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Móntame por AddictiveHeroine

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Notas del capitulo:

Hola, soy Erii y me gustan los jueguitos de cocinar ;A;

 

¡Espero que hayan tenido tod@s una feliz navidad! ~

Que les hayan dado muchos regalitos, en lo personal no recibí muchos :'( santa ya no cree en mí, jajaja.

Éste, es un regalito que le hago a una persona que quiero mucho y que desafortunadamente no tengo tan cerquita como para regalarle algo material, pero que espero que le guste porque lo escribí con todo mi amor y toda mi calentura para ella.

Para mi seme, Aki, alias pasionyaoi. Querida, sabes que te ami bebé y que aunque seamos unas maricas de playa, por dios, siempre estaré para tí. 

Espero que te guste :)!

Es mía, por dios. *uke sobre protector*

Había bastante tensión dentro de aquel auto.

¿De quién había sido la maravillosa idea? Ah, claro. Del bastardo de Aoi. Lo miró con rabia, por décima vez en aquella noche.

Era él, y solamente él, el único culpable de que su hombría se esfumara por completo. Bueno, en parte también era parte de Ruki.

¿Por qué se había dejado convencer?

Ah, claro. Ése “si no lo haces te juro que te dejo en abstinencia hasta la siguiente navidad”, había sido suficiente para sucumbir a la voluntad de su pequeño novio.

Entrecerró los ojos recordando cómo había iniciado esa pequeña tortura llamada “Pasar la navidad con Uruha, Aoi y Kai”.

¿Qué les había dado a todos que ahora querían estar juntos ese día? Siempre la pasaban separados y se veía al día siguiente para intercambiar obsequios y celebrar juntos. Siempre se follaba a su hermoso rubio la noche del 24 y ahora tendría que aplazar ese evento hasta el 26.

Bufó molesto y se dedicó a mirar por la ventana el resto del viaje en auto que les faltaba. Aoi conducía, Kai se encontraba y copiloto, Takanori y el iban en el asiento trasero. El primero con una sonrisita tonta mientras mantenía una plática con los otros dos.

Ah, había olvidado mencionar la parte más importante…

Todos estaban utilizando unos ridículos disfraces navideños.

¿Por qué? Porque el cabrón de Aoi había llegado mortificado al departamento que compartía con su precioso vocalista en compañía del batero, alegando que Uruha se encontraba enfermo, con gripa y algo de fiebre y que en medio de su divague le había pedido como regalo, verlos a todos con lindos disfraces alusivos a las épocas decembrinas.

Se había negado en primera instancia, obviamente. Pero el segundo guitarrista le puso una cara de perrito a medio morir que le hizo doblegar un poco el orgullo.

Se negó por segunda vez cuando le mostraron los trajes que habían elegido. Pero al segundo guitarrista le acompañó el batero con carita del gato con botas, doblegando una vez más su orgullo.

Se negó por tercera vez cuando le anunciaron que traje usaría él. Rodolfo, el reno de la nariz roja. Puteó, insultó y dijo cagarse en el espíritu navideño antes de usar eso, pero Ruki le dijo una sola palabra que le hizo aceptar sin chistar, “Abstinencia”.

Y él podría ser alguien que no leía mucho, pero sabía sin duda alguna el significado de esa palabra, y era mortal. Necesitaba sexo, lo necesitaba como al agua. Por tanto, no le quedó más que aceptar.

Pronto, una voz le sacó de sus pensamientos.

-¿Verdad que sí Akira? – le preguntó dulcemente el rubio que se encontraba a su lado.

Parpadeó un par de veces antes de contestar. –No – dijo finalmente sin saber muy bien a que había respondido.

Ruki hizo un puchero y se cruzó de brazos, haciendo sonar algunos cascabeles.

-Uhh… - exclamó Kai, a manera de bulla.

El rostro del bajista se descompuso. ¿Exactamente que acababa de negar?

-Perdón, ¿Cuál fue la pregunta? – dijo por lo bajo mirando a Kai con el rostro descompuesto.

-Qué si le tenías un regalo especial de navidad preparado – contestó Aoi mirándole por el retrovisor.

Giró su cabeza para mirar a Ruki, quien hacía aun puchero, debajo de esa espesa barba que usaba. Él era Santa Claus.

-Claro que te tengo un regalo – comenzó a decir Reita – Pero creo que no te lo mereces después de hacerme vestir así – finalizó girándose nuevamente para perder su mirada en el congelado paisaje.

