiento por la ventana-. Oh, la luna, ¿qué tiene?

-Oh, ¡por favor! ¿No ves lo hermosa que está? –emitió un suspiro.

Miré fijamente a Teru por unos momentos, dejé el papel donde escribía una canción y me acerqué a él.

-¿Tanto te gusta la luna?

-Sí, es muy bonita, y hace que las noches sean más claras –murmuró, con sus ojos brillantes.

 

Me rasqué un tanto la cabeza y salí del ascensor al ver que ya había llegado a mi piso. Saqué las llaves de mi bolsillo mientras me dirigía a la puerta de mi departamento, y la abrí. Dentro, dejé mi gabardina sobre el sofá y las llaves sobre la mesa, sacándome los zapatos al entrar.

-Bien, tengo a la luna… Sigue recordando, Kamijo… -murmuré, e intenté recordar algún otro diálogo sobre sus gustos.


-¡Ow, qué tierno! –se mordió el labio.

-¿Lo encuentras tierno? –alcé una ceja.

-Por supuesto, que Masashi le haya preparado una sorpresa a la luz de las velas a Hizaki es muy romántico –suspiró.

-Dios, pareces mujer.

-¡Uy, a veces me gustaría que Masashi fuera quien me gustara y no tú, tonto!

 

-Cierto, las cosas tan románticas como esas le encantan –musité mientras me quitaba la ropa rumbo al baño para tomar una ducha.

Abrí la llave del agua caliente y luego de la fría, entrando a la ducha, y cerrando la cortina de esta.

Suspiré, sintiendo el agua caer sobre mi rostro y cuerpo en general, y comencé a ducharme.


-Dios, ¿realmente te gustó? –intenté evitar reírme, pero fue casi imposible, reí de todas formas.

Él se sonrojó y miró a otro lado, frunciendo el seño.

-Por supuesto… Que me lleves a cenar me parece muy romántico… -se cruzó de brazos.

Reí, lo abracé y lo besé.

 

Luego de la ducha, me puse mi pijama –una playera y un bóxer– y una bata, sacando un cuaderno y un lápiz, comenzando a planificar lo que le haría a mi pequeño Teru… Sonreí satisfecho mientras hacía el esquema y notas de cómo sería todo, ahora me debería llamar el amo del romanticismo, o lo que sea, cada detalle debería ser perfecto. Lo sería.

-Soy un jodido Romeo –reí y continué con la planificación.

 

 

Al día siguiente, luego del ensayo estaba acomodando bien el micrófono y apagando los aparatos, arreglé bien las letras de las canciones, para luego en casa ver que arreglos haría. Claro que, antes de ello, tomé mi bolso y me acerqué  a Teru. Él me observó al ya estar a unos pasos de él.

-¿Necesitas algo, Kamijo? –ladeó un tanto el rostro, cuán tierno se veía cuando hacía eso…- Eh… ¿Kamijo?

Me despabilé un tanto al volver a escuchar su vos.

-Sí… -Le sonreí, y un sonrojo se hizo presente en sus mejillas, evité una risa-. ¿Pasemos navidad juntos?

De lo sonrojado que estaba, ahora aumentó, bajó la mirada, moviéndola de un lado a otro, y una bella sonrisa se dibujó en sus labios, parecía muy apenado y feliz, espero que fuera así realmente.

-Vaya… ¿Lo dices en serio, no me estás jugando una broma? –frunció un tanto el seño, agarrando más fuerte su guitarra.

-No, claro que no… Quiero que pasemos la víspera de noche buena juntos… -acaricié suavemente su mejilla.

Otra vez volvió su mirada al piso, y detrás de mí, escuché unas risas. Me giré un tanto y fruncí el seño.

-Disculpen… ¿Nos dejan solos? –les ordené.

Yuki y Hizaki rieron mientras Masashi me miraba de una forma como si me intentara decir “¡Ve a por ello, hermano!”, y se llevó a los otros dos.

Suspiré, y volví a mirar a Teru, que me observaba con una inocente expresión.

-Bueno… ¿Y bien? –tomé una de sus manos.

Él miró el piso sonrojado, sonriente.

-Estaba esperando que me lo pidieras… -me abrazó del cuello, riendo levemente-. Ya te tengo tu regalo… Hii-chan me ayudó –volvió a reír de forma traviesa.

-Oh, mira tú –reí levemente-. Bien, lo esperaré con ansias… Yo ya tengo tu regalo también…

Él me miró ansioso. Por mi parte, le di un corto beso en sus labios, me separé de él y me fui. Sentí sus pasos detrás de mí mientras me iba hasta que se detuvieron, y dejaron escapar un suspiro con una leve risa. Sonreí por eso, y seguí mi camino, solo que ahora, hasta el centro comercial.

