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Amo a un dragón por minima

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Notas del fanfic:

Me gusto la pelicula y eso sumado a una serie de imagines encontradas por internet dieron como resultado esta pequeña locura

Notas del capitulo:

El primer encuentro de un joven e inadaptado vikingo y un extraño dragón...

El mundo, mi mundo, o el que conozco y soy consciente de él es este, vivo en una isla rodeada en su mayoría por riscos y con una población no muy pequeña, pero lo suficiente para que sea fácil enterarse de lo que pasa de un extremo de nuestro pueblo a otro, si este suceso es muy interesante para las orejas atentas claro está, léase entre líneas las mujeres y ancianas chismosas que funcionan mejor que una paloma mensajera para enterarse de las “jugosas noticias”, nuestros mayores recursos son el pescado, nuestros ganados y el bosque en el centro de nuestro pequeño pedazo de tierra, claro no es tan pequeño pero ustedes comprenderán.

 

 

 

Se escucha muy divertido e interesante ¿verdad?... si, lo sé, seguramente ya estarán pensando en irse a buscar una historia más interesante, pero no todo es lo que parece, y antes de que se mueran de aburrimiento déjenme terminarles de contarles sobre mi querido hogar, ¿Qué es lo que me falta?... ah sí, todos en mi pueblo son vikingos o encaminados a serlo, aunque creo ser la excepción en esta regla no escrita, y es que yo sinceramente pienso que no estoy hecho para esto, y soy muy consciente de ello, a comparación a otros chicos de mi edad soy un delgaducho debilucho, manejar armas y aplastar cosas no es mi pasión, aunque hacerlas es algo que me sale muy bien como ayudante en la forja de mi tío ###, en realidad no es mi tío pero mi papá y él se llevan tan bien que son como hermanos que se llevan de maravilla, me quedo con él cuando este sale en sus exploraciones y desaparece por meses, él sí que es un vikingo de verdad, y el líder de la aldea, cosa que le da cierta sazón amarga al ya hecho de que soy el más debilucho del pueblo, la anciana sabia del pueblo da más miedo que yo.

 

 

 

En un pueblo de barbaros me siento muy fuera de lugar a pesar de haber nacido aquí, en fin, no los seguiré aburriendo con mis problemas existenciales para terminar lo que estaba contando… estábamos en que vivo en una isla, habitada por vikingos, guerreros listos para pelear por cualquier amenaza que se alce contra nuestro pueblo, ¿y cuál es esa amenaza?, no son las ovejitas o vacas que tenemos como ganado, eso está claro, pero si las creaturas que se las roban volando, literalmente.

 

 

 

Así es damas y caballeros, lo más interesante de mi querido hogar no es que sea una isla rodeada de riscos, que su pueblo sean fieros vikingos en su mayoría, ahí no me incluyo, o que sea el hijo mediocre del líder de nuestra aldea, son los DRAGONES.

 

 

 

Por siglos los dragones y los vikingos o humanos no han tenido una relación “armoniosa”, todo lo contrario, desde que el primer vikingo piso estas tierras y decidió instalarse ha sido una guerra sin cuartel, o así lo cuentan en las historias de la hoguera.

 

 

 

Estos se roban nuestro ganado, nuestra pesca y aterrorizan a nuestro pueblo, decir que he tenido que cambiar la paja de nuestro techo tres veces este mes es decir que ha sido una buena temporada, imagínense una mala.

 

 

 

Así como ellos son un dolor de cabeza para nosotros en muchas ocasiones, diría que  nosotros somos igual para ellos, ya que a pesar de no volar, lanzar fuego por la boca o tener dientes y garras afiladas, los vikingos dan gran batalla.

 

 

 

En nuestro pueblo de guerreros existe un gran orgullo en lograr matar a una de esas bestias monstruosas, como les suele decir mi padre, claro está que no todos pueden hacerlo, y que en mi opinión personal prefiero mantener mi piel fuera de quemaduras innecesarias, a pesar que irónicamente trabajo con fuego todos los días, pero eso sí, una cosa es enfrentarte un dragón escupe fuego, y otra a una forja, la forja no se mueve ni salta para atacarte, también tiene sus riesgos pero la conozco a la perfección, cosa que no puedo decir igual con los dragones.

 

 

 

Curiosamente a pesar de que nuestro pueblo a coexistido, hostilmente pero a fin de cuentas coexistido, con los dragones, conocemos poco de ellos, o así lo siento yo, sabemos que aparecen cuando menos nos lo esperamos, que al parecer no sienten ninguna especie de culpa por quitarnos algunos de nuestros suministro y chamuscar de vez en cuando nuestros hogares y guerreros por igual, que al parecer son inmunes al fuego por su gruesa piel, y pueden venir de diversas formas, algunos pensaran que es lo suficiente para saber de ellos, pero yo no lo creo, soy alguien curioso, quizás demasiado y pienso demasiado, cosa que en esta sociedad no se valora demasiado, en una batalla con el enemigo, los dragones, pensar demasiado y dudar te cuesta la vida, uno se debe guiar por el instinto, cosa que a veces creo carecer.

 

 

 

En fin, este es mi mundo, en el que a veces parece que desencajo pero de la que también soy parte, y del cual, aunque no lo supiera, soy parte esencial de él, y de la historia que se desarrollaría aquí.

