Light corría deprisa desde su casa hasta la universidad. Trataba de llegar no-muy-tarde a la primera clase. Pero era inútil. La torpe de su hermana Sayu, quien se la pasó media hora llorando en el baño porque estaba ''en sus días'' y se sentía fea, no lo dejó arreglarse hasta que ésta por fin quitó el seguro de la puerta y salió sonriente. Mujeres... ¿Quién las entiende? En un momento están felices y al siguiente llorando como mártires. Tras ducharse se vistió con sus mejores ropas marca 'niño bueno'. Se peinó frente al espejo; se echó encima quién sabe cuáles cosméticos y se perfumó antes de atarse la corbata. Y no es que Light fuese metrosexual o algo por el estilo, simplemente sabía que era popular entre esa masa enloquecida llamada 'chicas', quienes suspiraban por cualquier hombre bonito que ensalzaban tal cual dios griego; y ahora todos sus esfuerzos por complacerlas se estaba yendo al caño gracias al sudor que empapaba su frente y le escurría hasta el cuello.
Se detuvo frente a la escuela para tomar aire y mirar su reloj. Muy tarde. 7: 15 a.m.
¡Genial! Apenas tres semanas de clases y ya tenía su primer retardo. Dio un respiro de resignación que le llenó los pulmones y entonces lo pensó mejor. ¿Y qué si llegaba tarde una vez? Era el mejor alumno de su clase...No. Era el mejor alumno de toda la facultad de criminología, y todos los profesores lo amaban. Nadie le reprendería.
Le restó importancia al asunto que ya no podía arreglar y se encaminó tranquilo hacia su aula.
Pero cuán grande fue su sorpresa al percatarse de alguien, a quien no conocía, sentado en su lugar favorito a mitad del salón, donde muy estratégicamente estaba ni muy cerca ni muy lejos de los profesores con lo que podía relajarse y prestar atención al mismo tiempo.
- Señor Yagami, pensé que no vendría – le habló el profesor de turno – Haga el favor de sentarse para que pueda yo continuar con mi clase -
- Sí. Disculpe el retraso – dijo el castaño con voz tranquila y casi angelical, muy a diferencia de su 'yo' interno que gritaba blasfemias contra el tipo ojeroso que ocupaba su sitio predilecto.
Echó un vistazo rápido al salón para buscar asientos vacíos y encontró uno pero hasta la última fila. Al subir los escalones, algunas chicas lo saludaron agitando las manos en el aire mas éste las ignoró con todo el cansancio del mundo sólo para apachurrarse en el asiento provisional y olvidarse de su mala racha matutina. Por su parte, el chico nuevo de las ojeras, lo observó con curiosidad durante unos minutos sin que éste lo notara.
Al acabar la clase Light acomodaba sus utensilios escolares cuando repentinamente una voz monótona le habló.
- Cambiemos de lugar -
- ¿Eh? - sobresaltado. ¿En qué momento el chico nuevo se había parado junto a él?
- Dije que cambiemos de lugar – repitió el muchacho de cabello negro y piel pálida – Creo que estás molesto porque te quité el tuyo -
- ¡N-no! Para nada – intentó sonreír pero no podía hacerlo bien con ese tipo invadiendo su sagrado espacio personal – Um... ¿Cómo sabes que ahí es donde suelo sentarme? -
- Me lo acabas de confirmar – contestó con la misma simpleza con la que hablaba. Aquello comenzaba a irritarlo – Por cierto, no nos hemos presentado. Me llamo Lawliet Ryuzaki. Soy recién ingresado -
- Yagami Light. Mucho gusto -
- Lo mismo digo...Entonces, ¿cambiamos de lugar? No quiero ganarme enemigos en mi primer día -
- No digas esas cosas - dijo ya más calmado y menos molesto. Ryuzaki no tenía la culpa de nada de lo que le había estado sucedido hasta ahora. Por un momento se sintió mediocre y mundano por culpar a un inocente a causa de sucesos ajenos - Puedo cederte mi sitio sin ningún problema. No es tan importante –
- Debo insistir... –
- Ya te dije que no hay problema – ahora sí logró fingir una mejor sonrisa.
Ryuzaki se llevó un dedo a la boca y miró al techo un par de segundo, luego regresó su vista hacia Light.
- Sentémonos juntos -
- ¿Sentarnos juntos? - parpadeó sin entender, más bien, sin querer entender a lo que se refería.
- Sí, es decir... Parece que a los dos nos gusta sentarnos a mitad del aula para poner atención y a la vez poder haraganear sin que el profesor se dé cuenta. ¿Acaso no te parece una buena idea? - dijo, mostrando una apenas perceptible sonrisa.
- Sí. Pero... - al castaño no le gustaba compartir. Además, el chico nuevo era muy extraño...
- Oh. ¿Estoy yendo muy deprisa, no? - dijo apenado, o al menos eso parecía. Su expresión facial no variaba mucho – Tengo tantas ganas de tener un amigo que parece que te estoy acosando. Olvida lo que dije antes y empecemos de nuevo. Hola, me llamo... -
- ¡Espera! Eso no... es necesario – posó una mano en el cuello y dio un suspiro largo, entre resignación y molestia – De acuerdo. Sentémonos juntos -
Y así fue cómo Light terminó sentándose junto al chico nuevo, ignorando las miradas incrédulas de sus compañero que de clase que, aunque llevasen poco tiempo conviviendo, ya tenían alguna sospecha de su comportamiento huraño y casi hostil hacia con los hombres; porque de mujeres siempre estaba rodeado.
Al menos había vuelto a su asiento favorito…