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El precio de la gloria por Neko uke chan

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Notas del capitulo:

Originalmente publicado entre el 19/11 y el 25/11/09; re-editado el 21/03/12 tras una revisión de tres días en plan de “reforma” total de este two-shot. Los personajes no me pertenecen obviamente, son creación de Konomi Takeshi.

 

 Cómo ya dije, éste será un two-shot conformado por un trío indirecto. Está mal que lo diga yo, pero en comparación a la primera publicación de éste fic (por el nombre nada más, el contenido está remodelado en un 90%), me siento mucho más orgullosa con mi trabajo. Me superé al pulir bastante una historia que pensé, no tendría salvación.

 

 Espero les agrade, y ahora más que nunca agradecería críticas constructivas, estoy quemando papeles viejos...espero gusten de echarles un vistazo :)

 

Línea  horizontalindica lapsos de tiempo

 El as del tenis, el joven genio Echizen Ryoma, era de nuevo el centro de atención y primera plana de la revista PRO TENNIS; no por su ya conocida habilidad y talentosa forma de jugar, sino por algo que pocos creerían posible: había mejorado su increíble juego. Tal fue la mejora, que no solo llevó a Seigaku a ganar las finales del Torneo Nacional Interescolar  sino que también provocó rumores, (futuros hechos para su crecida legión de fans)  que afirmaban qué podría llegar a superar al respetado y talentoso Capitán del Club de Tennis de la Seishun Gakuen:  Tezuka Kunimitsu.

 

 ¿Cómo era posible este hecho? Las especulaciones se dejaban escuchar en cualquier parte, bastaba mencionar su nombre para que empezaran los comentarios. A donde sea que iba el o’chibi, se percibían tumultuosas muchedumbres murmurando a su alrededor; situación que, claramente, era menospreciada por el chico: realmente ni le alagaban ni le disgustaban los comentarios. Simplemente no les encontraba fundamento.

 

 La verdadera razón tras su entrenamiento, el motivo por el cual habían surgido esas conversaciones, y la verdadera noticia que está detrás de los titulares era lo que de verdad le preocupaba. No los absurdos rumores que circulaban; resulta que la realidad detrás del telón era conocida solo por él, Fuji Syuusuke  y por el mismísimo Tezuka-buchou.

 

 Estuvo recibiendo clases particulares en secreto después del horario del equipo, a cargo nada más y menos que el mismo capitán Tezuka, compartida solo por su senpai de Seigaku. Ambos estaban siendo entrenados por Tezuka, pero la mayor parte de las clases las recibía el pequeño, ya que Fuji tenía un horario más apretado. Kunimitsu resultaba ser mejor profesor para Ryoma que Ryuuzaki-sensei, por lo tanto los entrenamientos no solo eran más productivos, si no que, de alguna manera, resultaban más apropiadas. Pero no todo lo que brilla es oro, si bien el regular de tercero accedió a enseñarle, el precio a pagar era alto.

 

 No monetariamente hablando. Pero si bastante sacrificante.

 

 Esa misma tarde, al finalizar las actividades del club, como ocurría desde hace no mucho  tiempo, Ryoma y Tezuka, y a veces Syuusuke; se quedaban en las canchas del colegio para practicar.

 

 –Debes subir más el codo para elevar la pelota, es elemental Echizen, no te confíes– corregía Tezuka-buchou de vez en cuando al chico. –Separa más las piernas y flexiona las rodillas, el campo de rotación de tu tronco debe ser de 180°, expande más el campo de rotación de tu swing– así estaban todas las tardes para practicar, corregir y entrenar bajo las ordenes del capitán. Pero lo verdaderamente tortuoso no eran las prácticas en sí, sino el final de las mismas. Lo que el chico debía hacer después de cada una de ellas, siempre y cuando Tezuka se lo pidiera. Siempre que se lo ordenara.

 


 

 

 –Suficiente por hoy-–anunció por fin el tenista mayor, daban  las 7:30 pm en punto.

 

 –Bien– asintió en silencio Ryoma.

 

 –Ve a los vestidores, ya sabes lo que debes hacer– ordenaba seriamente, sin observarle directamente.

