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El tiempo ha pasado por Shiochang

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Hace ya quince años que me marché de Japón en busca de mejores oportunidades en el básquetbol (es extraño pensar que durante toda la secundaria fue mi primer gran amor pero después de conocer a Sakuragi pasó a un segundo plano de manera definitiva), siempre fue mi gran sueño el llegar a ser un profesional de ese deporte y ser un jugador de la NBA, la gran liga de este deporte en Estados Unidos, pero me fui dejando el corazón aquí, nunca pude olvidar aquellos ojos que siempre me miraron con desprecio pero que yo amaba enormemente, sus ojos color de caramelo, ni sus labios sensuales hechos para ser besados y que fueron rechazados tantas veces.

Fuimos compañeros por tres años en el básquetbol, los más maravillosos de mi vida, él jugaba con el número 10 en su espalda y siempre andaba diciendo que era un talentoso jugador, solía llamarse a sí mismo el Tensai, aunque era un novato y todo debía aprenderlo, para el director resultó ser el mejor alumno debido a que se acomodaba a cualquier técnica y táctica, y, tal vez su verdadera habilidad, respondía en el lugar que estuviera luego de superar sus nervios. En el fondo eso le facilitó el camino al éxito ya que nadie podía prever que iba a hacer en alguna jugada.

Era insolente y respondón, podía faltarle el respeto a medio mundo, y cuando digo a medio mundo lo digo en serio (aún recuerdo cuando tuvimos nuestro primer partido con Ryonan y le faltó el respeto a su entrenador, la cara de Sendo cuando le dijo puercoespín y la de Ouzumi cuando lo llamó jefe mono) y nadie le decía nada, incluso nuestro entrenador (a él le decía gordito y era como sí en realidad mandase él porque siempre se salía con la suya). El único que se salvaba de sus tonterías era Kogure, pero igual le puso nombre (al final todos lo conocieron por cuatro ojos). Y por supuesto Ayako, a ella la respetaba por ser mujer.

Ese primer año en Shohoku fue maravilloso para mí, ganamos las nacionales y, aunque no fui el novato del año, logré ser uno de los mejores de Japón. También lo conocí a él, con su extraño temperamento, tan explosivo como indicaba el color de sus cabellos de fuego, sus ojos color caramelo, sus labios sensuales, sus músculos firmes y bronceados, todo él era perfecto para mí, aunque nunca parecía prestarme atención a no ser que fuera para molestarme o hacerme quedar mal. Hanamichi Sakuragi era uno de mis mayores sueños, pero me odió desde el primer momento en que nos conocimos y yo no entendía la razón en ese momento.

En las nacionales hizo una especie de armisticio conmigo y no peleamos. Debo admitir que amaba esas peleas con el pelirrojo, en esos tres años tuvimos muchas, a veces creo que demasiadas, aunque nunca logré hacerle mucho daño con excepción de esa noche en que lo encontré deprimido en el gimnasio después de perder con Kainan, supongo que yo no pensé como él, tal vez si yo no me hubiera cansado tanto, pero también si Mitsui hubiese anotado o Akagi, el empate nos habría favorecido, tal vez, pero también es cierto que si él no hubiese errado el pase en ese momento... …l era nuevo y yo no entendí que para él era como un fracaso el perder.

El cambio fue notorio en adelante, nunca más se deprimió con nada (muchas veces envidié su capacidad de sobreponerse a la adversidad), nos empujaba a todos a dar nuestro máximo esfuerzo, a entregarnos por entero y por tres años seguidos fuimos el dueto de oro del básquetbol de Japón al nivel de preparatorias y a mí me invitaron a unirme a un equipo en Estados Unidos y yo me marché sin decirle ni adiós, ni a él ni a los demás, no me creí capaz de soportar la despedida sin echarme a llorar en sus brazos.

Volví cuatro años más tarde, durante mis vacaciones, convertido en Profesional del juego y me enteré que mi gran amor se había ido de Kanagawa a jugar profesionalmente a Estados Unidos unos meses atrás. Nadie sabía nada entonces, como nadie sabe nada hoy, el rastro de Hanamichi se perdió. En ese momento yo esperaba encontrármelo cualquier día en algún equipo en América, pero fue en vano, yo mismo había destruido nuestra "amistad" y su equipo parecía no alcanzar nunca las nacionales.

