“Hace mucho tiempo, en un bosque mus lejano existía un lindo conejito llamado Kenichi, no era el mejor de su clase, ni tampoco el mas fuerte o popular, en realidad en la escuela del bosque siempre lo molestaban por ser un debilucho y un perdedor, hasta que se hiso amigo de la azulejo Miu, una chica que parecía muy bella y normal por fuera, pero escondía bajo esas enorme… ejem, era alguien muy fuerte y peligrosa.
Así que por sugerencia de ese pajarra… de la azulejo Miu, Kinishi fue a una parte escondida del bosque, a aprender a defenderse, ahí conoció bestias temibles y peligrosas, pero de buen corazón que lo aceptaron como su discípulo numero uno, estaba la vieja águila barbuda, el abuelo de Miu, también el simpático Gorila Apachai experto en muay thai, el oso con la cicatriz en la cara maestro en karate Sakaki, la mantis religiosa experta en armas Shigure, el inteligente y apacible chimpancé Akisame experto en el jujitsu, y el gracioso y mañoso lince experto en todas las artes chinas de combate, el maestro Ma.
Todos ellos esas creaturas eran expertas en sus respectivas especialidades de pelea y defensa, y ayudaron a un simple conejo sin talento a volverse mas fuerte y ganar confianza en si mismo, con el tiempo el miedoso y tímido conejo venció a sus abusadores y a pandilleros que osaran dañar o amenazar a sus seres queridos, Kenichi aun no era el conejo más listo o popular, pero había ganado más amigos y una vida mas emocionante aunque también peligrosa.
Como meta personal su camino tal vez era difícil, defender a los débiles, y eliminar el mal que otras no quieren ver, algo realmente difícil para un simple conejito sin talento pero con un enorme corazón.
Un día, la linda, inteligente y querida hermanita del conejito Kenichi, Honoka, se encontraba en problemas, unos animales malos la habían capturado mientras visitaba a su reciente amigo, el joven tigre Natsu, quien en pasados días la había ayudado y ahora la conejita le visitaba para que no se sintiera solo, ya que cuando fue a su casa vio que vivía solo y como cualquier hombre soltero tenia su casa hecha un desastre, le faltaba el toque femenino, y ella como buena damita lo había ayudado como regresándole su favor al ayudarla, pero ese día al visitar al tigre unos tipos malos la habían atrapado al enterarse de que era la linda, inteligente y querida hermanita del conejito Kenichi, ya que como su hermano era un luchador de la justicia había personas malas que querían vencerlo a como diera lugar, fue por eso que recurrieron a esas bajas artimañas de raptarm… digo, de raptar a la linda conejita Honoka.
Fue así como su querido hermano fue a su rescate, no siendo el único manipulado en aquella artimaña, ya que el joven tigre también se vio obligado a luchar, no contra los malos, sino con el conejito en busca de su hermana.
Las cosas parecían ir de mal en peor, pero en el último momento, Natsu y Kenichi lograron poner a salvo a Honoka, poniendo en su lugar a esos malhechores, sin embargo aun así el tigre identifico a un oponente muy fuerte en el conejito Kenichi, por eso quería pelear contra el, no aceptaría un no, su orgullo de hombre así lo pedía, y como también un hombre el conejito acepto.
La fiera batalla del conejito fue presenciada por su hermana, y los demás amigos de su hermano, incluso la creatura que nadie podía identificar que era, Nijima, una creatura tan extraña que decían que la habían dejado seres mas halla del cielo en la tierra. Después del encuentro entre los dos, el conejito había ganado por poco, pero había ganado.
Honoka no entendía muchas cosas, como por ejemplo el deseo de los machos a pelear cuando se encuentran con alguien fuerte, pero si podía jactarse de tener buena intuición, y ella sabia que esos dos llegarían a ser muy, pero muy queridos amigos. Ya a pesar de encontrarse en una cruenta batalla entre ambos, pudo ver un brillos especial en la mirada de ambos, uno que nunca había visto en su hermano o en Natsu que apenas conocía.”
-¿Qué opinan de mi cuento?-
-Apa estuvo muy bonito-
-Muy… bonito…-
La joven Honoka se encontraba frente a Apachahi y Shigure leyéndoles un cuento en el cual había sacado una calificación perfecta para su orgullo, también quería leérselo a su hermano, pero este había salido de compras con la insoportable senos de vaca de Miu.
-jojojo es una historia interesante, aunque el final las frases me parecieron un poco románticas- comento el genio del jujitsu, no es que fuera un chismoso, pero prácticamente todos los habitantes del dojo se encontraban en el jardín escuchando la pequeña historia.
-Apa bonito, muy bonito apa-
-Jajajaja Akisame deja que escriba lo que quiera, es su cuento, cosas de niños- dijo Sakaki quitándole importancia al gracioso cuento en su opinión, tomando un nuevo trago de su enésima cerveza.
-Shigure, ¿tu crees que le guste a mi hermanito?-
-Claro...- contesto la prodigio de las armas, hablando tan suave y pausado como siempre.
-Ese joven Tanimoto es muy terco, aunque Kenichi también, ¿realmente crees que algún día se llevaran como amigos?- pregunto Ma a la pequeña, quien empezó a guardar su cuaderno con el valioso escrito adentro de su mochila.
Ella voltio a ver al excéntrico maestro de su hermano, y por un segundo el maestro de las artes chinas pudo ver una brillo familiar en los ojos de la pequeña.
-Claro que si, aunque Natsu es muy cabeza para admitirlo creo que ya lo considera como su amigo, definitivamente serán muy buenos amigos… incluso más, mi instinto femenino me lo dice- sonrió al mayor y regreso su atención a Apachai y a Shigure, el alto practicante del muay thai ya estaba poniendo su juego de otelo para jugar con la pequeña, esperaba ingenuamente poder ganarle esta vez.
Ma se quedo callado un segundo observando a la pequeña hermana de Kenichi, por un segundo, o una fracción, juraría haber visto el brillo muy familiar en los ojos de ella, como el de los amantes del sagrado echi, o de las revistas picantes que veía en las demás personas que iban a comprarlo, pero eso era imposible, era solo una pequeña e ingenua niña, tal vez se lo había imaginado.
Honoka mientras jugaba con el agradable Apachai recordaba que ese cuento no era el único que había hecho, pero no leería esas preciadas creaciones a su querido amigo Apachai o a Shigure, esas eran… más personales. Además dudaba que ellos lo podrían apreciar, tal vez una o dos amigas de su instituto, pero hacia rato que no se juntaba con ellas, amantes de una lectura un poco diferente, y con un buen instinto femenino como ella.
Tal vez mañana se dedicaría a intercambiar y compartir su creación de “Las aventuras del conejito Kenichi y del tigre Natsu, algo más que amistad o rivalidad”, incluso tal vez podría pedirles un par de consejos para que los de la vida real comenzaran a acercarse de una buena vez como en sus historias, pero eso seria después, al parecer Apachai había mejorado un poco en su juego, le estaba dando un poco de batalla.
Esperaría a que sus cuentos no fueran solo cuentos, no solo una simple suposición, su instinto se lo decía, y ella nunca se equivocaba, el conejito y el tigre tarde o temprano estarían juntos porque ambos lo deseaban.