 

 

Día siguiente, abrí los ojos con una flojera increíble, anoche había hecho todos los preparativos para que esta noche con Teru fuera perfecta. Daba igual, eso no me quitaba la flojera que tenía. Gruñí para mí mismo, y me levanté, abrí las cortinas, sintiendo el sol sobre mí, por lo que las cerré rápidamente de nuevo.

-Ngh, ya, Kamijo… Despierta… Tienes mucho por hacer hoy… -me dije a mi mismo, y fui a tomar una ducha para luego vestirme.

En ello, pensé en qué haría hoy primero por Teru, todo lo había planeado, paso a paso, y cumpliría con cada uno de los pasos…

 

1.- Ir a despertarlo.

Sí, me había levantado temprano dado que iría a despertar al pequeño, por ende, me duché y vestí rápidamente con unos jeans azules oscuros, una polera blanca con detalles, una chaqueta negra y los típicos lentes para pasar desapercibido. Tomé una taza de café, ordené mi habitación un poco, y, aun que me quemara o derritiera, abrí las cortinas. Busqué mis llaves, billetera y celular, y salí rumbo al departamento de Teru.

Mientras caminaba, pasé por una pastelería, y sonreí un tanto.

Él disfrutaba de la tarta de sobremanera, no podía evitar que me pareciera cómico.

-Vaya que te gusta...

-Me encanta, más aún si es de fresa –suspiró como enamorado, y bebió de su mocaccino-. Mi madrina me dio la mala costumbre de disfrutar tanto de esto.

-Con tal de que te haga feliz...

 

Claro, al entrar busqué de esa tarta y la compré, luego compré un poco de mocaccino para preparar, y finalmente un par de rosas blancas para dar un toque elegante y romántico.

Al llegar a su edificio, fui a su departamento en el primer piso y saqué las llaves de éste de mi bolsillo.

-Teru, dejaré tu chaqueta junto a las sillas –avisé.

-Oh, ¡gracias, Kamijo! –me sonrió, y siguió tocando guitarra.

Sonreí saqué las llaves de su departamento.

-Chicos, debo hacer algo, vuelvo enseguida –avisé y salí de la sala de ensayo a hacer una copia de sus llaves.

Reí un tanto al recordar eso, luego había dejado las llaves originales en su bolsillo mientras lo besaba, Teru solía quedar algo débil y desconcertado cuando lo besaba, me encantaba.
En fin, entré despacio, intentando hacer el menor ruido. Miré su ropa tirada por todos lados, al igual que algunas hojas con partituras, este chico si que era desordenado. Me acerqué a su habitación, comprobando que aún dormía, ya teniendo asegurado esto, puse a hervir agua en la hervidora y preparé en una bandeja un plato con tarta, un tenedor, el mocaccino a un lado, azúcar para su gusto, y las dos rosas recostadas en la bandeja.

Ya todo listo, fui a su habitación, dejé la bandeja a un lado, me acerqué y besé su frente acariciando su rostro.

-Despierta, mon amour... –susurré a su oído.

Él murmuró cosas que no entendí, y me dio la espalda. Giré los ojos y me subí sobre él, acercándome a morder su cuello. Por fin, dio un quejido y abrió lentamente sus ojos, con pereza.

-Uhn... ¿Ka... mijo...? –Susurró, me observó, y se sobresaltó, dejando ver un tierno tono carmesí en sus mejillas-. ¡¿Eh?! ¡¿Qué haces aquí...?! ¡Y sobre mí!

-Impresionante, se te quitó rápidamente el sueño -reí, quitándome de encima, para luego tomar agarrar la bandeja-. Buenos días...

Teru me miró asombrado, avergonzado y extrañado. Se sentó en su cama, entonces dejé la bandeja sobre sus piernas. Él miró ahora emocionado el contenido de la bandeja.

-¡Woah! ¡Qué rico! –exclamó-. ¿Tú hiciste esto por mí? -tomó las rosas con suavidad.

-Sí, yo lo hice.

-Oh, cielos... Kamijo, ¡qué lindo de tu parte! –besó mi mejilla, dejó las rosas sobre su velador, y comenzó a alimentarse, tal y como lo imaginaba, disfrutándolo de sobre manera.

Sonreí de ternura al verle, me sentí bastante bien por haber creado esa sonrisa que yacía dibujada en sus labios. Acaricié su mejilla mientras lo miraba. Sí, realmente adoraba verlo sonreír, aunque a veces se enojara por cosas que a mi parecer eran muy estúpidas, lo amaba de todas formas, por lo tanto, haría de esta su mejor navidad.

