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Ellos no aman por Necoco_love2

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Notas del fanfic:

Heme aquí con esta nueva historia que desde hace varios días tenía en mente. La idea un día sólo acudió a mi mente y fue maquinándose hasta convertirse en lo que es ahora y lo que va a ser. Es algo diferente al último fic que escribí, pero la idea me sedujo y no le pude decir que no xD

 

Una cosa que sí quiero dejar en claro es que probablemente haya OoC en el fic. Además de eso, yo no soy muy experta en estos temas que se tocan en el fic, he leído un poco en internet pero creo que de todos modos puede haber cosas dispersas o que no sean como en la realidad. No me lo tomo a juego ni mucho menos, pero debido a que yo no sé cómo son las cosas en la vida real, puede que cometa algunos errores. Una disculpa de antemano, pero igual lean bajo su propia responsabilidad xDD

 

Espero les guste esta nueva idea mía ~ 

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son obra del señor Masashi Kishimoto. 

La luna brillaba en lo alto del cielo. Llena, blanca y brillante, estaba ahí posada en lo alto del cielo oscuro, como si supiera tranquila fuera una espectadora más de lo que ocurría abajo, en la tierra, en el mundo gobernado por la insulsa humanidad. Desprovisto de estrellas, la oscuridad se cernía cada vez más y más, acompañado del canto de los grillos y del silencio sepulcral en una noche de otoño.

El frío viento sopló, y las hojas que se secaban de los árboles del jardín comenzaron a susurrar, susurros ininteligibles en los que hablaban en secreto sobre lo que estaba pasando. El silbido escalofriante llegó hasta su cuarto, se adentró por la fuerza en sus oídos y se repitió en su mente, diciendo una y otra vez que la hora había llegado.

Lo estaban llamando.

Ve, sabes que quieres ir. Pero no puedes aún, no puedes. Ven. Estoy esperando.

Pero nada.

El insomnio lo consumía. Sus ojos abiertos de par en par observaban la luna, como hipnotizados, esperando el momento adecuado, cuando el llamado ya no se pudiera postergar mucho más tiempo y fuera una señal, una que ansiaba más que nada en el mundo. Pero en su lugar, sonidos provenientes a lo lejos captaron su atención. Se acercó a la puerta con lentitud a esperar y la chapa cerrada por computadora se abrió sorpresivamente, mas no había nadie del otro lado de la puerta.

El pasillo estaba vacío y los sonidos seguían escuchándose desde el fondo, en la única oficina que había en el piso. Una sonrisa tenue afloró en sus labios cuando salió de su habitación a paso lento, pero seguro. A medida que avanzaba con parsimonia, la sonrisa en su rostro se ensanchaba cada vez más, hasta volverse un rictus desagradable que nadie en medio de la oscuridad de los pasillos alcanzó a apreciar.

Entonces llegó. Pateó la puerta con todas sus fuerzas y los gritos se apagaron inmediatamente, siendo sustituidos por un sonoro quejido cuando la puerta cedió. La habitación despedía un olor a sangre fresca. El rictus se borró de su cara cuando sus ojos descubrieron al propietario de las gotas de sangre que había en el suelo, junto a un escritorio lleno de papeles. Examinó la situación y llegó a la conclusión de que no tenía ni la menor idea de lo que había ocurrido, pero fuera quien le fuera el causante de todo ese alboroto, iba a morir.

—Sabía que vendrías, Gaara—escuchó que le decían.

Pero antes de poder reaccionar y responder, un dolor punzante le atravesó una de las piernas y lo hizo tambalearse vigorosamente, hasta que encontró apoyo con la otra pierna y se lanzó encima de un sujeto que sostenía nerviosamente un arma entre sus manos.

El ruido tarde que temprano atraería a los enfermeros. Miró por unos segundos esos ojos negros inexpresivos y reconoció enseguida que el atacante debía estar emparentado con el propietario de esa oficina; no obstante, eso no fue impedimento para que las intenciones de matarlo menguaran. El sujeto del arma hizo amago de volverle a disparar, pero esta vez él no estaba dispuesto a volver a ser herido. Mientras la sangre emanaba de su pierna, se preparó para romperle la cara cuando los pasos apresurados captaron su atención y el atacante maldecía a Itachi con improperios soltados en voz alta.

— ¡Yo lo mataré! ¡Yo lo mataré! —gritó mientras se resistía a no perder el equilibrio, pero los guardias de seguridad lo apartaron sin que opusiera mucha resistencia y encontraron al azabache apuntándoles con su arma, sin temer el hecho de que los guardias lo superaban en número.