 

 Sin esperar otra orden y para no pensar en arrepentirse por ello, el chico fue directo a los vestidores. Con la cabeza gacha, entró;  todo estaba oscuro y desolado cómo era lógico a esas horas. Se adentró hasta su casillero y empezó a guardar sus escazas pertenencias y empezó a desvestirse, quedando solo en ropa interior.

 

 Después de 10 minutos esperando al otro, solo y en una lencería compuesta por una franelilla blanca y el bóxer;  entra a la zona el capitán con una toalla en la cabeza, cierra la puerta y empieza la rutina que llevaban días practicando…la tortura.

 

 Sin  llegar siquiera a su locker, Tezuka empezó a desvestirse frente al menor, quien no pudo evitar voltear avergonzado.

 

 – ¿Qué ocurre? Pensé que ya te habías acostumbrado a esto– dijo secamente.

 

 –…– Ryouma no respondió.

 

 Tezuka quedó completamente desnudo, guardando su uniforme y la ropa de cambio en su casillero. Echizen,  sentado frente a la ventana abierta, estaba completamente a vista del mayor con la luz de la luna reflejándose en él. Después de ser observado un momento que pareció eterno, Kunimitsu preguntó al fin:

 

 – ¿Por qué estas en ropa interior? Te dije que la próxima vez me esperaras completamente desnudo- repuso escueto cómo siempre. Contradictorio resultaba escucharle decir tan tranquilamente semejante desfachatez.

 

 - …-quiso responder, pero no se atrevía. El pequeño volteó frente a él, mostrando un leve aire de vergüenza en su mirar. -No te atreves, ¿eh?- respondió  para sí el mayor, acercándose al chico lentamente, sentándose a su lado y acariciándole mecánicamente el rostro.

 

 -No importa…así resulta excitante quitarte la ropa- susurró descaradamente al oído del menor, mordiendo levemente su lóbulo derecho, causando un escalofrío en su cuerpo. Se acabaron los preliminares, hora del cambio de escena.

 

 Tezuka acercó la cara del chico a sus labios, introduciendo bruscamente y sin permiso su lengua en la boca del otro, recorriendo cada espacio disponible. Sus manos no estaban tranquilas, recorrían cada parte del torso del o’chibi, apretando los pequeños pezones sobre la camisilla, ocasionando que sobresaltaran en contraste con la tela delgada y blanca. Echizen ahogaba pequeños gemidos en la boca del mayor, a medida que se iban intensificando las caricias por parte de este, sonrojándolo deliciosamente. Finalmente, cuando la necesidad del aire se hizo presente, se separaron.

 

 –Eres deseable– alegó el capitán, mirando fijamente a su compañero con a premeditación al cazar una presa. Cómo si no se lo dijese a él  particularmente, sonaba mecánica la frase, como agotada por el uso. El chico bajó la mirada, no podía enfrentarse a su senpai, era demasiado para él.

 

 Kunimitsu procedió a elevar los brazos de su titular y sacarle la camiseta, tirándola olvidada en alguna parte de los vestidores, y tocando con sus fríos dedos los ya erectos pezones del chico, arrancando mal disimulados gemidos de sus labios.

 

 –Recuéstate– le ordenó a Echizen, este procedió a acostarse en el banco de los vestidores, lo suficientemente amplio para hacer las de colchón express.

 

 Una vez acostado, Tezuka-buchou dirigió sus manos a la semi-despierta entrepierna del muchacho y empezó a masajearla circularmente, apretando y recorriendo cada parte que le permitía tocar la delgada prenda de ropa que estorbaba.

 

 –Agh– un gemido escapó sin poder reprimirlo, la mano del capitán había hecho contacto con la piel del chico, acariciándola lascivamente.

 

 –Déjame escucharte, Echizen– susurró, retirando lentamente la única prenda que separaba al o’chibi de la desnudez. Ahora que ambos estaban desnudos, un toque de realidad aclaró la mente del pequeño tenista, estaba consciente de lo que iba a hacer, sintiendo como brotes de su orgullo y dignidad le pedían que saliera corriendo de ahí…pero igualmente, su terquedad le impedía perder la oportunidad de vencer a su legendario padre, oportunidad que solo obtendría al entrenar con el único jugador al que nunca había podido vencer.

