Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sentencia de la corrupción por Vampire White Du Schiffer

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Desligue: los personajes de KHR pertenecen a Akira Amano; es una adaptación del vídeo-canción “J of Corruption” cuyo intérprete es Kaito Shion de Vocaloid. Los capítulos contendrán el mismo nombre que las secciones del vídeo mencionado para respetar la trama.
Siguiendo el plan, habrá adaptaciones de la saga de pecados capitales (vocaloid) con byakuran como portagonista :D

Sentencia de la corrupción.

En la Unión de Estados de Rivacio, se llegó a conocer a un hombre, Juez Único, que usó los beneficios intrínsecos a su investidura para beneficio inalteradamente propio, su nombre era Byakuran Gesso. Las generaciones siguientes le conocerían como «El Recolector».

Byakuran tiene un hermoso hijo, Mukuro,  por el que hará todo lo que esté en su poder. Sin embargo, tendrá que darse cuenta de que la chispa de la rebelión se enciende con bruta facilidad después de existir impunidad. La falta de justicia pura es lo que llevará a Gesso al fatal destino que tienen todos los avaros. Un círculo en el infierno.

Pareja: 10069

Desligue: los personajes de KHR pertenecen a Akira Amano; es una adaptación del vídeo-canción “Sentencia de la corrupción” cuyo intérprete es Kaito Shion de Vocaloid. Los capítulos contendrán el mismo nombre que las secciones del vídeo mencionado para respetar la trama.

+ : : El abogado : : +

+ : : Pov Byakuran : : +

La mariposa blanca es símbolo de que llegará una carta. El porvenir no se puede cantar tan sencillamente pero bien puede tentarse un par de veces antes de llegar a la conclusión de que nada en esta vida está asegurado. Por lo tanto la suerte no existe y uno mismo termina por formular la pregunta de dónde acabará todo esto sin un guía con mano lánguida que lleve al último vuelo del alto cielo inmaculado.

Sentimientos borrosos respecto a mi niñez vienen a mi mente. Era usual que, en nuestra sociedad para nada liberalista, pues aún no surgía la revolución, se criaran los niños sin vista de los padres. Incluso dejar a recién nacidos en el Hospital como viles expósitos era una manera aceptable de infanticidio ante el germen social. Sea como fuere, tuve la oportunidad de escabullirme de esa muerte tan prematura para después iniciarme en la educación que me llevaría a la universidad más prestigiosa del siglo.

No hubo nunca para mi mayor gozo académico que el de darme cuenta de mi vocación. El sueño de llegar a convertirme en el más prestigioso abogado del país abarcó varias horas de mis noches y días. Dediqué el empeño de dos vidas en el estudio de todas las ramas del derecho. Perfeccionándome en la base de todas las leyes. La especialización que tuve en constitucional fue arrasadora en el aspecto de arrancarme del mundo de las personas normales. Sólo los colegas pueden atender con respeto a lo que digo. Un abogado entiende a otro abogado, y cuando esto no pasa, a pesar de tener la misma preparación, se da lugar a un debate delicioso. No hay nada mejor que la controversia de ideas para replantearse en una concepción nueva, llena de vigor.

+ : : El esposo : : +

A mis veinte años pude dar fe de que nada interferiría con la felicidad que me había forjado a costa de tanto tiempo de duro trabajo. Empero, aparecieron dos personas en mi vida que vinieron a echar abajo mi proyecto de vida. Mejor dicho, tuve que desviar el curso del barco. Me vi obligado a cambiar el curso trazado en el mapa. Pues me casé.

La hermosa Chrome, hija del príncipe de la Unión de Estados rivaciana, era alguien sumamente ecuánime, sumisa, educada y simplemente buena conversadora. Para no parafrasear tanto, es buena mujer en más de un aspecto. Se convirtió en mi cónyuge después de que mi padre, un padre que no vi más que un par de veces contadas con los dedos en toda mi vida, acordó el matrimonio. Y desgraciadamente no pude alegar; en esta sociedad el hijo viene siendo otra pertenencia de las muchas que tiene el líder de la familia. Y si el vástago se niega a obedecer, bien puede el progenitor solicitar el ingreso del primero a la Bastilla para que tome conciencia de la altanería. Y como yo no deseaba pasarme meses ocupando una celda donde la única cama es paja que se cambia cada dos meses, decidí desposar a Chrome Dokuro.

Eso es con respecto a la primera persona. La segunda, oh, dios, debo pecar más de una vez en esta confesión. Se trata del hijo de la muchachita. Resulta que para ocultar el escándalo causado por un pobre diablo de nombre Deamon Spade, el verdadero padre del chiquillo, la hija del príncipe me buscó. Así ocultamos la verdad, Mukuro nacería bajo mi nombre aunque no tuviera mi sangre.