 

 

 

+++

 

 

 

La neblina inundaba todo el pueblo, cosa común en ese pueblo costero, el sol aun no salía y se sentía un aire frio junto a la húmeda neblina que le daba cierto aire espectral a la aldea, a pesar que la mayoría de las personas les encantaría seguir descansando en sus camas ya había muchos realizando sus rutinas diarias, este era el caso de Hiccup, un chico de cabellos castaños con un toque de rojizo, grandes ojos verdes y de rostro salpicado por varias pecas, de cara redondeada y cuerpo delgado, aspecto que te sorprendería ver en un aprendiz de herrero, siendo este un trabajo que te exigía mucho esfuerzo físico.

 

 

 

En este momento nuestro protagonista estaba en la cocina preparando un suntuoso desayuno para su tutor, un trabajo que comúnmente se le relegaría a la mujer de la casa, cosa que escaseaba en ese hogar, la madre del joven había muerto hacía muchos años, su padre jamás busco otra compañera de nuevo, y su tío, con el cual estaba viviendo en esos momentos en la casa de su padre, no tenía pareja aun, y siendo sinceros, a pesar de ser su padre un excelente guerrero al igual que su tío, o que su tío tuviera mucha experiencia con el fuego, no solo por dragones o por su forja, ninguno de los dos era experto cocinero, a decir verdad a lo mucho que podías aspirar cuando estos cocinaban era a un pedazo de carne, no muchas veces bien cocido, a veces más crudo, a veces más carbonizado, a veces era mejor nunca pedirles que cocinaran para seguir saludables, así que alguien tenía que aprender a cocinar en esa casa, y ese fue él, que tenía más paciencia que esos dos y quien la vecina accedió enseñar, en sus propias palabras la mujer había dicho que si de nuevo alguna vez esos dos hombres entraba de nuevo en su cocina les clavaría un tenedor en la lengua, enseñarle a esos dos había sido horrible, desastroso, el peor error de su vida, no solo casi incendiaron su casa por enseñarles a hervir un poco de agua en su primera clase sino también al probar un guisado que estos hicieron creyó morir al estar por casi dos días y medio devolviendo todo lo que tenía en el estómago.

 

 

 

Hiccup había sido mejor aprendiz que su padre y tío, después del horrible incidente con sus dos tutores la mujer se mostró dudosa al aceptar, pero termino fascinada con el muchacho, un genio, un verdadero genio había dicho la mujer, lástima que solo ella lo pensara así.

 

 

 

Termino de hacer un pedazo de ternera con un poco de hiervas y verduras, el aroma era delicioso, ya sabía que su tío estaría ya percibiendo el aroma pero aún se mantendría arropado en su cama, tendría que levantarlo, así que al lado de la pequeña estufa donde había una serie de cuerdas estiro su mano, sin apartar la vista de su asado y jalo una, las conocía a la perfección, él las había puesto ahí y sabia a la perfección que es lo que le esperaba al jalar cada una de ellas.

 

 

 

Un sonido de agua salpicar y un grito de sorpresa se escuchó desde la cocina, así como una serie de gruñidos y protestas, así era todas las mañanas.

 

 

 

-Buenos días tío Gobber - saludo el muchacho aun dándole la espalda a la entrada de la cocina, no tenía que voltear para saber que ahí ya se encontraba el corpulento cuerpo de su rubio tutor.

 

 

 

-Pienso que el cubo de agua no es un bonito despertar- menciono el rubio mientras se sentaba y rascaba su barba con unas pinzas de metal donde debería estar su mano derecha.

 

 

 

-Lo mismo decías de la corneta, la espátula, aunque admito que esa no fue mi mejor de mis ideas, una espátula golpeándote la mejilla no es muy agradable al despertar… y si te mueves cuando duermes no te golpea, y la almohada-

 

 

 

-¿Y por qué simplemente no me levantas tú en lugar de esos inventos tuyos?-

 

 

 

-Porque la mayoría de las veces al final me agarrabas con tus brazos y me apachurrabas como una almohada más, y así me mantenías a pesar que forcejeara hasta un par de horas más, es mucho más efectiva la cubeta o la corneta, así te levantas a la primera- diciendo esto sirvió el gran y jugoso pedazo de carne en un plato y lo puso delante de su tutor junto a otros platos con comida, un poco de sopa, pan, queso y una jarra llena de agua miel.

 

 

 

-¿Cómo le hubiéramos hecho sin ti en la cocina muchacho?- ya estaba saboreando con los ojos las delicias de platillos, se quitó la pinza y coloco un tenedor listo para comer.

 

 

 

-Morirse de intoxicación tal vez- menciono juguetón Hiccup ya posicionándose al otro lado de la mesa y sirviéndose un poco de la comida que el mismo había hecho.

 

 

 

-Muy gracioso muchacho, pero tal vez tengas un poco de verdad jajajaja-

 

 

 

El desayuno continúo de manera tranquila y placida, la mayoría de la comida era devorada por el rubio hombre, mientras que el muchacho comía menos, mucho menos que a comparación a él, así después de un buen alimento directo al estómago ambos estaban listos para ir al taller del pueblo para iniciar sus actividades del día.