 

Todo el pensamiento que había acaparado su mente por unos instantes fue bruscamente interrumpido al sentir algo húmedo rosando su glande; la boca de su senpai estaba peligrosamente cerca de su miembro.

 

 Sin retirar su mirada de su objetivo, Tezuka comenzó con unas límpidas y cortas lamidas por el tronco.  Ryoma tuvo que morderse el labio para no gemir al contacto tan excitante que resultaba de sentir su erecto miembro en la boca cada vez más demandante del otro.

 

 –… ah…–algunos jadeos se le escapaban sin poder evitarlo; la lengua de Tezuka jugaba con sus testículos, delineándolos. El menor mantenía los ojos cerrados, mordiéndose el labio inferior con pequeñas lagrimillas en la comisura de los ojos. Se estaba volviendo loco de placer, y de vergüenza, perdiendo la noción de sí.

 

 Mientras el capitán laboraba abajo, su mano izquierda bordeaba  por el vientre del pequeño, pasando por su cadera y llegando a sus glúteos, en donde se dedicó a delinear el borde de su ano, tensándole por acto reflejo.

 

 Ryoma estaba perdiendo la relación del tiempo y espacio, los gemidos eran cada vez más difíciles de contener y un cosquilleo empezaba a subir por su entrepierna a medida que el otro forzaba sus dígitos en su entrada. Esto no pasó desapercibido por el mayor, ya que inmediatamente procedió a relegar su labor de felación y posicionarse sobre el pequeño que se había arrodillado sobre el banquillo por ademán suyo. Lo recostó de nuevo, agazapado sobre su cintura rozaba sus miembros, moviéndose de arriba abajo, sosteniendo los brazos separados del chico.

 

 –Ya no tienes como ahogar tus gemidos, déjame escucharte– Tezuka miraba fijamente al sonrojado y sudado tenista, presionando sus muñecas hacia los bordes del asiento, impidiendo que con las manos se tapase la boca.

 

 – ¡Argh!– un sonoro quejido se dejó escuchar, en cuanto el miembro erecto de Kunimitsu bajó rozando la entrada del chico y comenzando a presionar contra ella, el mayor sujetó a Ryoma por sus brazos y lo sentó en el banco.

 

 La vista que le otorgaba ver al regular de su equipo, desnudo y excitado frente a él, era la máxima expresión de lujuria elevada a la enésima potencia para sus ojos.

 

 Su mirada ardía en deseo, con el instinto salvaje reprimido a punto de ser desbordado. Haciendo uso de su fuerza, sostuvo al niño por la cintura y lo volteó, dándole la espalda al mayor;  se llevó un dedo a la boca y empezó a lamerlo, mientras con la otra mano masturbaba el miembro del chico.

 

 Cuando se hubo llevado tres dedos a la boca, soltó el pene del otro.

 

 –Separa las piernas– le ordenó. Ryoma no se movió lo suficiente por lo que le penetró rápidamente con un dedo, haciendo que se arqueara y gritara, inmediatamente cayó sobre sus brazos, quedando en cuatro frente a Tezuka.

 

 –Obedece, no hagas esto más doloroso para ti– contuvo con esfuerzo las lágrimas de frustración y dolor que amenazaban con delatarle.  Por el bien de mantener el poco orgullo que le quedaba.

 

 Siguió haciendo movimientos con su dedo, metiendo y sacando con brusquedad, hasta que el chico se empezaba a acostumbrar a la intromisión e introducía el otro dedo. Cuando el dolor empezó a disminuir y el cosquilleo se hacía más fuerte, el capitán retiró los dedos y se acercó a Ryoma por sobre la espalda.

 

 –Voy a entrar– sin esperar respuesta le  penetró profundamente, la noche fue testigo de un grito desgarrado de dolor, y un líquido caliente brotaba de su interior. Las estocadas frenéticas no esperaron a que su interior se acostumbrara a la intromisión, fueron rápidas, profundas, despiadadas. Deseosas.