-¡Kamijo! –me gritó de repente.

-¡Agh! ¡Teru! ¡¿Por qué gritas?! –exclamé mirándole.

-Pues yo te hablo y ni me pones atención, ¡tonto! –hizo un leve puchero.

-¿Ah, sí? –Alcé una ceja, no había notado que me dirigía la palabra-. Lo siento, me perdí en tu belleza –susurré viéndolo-. ¿Qué decías?

Él me miró sonrojado, y luego bajó la mirada.

-Preguntaba que cómo entraste...

-Saqué una copia de tus llaves.

-¡¿Eh?! ¡Cómo! –frunció el seño.

-Un mago no revela sus secretos –limpié la comisura de su labio inferior.

Con un suspiro, terminó de comer y me extendió la bandeja.

-Bien, mago, como estás tan servicial, limpia esto –sonrió coqueto.

-Aprovechado –tomé la bandeja y fui a lavar la loza.

Escuché como se levantaba y hacía de las suyas, pero ignoré lo que hiciera y seguí lavando hasta terminar, fui a ver que hacía, pero su habitación estaba con la puerta cerrada con llave.

-¿Teru? –toqué a la puerta.

-¡Acabo de salir de la ducha! –exclamó-. ¡Ya salgo!

Giré la mirada riendo y me recargué contra la pared esperándolo. Luego de unos minutos abrió la puerta. Traía consigo unos jeans azules, polera blanca y un polerón azul grande, se veía tierno, pero con su cabello mojado se veía tiernamente sexy, me sentí algo pedófilo.

-Te ves... tierno... y sexy –tomé la toalla que tenía entre sus manos y comencé a secarle el cabello.

-No digas esas cosas, tonto –rió un poco, bajando su mirada.

Luego de secar su cabello, corrió rápidamente hasta el baño. Alcé una ceja sin imaginar el por qué de esa repentina acción.

-¿Qué diablos fue eso? –reí siguiéndole hasta el baño.

-Quería arreglar mi cabello –dijo mientras peinaba su lizo cabello.

-Ay, por favor –reí, peinando su cabello con mis dedos-. Te ves perfecto de todas formas.

Volvió a sonrojarse, fue a su habitación, tomo las rosas y las dejó en un florero, sonriendo. Luego volvió al baño, se lavó los dientes y se me acercó.

-Estoy listo –me abrazó del cuello y me besó.

Sentí sus labios y correspondí el beso, abrazándole por la cintura. Sentí un escalofrío de su parte, por lo que acaricié suavemente su espalda. Desprevenido me tomó cuando me mordió el labio inferior, sonreí por ello, e hice nuestro beso más apasionado, apegándolo completamente a mí. Él se separó un tanto de mí, mirando el suelo, sonrojado. Sonreí, y me separé completamente de él. Lo miré a los ojos, acaricié su roja mejilla y tomé su mano, saliendo de su departamento, para seguir con lo planificado.

 

2.- A por el gato.

Algo que todos sabíamos bien de Teru, era que algo que amaba eran los animales, sobre todo; gatos. Siempre me había preguntado por qué no tenía uno, pero ya no sería hasta hoy.

Comenzamos a caminar, tenía pensando ir en una tienda de mascotas, y así él  escogería el que quisiera.

Pero no, todo cambió.

Mientras caminábamos, escuchamos unos maullidos, y, tal y como me lo imaginé, Teru miró de un lado a otro rápidamente, intentando encontrar de dónde provenían esos maullidos. Suspiré, y le señalé la dirección en la cual debería estar el llamado gato. En menos de un segundo, Teru ya corría en búsqueda del gato en la dirección que le había señalado. Lo seguí, viendo que había encontrado al minino. Era blanco con manchas rubias, cafés y negras, muy pequeño, y estaba atorado en una reja, intentando salir a toda costa. Me acerqué para verlo mejor, tenía una cortada en su oreja. Me dio mucha ternura.

-¡Kamijo, hay que sacarlo! –exclamó Teru, mirándome con tristeza, casi se parecía al gato.

Observé como intentaba sacar al gato, pero no había caso. Examiné bien como estaba, me acerqué, separé la reja con mi fuerza de Hulk y el gato saltó a mis brazos.

-Oh, vaya… De nada –reí levemente, pasándole el gato a Teru.

-¡Kamijo eres un super héroe de gatitos!

Teru hacía show de una forma tierna y graciosa, me besó la mejilla y siguió acariciando el gato. Una imagen realmente bella.

-No quiero dejarlo aquí… -suspiró, triste.

-Pero… llévatelo…

-No soy tan responsable como para cuidar de él… -bajó la mirada.

Sonreí, acariciando su cabeza suavemente.

