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“Una promesa de amor eterna” por harukatenou

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“Una promesa de amor eterna”

La calidez de aquel cuerpo desnudo junto al mío, apaciguaban enormemente mi alma. Mirando absorta e hipnotizada tu rostro dormido, sonreía como tonta, era el más bello de los amaneceres, el que podía ofrecerme tu rostro iluminado tenuemente por los rayos del sol, que daban paso a la mañana.

            -Buenos días sirena…-. Susurre despacio, mientras tus hermosos ojos, se abrían con pereza.

            -Buenos días Haruka…-. Sonreíste de vuelta, acariciado mi mejilla con calma.

            Dejando nuestros ojos encontrarse cómplices de cada mirada, sonreímos al unísono, antes de permitir que nuestros labios se besaran, con calma, sin prisa, en un suave roce que trasmitía con delicadeza, el sentimiento que nos unía, que nos ataba de forma sublime, desde hace mas de una vida pasada.

            Una queja solio de mis labios, al romperse el contacto de nuestros labios, sonreíste divertida, besando mí nariz para levantarte, desnuda, envuelta torpemente en la sabana color rosa que cubría la cama.

            -¿Me acompañas a la ducha?-. Fue la invitación coqueta, estirando tu mano seguidamente.

            Sonreí gustosa, tomando con delicadeza tú blanquecina y cálida mano, para caminar con nuestros dedos entrelazados, a la habitación de baño,  tus ojos se abrieron con sorpresa al ver la tina de baño rellena de pétalos de rosas.

            La habitación emanaba un suave pero penetrante olor a mar, entre mezclado con el olor de las rosas. Un poco de incienso relajaba el ambiente, tenue pero firme, la luz de las velas alrededor, daban un entorno aun mas mágico.

            -¿En qué momento lo hiciste?-. Fue la interrogante apenas audible, que escapo de tus labios.

            -Mientras una hermosa sirena, permanecía presa de Morfeo…-. Susurre con calma, invitándote a entrar al agua tibia, con pétalos y espuma, que se dibujaba ante nuestros ojos.

            -¿A qué se debe tales atenciones hoy en día?-. Cuestionaste seguidamente, mientras tus brazos me rodeaban por el cuello, jalándome para que me colocare sobre ti en la tina.

            -Bueno… ¿Acaso necesito excusa para atenderte como mereces? –Susurre quedamente- Pensé que pasar un día sin preocupaciones, solo estando juntas… Era el mejor regalo que podría ofrecerte….-. Explique con pausa mi teoría.

            -Me encanta que seas así de tierna…-. Comentaste sonriendo ampliamente, antes de besarme despacio, pasional, desatando en mi un deseo creciente, que no reprimiría.

            Mis manos cobraron vida, deslizándose con una delicadeza medida, acariciaban tu piel, como si estuviese tocando la más fina y costosa porcelana. Sintiendo como tu piel se erizaba palmo a palmo en la yema de mis dedos, aventure mis labios a tu cuello, aspirando el aroma de tu piel, embriagándome como si bebiese el mas fuerte de los licores, deje mi nariz disfrutar de tu esencia, mientras mi lengua recorría la piel que marcaba ahora tu clavícula.

            Dejaste escapar un placentero suspiro, cuando no logre suprimir el deseo de morder tu hombro desnudo, mi mano derecha se aventuro a tu  pecho, masajeando despacio, acaricie y apreté su   anatomía sin ser demasiado brusca.

            -Me gustan tus manos…-. Susurraste tomando entre las tuyas mi mano libre, para jugar con mis dedos mientras sonreías extasiada por mis caricias.

            -Son tuyas, como lo soy yo, mi alma y todo lo que represento…-. Fueron mis palabras, buscando de nuevo tus labios, para fundirnos en un aun más pasional e intenso beso.

            Tus manos se aferraron con fuerza a mi espalda, cuando mi mano, aclamando los deseos de mi alma, se deslizo a tu intimidad ya más que estimulada.  Suspire de gozo cuando la calidez de tu interior acaricio mis dedos, en un vaivén rítmico y melodioso, acompasaba mis embestidas al movimiento inconsciente de tu cadera y a la melodía que de tus labios emitían gemidos, susurros, suspiros y palabras de amor a modo de sinfonía.

            Las uñas de tus dedos, marcaron mi piel denuda, mientras aquel gemido agudo, liberaba la presión contenida en tus pulmones, al contener la respiración llegado el tan ansiado clímax.

            -¿Sabes cuánto te amo Haruka?-. Interrogaste con la respiración aun entre cortada.

            Asentí tímidamente, pegando tú frente a la mía, intentando recuperar el aliento que también me faltaba.

            -El amor que siento por ti, trasciende las palabras… Te pertenezco desde el primer instante en el que te vi, hace miles de años en el milenio de plata… Soy tu mujer y tú la mía, mucho antes de entregarme a ti, en nuestra primera existencia...-. Susurraste despacio, acariciando mi mejilla.

            -Lo se Michiru… -comente con pausa-  Aunque a veces no pueda expresar con palabras todos los sentimientos que por ti alberga mi alma… Confieso ser esclava sumisa, del amor que por ti siento…-. Sonrojándome avergonzada, deje salir mis palabras.

            -No eres mi esclava Baka –comentaste burlona- Aunque eso puede arreglarse…-. Susurraste con aquel tono seductor, que me hacía perder la cordura.

            -Ser esclava de tus besos, tu cuerpo, tus manos y tu alma… Sería una condena sublime, que aceptaría gustosa…- fue mi corta respuesta, fundiendo nuestros labios de nueva cuenta.

            -¿Prometes estar siempre a mi lado?-. Pediste en un susurro apenas audible, mientras reposabas en mi pecho, acabamos de hacer el amor de nuevo, ya había perdido la cuenta de las veces que llegaste el clímax y las veces que fui yo tu víctima.

            -Prometo pertenecerte, amarte y nunca jamás abandonarte…-. Entrelazando tu mano a la mía, besaba tu frente.

            -¿Eres consciente de que podríamos morir hoy en la catedral marina?-. Sentí como tu voz se quebró ante esa afirmación.

            -Michiru…- Me incorpore un poco para obligarte a mirarme- Aun si muero hoy, cumpliendo el cruel destino que nos han escrito, te buscare en nuestra siguiente vida, no me importa esperar a renacer, no me importa tener que buscarte eternamente, porque se, que cuando vea tus ojos, cuando sienta tu aroma traído por el viento a mí, seré la mujer más feliz del mundo, porque estaré completa… -. Explique mientras limpiaba las saladas lágrimas que bajaban por tus mejillas.

            -No llores que eso me parte el alma… Seamos felices, amémonos sin restricciones, sellemos esta promesa de amor, aun con la amenaza de morir hoy, dentro de unas horas, como castigo y condena, por ensuciar nuestras manos con sangre inocente…-. Besándote despacio, te abrazaba protector sirviéndote de refugio, de guardián.

            -Te amo Haruka, te amo más allá de las palabras… Y tienes mi promesa fiel, de que te buscare y te encontrare las veces que sea necesario, las vidas que renazca, y seré tuya, sin restricciones… Eternamente… Porque mi alma está unida a la tuya…- Correspondiendo a mis labios, veíamos el sol empezar a perderse.

            Par de horas más tarde, transformándonos en silencio, bajábamos del helicóptero que nos transportaba. Mirando con determinación el edificio sobre el mar que nos saludaba, tu mano tomo la mía, antes de mirarnos y sin decir nada, avanzamos tomadas de la mano, juntas, al interior de la catedral marina.

 

 

Notas finales:

Espero que les guste... y dejen sus comentarios...


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