 

 

 

A sus 14 años Hiccup era ya un experto con la forja, y por lo tal un gran ayudante para su tío a la hora de hacer cualquier tipo de armas, especiales para matar dragones según este, era uno de los pocos lugares en los que se sentía a gusto, uno de los lugares en donde pensaba que era bueno en algo además de ser el principal lugar donde se suministraba para sus creaciones, las cuales no eran tan apreciadas como sus platillos, ejemplo de esto fue lo de esta mañana.

 

 

 

Podría decirse que aparte de ser aprendiz de herrero era un inventor, al parecer el hecho de que fuera un niño curioso y observador desde pequeño le había dado elementos necesarios para preguntarse cómo funcionaban las cosas, y con ello, poder crear otras.

 

 

 

Algunas de sus invenciones, mejor apreciadas que otras, era una serie de prótesis hechas por el mismo para su tío, antes solo tenía un mazo, cosa que podía ser estorbosa para tareas que no tenían nada que ver con pelear o estar en la forja, ahora tenía una serie de herramientas y utensilios muy completa, aunque también tenía otras invenciones menos apreciadas, como su novedosos despertadores, un intento de trasquiladora automática, cosa que no salió muy bien, al parecer el ruido asustaba mucho a las ovejas, además la lana salía volando por todas partes, tuvo que recoger toda la lana que se espacio por todo el pueblo, parecía que había nevado ese día.

 

 

 

En fin, no siempre se puede tener éxito con sus creaciones, pero aun así lo seguía intentando, pensando que tal vez, solo tal vez, algún día no se sintiera decepcionado o avergonzado por él, no lo decía abiertamente, pero sabía que su padre no estaba del todo feliz con cómo era él, deseaba que fuera fuerte, fiero, y que apartara sus narices de los libros o sus creaciones para pasar más tiempo entrenando para ser un fuerte guerrero y no un debilucho, lo intentaba, claro que se esforzaba en tratar de ser un buen guerrero, pero él no era tan diestro con las armas, no era tan fuerte, ni tampoco tan fiero.

 

 

 

Eso se lo dejaba a otros chicos, o chicas, como Astrid, una verdadera guerrera que intimidaba con solo su mirada, era la mejor alumna en los entrenamientos, y la que seguramente tenía más posibilidades de matar a un dragón si llegaba el momento, rubia, de su estatura y un par de meses mayor que él, no dudaba al momento te pelear y atacaba con todo.

 

 

 

Todos sus compañeros estaban locos por ella, aparte de ser una fiera era muy bonita, con sus cabellos rubios y un cuerpo bien entrenado, cuando llegara a su edad casamentera tendría a casi toda la población de solteros tras su mano, el admitía que era muy bella, y tal vez sentía un poco atraído por ella, pero solo era la típica atracción de adolecente, nada más, no estaba tan loco por ella, a decir verdad jamás se había sentido enamorado, conocía poco de este sentimiento, lo poco que conocía era el cariño que sentía por su tío y por su padre, los cuales eran hombres rudos no muy dados a dar muestras de afecto, por lo que cuando murió su madre a sus siete años las muestras de afecto se volvieron una palmada en la espalda, un buen comentario, una sonrisa y ya.

 

 

 

Su infancia se había vuelto algo fría con ello, quería a su padre y a su tío, pero todos esos años de su infancia había extrañado horrores a su madre, y buscaba la aprobación de su padre de alguna manera a su forma, por eso desde hacía tiempo tenía la idea, la loca idea cabe aclarar, de que si tal vez matara a un dragón con ayuda de sus creaciones, su padre al fin se mostraría orgulloso de él, pero había ciertos detalles en esta idea suya que se lo ponían difícil: para lograr hacerlo tenía que encontrar a un dragón, cosa no muy difícil si se ponía atento al cielo, especialmente en la noche, cuando era más común que atacaran, lo malo es que tendría que acercarse, estar muy cerca para lograr su cometido, y cuando llegara el momento no debía dudar, cosa que creía no poder hacer cuando llegara el momento, algo le decía que no tenía tanto coraje como para acabar con un  uno, de por si se sentía a veces culpable al ver cuando mataban a una oveja, siendo este uno de sus principales suministros de alimento.

 

 

 

Mientras llegara el momento de poner en práctica su loca idea, y ajustaba los detalles de su dichoso invento que lo ayudaría con lo que planeaba, seguía con su rutina diaria, levantarse temprano, comenzar con sus labores de la casa, las cuales no incluían solo cocinar si no también mantener habitable el lugar, aunque a veces trataran de ayudar los otros dos hombres, era mejor mantenerlos aparte de las labores del hogar, esos dos podían ser tan desastrosos como un dragón, ayudar en la herrería, ir a los entrenamientos a medio día bajo la tutela de su tío y otros guerreros experimentados, luego tomaba un descanso leyendo sus propias anotaciones y haciendo algunas correcciones en sus bosquejos, claro, en un lugar de la herrería, su pequeño rincón, para luego regresar a su casa y preparar la cena, en fin, tenía una vida calmada y monótona por no ser por los ataques esporádicos de dragón, los cuales eran muy comunes.