-Yo te ayudaré a cuidarlo.

-¡¿En serio?! –me miró sorprendido-. ¿Harías eso por mí?

-Claro que sí… -le di un beso en la frente.

Me levanté, él seguía mirándome, dejó al gato en el suelo y se me tiró encima, abrazando mi cuello mientras me besaba. Sin reclamos, lo abracé igualmente y correspondí el beso suavemente, creo que había hecho algo bueno.

-¡Muchas gracias, Kamijo! –Se separó de mí, sonriente, bajando a tomar el gato entre sus brazos otra vez-. ¿Cómo lo llamaremos?

-Ni que fuera un bebé… -susurré riendo.

-¿Perdón?

-Eh… Que… No sé.

-Vaya respuesta –rió.

-Mhm, llámalo como desees.

Teru quedó mirando al gato por unos segundos, y luego volteó a verme.

-¡Pantalón! –exclamó.

Simplemente lo miré, y me partí de risa.

-¡No puedes llamarlo así! –reí.

-Ok, ok… ¿Y Gaél? ¡Oh, no! Se llamará… ¡Calcetín!

-¡¿Calcetín?! –ya no lo resistí, y no paré de reírme.

Bueno, Teru estaba feliz con ese nombre, y si a él, eso le hacía feliz, estaría bien… Total, ese gato llevaría el apellido Yüji con honor.

-¡Calcetín Gaél Yüji Yamashita! –volvió a exclamar, mientras el gato le ronroneaba feliz-. ¡Vamos a comprarle una camita! ¡Y comida! ¡Y juguetes!

-Ok, ok, vamos… -le acaricié el cabello, y partimos rumbo a una tienda de mascotas.

Bien, no había resultado como lo tenía planeado, pero Teru era feliz con ese pobre gatito, y habíamos terminado yendo a la tienda de todas formas.

Ya dentro de la tienda, Teru escogió una cama para el gato, una caja de arena, comida, y muchos juguetes para el gato, ¿quién debió cargar todo luego? El buen Kamijo… Pero bueno, hoy sería un buen “chico”.

Fuimos hasta su departamento, ordenamos el desastre que había, mientras Calcetín jugaba de un lado a otro. Ya teniendo más ordenado, Teru le hizo un espacio al gato en la habitación para huéspedes que tenía, sólo podía imaginar que, ahí, el gato dejaría un desastre peor del que podría dejar un huracán.

-Ya está listo, ahora me iré, ven a mi departamento a las diez de la noche, ¿ok? –le sonreí, acariciándole el mentón.

-Está bien, hasta entonces –suspiró, mirándome sonrojado.

Le di un beso en la frente, y salí de su departamento, para ir a preparar todo.

 

3.- La cena.

Suspiré un tanto mientras caminaba. Bien, hoy realmente había hecho de las mías, hacía mucho, bastante tiempo que no era tan… “bueno”, por así decirlo, Teru se veía más complacido que nunca, y eso me hacía sentir bastante satisfecho, ahora le daría la sorpresa de su vida, y ningún regalo se le podría comparar, por más bello y, o costoso que fuera. Sí, me sentía todo un ganador, ya no tendría moral para quejarse por que yo sea tan poco romántico o cosas por el estilo. Oh, sí, esto me gustaría de verdad.

Llegué a mi departamento, y comencé a preparar la cena que haría.

-Ok… -tragué saliva-. Comencemos…

Fui directamente a mi notebook a buscar algunas recetas que valieran la pena, pues yo, era un asco total cocinando…


-¡Calma, tengo todo bajo control! –exclamé, viendo dentro del microondas.

-¡Kamijo, los huevos no se hacen en microondas! –exclamó Hizaki detrás de mí.

-¿Ah, no? –alcé una ceja.

-Por Dios, Kamijo, ¡hasta yo sé eso! –rió Yuki.

-Oh, Dios… Kamijo… ¿Cómo tostaste los panes? –murmuró Hizaki.

Escuchamos gritar a Teru desde más lejos. Hizaki fue a ver.

-¡Kamijo, no puedes tostar panes en una chimenea a leña, por Dios! ¡Para algo está la tostadora! –gritó Hizaki desde allá.

 

Oh, si… Yo cocinando, era un asco, pero ahora… Intentaría no dar vergüenza.

Seguí todos los pasos correspondientes de cómo hacer unos fideos y pollo decente, con detalles y todas esas cosas que podían hacer los tipos de la Tv. ¿Decían que siendo gay uno podría cocinar bien? ¡Blasfemias! A mí, que me gustaban ambos bandos, cocinaba horrible.

