Un joven italiano trataba abrir la puerta de su departamento, pero esto parecía ser una misión imposible, pues el hombre detrás de el no le dejaba concentrarse.
Aquellos besos detrás de su cuello le hacían cerrar los ojos mientras que aquellas manos que se habían apoderado de su cintura le incitaban a acercarse cada vez mas al cuerpo opuesto.
Con dificultad logro introducir la llave en la cerradura y antes de que pudiera girarla un suspiro salió de sus labios, mientras una sonrisa triunfante y depredara se dibuja en el japonés de ojos azules detrás de el, tras haber dejado una nueva marca en el cuello de la tormenta.
Por fin después de un largo tiempo en el pasillo lograron entrar en aquel desolado departamento, sin perder el tiempo se dirigieron a la habitación del portador de hermosos ojos verdes.
Los ojos de ambos permanecían cerrados, no necesitaban tenerlos abiertos, ya que conocían aquel camino de memoria.
El ex prefecto ya había ido tantas veces a aquel departamento, y había dormido infinidad de veces en aquella habitación en compañía de su amado herbívoro que no necesitaba de sus ojos para poder llegar a la cama de la tormenta
No supo en que momento su corbata había desaparecido a manos de la descontrolada tormenta, pero poco le importo, con cuidado fue recostando al menor sobre aquella cómoda cama mientras el se posicionaba en sima, con cuidado de no dejar caer su cuerpo por completo, después de todo no buscaba aplastar al italiano.
La nube miro el cuerpo bajo suyo, y como su amante le sonreía dulcemente, como lo amaba…
Nuevamente se besaron, se entregaron el uno al otro hasta que sus cuerpos les clamaran por un descanso, un tiempo fuera para recuperarse.
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Todo era silencio total…
La ropa de ambos guardianes estaba dispersa en toda la habitación, mientras que ellos descansaban en la cama, Hibari sentado en la cama y recargado en la cabecera de la misma, mientras que a su lado se encontraba su herbívoro, apoyado en el pecho firme de su amante y dibujando círculos imaginarios en este.
Un celular comenzó a sonar, ambos dirigieron la mirada al piso, más específicos a los pantalones del menor, que en un bolsillo comenzaba a brillar la pantalla de su celular.
Con pesadez Gokudera se levanto envuelto en una sabana, tomo el su celular y miro la pantalla tratando de averiguar quien era la persona que lo molestaba a estas horas de la madrugada.
-¿Quién es? – pregunto el japonés desde la cama, pues observo a la perfección como su pareja se quedo estático al ver la pantalla
-…Yamamoto…- contesto sin atreverse a mirar a su pareja, pues… ese imbécil en verdad se había ganado un lugar en su corazón, en verdad se había enamorado profundamente de el, y a pesar de que ahora había borrado esos sentimiento hacia el, a pesar de que ahora estaba seguro de amar profundamente a Hibari… no había sido capaz de borrar aquellos bellos momentos que había pasado al lado de la lluvia… no era capaz de odiarlo por haberlo engañado.
Hibari se levanto y comenzó a ponerse los pantalones, Hayato asustado por un reclamo o reproche por parte de la nube volteo a verlo y se aferro a el, importándole poco que el celular continuara sonando.
-solo saldré a la sala… para que charles sin problemas con el- contesto el japonés
-no hay nada que no puedas oír Kyoya, permíteme- respiro hondo y contesto
-¿bueno? ¡Hayato! Que bueno que me contestas, pensé que algo te había pasado, tardaste mucho en responder
Era la vos de ese idiota, de ese hipócrita que después de que lo había engañado todavía se atrevía a buscarlo y le reprochaba por las veces que ignoraba aquellas llamadas y mensajes que le llegaban
-¿Que diablos quieres? – pregunto el italiano, no lo soportaba, no soportaba que lo siguiera buscando como si nada hubiera sucedido, como si nunca hubiera ocurrido aquel maldito día que le izo abrir los ojos y darse cuenta a quien se había entregado en todos los sentidos.