He regresado hoy a Japón porque tengo el corazón amargado, la soledad ha sido mi única compañera por tantos años que ahora, cuando quiero desterrarla, ya no puedo hacerlo. Y el único capaz de ayudarme quién sabe dónde está.

Camino por las calles y me detengo a mirar a unos niños que juegan en la plaza, uno de ellos es un pequeño matón de cabellos de fuego y una risa tan parecida a la de Sakuragi que siento algo extraño en el pecho. Yo sé que a Sakuragi le gustaban las mujeres y fue por lo mismo que jamás me atreví a confesarle que lo amaba de verdad, así que era posible que en ese tiempo tuviera una familia. Pero ¿por qué sus amigos no supieron de ello? ¿O es que me lo estaban negando? (Cuarteto maldito, de seguro ellos se dieron cuenta de lo que yo sentía y se quedaron callados, Patanes)

Caminé hacia donde los chicos jugaban para verlos mejor y lo veo sentado mirándome.

v ¡Kitsune! - Me grita a modo de saludo - Tanto tiempo sin vernos.

v Do'hao - le respondo y contengo apenas mi emoción de verlo de nuevo, siegue igual de hermoso y mi corazón se agita de solo verlo frente a mí - sigues igual que siempre, Sakuragi.

v ¡Que va! - Se ríe - es difícil tener quince años más encima y un hijo a cuestas y seguir como antes, ¿no te perece? - Me señala al niño.

v Yo ya había sospechado que era tuyo, se parecen mucho - le digo con cierta calma.

v Su madre nos dejó por eso.

Qué mujer más tonta, pero el Do'aho siempre ha sido un fiasco con las mujeres, tiene un pésimo gusto con ellas, siempre se buscaba mujeres enamoradas de otros (debido a ello sufrió 51 rechazos, uno tras otro, durante el primer año de preparatoria, mujeres estúpidas, yo habría dado la mitad de mi vida por tener aunque fuera una pequeña oportunidad de ser, aunque fuera por muy poco tiempo, el centro de su vida).

v ¿Cuántos años tiene?

v Seis.

v Me dijeron que vivías en Estados Unidos.

v Estoy en Japón de vacaciones - se ríe - nunca nos hemos visto por allá. Será por que mi equipo no es muy bueno.

v Pero estás tú ¿no?

v Un hombre no hace equipo y lo sabes, ¿recuerdas lo que nos costó armar el equipo nuestro último año de preparatoria? Al profesor le sacaron canas verdes el año siguiente y les ha costado mucho mantener el título que nosotros ganamos.

v Sí, lo sé.

v Mi hijo será basquetbolista, pero es difícil para mí criarlo solo.

v Oye ¿has visto al profesor?

v No, he estado ocupado con el enano, últimamente se me ha puesto demasiado porfiado, creo que quiere a su madre de regreso, pero ella no quiere nada con él. No me atrevo a decírselo, no entenderá jamás que es por mí que no lo quiere y no por él.

v Vamos a verlo, no creo que al niño le moleste - me volteo a mirarlo y veo que me vigila con mucha atención.

v ¿Es Kaede Rukawa?

v Sí, es él, te dije que habíamos sido compañeros.

v Mucho gusto, Soy Hanamichi Sakuragi.

Yo sonreí y le recibí la mano que me tendía, se nota que su padre le ha contado de mí, aunque dudo que sepa que alguna vez (tonto de mí, sigo igual) estuve enamorado de su hermoso padre. Tiene los mismos ojos acaramelados de su padre que a mí tanto me gustan, pero no se lo dije ¿qué ganaba? De seguro su padre se enojaba mucho.

v Vamos a ir a ver a alguien muy importante para nosotros - le dice su padre sonriéndole con ternura - ¿quieres venir?