+ : : <La Hija> del Jardín en Miniatura y el contenedor de los pecados capitales : : +

+ : : El padre : : +

En realidad, el pequeño Mukuro fue la causa de mi ocaso. Me sentí profeta que gritaba antítesis al conocerlo por primera vez. Poco después, No tenía más de dos meses de nacido y ya lo sentía yo volverme loco. Tener una veintena por edad no sirve, por mucho que se quiera, para ser buen educador. En fin, me encargué de no cometer el mismo error de mis padres. Pude darme el tiempo suficiente para verle la cara al bastardo, que conste, me disgusta la palabra, pero debo denominarle de una forma antes de llegar al cataclismo que después sabrán. Le regalé cientos de libros para que no se anclara nunca en la ignorancia, le mostré cómo montar a caballo y cómo tomar a una jovencita a la hora del baile. Irremediablemente me di cuenta de que ese proceso se convirtió en obsesión. Al punto de olvidar por un momento que mi esposa era Chrome y no el joven que recién cumplía doce años. Fue en ese tiempo en que me percaté de mi enfermedad.

+ : : El amante : : +

Empeoró todo al tener quince. No pude contenerme. Era demasiado. El pequeño Mukuro resultó el mejor amigo que pude tener, y ojalá se hubiera limitado nuestra relación a eso. Por algo pasan las cosas, dicen, sin embargo aquí ocurría algo prohibido. Me gustó verle desnudo una vez cuando él dormía. Mis ansias se calmaron hasta posarme sobre su cálido ser. Impredeciblemente, me sosegué hasta hacerlo mío una noche.

La rebeldía de Mukuro no hizo más que aumentar mi amor por él. Sí Chrome se enteró nunca dijo nada. Nuestro hijo crecía más y más fuerte. Tan apuesto que llamaba a las personas con sólo agitar el dedo índice.

Pero el ave debe salir del nido. A menos de que alguien lo impida. A la edad de quince, ya es hora de que los jóvenes se integren a la vida del ejército un par de años. Así que mi Mukuro debía partir. Debía, más nunca pudo.

«Accidentalmente», quedó paralitico después de que un caballo enloquecido le dejó caer. Mayor desgracia no hubo más en la casa. Y como buen padre, amante, amigo de Mukuro debo adjudicarme un trabajo muy bien retribuido para poder lograr que vuelva a caminar. Que vuelva a gozar de andar sobre sus propios pies. Que se sienta libre de venir a mis brazos y que no tenga yo que tomarlo de mil y una maneras en las que no se necesite su cooperación.

La silla de ruedas le sienta terriblemente bien, me lo hace ver indefenso y solitario, tanto que de vez en cuando torna la mirada en aire ausente y causa un revuelo de ricas emociones en mi vientre.

Este es el ocaso, el cataclismo, del que les hablé hace poco. La razón de que terminé convirtiéndome en «el amo de la corte».

+ : : El Juez y el Tribunal Corrupto : : +

La doctrina es hermosa, precisamente por ser lo que es.

La práctica es hermosa, precisamente por ser lo que es.

Y ambas, sin gracia, en la realidad no son sinónimas. Al igual que el poder y la justicia.

Determinar la inocencia o culpabilidad de un procesado es algo terriblemente sencillo. Al dictar sentencia, cuya inminencia es declarativa y resolutiva, sólo debe ser sometido a mi criterio una cosa: la cantidad de dinero que el acusado esté dispuesto a darme. Ah, ¿ven a lo que me refiero? Sólo dinero y nada más.

+ : : El Inicio de la Guerra Civil y el final de su sentencia : : +

+ : : Presente : : +

Cuando se somete a mi competencia el conocimiento de determinado asunto la verdad sale a la luz si no se me brinda el pago suficiente para salvar la vida del reo. Alguien tan altruista como yo no hace esto sin una fundamentación tan legal como mi estado civil actual. Viudo.

La muerte de Chrome-chan me destrozó el corazón, en verdad, la extraño demasiado. Pero al menos ahora que no interviene en las sanas diversiones de Mukuro y yo. Talves enterarse de que me convertiría en el máximo juez de la Unión debió constituir demasiada presión para ella, al punto de adentrarse de muy noche en el río. Ah, esto hace que vuelva a mi mente un bello poema. Tan trágico que me hace estremecer de pies a cabeza; tal como el estremecimiento que me causa ver a Mukuro en la cama, postrado en la soledad de las sábanas, esperándome con infinita paciencia.

En lo que va de esta semana tan hilarante y llena de mi precioso hijo, no he hecho más que almacenar el anhelado dinero que le traerá la vida de vuelta. Sólo suspiro de alegría al imaginármelo. Al fin podríamos salir del valle para perdernos en las peligrosas sendas de la lujuria en cualquier parte del mundo. Sólo él y yo.