-Ruki Claus, no creo que Rodolfo se merezca un regalo de navidad – dijo Aoi entre risas sin dejar de mirar al frente.

-A decir verdad, Rodolfo se ha portado muy mal durante el año – le acompañó Kai en las risas mientras el ceño de Ruki se fruncía cada vez más y más.

-Cállense duendes – alzó Reita la voz a sus dos amigos, quienes efectivamente, estaban vestidos como duendes ayudantes de Santa.

El auto se detuvo antes de que alguien dijera algo más, al fin habían llegado al departamento de Uruha y Aoi.

Todos salieron del auto con algunas bolsas en las manos, habían pasado a hacer las compras que faltaban para la cena antes de ponerse esos llamativos disfraces.

Subieron algunas escaleras, y entonces llegaron al 208. El departamento que compartían ambos guitarristas cuando había comenzado a ser pareja. Rápidamente el segundo guitarrista sacó sus llaves y abrió la puerta.

-Cielito – gritó poniendo las bolsas sobre la mesa.

Al instante llegó corriendo el castaño a la puerta de entrada, usando un suéter grueso verde con renos bordados y unos pantalones negros. Se detuvo en seco al verlos.

-¡YUU! – gritó mientras se abalanzaba sobre el pelinegro.

Aoi lo abrazó por la cintura mientras intentaba no caerse de culo por el repentino peso.

-No puedo creer que lo hayas hecho Yuu – decía Uruha mientras repartía varios besos por todo rostro de su pareja.

El castaño se separó un poco de su efusivo abrazo para mirar a todos.

Santa, Rodolfo y dos duendes…Un momento.

Santa, RODOLFO y dos duendes.

Se acercó un poco al reno que se había quedado cerca de la puerta, y de pronto estalló en risas.

-Jajajajajajaja – se reía Uruha sujetándose el estómago – ¡Por dios Yuu, por dios! – conseguía apenas decir en medio de sus carcajadas.

Reita frunció el ceño y le hizo una linda seña con el dedo de en medio.

Se calmó un poco, limpiándose las minúsculas lágrimas que habían salido de su rostro. –Yuu, mi amor – le llamó todavía riendo un poco – Te haré el mejor sexo oral de toda la historia de los sexos orales por este regalo – aseguró sin pudor besándole la mejilla.

La cara de Aoi se iluminó. – Reita, ¿Te vestirías de conejito en primavera? – preguntó imaginando lo que Shima le daría.

-Jódete – dijo el de la bandita en la nariz con cara de pocos amigos.

--Bueno, bueno – comenzó a decir Kai – Hay que cenar – se acercó a la estufa para ver la comida.

-Hay que calentar todo – dijo Uruha sin dejar de abrazar a Aoi.

-Entonces siéntense en la sala y los llamaré cuando todo esté preparado – ordenó el batero con una sonrisa – Ruki,  ¿me ayudas a poner la mesa? –

-Claro – respondió el rubio debajo de esa espesa barba blanca.

Y así, los tres chicos de las cuerdas se fueron a sentar a la sala.

-¿Por qué esa cara tan larga Rei-chan? – preguntó Aoi con una sonrisa imborrable.

-¿Y por qué esa nariz tan roja? – se burló Uruha.

-Ustedes dos van a follar como conejos gracias a mí y yo estaré en abstinencia hasta el 26 – contestó con voz desesperada el bajista.

-Oh, vamos Rei-chan – comenzó a decir el primero en guitarra – ¿De verdad que creíste que sería tan insensible para dejar a mi mejor amigo sin su dotación de sexo hoy? – preguntó haciéndose el ofendido.

Los ojos de Reita se iluminaron. -¿Hablas enserio? – preguntó ilusionado.

-Claro – aseguró el castaño – La habitación que está junto al baño está especialmente preparada para ustedes dos-

La sonrisa del bajista se ensanchó y abrazó a Uruha, estrujándolo.

-Feliz navidad – dijo el segundo guitarrista soltando una leve risita.

-¡A cenar! – gritó Kai desde el comedor.

 

Se levantaron de la sala y se encaminaron al comedor, donde ya estaba todo servido y preparado.

Tomaron asiento en sus respectivos lugares. Kai puso el pavo justo en el medio de la mesa y Ruki traía algunas copas.

-Buen provecho – sonrió Kai sentándose.