Antes de poder añadir algo, la voz lo volvió a llamar. Ven, sabes que quieres venir, le dijo, y Gaara sabía que quería ir. Se dejó caer a un lado de Itachi y lo miró con esos ojos verdes que reflejaban inestabilidad emocional. Se escuchó un disparo más y el grito desgarrador que se escuchó corrompió el incipiente silencio y resonó por todo el pasillo. Su rostro blanco como la leche se manchó con la sangre de Itachi, sus cabellos pelirrojos revueltos y sucios se pegaban a su frente, y mientras los guardias sometían al armado, Itachi no pudo pensar en otra cosa que no fuera impotencia por Gaara. De no haberle quitado la camisa de fuerza antes de irse de su habitación tras decirle que volvería más tarde, probablemente su propio hermano no habría tenido que dispararle.

—Si mueres aquí, Itachi, te perderé todo el respeto que no te tengo…

Y minutos después…


 ...El relato de Gaara fue interrumpido.

— ¡Objeción su señoría! ¿Por qué tendríamos que escuchar el relato de una persona que está loca?

— ¡Mi paciente no está loco!—le respondieron al instante.

Sus ojos se encontraron. Le dijeron mucho más que las palabras, pero el contrario aún no era consciente de eso. Los murmullos comenzaron en el mismo momento en el que las últimas frases habían sido pronunciadas con un desdén inigualable, interrumpiendo con ello la historia que la persona en el estrado se esforzaba por relatar. Las voces hablaban más y más fuerte, irritándolo.

—Señoría—se escuchó una voz gruesa en medio de la sala, por encima de los murmullos—, apreciaría mucho que el testigo de mi cliente no fuera llamado “loco”. Tiene problemas mentales, sí, pero “loco” es un término muy despectivo y el testigo no deja de ser un humano…

— ¡Mató a muchas personas! Además de asesino, ¿cómo llamas a eso?

— ¡Su señoría!

Los murmullos se hicieron más y más alto.

— ¡Silencio!—ordenó el Juez, y toda la corte se calló cuando hizo sonar su pequeño mazo para imponer el orden—. Objeción denegada. Señor Orochimaru, el señor Pain tiene toda la razón, deje de llamar loco al señor Gaara, él no tiene…

Pero una risa sarcástica resonó en toda la estancia, interrumpiendo las palabras del juez. Todos miraron en dirección al estrado, en donde un chico pelirrojo no dejaba se reír como si se tratase de un maniático Sus ojos recorrieron toda la estancia con cuidado, fijándose no más de 5 segundos en aquél que lo había llamado “paciente”. En sus ojos, que apenas distinguían más allá de lo que querían distinguir, se leía la preocupación, el desespero, la frialdad con la que miraba la situación y el desprecio con el que trataba al abogado de su estúpido hermano menor.

Gaara sonrió mirando a Sasuke.

— ¿Loco? ¡¿Loco?!—Y la risa se volvió a escuchar—En el mundo no hay lugar para los megalómanos como tú. ¿Por qué no simplemente te mueres? Conozco esa mirada. Sé lo que piensas. Sé lo que quieres. Pero eres demasiado débil para conseguirlo.

— ¡Gaara!

El sonido de una silla recorrerse bruscamente ensordeció las palabras de Gaara. Todos fijaron su vista en Itachi, quien se había levantado de su asiento y miraba al pelirrojo en el estrado como si quisiera doblegarlo con su mirada amenazante de que se callara lo que estaba a punto de decir. Lamentablemente, en un lugar como aquél su autoridad se veía claramente minimizada, y el de ojos claros estaba aprovechándose de eso. De que de nueva cuenta estaba más lejos de donde debería, en un juzgado, fuera de su clínica, fuera del campo en el que él era la autoridad y Gaara nada menos que el paciente.

—Si lo sé yo, que lo sepan todos, Itachi. ¡Que Sasuke está tan loco como yo!

— ¡Mientes!—rugió Sasuke, levantándose también de su asiento— ¿Por qué el juzgado habría de creer a un sociópata como tú?

Los presentes ahogaron un grito cuando Gaara se levantó del estrado sin que se le hubiera indicado que podía bajar. Los guardias de seguridad más cercanos se movieron y esperaron cualquier movimiento del pelirrojo, mientras Pain vociferaba que no le hicieran daño a su testigo, ante la mirada inquisitiva de Itachi. Quizá llevarlo no había sido la mejor de las ideas; por muy sedado que Gaara estuviera, su personalidad sociópata estaba ahí, presente, mucho más lúcida y consciente, peligrosa.

Habían roto el protocolo y Gaara estaba ahí, sin camisa de fuerza y no lo suficientemente sedado, atrapado sólo en unas míseras esposas que mantenían sus dos manos atadas a su espalda, sin que las pudiera mover.