Más eso debe esperar varios juicios, varios acusados, y varios sobornos. No hay momento en que no piense en utilizar cada centavo en la felicidad de mi hijo amante.

Debo recolectar. Hacer una cuantiosa recolección de dinero. Porque es lo único y mas importante en esta vida. Sin dinero no se logra, nunca, nada en esta vida.

¿Qué importa que eso corrompa la administración de la justicia?

De cualquier manera ese concepto no fue más que producto acuñado por soberanos de la hipocresía en tiempos que ya no me interesa recordar. Ya se acabaron los días en que el estudio de las artes y de la filosofía se acabó para mí. Es mil veces mejor hacerse a la idea de cumplir con las encomiendas de la vida que me fue otorgada en esta investidura de justiciero. Aunque eso me repudie como falso Cicerón; no me quita las ganas de dormir, mucho menos de tomar a Mukuro una y otra vez.

Mi trabajo consiste en determinar las condiciones del juicio, aparejado el estatus social del procesado. Y las sonrisas, muy eufóricas, se desatan en mi rostro cuando veo a los pobres diablos desembolsar hasta el último centavo de sus miserables carteras en aplaudirme mi benevolencia. La verdad es que yo sólo amo una cosa.

El dinero. Porque hará feliz a Mukuro.

Desde una fecha hasta aquí, he llegado a la conclusión de que todas las personas son dignas de salvación. Siempre que presenten cantidades fuertes en garantía. Luego entonces, al incluir la palabra todo, involucro a todo ser humano, hombre, mujer, adolescente impío, que pueda pagar mis servicios con la cantidad fijada en el papel dorado, como las monedas de oro, puede ser salvado. Oh, pero por supuesto que sí. Dios está dormido, no tengo por qué preocuparme de estar usurpando su lugar un rato; sólo hasta que consiga lo suficiente.

Aunque tampoco me vendría mal un poco más. Después de todo hay mucha gente corrompida en el mundo; esta Unión de Estados, por ejemplo, es capital más insegura del mundo de los mortales ¡y cómo me beneficia eso! Agregando, sin duda, que la impunidad, la cual soy yo patrocinador inmediato, hace que las cosas sean más provechosas para mi bolcillo.

Cuando un ladrón viene a  mí, mostrando relucientes monedas, yo le extiendo la mano en señal de absoluta amistad, sería grosería no ayudarle siendo que él se muestra tan resuelto en desprenderse del dinero con tal de salvarse de la cárcel.

A este punto, puedo sustentar la tesis de que no hay mejor negociante que el dinero. Incluso mencionar esa corta palabra me hace cambiar de ánimo. Sí me llegasen a preguntar ¿cuál es el criterio que aplica para bordear los linderos constitucionales? Bueno, cosas como el género, raza, preferencias, ideas políticas, son aspectos irrelevantes. Todo mundo tiene un precio, es lo que respondo a los litigantes, y yo lo tengo muy elevado.

Así, los fallos, casualmente terminar a favor del acusado. Eso es todo.

Tomando en cuenta que bajo mi decisión discrecional se encuentra la vida del reo, creo que es algo realmente altruista. Con sólo mostrarme el dinero, yo les mostraré la dichosa puerta de salida.

Oh, se me olvida un detalle de sumo valor. Ya que el cálculo de mis honorarios se basa en el nivel del pecado cometido, de vez en cuando tienden a ocurrirse eventos en los cuales no puedo salvar al acusado. Cuando se trata de pobres campesinos que no tienen más que un salario mínimo… pues digamos que aún sangrándoselos no consigo saciar mi sed, por lo que no logro aplicar divina justicia para esa clase de sujetos a pesar de mis muchos deseos por absolverlo. Las sentencias que llegan a ser condenatorias siempre son por esa razón. Las resoluciones redentoras, ahora que lo pienso, entonces deberían ser más caras.

+ : : : : +

Un maravilloso sueño me fue mostrado anoche. Una preciosa voz, tan bella como la de Mukuro gimiendo y maldiciendo debajo de mí, me reveló un importante secreto. Por ello, debo dejar todas mis energías en el tribunal.

Sí consigo a los siete pecadores más grandes de la Unión, podré cumplir un deseo. Ah, cómo añoro el día en que aparezcan ante mí esos pobres condenados.  Con el pasar del tiempo, un año para ser correctos, aparecería en la sala de audiencias mi primer afortunado.

—Señor duque de Venomania, es un verdadero placer al fin poder saludarle –le dije con toda la cordialidad enseñada en la escuela; mi oficina, tan bañada en pacas de billetes, brillaba con el olor a dinero; está de más decir que no se debe tener una reunión tan privada como ésta siendo que apenas se iba a abrir la sesión, pero éste sujeto es mi ídolo.