 

 

 

A pesar del frio que se sentía en el exterior adentro de la herrería se estaba sudando, el ruido del metal era un sonido repetitivo y constante, esa mañana estaban haciendo una espada con una colaboración y coordinación adquirida por los años mostrando una destreza envidiable.

 

 

 

-Pronto será luna llena muchacho-

 

 

 

-Sí, lo se… no te preocupes, ya tengo varias cubetas de agua preparadas y repare las anteriores-

 

 

 

-Qué bueno muchacho, tal vez no seas un buen guerrero pero tienes una buena mano para esto-

 

 

 

Apretó los labios ante ese comentario, ya suponía lo que estaba atrás de lo dicho por su tío, este también sabía que había pocas esperanzas para que fuera un fiero vikingo, pero si había esperanzas para que fuera el herrero de la aldea creando más armas que nada, no es que le desagradara la idea del todo, pero aun así sabía que esto no lo satisfacía por completo, aun deseaba la aprobación de su padre y algo más, aunque en esos momentos no lo pudiera definir aun.

 

 

 

-Seee… ¿y cuándo crees que regrese mi padre?- preguntando cambiando de tema y poniendo en agua la espada que estaban haciendo.

 

 

 

-Ya sabes cómo es, de nuevo fue a buscar el nido de esas bestias aladas, todo para poner fin a esto-

 

 

 

Si el tenia ideas locas, de algún lado debió haber heredado eso, y estaba seguro que era de su padre, buscar el lugar de origen de los dragones era algo que muchos habían hecho, búsqueda infructuosa y con varios resultados desafortunados, varios vikingos habían ido en su búsqueda y jamás regresado, las neblinas que se asentaban sobre el mar eran un peligro constante para los viajeros, al no saber dónde poder ir, era peligroso, pero aun así viajaban, además estaban los dragones, que gozaban volar sobre esas aguas misteriosas y atacar las embarcaciones bajo el manto de la misteriosa neblina.

 

 

 

Su padre, desde que tenía memoria, siempre había querido encontrar el dichoso hogar de los dragones, estaba seguro que era una isla o algo por el estilo, como el líder de su pueblo buscaba el bien de este, y estaba convencido que al encontrar su hogar tendrían una colosal ventaja, así podrían por fin eliminarlos a todos y su pueblo por fin tendría una época de prosperidad jamás antes vista.

 

 

 

Por eso él se embarcaba cada cierto tiempo, se desaparecía por meses y su hijo se preocupaba por su regreso, a pesar de no tener un contacto constante con su progenitor, y ser mayormente como extraños, no podía evitar preocuparse, después de todo era su padre.

 

 

 

La mañana continuo y la hora del entrenamiento se hiso presente, decir que era el momento menos favorito de su día era decir poco, era bueno corriendo, esquivando, pero jamás atacando, y su relación con sus demás congéneres era pésima, siempre terminado hecho picadillo, al menos con los años había aprendido a resistir los golpes y saber cómo recibirlos para no tener tanto daño, eso era lo único bueno que había aprendido con esas sesiones de tortura, como le gustaba llamarle a esos entrenamientos.

 

 

 

-Rápido, rápido muchachos, una oveja pasaría más rápido esos obstáculos que ustedes-

 

 

 

Ese día habían elegido los obstáculos, era un corredor hecho de roca con varios obstáculos para esquivar, había navajas que pasaban como péndulo, rodillos que se movían incesantemente y de manera que no sabrías en qué dirección iban a girar, y con incontable palos en ellos que te podían golpear, también una sección con troncos incrustados en ambas paredes, sirviendo como vallas para saltar, escalar o incluso agacharse y arrastrarse para poder pasar todo ese tramo y si eso no fuera suficiente, desde lo más alto personas se encargaban de lanzarles desde rocas hasta bolas incendiadas.

 

 

 

Se supone que la prueba servía para poder esperar lo inesperado, pelear con un dragón significaba que nunca sabrías que es lo que te podía pasar, si no ponías atención a lo que pasaba a todo tu alrededor como el movimiento del dragón cualquier pequeño error podía ser fatal, o mínimo perder algún miembro como su tío, muchos de los estudiantes tenían dificultades con esta prueba, pero ese no era su caso, podía decir con cierto orgullo que era bueno en esa prueba, solo era cuestión de poner atención al “ritmo”, como los sonidos del martilleo en la herrería, cada cosa era cuestión de poner atención y descubría un poco como sobrellevarlo.

 

 

 

Astrid estaba en la cabeza del grupo, le seguían los gemelos Tuffnut y Ruffnut , y luego él, más atrás estaban los demás, evitaba con destreza las rocas que le lanzaban y bolas incandescentes, sintió como una casi le había golpeado el brazo izquierdo, por suerte lo había esquivado a tiempo, después  de casi tres minutos la mayoría se mostraba cansados, pero solo faltaba un tramo más y terminaría.

 

 

 

-Auch…- había sentido la repentina cercanía de la pared con su hombre, alguien lo había empujado mientras estaba corriendo.

 

 

 

-Apártate-

 

 

 

Si, ese había sido Snotlout Snotface, no era su persona favorita y al parecer el sentimiento era mutuo, se incorporó ignorando el ligero pinchazo de dolor, y reaccionando rápidamente lo jalo de la espalda, por poco y un hacha le hubiera cortado la cabeza.