Luego de aproximadamente tres horas, había logrado mi cometido, había hecho una cena decente. Me sentí orgulloso de mí mismo, pero al mirar el desastre que había dejado en la cocina, el orgullo me quedó sólo hasta ahí.

Salí de la cocina con cuidado, y comencé a ordenar la mesa del living, hasta que escuché el timbre. Joder, ¿ya eran las diez? Pero había salido de la casa de Teru como a las seis y media… ¿Tanto había tardado en cocinar? Wow, el tiempo vuela cuando te concentras en hacer algo que siempre sale mal.

Encendí las velas, apagué las luces y abrí las cortinas para que entrara la luz de la luna. Me dirigí a abrir la puerta, y lo vi ahí, todo tierno con un bolso colgado en su hombro. Me sonrió, y pasó sin decir nada.

-W-wow… -murmuró, viendo todo-. Qué be-bello…

Simplemente sonreí, y cerré la puerta.

-¿No tienes árbol de navidad? –miró todos lados.

-No… -¡Shit! ¡Eso me había faltado!

-Ouh… Bueno, ¡me lo imaginaba! –Sonrió, y sacó de su bolso un pequeño árbol de navidad, para luego sacar unas cuantas esferas de decoración-. ¡Traje uno en miniatura!

Reí levemente, e hice un espacio en la mesa de centro que tenía frente a los sofás. Teru dejó ahí el árbol, le puso las decoraciones, y una estrella hecha de papel que pegó con cinta adhesiva en la copa del árbol.

-¡Quedó lindo! –exclamó, levantándose al ya tener listo el árbol.

-Si… -reí y le revolví el cabello-. Ve a sentarte en la mesa… Tengo todo listo.

-¿Eh? –me miró extrañado-. Pero si tú no sabes cocinar.

-Un mago no revela sus secretos –le guiñé el ojo, y me dirigí a la cocina.

Serví en unos platos la comida y los llevé hasta la mesa. Volví a la cocina otra vez, busqué el mejor vino que tenía, y volví otra vez al living.

Teru me miraba sorprendido, todo lo miraba asombrado. Le serví un poco de vino en su copa y luego en la mía, y me senté frente a él, sonriéndole.

-¿Y bien?

-¿E-eh? ¿Y bien qué? –me miró.

-Qué te parece todo…

-Kamijo… No tengo palabras… -un sonrojo en sus mejillas. Lo había logrado.

No seguí haciendo preguntas, y disfrutamos de la cena. Charlamos de diferentes temas, más relacionados con el gato. Bien, no era por mal educado, pero más atención le prestaba a la emocionada forma en que hablaba. Se veía feliz, lo estaba, eso me llenaba de felicidad, me hacía sentir vivo, o mejor dicho; me hacía sentir como quinceañera enamorada, sí, eso era. Reí para mis adentros, y volví a ponerle atención mientras tomaba un poco de vino, pero ahora, me distraje con su rostro. Él estaba sin lentes de contacto, por lo que sus ojos cafés se veían en la perfección, la sonrisa dibujada de sus labios no se iba en ningún momento, sus mejillas tenían un leve sonrojo, y, con la luz que le brindaban las velas, se veía mucho más bello. Para mí, verlo así, era un regalo perfecto.

Terminamos de comer, hablamos un poco más y me levanté para ir a dejar los platos en mi desastrosa cocina.

-Déjame ayudarte –dijo levantándose.

-¡No! –Exclamé de inmediato-. Digo… No, por favor, ponte cómo, yo lo haré –le sonreí.

-Uhnn… ¿Seguro? –Hizo un leve puchero.

-Sí… Mira, está por tocar la media noche, mejor ve junto al árbol –reí y entré rápidamente a la cocina.

Al estar dentro, sentí que estaba casi en algún lugar del extraño mundo de Jack. Daba miedo todo el caos que tenía, pero bueno… Mañana se arreglaría, no había tiempo ahora. Dejé las cosas en el lavaplatos, salí de la cocina de inmediato.

Observé a Teru, pero desvié la mirada dado que fui en dirección a mi cuarto. Busqué el regalo de Teru, volví al living, y lo miré arrodillado, emocionado con un regalo en sus manos también. Me acerqué hasta él, y miré el reloj. Menos de dos minutos para las doce. Teru veía el reloj con emoción. Y así seguimos hasta que comenzó con la cuenta regresiva.

-¡Diez, nueve, ocho, siete…!

-Hey, calma, no es año nuevo –reí y le revolví el cabello.

-¡Igual!... Uy, perdí la cuenta –hizo puchero, volvió a ver el reloj, y ya marcaba la media noche-. ¡Bien! ¡Feliz navidad, Kamijo!