Años después. En un pueblo casi lejos de mi jurisdicción, pues era en las cordilleras, fronteras naturales de Rivacio, donde aconteció un pecado que me causó alegría llevar a sentencia. Un joven sastre asesinó por envidia. ¡Qué cosa más maravillosa! Porque me pagó cuantiosamente con una exquisita colección de kimonos, todos sumamente caros y a la medida de mi pequeño Mukuro.

Pero mi pecador favorito llegaría después.

+ : : : : +

El día de hoy recibo un cliente muy importante, se trata nada más y nada menos que el General de las Fuerzas Armadas.

¿Qué debería hacer?

Fue anunciado ante mí como el grandioso asesino de masas. Mmm. A pesar de lo mucho que leí su expediente me fue difícil cuantificar el valor de su libertad, porque éste hombre se trata de un servidor fiel al estado, cuyo cargo es mandar al ejército con todo el poderío de un emperador, además, había privado de la vida, no a uno, sino a cientos de civiles, entre ellos niños.

Perfecto, es un crimen hermoso. Porque será muy, pero muy, caro.

—Este honorable tribunal encuentra inocente al acusado.

+ : : : : +

De verdad no entiendo a la gente ¿de verdad creen que es fácil mi trabajo? Claro que no; trato, en serio, de cumplir con la labor que a Dios tanta pereza le cuesta consumar. Sólo libero a gente rica, o con ganas de conseguir dinero para pagarme, ¿Qué acaso eso no es bueno? El empeño que a veces ponen mis clientes es asombroso y por ende debería ser alabado y considerado como moral pura.

Empero, se desató la guerra civil. Mi buen amigo el general fue asesinado desde el inicio y con mucha amabilidad por parte de los ciudadanos, su cadáver fue mostrado en todo el esplendor de un general empalado en la plaza principal.

¿Por qué hay tanta gente frente a mi casa reunida?

¿Qué es esta ira que me muestran en sus ojos?

+ : : : : +

¡Qué desconsiderados pueden ser los seres humanos! No lo puedo creer, me resulta inconcebible lo que mis ojos ven; rompieron toda reja y se metieron como buitres a saquear mi Bastilla. Todo mi dinero se encuentra en el piso.

Yo corro hacia la última habitación, bloqueo la entrada con todo lo que puedo, pero sus pasos, sus gritos, sus maldiciones, me calcinan los oídos.

Mukuro, mi bello hijo,  no hace más que verme. Y por primera vez en mucho tiempo, me dedica una sonrisa. Es muy hermoso, justo en este momento de angustia, Mukuro sonríe para demostrarme que estamos juntos y que eso es lo importante. Yo no dudo y le abrazo, le beso, y él se muestra tan tranquilo…

—Al fin recibiremos nuestro castigo –me susurra al oído.

—Mi querido hijo, no tengo miedo sí estoy contigo.

—Te veré en el infierno, malnacido.

En la mansión puedes encontrar los cadáveres de padre e hijo.

+ : : El señor del jardín infernal y el juicio final en la entrada al inframundo : : +

Cuando abrí los ojos, me encontré en la soledad absoluta. Y un par de menciones en latín me hicieron darme cuenta de dónde estaba.

La entrada al inframundo.

Me levanté con la sorpresa bañando mis ojos. Y al buscar en rededor, me percato de que esa puerta es custodiada por un guardián enmascarado.

Cielo o infierno, ¿qué es lo que quieres?

Yo sólo puedo quedarme quieto.

Aquel que lo decide es el señor del jardín infernal, y ése soy yo.

Sí, estoy en el infierno.

Incluso sí eres un pecador, tienes derecho a la salvación.

Esas palabras son música para mis oídos.

¡Es mi oportunidad de comenzar de nuevo!

Sí pagas el precio…

¿Escuché bien?

Con la vara que mides, serás medido. Lo sé bien, y jamás creí qué bien me sentaría esta situación tan utópica.

 —Porque el dinero, es el mejor abogado aquí.

Fufu.

¡Señor de jardín infernal!

Presta atención a lo que voy a responderte:

 

NUNCA TE ENTREGARÉ MI FORTUNA.

¡Qué importa empezar desde cero!

¡Recolectaré los trozos de los pecados y haré que el infierno sea el paraíso para mi hijo y para mí!

 

FIN.

 

Notas finales:

Gracias por leer, comentar y agregar a favoritos. 

Éste fic fue otra adaptación de los siete videos interpretados por Vocaloid. Hasta el próximo pecado.

Atte, Sebieth Suzakuran. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).