 

 

 

-Recuerda tener los ojos abiertos-

 

 

 

Vio la expresión de espanto del otro, tal vez había visto su vida pasar ante sus ojos, como había escuchado decir cuando se estaba cerca de una experiencia cercana a la muerte, él no le dijo nada, ni siquiera un gracias, había aprendido a no esperar gratitud con aquellos clases de actos, así que siguió trotando dejándolo atrás, ya reaccionaria después de unos segundos, unos minutos más tarde se encontraba recargado en una pared al final del corredor junto a los chicos que habían estado en la cabeza del grupo, cada quien recuperando el aliento, los gemelos estaban hablando con Astrid, el como siempre apartado de los demás.

 

 

 

Minutos más tarde ya todos los jóvenes se encontraban en ese lugar, algunos estaban un poco chamuscados, nada grave, pero sí que se habían llevado grandes sustos en el camino, vio que Snotlout le dedicaba una mirada algo intensa pero no logro definir qué era lo que quería decir con ella, no le dio importancia.

 

 

 

-Bien hecho muchachos. Veo que algunos tienen aún dificultades con esta prueba- uno de los adultos miraba a los pobres chamuscados y otros que habían llegado de ultimo –y otros han demostrado una excelente habilidad en esta prueba y uno sobresalió sobre los demás en algo muy importante- Astrid no pudo evitar hinchar el pecho con orgullo pensándose ella la elogiada, ya hasta había dado un paso adelante por si le llamaban pero se detuvo en seco, todos se detuvieron en seco -Hiccup, demostró que a pesar de todo, todos somos un equipo, y nos debemos ayudar entre nosotros si estamos en peligro-

 

 

 

Todos, todos se le quedaron mirando, algunos sorprendidos, otros con algo de burla u odio mal disimulado, genial, pasando una vida desapercibido y ahora todos se le quedaban mirando, ¿Dónde estaban los malditos dragones cuando se les necesitaba?

 

 

 

-Que esto sea una lección para todos ustedes muchachos, el trabajo en equipo y ayudarnos entre nosotros es una clave para nuestro éxito-

 

 

 

Dragón, dragón, uno pequeño aunque sea, uno de esos que eran más pequeños que una oveja estaría bien, como odiaba ser el centro de atención, creía que tal vez algunos de esos muchachos ya estaban maquilando alguna broma pesada para él, tendría que estar más alerta esos días.

 

 

 

-Ahora muchachos, hay un rico estofado en los comedores del pueblo, si gustan ya pueden ir a comer y descansar-

 

 

 

Ante la mención de la comida ya varios habían dejado de prestarle atención, y ante estar menos observado se escurrió rápido entre sus compañeros y se fue corriendo, algunos dirán que estaba huyendo, para él era una retirada estratégica, no iría a los comedores, casi nunca iba, casi no tenía amigos y no veía mucha diferencia entre comer solo o con todos ellos, después de todo para ellos él era un raro.

 

 

 

Llego a la herrería y se metió a su pequeño rincón donde tenía todas sus anotaciones, ahí había algo que parecía un tronco pulido con aros de metal, ese era su más reciente creación, esa belleza era la llave para cumplir su meta, solo debía esforzarse un poco más.

 

 

 

En su escritorio tenía varios dibujos, la mayoría de invenciones suyas y otros de dragones que había visto, pequeños pero feroces, gordos y feos como jabalís, más grandes y de cuello largo, y hasta había unos de dos cabezas, eran monstruo pero también creaturas fascinantes, eso nadie se lo podría quitar de la cabeza, incluso su padre y tío habían elogiado sus imágenes, especialmente porque las podían pegar en la pared y jugar al tiro al blanco en el bar como un excelente juego.

 

 

 

Agarro uno entre sus manos, uno que en su opinión era uno de sus mejores bosquejos, y que había logrado rescatar de ser el nuevo tiro al blanco de sus tutores y demás adultos en la taberna, era “furia nocturna”, así es como llamaban a esa escurridiza creatura, realmente uno de los dragones que había representado un gran reto para los vikingos en ese último siglo, era rápido, era certero, ágil en el vuelo y podía llevar a una oveja entre sus garras en menos de un segundo mientras estaba en vuelo.

 

 

 

El nombre se lo había puesto su tío, era un apasionado cuando se refería a los dragones, los odiaba pero se encargaba de enseñar todo lo que debían saber sobre esas creaturas para luchar contra ellas con una pasión envidiable, tal vez por eso se llevaba tan bien con su padre, otro apasionado en esa materia.

 

 

 

“Furia nocturna”, un gran reto y terror en la aldea, definitivamente para el sería imposible acabar con esa creatura, en realidad pensaba que cualquier dragón sería imposible para él, en fin, a pesar de ello aún tenía un poco de esperanza.

 

 

 

Se inundó tanto en sus apuntes y en algunos de los pocos libros que pensaba valían la pena leer y leer a pesar de ya estar prácticamente memorizados, se absorto tanto que las horas pasaron de manera imperceptible para él, hasta que sintió que el frio en el aire se hiso más intenso que su ropa gruesa y el chaleco de piel ya no lo protegían tanto como para que no se diera cuenta del cambio de temperatura, estaban ya a finales de verano, otoño estaba cerca y con ello se acercaba más el crudo invierno.