Iba a decirle igualmente feliz navidad, pero me tomó del brazo, me arrastró hasta la pared, y me besó. Como buen chico que soy, correspondí, claramente, sonriendo.

Al separarse, lo miré extrañado, sin quitar la sonrisa de mis labios.

-¿Por qué me arrastraste hasta aquí? –reí.

Él señaló sobre nosotros. Había un muérdago colgado.

-Hey… Pero si yo  no…

Teru reía coqueto.

-Tú lo pusiste… -reí y le revolví el cabello.

Sin más, le extendí el regalo. Él lo recibió sonriendo, para luego abrirlo como un niño espera una bicicleta.

-Ka…mijo… -susurró, tomando en sus manos el collar de oro que le había comprado…

 

-Mhmm… ¿Aquí hacen grabados a las joyas? –pregunté mientras veía los colgantes.

-Por supuesto, ¿quiere comprar algo o solo gravar una joya suya? –me respondió una mujer.

-No, quiero comprar ese collar que tiene una nota musical, y ese anillo con los detalles –le señalé ambas joyas.

-Bien, ¿desea gravar el anillo?

-Sí, que diga “Mon prince”, por favor.

La señora me quedó viendo raro, y simplemente fue a gravar el anillo.

 

Reí al recordar eso, y volví a ver a Teru. Estaba casi en shock, miraba el collar y el anillo.

-Dios… Kamijo… ¿E-esto… es… oro? –me miró.

-Sí… Fíjate bien en el anillo…

Miró nuevamente el anillo, y sus mejillas se sonrojaron. Estuvo a punto de abrazarme, pero lo detuve.

-Hay algo más dentro, fíjate…

Volvió a mirar dentro del regalo, y sacó la carta.

 

-Ok… -suspiré-. Será breve…

Tomé un lápiz de tinta negro, y escribí en una hoja de papel; “Espero que con esto… Seas al fin mi pareja. Te amo, Teru.”.

-Ngh… Más no sé qué escribir, así que sólo será eso…

 

Ahora sí, miró la carta, y se me abalanzó encima.

-¡Por fin, Kamijo! ¡No sabes cuánto espera que me lo dijeras! ¡Creí que no me querías tanto! –exclamaba animado-. ¡Te amo, Yuuji Kamijo!

Se levantó, dejó las joyas en la mesa de centro junto a la carta y me pasó un regalo.

-Ten…

Tomé el regalo, me senté bien en el piso. Lo abrí, y Dios, la impresión de mi vida… Era el reloj que yo tanto quería. Una emoción me recorrió de pies a cabeza, era… Era tan sexy, tan… reloj para Kamijo.

-Teru… Esto… Wow… ¿Cómo sabías…? –lo miré.

-Hace un tiempo que mirabas fijamente ese reloj cuando pasábamos por la tienda, así que… ¡Ahí lo tienes! –sonrió tierno, y luego se me acercó-. Hay otro regalo… Pero antes, levántate…

Me levanté, me tomó la mano y el otro regalo, y me guió hasta a mi habitación. Ok, mi mente pervertida comenzaba a hacer de las suyas.

Abrí el regalo, y ví… ¿Un juego de esposas? Volví mi mirada hasta Teru que estaba a mi lado, me empujó hacia la cama, y se encimó sobre mí.

Mi mente no reaccionó.

Sólo vi que se fui quitando lentamente su polerón, luego la polera, y jugaba con sus pantalones.

Estaba en el cielo.

-Merry Christmas, Ka-mi-jo –susurró a mi oído, y me besó.

Dejé salir mi instinto depredador, le tomé de la cintura y lo besé apasionadamente. Sentí como me subía la polera, dejé que me la quitara y di media vuelta para quedar sobre él.

-Oh, no, Kamijo… -dio media vuelta, quedando sobre mí, donde se sentó en mis caderas-. Yo estaré arriba.

Volvió a besarme, y yo de inmediato comencé a acariciar su torso, sus pezones, que era lo que más le gustaba que yo hiciera. Un gemido escapó de sus labios mientras nos besábamos, y sentí que mordía mi labio inferior. Sus caderas comenzaron a moverse despacio sobre las mías, estaba impresionado… ¿Desde cuándo Teru era tan… atrevido sin alcohol?

Un gemido se escapó de mis labios el sentir como lamía y mordía mi cuello, cielos, si que se sentía bien, con razón Teru gemía tanto cuando lo hacía. Pero lo dejó, y quitó mis manos de su pecho. Agarró las esposas, llevó mis manos a mi espalda y las esposó.

Ok, ahora fruncí el seño y lo miré.

-¿Pero qué mier…?