No entiendo la relación que tienen ustedes dos, pero se nota que son amigos y que tratas de no obligarlo a hacer nada. Te mira y te pide que lo cargues, tú, algo que nunca pensé que fueras capaz, eres un padre comprensivo sin llegar a ser consentidor, lo cargas y no vamos a la casa del profesor Anzai. Allí nos encontramos con todos los que alguna vez formamos el primer equipo de Shohoku: Akagi, Miyagi, Mitsui, Kogure, tú y yo. Todos nos miran extrañados, tal vez porque hemos llegado juntos y tú llevas a tu hijo en brazos. Para mí sería igual de incomprensible, después de todo ninguno supo la clase de relación que llevábamos fuera de la cancha. Ninguno de ellos ha cambiado tanto como el pelirrojo, menos el profesor, ni siquiera se le notan los quince largos años que han pasado desde la última vez que lo vi.

v Mira, Hanamichi, ellos son... - le presenta cada uno de nuestros ex - compañeros de equipo - recuerda que te los mostré en la foto.

El pequeño mira a todos con curiosidad y les tiende la mano, no es como Sakuragi, aunque debo admitir que tal vez no me habría enamorado de él si se hubiese comportado bien conmigo desde el principio, aunque tal vez ahora yo sería feliz a su lado pues me habría atrevido a acercarme a él y a declararme, claro que es sólo una conjetura, con el temperamento que se gasta, tal vez me habría pegado igual.

Nos quedamos a tomar el té, todos nos hacemos preguntas de cómo nos ha ido últimamente, en especial a Sakuragi, quien es el que más desaparecido ha estado. Juega en un equipo de Virginia que nunca consigue clasificar a las nacionales y entiendo el motivo, los ocho equipos de ese estado son muy fuertes y, debido a lo mismo, los jugadores rotan mucho de equipo y esta poca permanencia impide hacer lo que hicimos en Shohoku, complementarnos.

El niño se aburre un poco de nuestra conversación y su padre se da cuenta de ello, que bien se conocen y me da envidia todo ese tiempo que esa mujer pasó con él sin quererlo realmente (¡Mujer Baka!). Si yo no me hubiese ido así... pero no tendría ese chiquillo tan hermoso.

v Vamos, Hanamichi, tengo otros amigos aquí que querrán conocerte.

"De seguro el cuarteto de patanes que eran tus amigos en la preparatoria" le digo en silencio, sé bien que ellos me negaron tu paradero y ahora estoy molesto, pensé que habían aceptado nuestra relación, pero nunca les gustó porque yo lo apartaba de ellos, de sus pleitos, de sus parrandas de los fines de semana, de sus escapadas a la playa o al campo.

v ¿Cuánto tiempo te quedarás en Japón?

Su pregunta me llega inesperada.

v Todas mis vacaciones.

v Yo también - me sonríe y siento que el mundo vuelve a tener color - te dejo mi número y hablamos más tarde ¿te parece?

Yo asiento un poco atontado y lo dejo partir.

Han pasado cuatro gloriosos días (adoro el cambio experimentado por él pues lo hace más accesible para mí aunque siga igual de inalcanzable) desde que nos volvimos a encontrar, ahora me quedo en su departamento junto al mar y conversamos largo rato, como desearía que el tiempo no pasara a su lado, sigue siendo mi amor imposible aunque yo no quiera admitirlo.

El pequeño Hanamichi me ha aceptado muy bien, lo que me causa extrañeza, tal vez no sienta que le estoy quitando a su padre, cosa que jamás haría, mi Do'aho lo quiere demasiado y no quiero verlo sufrir por mi culpa (lo vi llorar a lágrima viva esa vez que la hermana de Akagi lo rechazó por mí y no quiero volver a verlo en aquel estado).

Sakuragi padre me ha hablado de las ganas que tiene de volver a residir en Japón, de conseguir jugar aquí en vez de Estados Unidos, que ya se cansó del tipo violento que se juega allá, que ahora es padre divorciado y no quiere pasarse otra temporada lesionado o con un par de costillas rotas.

Yo lo entiendo, mi última temporada casi no salí de la banca por culpa de las lesiones que conllevan ser el mejor de un equipo. Yo también he pensado en lo mismo y se lo dije, vamos a buscar un equipo aquí y volveremos a estar juntos, como antes. Seremos nuevamente el dueto dorado del Básquetbol japonés, pero esta vez al nivel de profesionales, aunque también me gustaría que fuéramos pareja, pero con hijo aquí es imposible. De todas maneras, eso no me impide soñar con un futuro mejor y más placentero, sin amarguras ni dolor...

FIN

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