 

 

 

Se estiro un poco hasta que se desesperezo por completo, ordeno un poco sus apuntes, cosa que no era muy necesaria ya que casi nadie aparte de él entraba a ese lugar, eran pocas las personas que se interesaban por leer en su aldea y dudaba que hubiera persona aparte de él que entendiera los apuntes de sus creaciones, su tío alguna vez vio algunos de ellos pero preguntaba cada quince segundos para poder entender que significaba cada cosa, y no diga su padre, que solo frunció el ceño al mirar estos, no pregunto pero sabía que no había entendido, su padre era orgulloso y no preguntaría para no parecer un idiota.

 

 

 

Cubrió su creación y se encamino afuera del taller, ya se estaba empezando a formar de nuevo la neblina, no era mucha pero aun así provocaba frio, ya afuera, por pura casualidad, por pura suerte, o quizás por fuerza del destino y los dioses, decidió voltear al cielo, al ver en dirección a esa luna casi llena, curiosamente en la primera noche de luna llena no faltaba noche que atacaban la aldea, todo mes, ese día, era seguro que alguno de ellos o más se presentarían a llevarse algo y atacar, era curioso, llegaba a pensar que fuera una especie de ritual entre ellos, y le parecía que hasta podrían estar desesperados, mirando esa luna, pensando que pronto uno de ellos aparecería cuando esta estuviera completa, y que muy probablemente su tío ya se haya preparado el mismo para cenar o ido al comedor de la aldea para no terminar un poco enfermo del estómago por algo preparado por el mismo, lo vio, como una imagen perfecta en ese fondo blanco y plateado que era esa luna.

 

 

 

Por un momento creyó estar soñando, por un momento se había quedado congelado, por un momento se quedó muy sorprendido, y por un momento se gritó a el mismo “¡¿QUÉ HACES?!, ¡muévete, muévete!” y así fue como reacciono.

 

 

 

Corrió rápido, se metió a la herrería y agarro su creación, era una cosa pesada, por suerte la había puesto sobre una carretilla y moverla se volvía una tarea sencilla, coloco su invención afuera y apunto en dirección al dragón, sabía quién era ese dragón, era “furia nocturna”, por un momento pareció que su cerebro proceso todas y cada una de las posibilidades de disparar o no, la mayoría eran pesimistas, muy pesimistas, y luego pensó en lo que anhelaba, una pequeña muestra de aprobación de su padre, la esperanza de encajar por fin de alguna manera, eso pesaba más que todas sus dudas, y jalo el gatillo.

 

 

 

Solo tenía una oportunidad, el fuerte sonido de la explosión no despertó a nadie, tampoco el gruñido que pudo escuchar de la creatura cuando aquellas cuerdas con esferas de metal en los extremos le golpeo y lograron enredarse en su cuerpo cayendo inevitablemente en dirección a los bosques, él se encontraba sentado en el pasto húmedo, la fuerza de la explosión había hecho retroceder su cañón y había provocado que terminara en el suelo, aun así jamás aparto la mirada de esa silueta negra y todo lo que paso en ese momento, tan rápido, tan irreal que creyó por un momento pudo estar soñando, pero la humedad en su trasero y manos, junto al frio golpear sus mejillas le decían que estaba despierto, muy despierto.

 

 

 

-Le di… le di… ahora…- ¿ahora qué hacía?

 

 

 

Se levantó rápido y forzó a su cerebro a reaccionar de una buena vez, tenía que pensar rápido, rápido y más rápido así como estaba corriendo en ese momento a su hogar.

 

 

 

Bien, primero lo primero, asegurarse que Gobber estuviera dormido, cosa que casi estaba completamente seguro, armarse con unas cuantas cosas, prepararle un poco de desayuno a su tío y largarse corriendo hacia el bosque, no, no podía decírselo a su tío Gobber, era muy probable que el al final terminara matando a ese dragón negro y no él, tenía que hacerlo él, tenía que ser su propio logro, no le preocupaba irse a plena noche, adentrarse al bosque, mañana podría decirse que era como su día de descanso, no había trabajo en el taller, no habría entrenamiento, así que tenía tiempo, mucho tiempo para ir a buscar a ese dragón, pero una pregunta a pesar de la decisión que mostraba en ese momento no dejaba de rondar en su mente, cuando llegara el momento… ¿lo lograría?

 

 

 

+++

 

 

 

Estaba cansado, muy cansado, había volado todo el anochecer a pesar de lo cansado y lo mal herido que estaba, otra vez esa bestia lo había castigado, y esta vez ya no sabía porque, le había traído su ofrenda, una pobre creatura peluda como las nubes, una de las tantas que tenían esos humanos, no sabía por que estos se enojaban si a fin de cuentas tenían muchas más, la había devorado de un solo bocado, como siempre, pero cuando lo vio lo arrojo ante las paredes rocosas de la cueva, su espalda dolía y su cola también, pero decidió irse antes de que decidiera castigarlo más.