Comenzó a besarme mientras rasguñaba mi pecho, eso me encantó, e intenté mover al acto mis manos, pero no podía, me tenía. Sus manos bajaban rasguñando mi pecho, hasta llegar al borde de mi pantalón, donde jugó con el cierre de éste.

-Hay algo que a Kamijo-sama le encanta que haga… -susurró sobre mis labios, me llevó a la orilla de la cama y me sentó en esta-. Y lo haré para Kamijo.

Mi mente imaginó rápidamente la escena que ya tenía frente a mí; Teru arrodillado, bajando el cierre de mi pantalón con sus dientes. Mordí mi labio levemente, y observé cómo me quitaba los pantalones lentamente. Susurró un par de cosas que no  escuché, bajó mi bóxer y lamió lentamente mi entrepierna. Entrecerré mis ojos al sentirle, viendo que ahora su mirada, tierna, inocente y sucia chocaba con la mía. Volvió a lamer lentamente, y dio una suave mordida en la punta. Suspiré un poco, sintiendo como ahora lamía lentamente mi miembro, de arriba hacia abajo, sabía ocupar muy bien su lengua. De repente, lo metió completamente en su boca. Cielos, la forma en que su lengua se movían, sus labios apretaban, y sus dientes mordían un poco.

-Mhn… Teru, qué bien lo haces… -murmuré, inclinando mi cabeza hacia atrás, con mis ojos cerrados.

Escuché una traviesa risa de su parte,  chupó la punta y se alejó un poco.

-¿En serio lo cree, Kamijo? –dijo con un sexy tono de vos-. Creí que no lo hacía bien… Y que debería dejar de hacerlo… -sentí algo nuevamente.

Dirigí mi mirada hasta él, me miraba haciendo puchero, acariciando la punta de mi entrepierna con su dedo índice.

-Oh, no, no, estás bien, continúa…

-Mhmm… No, no quiero.

-¿Y por qué? –entrecerré los ojos.

-Por-que-no –me guiñó el ojo.

Teru quería jugar sucio, ¿quería que le rogara a caso? Por Dios, eso de es pasivos, no iba a rogarle por nada, iba a obligarlo.

-Sólo hazlo, Teru.

-¿Por qué? –lamió un poco sus dedos.

-Porque me excitas, así que hazlo.

Rió de forma coqueta, y volvió a meter mi entrepierna en su boca, haciendo un movimiento de vaivén más rápido. Un grave gemido escapó de mis labios, e intenté soltarme de esas malditas esposas, pero era en vano. Las odiaba, yo la quería ver en Teru, no en mí. Escuché una risa de Teru, y mordió mi miembro. Otro gemido. Luego se detuvo, se levantó y comenzó a quitarse sus pantalones y bóxer de una forma tan sexy, que ya sentía que me vendría una hemorragia nasal. Se sentó sobre mis piernas, y apegó nuestros cuerpos. Fui directo a sus labios a besarlos, sintiendo sus uñas rasguñar mi espalda, me excitaba cada vez más. El muy maldito, apegó apropósito nuestros miembros y comenzó a mover sus caderas, me abrazó del cuello, gimiendo a mi oído. Intenté deshacerme otra vez de esas malditas esposas,

-Teru, quítame las esposas… -susurré, y mordí el lóbulo de su oído.

Gimió, y negó con la cabeza.

-Hazlo, Teru –ordené, ahora mordiendo su cuello, dejando algunas marcas en este.

Volvió a gemir, e igualmente, volvió a negar.

Iba a decir algo más, pero se levantó un poco, susurró algo que no entendí y llevó sus manos hasta abajo. Gimió fuerte, ¿es que acaso se estaba preparando él solo? Tragué saliva, y me hice un poco para atrás, comprobando mi pensamiento.

Como si nada, gemía abiertamente sobre mí mientras metía los dedos de una de sus manos en él, se mordía el labio, me rasguñaba el pecho, y movía levemente sus caderas. Volví a intentar quitarme las esposas.

Posó su mirada sobre la mía, ahora rasguñándome el torso con ambas manos.

-Te necesito dentro ya –gimió sobre mis labios, mientras meneaba sus caderas sobre las mías.

-Teru, por el amor de Dios, Satanás, quien quieras, quítame estas putas esposas –seguí intentando quitármelas.

Volvió a negar, y siguió tentándome con ese movimiento de caderas, conjunto a esos bellos gemidos a mi oído. Hasta que en cierto punto se detuvo, me miró extasiado, se apoyó de mis hombros, y volvió a susurrar algo.

-¿Qué tanto susurras…? –Murmuré.

No me respondió, y comenzó a penetrarse él solo.