-Antes que nada – comenzó a decir Aoi – Quisiera agradecerles el haber dejado sus tradiciones y venir a celebrar con nosotros, es un gesto muy significativo para mí y para Uru – le tomó la mano a su pareja y les regaló una sonrisa al resto de sus amigos.

-Y yo les agradezco que hayan ayudado a Yuu con lo que le pedí – sonrió el Takashima.

-Un momento – detuvo Ruki todo el sentimentalismo que estaba tomando la cena - ¿No se suponía que estabas enfermo Uruha? – preguntó el rubio.

El castaño rió nerviosamente. –Mi madre vino por la mañana y me dio un té que me curo – confesó mientras llevaba un bocado de pavo a su boca.

-Yuu, bastardo – acusó Reita apuntándole con el dedo – Acepté esto solamente porque dijiste que Uruha estaba moribundo –

-Estaba, no les mentí – se defendió el pelinegro.

-Bueno, bueno – interrumpió Kai para salvar la cena – Hay que terminar porque necesitamos hacer el intercambio de regalos –

Todos continuaron comiendo tranquilamente, tomando y haciendo algunas bromas y entonces, finalmente terminaron la cena.

Se dirigieron a la sala, donde estaba el pinito encendido y bajo él, todos los regalos.

-Yo primero – pidió Ruki.

-Bien, comienza pequeño – dijo Kai.

Ruki se agachó para tomar el primer regalo que estaba debajo del pino. –Este es para Kai – dijo extendiendo sus brazos para que el batero tomara el regalo.

El Yutaka sonrió. -¿Puedo abrirlo? – preguntó tomando el regalo.

-Claro – respondió con una sonrisita el rubio.

Cuidadosamente fue abriendo la pequeña bolsa roja con figuritas de pinitos navideños. Al terminar sonrió. – Gracias – dijo levemente.

-¿Qué es? – preguntó curioso Uruha.

Kai sacó el contenido de la bolsa. Un delantal negro con letras blancas con la leyenda “I kiss the cook”.

-Podrías usarlo mañana para el desayuno – sugirió Reita, ganándose una seña con el dedo del medio por parte del batero, al tiempo que le sonreía dulcemente.

-Bien, mi turno – Kai tomó una bolsa de color blanco que tenía pequeños copos de nieve plateados. –Esta es para Rei-chan – sonrió extendiendo sus brazos y pasándole la bolsa al rubio mal teñido.

La tomó con la mano derecha y la miró algunos segundos. -¿La abro? – preguntó mirando al líder de la banda.

-Claro – contestó el batero.

Reita comenzó a abrir su obsequio cuidadosamente. Cuando por fin pudo abrir la bolsita se animó a mirar dentro. Sonrió y metió su mano, sacando una playera negra con una calavera verde en el centro de esta. – Gracias Kai, esto sustituirá mi sudadera que tanto quería y perdí – agradeció el bajista sonriendo. – Bien – comenzó a decir agachándose para tomar una caja que estaba bajo el pino – Este es mi regalo para Aoi - 

Le extendió la caja al pelinegro para que pudiera tomarla.

Comenzó a quitar toda la envoltura cuidadosamente, y cuando finalizó sonrió. -¿Un reloj Reita? ¿Tan impuntual soy? – preguntó el Shiroyama.

-No es eso, es que soy realmente malo buscando regalos – confesó el de la bandita en la nariz.

Aoi no hizo más que sonreír anchamente. Sabía que Reita era malo para muchas cosas, como tener paciencia, cocinar, escuchar a los demás, poner atención, elegir regalos, y ser educado. Así que apreciaba ese esfuerzo por regalarle algo, además era bastante bonito. Procedió a tomar una bolsita roja que tenía pequeños monos de nieve dibujados en ella.

-Este es para Uru – dijo sonriéndole dulcemente a su pareja.

El primero en guitarra tomó la bolsa que le ofrecía su novio. Emocionado comenzó a abrirla y al terminar miró dentro. Parpadeó un par de veces, quizá había mirado mal. Metió una de sus manos a la bolsita y sacó lo que había dentro, estaba hecho un burruño.

Lo extendió. –Yuu – le llamó dulcemente volteando para mirarlo. -¿Me puedes explicar que es esto? – preguntó disimulando su enojo mientras le mostraba los sexys ligueros rojos de encaje que había dentro de la bolsita.

-Es tu regalo cariño – dijo Aoi sonriendo inocentemente.