 

 

 

Sabía que era diferente, y por eso muchos de sus congéneres lo trataban diferente, ya no había muchos como él, y tal vez por eso aquel le odiaba tanto, pero no era su culpa ser así, así como sus ancestros eran como él, queriendo estar lo más lejos de él decidió volar tan lejos como podía en esas condiciones, fue así como llego a esa isla en medio del mar, habitada por los humanos y sus creaturas peludas como las nubes u otras más grandes y gordas, estaba cansado, adolorido y también distraído, tal vez por eso no se dio cuenta hasta que fue golpeado por quien sabe que, por quien sabe quién, de quien sabe dónde y sintió que ya no podía estar más volando, fue tan sorpresivo y repentino, tanto que apenas se dio cuenta de los golpes de las ramas de los arboles hasta que ya estuvo impactado en el suelo.

 

 

 

Dolía, dolía todo horrorosamente, trato de moverse, pero el dolor y una cosa delgada como anguila estaba enroscada en todo su cuerpo impidiéndole moverse con libertad, lo intento una y otra vez a pesar del dolor pero no lograba liberarse de esa cosa, dolía, y el repentino golpe de la realidad lo abrumo, ese sería su fin, si no podía volar, no podía escapar, si no podía escapar lo encontrarían y si lo encontraban lo matarían como a muchos otros, ahora que no lo había matado él, lo matarían uno de esos humanos.

 

 

 

Aun consciente de ello lucho, siguió luchando toda la noche, debía esforzarse, sabía que los humanos no veían bien en la noche o en la oscuridad, por eso usaban esos fuegos suyos en esos pedazos de madera, aún tenía una oportunidad, una pequeña oportunidad.

 

 

 

+++

 

 

 

El gran astro sol se volvió a posicionar sobre los cielos, Hiccup estaba nervioso, había caminado toda la noche a la dirección donde sabia había caído “furia nocturna”, en más de una ocasión pensó dar media vuelta y contárselo a su tío, y después de dudarlo y pensarlo mucho volvía a retomar el camino, no fue necesaria la luz de una antorcha, además de que se había olvidado de traerla, la luna ilumino su camino y no tubo tantos tropiezos como hubiera esperado, fue cuando escucho el ligero gruñir y golpes secos contra el suelo que supo que al fin había llegado.

 

 

 

Una roca cubría su figura pero podía ver a la perfección la lucha de aquel animal tratando de liberarse, pero le era imposible, las cuerdas no eran comunes y corrientes, claro que no, si no ya las hubiera hecho trizas, el mismo las había hecho trenzando hilos de metal, solo con un cuchillo especial se podrían romper, cuchillo que él también había hecho y traía en esos momentos, se suponía que con este mataría al dragón.

 

 

 

Tomando una gran bocanada de aire decidió salir de su escondite y fue ahí que la bestia lo observo, sintiendo como lo analizaba mientras se quedó un segundo congelado para al siguiente tratar de retroceder pensando en lo inevitable.

 

 

 

Los ojos afilados y grandes del dragón negro lo miraron, un humano demasiado joven, muy joven y delgado, era macho, así olía, tenía melena café y ojos verdes como los bosques o prados, y tenía un cuchillo en la mano, un filoso pedazo de metal en la mano, ya sabía que es lo que significaba aquello y trato de retroceder, cosa difícil con esa cosa apresándolo y además que no tuviera energías no ayudaba mucho.

 

 

 

Sintió la mano del joven humano sobre su cuello y supo que ya no podía retrasar lo inevitable, le dio una última mirada, pensó que si llegaba a morir en manos de un humano este hubiera sido uno más viejo, con pelos en el rostro y mucho más grande, no uno tan joven y de aspecto tan frágil, a veces la llegada del final llegaba en formas inimaginables, cerró los ojos y recostó su cabeza en la tierra, ya no lucharía.

 

 

 

-Creo que me voy a arrepentir por esto…- susurro más para sí mismo que para alguien más, alzo un poco su cuchillo y miro con duda como ese cuerpo se dejaba de mover como aceptando con sumisión su destino –…estoy seguro- acerco el cuchillo a esa piel escamosa, pero a pesar de eso suave al tacto, así lo sentía bajo su mano, soltó un hondo suspiro, ya lo había pensado y al ver a este dragón en persona lo repensó aún más.

 

 

 

Acerco el cuchillo hasta que la distancia fue nula he hiso un corte sin dudar, el dragón abrió asombrado sus ojos, ese ruido, ese ruido no era el sonido de su carne ser cortada, ya varias veces le había pasado al pelear con esa bestia que exigía tributo, además no había ninguna pizca de dolor, nuevo, porque aún le dolía el cuerpo por los golpes recibidos, ese sonido era de algo tensionado romperse, además sentía su cuerpo menos presionado, alzo la vista, ese humano lo estaba liberando.

 

 

 

Con cuidado pero firme empezó a cortar la cuerda que estaba enroscada en el grueso cuerpo del dragón, lastima de trabajo, lastima de oportunidad que quizás nunca se podría repetir, definitivamente si le contara a alguien de lo que estaba haciendo le gritaría en la cara que estaba totalmente loco y que estaba cometiendo la mayor estupidez de su vida, pero simplemente no lo podía hacer, no lo podía hacer, y menos cuando le dedico esa mirada de resignación,

 

 

 

Corto la última cuerda y espero que no se tropezara cuando iniciará su retirada, que hubiera decidido perdonarle la vida a esa cosa no quería decir que recibiría el mismo trato, vio como el cuerpo largo y negro se movía sacudiendo los últimos restos de su cuerda metálica, miradas de nuevo chocaron, expectativa y asombro con un poco de duda.