Bien, en mi mente ya nada puede reproducir bien. En todo nuestro tiempo juntos, jamás había visto hacer esto él sólo. Su expresión, de dolor y placer, sus labios y ojos entre abiertos, el hilo de saliva que corría por su mentón, sus mejillas sonrojadas, era perfecto. Otra vez, intenté deshacerme de esas esposas.

Desprevenido me tomó cuando, comenzó a mover sus caderas en vaivén, de arriba hacia abajo, rasguñando mis hombros. Gemí bajo, y moví igualmente mis caderas, ahora, deseando más que nunca quitarme esas malditas esposas. Movió sus caderas más rápido.

-¡Teru! ¡Ya quítame estas malditas esposas! –Exclamé, frunciendo el seño.

-Mhn… ¿Eso… desea? –Gimió.

-Sí, ya, ¡hazlo, ahora!

Él sonrió, tomó la llave de las esposas que estaban a un lado, y al fin, me liberó.

Vendetta. Venganza.

Tomé sus caderas, di media vuelta, quedando sobre él, y comencé a embestirle más fuerte y rápido. Teru gemía como contratado, rasguñando mi espalda. Besé sus labios con desesperación y lujuria, mordiendo la juguetona lengua que deseaba encontrarse con la mía. Ambos, jugamos con nuestras lenguas, habíamos caído completamente en el placer, movíamos nuestras caderas desesperados, haciendo ese morboso sonido por el choque.

-¡Mgh, más, Kamijo, no te detengas! –Gimió Teru.

Idea.

-¿Ah, que me detenga? –Susurré a su oído, alejando mis caderas de él.

-¡Ah! ¡No, Kamijo, sigue! –Abrazó sus piernas a mis caderas.

-¿Y por qué debería? No sabes cuánto me torturaste… -mordí su cuello.

-¡Perdóname, perdóname! ¡Pero sigue, por favor, continua! ¡Lo necesito, ahora! –Gimió alto, rogando.

-Así se hace… -Sonreí, y lo penetré de una sola vez-. Entonces… ¿Quién manda?

-¡Tú, tú, Kamijo! ¡Sólo tú!

Y luego de esa perfecta frase, él comenzó a mover sus caderas primero, lo que me hizo dibujar una sonrisa en mis labios.

Otra vez, tomé sus caderas y comencé a embestirlo rápidamente. Sus gemidos me encantaban, haciendo que yo igualmente gimiera por lo bajo. Observé su extasiado rostro que miraba el techo, y quise que fuera más sexy, por lo que con una de mis manos masturbé rápidamente su despierto miembro.

¡Frutos! Eso dio mi acción al escuchar gemidos más desesperados, y rasguños más fuertes. Seguíamos como animales, pero yo sabía que, tanto él como yo, lo disfrutábamos de sobremanera, pues habíamos llegado al punto que el ambiente era la lujuria en vivo. Oh, sí, cuando cantara libido recordaría esto una y otra vez.

-¡Mhn, Kamijo… quita… tu… mano!

Me imaginaba qué pasaría ahora, por lo que masturbé más rápidamente, hasta escuchar un orgásmico gemido de sus labios, sintiendo como se corría en mi mano, a pesar de eso, siguió moviendo sus caderas al ritmo con las mías, lindo gesto… supongo. Se contraía una y otra vez, lo que me brindaba mayor placer. Siempre luego que él se corriera primero, hacía algo así, pero ahora, justo antes de que lo hiciera yo, se alejó de mí, y bajó a lamer y masturbarme.

Sexy.

Esa imagen no la resistí, y me corrí, dando un grave gemido.

Bajé la mirada, viendo sus labios, mentón y un poco de mejilla sucios. Lamió sus labios, y se limpió con su dedo índice, el cual luego lamió de manera muy sensual.

-Feliz navidad, Kamijo –me guiñó el ojo.

Lo quedé mirando, se acercó a mi armario, sacó un par de toallas, y se dirigió al baño.

-¿No me acompañas?

-¿Ah? Eh, ¡claro! –me levanté, y fui tras él.

Me rindo, él había ganado, su regalo había sido mejor que el mío, a mi parecer.

Entramos al baño, específicamente a la ducha, y él me dio un suave beso en los labios.

-Gracias por el bello día que regalaste, Kamijo, fue el mejor regalo que jamás me han dado –me abrazó, sonrojado.

-No me quejo con tu regalo, honey… Estuvo totalmente exci…

-¡Si, si, si entiendo! –exclamó sonrojando, y abrió la llave del agua.

Reí, sabía que luego de esto, Teru, no querría ni tocar el tema de la navidad.

Notas finales:

Espero que les haya gustado...

Cualquier duda, queja, bla bla bla, ya saben xD

Se aceptan dulces...

Au revoir.


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