-Cariñito – le llamó Uruha – Este regalo no es para mí, es para ti. Bastardo – le arrojó los ligueros a la cara.

Reita no pudo reprimir una risita. Pero a decir verdad, tanto como Ruki como Kai, miraban totalmente divertidos la escena.

-Pero cariño mío, se te verán muy sexys – intentó arreglar Aoi.

-Cállate Yuu, no más sexo para ti hasta Enero, claramente ya no te deja pensar muy bien las cosas – sentenció Uruha cruzándose de brazos.

-Moriré – dramatizó Aoi soltando algunas lágrimas falsas.

-Pues te las apañas – dijo el castaño restándole importancia a las necesidades físicas de su pareja. Se agachó al pinito y tomó una caja envuelta con papel rojo brillante. –Esto es para ti Ruki – sonrió entregando la caja.

El rubio la tomó y comenzó a quitar el papel cuidadosamente. Era bonito y no quería arruinarlo. Cuando por fin terminó, notó que la caja era completamente negra, y sabría de su contenido únicamente si la abría.

Rasgó la tapa un poco, ya que estaba pegada con algo de cinta transparente. Cuando la retiro, volteó la caja sobre su mano y sacó el contenido.

-¡URUHA! – gritó completamente sonrojado, mirando su regalo.

-Sabía que te gustaría – dijo satisfecho el de piernas largas.

Aoi miraba atónito el regalo que le había regalado su pareja a Ruki, un consolador grande y plateado. – Uruha, ¿Y te quejas de mis regalos? – preguntó con el ceño fruncido admirando el tamaño.

-¿Qué? Pero si eso le va a servir – explicó el castaño con una sonrisa.

-Claro que no, yo lo dejo lo suficientemente satisfecho – defendió Reita su hombría.

-Tú cállate Akira – el rubio lo miraba, aumentando su sonrojo notablemente.

-Lo que estoy tratando de decir, es que cuando Reita no esté…Tu sabes, podría serte bastante útil – guiñó un ojo a su amigo rubio mientras sonreía pervertidamente.

-¿Estás tratando de decir que cuando no estoy me sustituyes con un consolador? – preguntó un ofendido Aoi.

Uruha hizo un puchero – Tengo necesidades mi amor – se mordió el labio inferior – Pero si te sirve de consuelo, tú la tienes más  grande y llenadora que mi consolador morado – sonrió pícaramente el primero en guitarra.

Kai se aclaró la garganta en busca de un poco de piedad para su creativo cerebro. –Bueno, ahora que abrimos los regalos, yo no sé ustedes pero estoy algo cansado – comenzó a decir levantándose de su lugar.

-Ciertamente yo también estoy cansado, además ya quiero quitarme este puto disfraz – le apoyó Reita, también poniéndose de pie.

-Bueno, ya saben cuáles son sus habitaciones, que pasen una buena noche – comenzó a despedirse Uruha – Yuu y yo tenemos una pequeña discusión pendiente acerca de regalar cosas para auto complacerse –

-Claro que la tenemos, señor consolador morado –

Y así ambos salieron de allí tirándose algunas indirectas más acerca del tamaño, la duración y otras cosas perturbadoras para la casta mente de Kai.

-Se van a arreglar – prometió Ruki riendo.

-Pues no quiero estar aquí para presenciarlo – se excusó el batero iniciando el camino hasta la habitación que le tocaba.

Reita también comenzó a caminar hacia la habitación que les tocaba compartir a él y a Ruki. A decir verdad, Aoi y Uruha habían elegido un departamento bastante amplio. Tres recamaras era una exageración para dos personas que compartían una sola. Pero era bastante útil para cuando los demás invadían.

Llegaron a su habitación y entonces cerraron la puerta.

Reita se quedó parado en la puerta y Ruki se sentó en el borde de la cama sosteniendo la caja en sus manos, pero mirando al bajista.

-¿Vas a usarlo? – preguntó el bajista enarcando una ceja.

Ruki lo miró con el ceño fruncido. -¿Ya viste el tamaño de esto? ¡Me va a partir el culo! – respondió sacando el consolador de la caja y agitándolo frente a él.

-¡¿Estás queriendo decir que esa mierda es más grande que mi polla?! – preguntó Reita al borde de la histeria.

Wow, justo en su orgullo y hombría.