 

 

 

Estaba libre, magullado pero libre, no perdería más tiempo y se largaría de ahí, no fuera que ese pequeño humano se arrepintiera o esto fuera una extraña táctica para matarlo.

 

 

 

Se incorporó y se trató de alzarse en vuelo, extendió sus alas negras y como un rayo recorriendo su cuerpo un dolor indescriptible lo embargo, su ala izquierda dolía, dolía con cada milímetro que la movía, rayos, estaba herido, lo intento una vez más y fue aún más doloroso aun, callo en sus cuatro patas creyendo que se desmayaría en cualquier momento, trato de pensar en algo para salir de ahí, y lo único que se le ocurrió fue eso, ya no le importaba si lo veía o no ese humano, era lo único que se le ocurría, si su ala estaba herida, y tal vez no podría alzarse en vuelo con su peso, tendría que disminuirlo.

 

 

 

Ante los ojos de Hiccup paso la cosa más extraña que hubiera visto en su joven vida, el cuerpo negro de ese lagarto pareció incendiarse por sí solo, llamas de quien sabe dónde habían aparecido y envuelto ese cuerpo que pareció querer devorarlo, pero eso era imposible, ¿verdad?, los dragones eran inmunes al fuego, entonces ¿Por qué pareció que estaba disminuyendo de tamaño?

 

 

 

El cuerpo largo y robusto de lagarto fue disminuyendo de volumen poco a poco, las llamas rojas y amarillas parecían devorarlo poco a poco, cenizas empezaron a caer y de lo que alguna vez fue el cuerpo de la bestia se erguía uno más pequeño en comparación, garras y patas habían cambiado a unas extremidades más estilizadas, delgadas pero fuertes, el tórax ya no era robusto cuerpo de lagarto, era un abdomen bien formado con músculos humanos, como sus otros apéndices, la cabeza también disminuyo de tamaño para ser proporcional a su cuerpo musculoso, una melena negra tupia su cabeza, escondiendo el origen de unas orejas negras y unos apéndices igual de extraños que estas, mas estos no eran los únicos apéndices extraños para un cuerpo que se asemejaba al de un humano, las alas y cola de dragón no habían desaparecido, estas seguían igual, siendo esta una imagen quimérica ante los jóvenes ojos del único testigo de aquello.

 

 

 

Sufriendo esta mística metamorfosis, estaba seguro que volar sería más fácil sin tener su cuerpo tan pesado, extendió nuevamente sus alas y el dolor ataco de nuevo, pero aun así no se daba por vencido, agito sus alas a pesar del horrible dolor que le torturaba, apenas se pudo alzar un par de pulgadas y fue cuando cayó en cuenta que había agotado ya todas sus energías con aquella transformación, los límites de su energía habían sido sobrepasados y la inconciencia estaba cercana, empezó a caer de nuevo y esperaba que el golpe en el suelo no fuera a dañarlo más de lo que ya estaba.

 

 

 

Para su asombro, el suelo no fue quien lo recibió, fue aquel joven humano, que con sus brazos abiertos lo abrazo antes de que callera por completo impidiendo que su cuerpo golpeara dolorosamente el suelo, sintió que se tambaleo un poco, por poco y se caían los dos, pero lo sostuvo, al parecer ese pequeño era más fuerte de lo que aparentaba, pero ya no podía pensar más, estaba muy pero muy cansado, ya ni se preocupó de que quien lo estaba abrazando fuera un humano, simplemente cerro los ojos y dejo que la inconciencia lo envolviera mientras percibía cierto aroma agradable.

 

 

 

-Esto sí que no me lo esperaba…- ningún entrenamiento que había tenido antes, y estaba seguro que ninguno que tuviera en algún futuro cercano o lejano lo hubiera preparado para algo como esto.

 

 

 

Nadie le había dicho que algún dragón pudiera transformarse con un cuerpo de humano, o semíhumano, estaba seguro que esto era un evento único, uno en un millón, asombroso y aterrador, y si era así, ¿Por qué rayos no había dudado en ayudarlo para evitar que se golpeara de nuevo con el suelo?, primera vez que seguía su instinto y esto no le aseguraba que todo saldría bien, es más, su razón se peleaba consigo mismo para debatir que hacer provocándole un horrendo dolor de cabeza, ladeo un poco la cabeza encontrándose con la piel pálida como la leche de lo que fue alguna vez una piel de escamas negras, no encontraba una explicación lógica a todo aquello, absolutamente nada de lo que hubiera estudiado o investigado le explicaba que ahora en esos momento estaba sosteniendo el cuerpo inconsciente de un hombre, aparentemente de entre unos dieciocho a veinte años, de piel pálida, cabellera negra como la noche, con enormes alas negras y una larga cola al final de su trasero, y quizás lo que apenas llegaba a darse cuenta, que estaba desnudo, valla situación más extraña he incomoda estaba viviendo, sus mejillas se coloraron un poco, ¿Por qué le pasaban estas cosas?

Notas finales:

Espero que se hayan entretenido tanto como yo escribiendolo


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