 

 Los gritos de dolor fueron reemplazados por jadeos placenteros, que resultaban en una orquesta a los oídos de Kunimitsu. Aun con las de perder, el chiquillo  luchaba por no caer rendido a los impulsos y acostarse de largo, dejándose potestad al otro a hacerle lo que quisiera; pero su instinto de auto-protección le gritaba que era menos suplicio para él si movía sus caderas y se enterraba en compaginación con las penetraciones. Por el contrario, era placentero.

 

 Al ver el cambio de movimiento en el chico, Tezuka cuidadosamente, aun dentro de él lo sentó sobre sí mismo. Ahora lo tenía de frente, con un rubor y sudor mezclados en una indefinida expresión de torturante placer. Su miembro crecido rozaba con el vientre del capitán, lo cual con el vaivén de las penetraciones, les estimulaba.

 

 –Ah…ya no…arhg…no puedo– apenas podía hablar el o’chibi, el placer lo estaba cegando inevitablemente, se vendría sobre Tezuka en cualquier momento. Había resistido todo lo que su mente le permitía pero ahora el control lo tenía el cuerpo.

 

 –Aun no–contradijo cortadamente el mayor, elevó las piernas del chico a nivel de sus hombros, apoyándolas en ellos. Ahora el menor estaba completamente expuesto hacia él, las estocadas continuaron en un nuevo nivel. El capitán se posicionó sobre el chico, quedando su pecho justo al frente de su cara.

 

 – ¡Ah!–  un sonoro gemido hizo eco en los vestuarios, Ryoma se vino sobre sí mismo en un agitado movimiento, arqueando la espalda como si se doblara un alambre; un par de cortas lágrimas corrieron al tiempo que se sentía invadido de nuevo por un líquido caliente. Sangre y semen se juntaban en su interior.

 

 Un gruñido indicaba que Tezuka acababa de terminar. Sus agitados corazones parecían querer saltar de sus pechos, la luz de la luna brillaba sobre sus cuerpos perlados por el sudor, sus cabellos despeinados, sus músculos aun tensos…todo era una clara evidencia de lo que acababan de hacer, como las manos manchadas de sangre de un asesino.

 

 No cruzaron palabras hasta que el aliento regresó a sus pulmones.

 

 –Ya es tarde, esta vez duramos demasiado– habló Tezuka calmadamente, con los cálculos meticulosos de un infiel,  reincorporándose hacia su casillero. El joven Samurái no dijo nada y no se movió, no le gustaba vestirse con él presente  así que solo se colocó la chaqueta de titular de Seigaku sobre los hombros.

 

 Su mente, su alma y su cuerpo no se ponían de acuerdo en asimilar lo que ocurrió. Nunca se había sentido tan excitado, humillado y sucio. En ese estricto orden. Pensar en lo que hacía para vencer a su padre le hacía repugnarse: llegar tarde a su casa sin explicación aparente, traicionar su orgullo y dignidad de competidor al pedirle a su rival que lo entrenara, poner precio a su cuerpo porque aunque lo negara ya no podía tapar el Sol con un dedo; tomar clases en secreto con dos de sus compañeros de equipo. Fuji Syuusuke.

 

 Fuji-senpai. Sus pensamientos se detuvieron en ese nombre ¿Qué acaso no recibían clases de la misma persona? ¿Cómo es que nunca se lo había planteado? ¿Fuji hacía lo mismo con Tezuka?

Notas finales:

 Lemon desde ya, en el próximo se aclarará el porqué de todo. Éste sigue sin ser el mejor fan fic que he escrito en POT, pero sí el primero, el que me dio la bienvenida al fandom hace tres años y le tengo gran cariño: por eso quise retocarlo. Por supuesto, aún no justifico el OOC que posiblemente puedan detectar, eso es trabajo del la parte siguiente.

 

 Aquí iré montando poco a poco todos aquellos fics que publiqué en mis principios inciertos cómo fanficker y que hoy día, pueden mejorar: Reedición de mis viejos fics

 

 Gracias de verdad a quienes tuvieron la paciencia de llegar hasta aquí, el próximo capítulo lo subiré la semana entrante  ^^ Opiniones saben por dónde dejarlas ¡es gratis!


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