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Miss Marple por midhiel

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El Sherlock Holmes ficticio pertenece a Sir Arthur Conan Doyle y esta versión a los creadores Mark Gatiss y Stephen Moffat. Sin embargo, el Sherlock Holmes de carne y hueso pertenece exclusivamente a John Hamish Watson y viceversa.

Miss Marple

Cualquiera que conociera a John Hamish Watson sabía de su amor por los animales. No resistía recoger alguno abandonado o herido en la calle, y después de rehabilitarlo en Baker Street, le conseguía un hogar. Los sobrinos de la señora Hudson se desvivían por cualquier tipo de ave, cuando se trataba de un cachorrito, Lestrade le obtenía un techo entre los compañeros escolares de sus hijos, y si el huérfano era algún gatito, la madre del agrio Anderson ya cuidaba a quince y no le importaba recibir más. Con Sally Donovan podía contar si el animalito era algún roedor.

Al principio Sherlock protestaba que el departamento era un laboratorio, no un zoológico, pero como John bien le señaló, si él toleraba los cadáveres en el refrigerador y los electrodomésticos, y la cocina convertida en sala de experimentos, el detective tenía que aceptar los animales que él traía.

Una tarde que John trabajaba en la clínica, Sherlock estaba concentradísimo observando a través de la lente del microscopio una muestra de tierra de una zona específica del sur de Lancaster. Tenía todos los sentidos puestos en el minúsculo contenido y se sorprendió al escuchar un “miau” a sus pies.

Con curiosidad miró hacia abajo y se encontró con una gatita blanca, que tenía una mancha semejante a un corazón negro en el lomo y manchitas color cobre en las patitas delanteras.

-¿Qué haces aquí? – le preguntó.

Otro maullido fue la respuesta.

Sherlock estaba atravesando una de sus etapas de sociabilización cero y siguió concentrado en el microscopio como si la felina no existiera.

-Miau.

La gatita no iba a desaparecer por arte de magia, por lo tanto la solución no era ignorarla. De mala gana fue hasta el refrigerador y sirvió un poco de leche dentro de un tazón. Afortunadamente la señora Hudson les había comprado varias botellas esa mañana.

La gatita bebió hasta la última gota y no tuvo mejor idea que brincar a la mesa para acicalarse.

El detective la espió de soslayo y continuó examinando la muestra.

La felina demoró un cuarto de hora en su aseo y viendo una toalla doblada junto al microscopio que podía servirle de colchón, se arrojó de lado sobre ella. El aparato se movió y, enfadado, Sherlock se apartó de la lente.

-¿No tienes otro lugar para relajarte?

-Miau.

Sherlock entendió que no iba a obtener otra respuesta. Se calzó los guantes para cargarla hasta el sillón favorito de John, pensando que si tanto quería a los animales, que se hiciera cargo cuando regresara. La gatita se hizo un ovillo sobre el mullido cojín de “Jack Union” y se durmió.

El detective regresó a su experimento. A la media hora no pudo contenerse más y se acercó a observarla. Notó que entraba un viento frío por la ventana entreabierta y la cerró.

John regresó a las nueve de la noche y se encontró con la nueva inquilina durmiendo en su sillón. Tenía una servilleta de tela extendida sobre el lomo a modo de sábana.

Enternecido, volteó hacia la cocina donde Sherlock seguía concentrado en su experimento.

A pesar de su arrogancia y aparente frialdad, el detective se desvivía por los gatitos desde niño. Eran limpios, inteligentes, ágiles, esbeltos, demandantes y poco sociables como él. Por supuesto que jamás lo había admitido públicamente pero John lo sabía de boca de Mycroft.

-¿Qué tal tu día, Sherlock?

-Aburrido – contestó el detective, graduando la lente.

-Veo que tienes compañía – observó John, acariciando la cabeza de la gatita.

-Ella se coló.

Sonriendo, John llegó a la cocina.

-No finjas porque sé que los gatos son tu debilidad, Sherlock – le besó los labios con suavidad -. Es por esta ternura que no sabes ocultar, que acepté casarme contigo.

Sherlock le devolvió una sonrisa de picardía.

-Aceptarlo fue muy inteligente de tu parte, John.

Y se besaron nuevamente.

Más tarde, camino a la cama matrimonial, Sherlock alzó a la gatita para llevársela con ellos.

-Serás Miss Marple – decidió ante la mirada aprobatoria de su esposo.

………..


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