El más bajito tragó saliva. –No mi amor, no, no, que va, no es eso…Tan sólo que no me apetece meterme otra cosa en el culo que no seas tú – sonrió inocentemente.

-Oh bueno, eso se puede arreglar – el rubio mal teñido sonrió, y lentamente se fue acercando a Ruki hasta quedar frente a él.

Le tomó de la nuca y lo besó apasionadamente.

Mordía sus labios, los lamía, saboreaba el dulce sabor de la boca de su novio, tan adictivo.

Lo fue recostando de a poco sobre aquella cama, posicionándose encima de él. Sus besos comenzaron a descender, besando también el cuello del pequeño vocal, haciéndole soltar algunos suspiros.

Sabía que el cuello, era su punto débil y que cuando le besaba y acariciaba allí le volvía loco.

-Ahhmm… Aki – le llamó con cariño en medio de suspiros.

-¿Sí, mi querido Taka? – respondió el bajista en el mismo tono.

-Métemela – ordenó el rubio.

-Oh, querido Santa Claus, pensé que te harías un poco más del rogar – dijo maliciosamente el Suzuki.

-Que me la metas maldito reno, antes que me meta yo el jodido consolador – ordenó amenazante el más bajito.

El comentario no le cayó para nada en gracia, y por eso, hábilmente comenzó a desabrocharse la chamarra marrón claro que traía puesta y después la camisa negra que estaba usando debajo.

Procedió entonces a desabrochar aquel estúpido cinturón negro y grueso que sujetaba el suéter rojo y esponjoso que hacía lucir tan adorable a su pequeño, y después de eso, los pantalones también rojos parte de su traje de Santa Claus.

Le quitó los zapatos, y se quitó también los suyos, aprovechando para quitarse los pantalones de mezclilla oscura que usaba ese día.

Ambos estaban tan sólo en bóxers.

Bueno, y Reita estaba aún usando esa estúpida nariz roja y sus cuernos de reno sujetos a una diadema. Takanori aún tenía esa espesa barba blanca mal colocada y su gorrito rojo.

Estaba por quitarse los cuernos pero la voz de Takanori le detuvo.

-Déjalos – pidió con voz ahogada de deseo.

-A mí pequeño le da por tener fetiches – acusó Reita con una sonrisa triunfal.

El aludido se sonrojó, pero es que se veía tan simplemente adorable con esa diadema puesta.

Takanori se quitó la barba, dejándose únicamente el gorro.

-Hey, eso es trampa – inquirió Reita con el ceño fruncido.

-Me estorbará para lo que estoy a punto de hacer – Takanori sonrió pervertidamente y de un jalón, acostó a Reita en la cama, posicionándose sobre él.

Comenzó a besarle el pecho, descendiendo lentamente, hasta llegar a los bóxers.

Los fue retirando suavemente hasta liberar la prominente erección que ocultaba su novio.

Se acercó y comenzó a pasar la punta de su lengua despacio, saboreando todo, de arriba abajo.

-Rei-chan – le llamó infantilmente el vocalista para que volteara a verlo - ¿Me vas a dar mi lechita hoy? He sido bueno, y no quiero comerme mis galletas solas –

El maldito cerebro del bajista se fundió al escuchar aquellas palabras. Tomó a Ruki del cabello, obligándolo a concentrarse en lo que mejor sabía hacer, chupársela.

Sin hacerse del rogar, chupó aquella extensión y la metió a su boca de una sola vez.

-Ahhhhmm – Reita gimió ante el sorpresivo calor que le embargó.

De verdad que Takanori tenía una boquita tan sucia, tan complaciente.

Se movía se arriba abajo, succionando, lamiendo. Era delicioso.

Lo sacó de su boca, sujetándolo con ambas manos. Miró a Reita con lujuria y se relamió los labios. Se acercó se nuevo y mordió levemente la enrojecida punta de aquel miembro rebosante.

-Ahhmmm… Ahhhmm… - le volvía loco.

¿Cómo alguien podía mamársela tan deliciosamente? Tan acertadamente. Tan bien que hasta se olvidaba se su puto nombre.

Le tomó de los cabellos, ordenándole silenciosamente que se la metiera de nuevo a la boca, para después marcar el ritmo. Uno lento y duro. Tortuoso.

Pero no quería correrse, no todavía. Así que le detuvo.

El rubio le miró algo descolocado.

