Solo, en silencio, caminando hasta la oscuridad que habita mi corazón, el dolor era tan grande que ya no podía más, quería que todo acabase, quería que la luz se extinguiera, quería que mi final llegara
¿Por qué aun seguía vivo? ¿Porque dios no podía cumplir mi único y último deseo? ¿Porque era tan difícil morir?
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Aquel día todo parecía tranquilo, no sabía que en la oscuridad se urdía un horrible plan que acabaría con mi vida tal y como la conocía, estaba tranquilamente en casa sentado en el sofá haciendo zapping con el mando del televisor, pero extrañamente no encontraba nada que me llamara la atención, lo que me pareció más que extraño ya que siempre me enganchaba con cualquier programa por muy tonto que fuese, estaba solo, toda mi familia había ido a un extraño y estúpido baile de mascaras, yo aborrecía totalmente esos lugares, eran tan aburridos.
Mi padre era y es un famoso empresario con una gran cadena de hoteles por todo el mundo y mi madre es su abogada, así se conocieron, entre los dos levantaron el imperio Namikaze Uzumaki, nadie en su sano juicio se atrevía a enfrentar a mi madre en los tribunales y mucho menos a mi padre, mis hermanos disfrutaban de los privilegios que les proveía el imperio, pero en cambio yo lo aborrecía totalmente, no aguantaba esas fiestas ya que siempre que iba a una, la gente importante nos lanzaba a sus hijos o se ponían a hablar de estupideces, la gente es tan falsa cundo se trata de dinero.
Me levante del sofá y camine hacia el salón de actos, estaba un poco cansado, mi madre me había puesto en tantas clases: Ingles, Piano, Violín, Solfeo, Esgrima, Canto y muchas más, la que más me gustaba era Piano, adoraba ese instrumento y lo tocaba con gusto. Al entrar al salón de actos lo primero que vi fue mi amado piano, me acerque a él y me senté en el banquillo, comencé a tocar mi canción favorita: Para Elizabeth, lo sé, daba un poco de miedo, pero me encantaba, era tan melodiosa y tan… no sé cómo explicarlo, la estaba tocando hasta que escuche un ruido, me pare del banquillo y camine fuera de la sala, estaba oscuro y no se oía nada, volví a oír un ruido y camine al salón, allí vi un gato negro con los ojos verdes, me miraba de una manera extraña, como si me quisiera decir algo, iba a acercarme a mirarlo cuando una mano me sujeto la boca y apreso mi cuerpo, intente girarme, pero esa persona era más fuerte que yo, me arrastro hasta la sala del piano y me tiro al suelo, entonces le pude ver, se le veían algunos cabellos rubios anaranjados, su cara no era muy clara ya que llevaba un pasamontañas
-deberías haberte quedado tocando el piano- susurro, su voz era tenebrosa y sus ojos me miraban insaciables ¿Qué quería de mi? ¿Qué me iba a hacer? ¿Es que acaso me mataría?, nada de eso sucedió y hubiera deseado que me matara en vez de lo que hizo, sus asquerosas manos recorrieron mi cuerpo de punta a punta, la ropa que antes me cubría ya no estaba y ese asqueroso ser abusaba de mi, las lagrima no dejaban de caer, ya había desistido de gritar ¿para qué? No había nadie en casa, solo deseaba que terminara pronto y me matara, porque no podría seguir viviendo después de esto, entonces lo sentí, sentí como entraba dentro de mí, grite, patalee y llore, pero eso no lo detuvo, lo único que conseguí fueron golpes y patadas, ya no podía más, el dolor era insoportable, ese ser entraba y salía de mi una y otra vez, ya no me quedaban lagrimas que llorar, ya no podía resistirme, me quede quieto y deje que hiciera lo que quisiera conmigo
No sé cuánto tiempo fue, durante cuantas horas abuso de mí, simplemente se levanto, se relamió los labios y me dejo allí susurrando y suplicando que acabara con mi vida, que me matara, la sangre de mis heridas comenzó a expandirse, el suelo color crema se tiño de rojo, las lagrimas se secaron en el suelo, abrace mi cuerpo adolorido y cerré los ojos, con suerte me desangraría allí mismo.
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Abrí los ojos en una habitación que no conocía, ¿Por qué, porque abrí los ojos? En mi mente se repetía aquella noche una y otra vez, ¿Por qué tuve que vivir?, mire a mi alrededor, la habitación era completamente blanca, en un sofá cercano, mi madre descansaba con unas notables lagrimas secas, mi brazo estaba enganchado a maquinas que desconocía, sin esperar que viniera nadie arranque aquellos cables de mi muñeca, las maquinas comenzaron a pitar, pero no le di importancia, salí de la habitación y camine hasta las escaleras, comencé a subir los escalones hacía arriba hasta que finalmente se acabaron y solo quedo una vieja puerta oxidada, la abrí sin ningún esfuerzo, inmediatamente la luz de la luna me ilumino, camine entre las sabanas blancas que había tendidas y me senté en el borde del edificio, no pensaba tirarme, solo necesitaba pensar, ¿Qué haría ahora? Quizá quitarme la vida sería lo mejor, no podía dejar de pensar en aquello, ¿Por qué yo?, las lagrimas comenzaron a bajar por mis mejillas hasta caer al vacío, la fría y despejada noche solo traía mas tristeza y mas recuerdos, la luna se había escondido, ya no la veía en el cielo, abajo las personas comenzaron a correr desesperados de un lado a otro ¿Qué estarían buscando? ¿Quizá a mi?
-NARUTO- escuche un grito, gire el rostro en dirección al grito, allí estaba mi padre, me miraba con tristeza, mi madre detrás de él lloraba desconsolada y mis hermanos simplemente se mantenían al margen visiblemente preocupados, parecían preparados para saltar en mi dirección-ven aquí, Naruto- pidió mi padre- por favor- rogó, me levante del borde del edificio y caminé lentamente en su dirección, aquellas lagrimas que habían caído al vacio comenzaron a caer nuevamente, mi padre me estrecho en sus brazos y ya no pude más, comencé a sollozar en sus brazos, necesitaba desahogarme, necesitaba llorar, mi padre simplemente se quedo allí sin moverse abrazándome fuertemente- tranquilo, todo estará bien- susurro en mi oído, con esa frase deje que Morfeo me arrastrara a su mundo.