Gaara tenía prohibido salir al exterior en semejantes condiciones, pero ahí estaba, por órdenes de Itachi, tratando de darle su merecido legalmente al pequeño insulso que había creído que matarlo sería fácil.

—Porque—respondió Gaara—, cuando yo maté a mi tío, tenía la misma mirada que tenías tú cuando atacaste a Itachi.

Sasuke golpeó la mesa con fuerza, los músculos de la cara se le tensaron y el juez comenzó a hablar nuevamente, pero ni él ni Gaara lo escucharon ya. Se miraron mutuamente con rancio y puro odio antes de que los guardias llevaran a Gaara de vuelta junto a un grupo de enfermeros que volverían a trasladarlo nuevamente a la clínica psicológica en la que residía desde hacia tiempo.

 

Pero de eso hacía mucho tiempo. Sasuke abrió los ojos en una habitación blanca, recordando que había estado pensando de nueva cuenta en algo que francamente le resultaba titánicamente imposible de olvidar. No le gustaba lo que recordaba, le dejaba un amargo sabor el saber que había perdido una de las muchas batalles que iba a librar en su vida.

Además, el recuerdo disperso de cómo había terminado en una clínica para enfermos mentales removió en su memoria esas ansias asesinas que tenía de terminar con la vida de su hermano, un hombre que había matado a sus padres en su presencia y había minado su vida, destinándolo a no volver a creer en los lazos, a desconfiar de la vida y a vivir egoístamente sólo para él, aprovechándose de lo que tenía a su alrededor sin el menor remordimiento, sin nada que lo detuviera para disponer de la vida de alguien.

Porque era Sasuke, el magnífico Sasuke, aquél que iba a superar a su hermano en su juego psicológico, aquél que iba a matarlo a él y a su mascota pelirroja sólo para demostrar sádicamente que el que ríe al último ríe mejor. No necesitaba nada más, ni valores, ni sentimientos.

No había reparos en su forma de pensar, él era grande y su hermano sólo un inútil psiquiatra, alguien tan patético era incapaz de superarlo. Mientras lo pensaba, sedujo aquella noche a la enfermera encargada de llevarle la cena. Sin humanidad la besó fríamente, recorrió su tembloroso cuerpo con una natural parquedad y cuando finalmente la muchacha de cabello rojo recobró la ética, lo apartó de un empellón y se apresuró a marcharse, olvidándose de cerrar con llave la habitación.

Tan sigiloso cual ninja, Uchiha Sasuke se escabulló de su habitación y se apresuró a salir de ahí, rumbo a la habitación del fondo del pasillo. Sigilosamente, antes de que alguien notara su ausencia de su habitación a través de las cámaras de seguridad, el moreno sacó las llaves que ágilmente le había robado a la enfermera y abrió la puerta frenéticamente, se adentró en ella y se encerró con el cerrojo, guardándose las llaves dentro del bolsillo de la bata con la que estaba vestido.

Se apresuró cuando la alarma resonó por todo el edificio y se subió a una cama, se posicionó sobre él y lo tomó por el cuello bruscamente.

—Tú vas a ayudarme, Naruto—sentenció, en un tono que no daba cabida a un “no” por respuesta.

El aludido que se mantenía en la cama, forcejeando, luchó por quitárselo de encima, pero débilmente dejó de intentarlo cuando sintió el calor de sus labios besarlo bruscamente, sin piedad, doblegándolo, dominándolo, humillándolo y dejándole en claro que el que mandaba no era otro sino él.

El sonido de golpes que intentaban derribar la puerta lo incitó a no perderse de esa realidad.

Una lágrima se escapó de los azules ojos color de cielo de Naruto, ese rubio que postrado en la cama se sentía mucho más vacío de lo que se había sentido antes. Una parte de si mismo gritó desde lo más profundo de su ser que se lo quitara de encima, que no tenía por qué soportar semejante trato de alguien que se creía mucho mejor y que ciertamente no lo era. La otra, vulnerablemente, se dejó aplastar así, sin más, arrastrada por la confusión y el miedo, sintiéndose seguro, pero sin dejar de temer.

Por mucho que detestara la situación, mientras Sasuke necesitara de él, no iba a dejarlo.

«Porque sé que me amas y harás todo lo que yo te pida». 



Notas finales:

Estoy segura de que este primer capítulo es confuso ó, cuando menos, deja muchas dudas en el aire. Pero todo a su tiempo :3

 

Por lo pronto, esto es todo. Me encantaría que me dejaran sus impresiones, comentarios, dudas, quejas, y todo lo demás en un review :3 nada les cuesta y yo los respondo alegremente.

 

Y bueno, mañana es lunes, que tengan un bonito inicio de semana :V!!

 

PD: Si te acusaron por robar lechugas~ xDDDD


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