Un rápido movimiento por parte de Reita bastó para que las posiciones se invirtieran. Ahora era el pequeño vocal quien estaba a la merced del bajista, y sabía lo que le esperaba, placer.

Le quitó los molestos bóxers de un tirón, dejando a la vista el miembro de Ruki, orgullosamente erguido frente a él.

Lo tomó con ambas manos, obteniendo un gruñido por parte del rubio. -Tienes las manos frías – reclamó mordiéndose el labio.

-Oh, enseguida lo arreglo – respondió maliciosamente.

Comenzó a pasear sus manos por aquella extensión, calentándolas. Lo masajeaba tan deliciosamente, sin prisa. Una de sus manos se escurrió hasta sus testículos, masajeándolos también.

-Ahhmm… Akira… Ahhmm… - jadeó sin pudor el Matsumoto.

Dejo de sentir placer repentinamente. Reita se había detenido.

Estaba a punto de reclamar, cuando sintió la boca del bajista cerrarse en torno a su miembro.

No pudo reprimir un fuerte gemido.

Le mordía, le chupaba duramente, pasaba esa ávida lengua por todo el largo de su polla.

-Bestia – pudo apenas decir entre gemidos.

El bajista se sacó el miembro de Takanori por algunos momentos. –No me hagas hablar con la boca llena, por favor – pidió amablemente, robándole un sonrojo al más bajito.

Volvió a su trabajo. Metiendo y sacando el miembro del menor de su boca, aunque lo hacía lentamente. Ciertamente no quería que se corriera aún.

Detuvo nuevamente su labor y se recostó en la cama, ante la mirada atónita de su pareja.

-¿Así como a sí? – preguntó malhumorado Ruki.

El rubio mal teñido suspiró. Se llevó una mano a la barbilla, como pensando y entonces señaló su miembro duro y chorreante. -¿Santa quiere dar un paseo sobre su reno? – preguntó sonriendo pervertidamente.

Ruki se mordió el labio. Maldito bastardo pervertido.

Se acercó lentamente hasta quedar de rodillas frente a él.

-Móntame – pidió con la voz ahogada de deseo.

Le obedeció.

Pasó una de sus piernas sobre el abdomen de Akira, apoyándose sobre sus rodillas. Llevó sus dedos a su boca y los lamió sugestivamente, ante la mirada encendida por el deseo de su bajista.

Tomó el miembro de Reita con su mano derecha, y con la izquierda comenzó a pasar su dedo pulgar por la punta, rozándola, arrancándole gemidos y también la cordura.

Con sus dedos húmedos, frotó la punta.

Lentamente se fue sentando sobre aquel miembro duro. Se mordía el labio, reprimiendo sus gemidos de dolor y placer.

Se detuvo algunos momentos, para acostumbrarse.

Reita le tomó por las caderas y comenzó a moverse lentamente. No podía más, necesitaba correrse, necesitaba desfogarse dentro del cuerpesito de su sensual novio.

Estaba listo.

Comenzó a saltar encima de las caderas de Reita, penetrándose.

Ahh, era una sensación tan placentera. El sentirse tan lleno, tan excitado.

Se inclinó hacia adelante, sintiéndose lleno, sintiéndose caliente a morir. Rozó su miembro con el abdomen de Akira y gimió. Clavó sus uñas en aquel marcado abdomen, ah, Akira era tan sensual.

-Ahhhm… Ahhhm… Y dices que… Ahhh… La bestia soy… yo – gemía el bajista chocando su pelvis contra los glúteos de Ruki.

Hundió sus dedos en esa suave piel.

-Ahhhm… Aki… Ahhhmmm… - gemía preso de la excitación el rubio.

Se irguió nuevamente, echando su cabeza hacía atrás, mientras rebotaba sobre las caderas del bajista.

Sintió un escalofrío recorrer su columna entera.

Nuevamente clavó sus uñas en el abdomen del de la bandita, y gimiendo roncamente, se corrió en sus vientres.

Akira sintió la estrechez asfixiar su miembro, y haciendo rebotar aún más el cuerpo del pequeño gimió mientras derramaba su semilla en el interior de Ruki.

El silencio invadió la habitación.

-Eres un santa muy sexy – le alagó el de la nariz roja.

-Y tú eres un reno muy malo, el próximo año no habrá juguetes para ti – dijo mordiéndose el labio el que estaba encima.

Se agachó y le besó tiernamente.

 

¿Alguien más quiere montar?

Notas finales:

Espero que les guste~

 

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