-mi amor ¿Qué te ocurre? ¿Continuas molesto? Vamos…. Yo te sigo amando, y se que tu también me amas Hayato-
Apretó sus puños por el coraje que le producía aquellas palabras ¿acaso ese imbécil no tenia vergüenza?
-ya te lo dije, yo ya no te amo Yamamoto, tú te encargaste de que ese sentimiento que sentía hacia ti muriera-
Menciono con un poco de tristeza, tristeza que lo embargaba al ver las ver las ruinas de su “amor eterno” que había tenido con la lluvia.
-pero mi amor…-
Maldito hipócrita, como se atrevía a llamarlo “mi amor” después de que lo había encontrado acostado en su cama con una mujer, en la cama que ambos compartían desde hace años….
-¿que parte del no, no entiendes? Ya no soy tu amor, ya no somos nada- aquello en verdad le dolía, recordar aquel momento en que su vida se vino abajo, no le era grato recordarlo.
-¡no puedes decir eso! Tu y yo vivimos demasiadas cosas juntos como para que terminemos asi-
-tu mismo lo has dicho, vivimos demasiadas cosas juntos, pero ahora vete con quien te de la gana y no vuelvas a hablar-
Había llegado a su limite… no quería seguir escuchando estupideces.
-Hayato yo aun te amo….
-cállate, ahora te esta escuchando quien te ha suplido en mi vida-
dijo el italiano en vos baja mientras se giraba y miraba a el japonés de ojos azules, quien se mantenía al margen de la conversación ya que el menor tenia la llamada en altavoz.
Hibari abrazo por la cintura a su amado y lo sentó entre sus mientras apoyaba su cabeza en la cabellera plata de su amante, como muestra de apoyo y amor.
-¿Qué dices? ¿Ya te metiste con otro hombre Hayato? ¿Cómo pudiste?-
¿a que se refería con aquello? El había sido el primero en andar con alguien mas, además ya habían pasado varios meses desde que su relación con la lluvia había terminado, ahora tenia todo el derecho de volver a rehacer su vida con alguien mas, y ese alguien era Hibari Kyoya…
- tú no tienes ningún derecho de juzgarme y déjame decirte que es mucho mejor que tu Yamamoto-
-¿Cómo puedes decir eso?
-el jamás se atrevería a hacerme lo que tu me hiciste, Si quieres oír los besos, No cuelgues quédate ahí – dijo el menor mientras sentía como su pareja comenzaba a besar su cuello
-¡Hayato!-
Grito la furiosa lluvia al escuchar aquellos ruidos, que no le hacían ninguna gracia
-lo siento, No puedo perder el tiempo hablando contigo, el me hace feliz –
-……….-
No escucho respuesta del otro lado de la línea, pero poco le importo si ese idiota estaba inundado en celos o rabia, mucho menos si se sentía dolido, ya que el se sintió mucho peor…
-Te dejo a ti que decidas, si vas a colgar o no-
Contesto el menor mientras sentía como aquellas traviesas manos de su amante comenzaban a recorrer su cuerpo desnudo.
-¿Cómo puedes hacerme esto Hayato?-
-si quieres atormente y sentir un poco de lo que yo sentí, anda, pon el alta vos…-
Hibari tomo el celular y se lo quito al menor, depositándolo a un lado en la mesita de noche sin colgar.
Con cuidado la nube deposito al menor sobre la cama y comenzó a besar su cuello mientras sus nómadas manos vagaban por el cuerpo de la sumisa tormenta.
Los labios del guardián de la nube se dirigieron a los pezones del menor, los cuales comenzó a saborear como si de dulces se tratase, haciendo suspirar al portador de hermosos ojos verdes.
-hi-hibari…- gimió la tormenta sin importarle que Yamamoto lo escuchara, no le importaba…
-Y muérete de celos y de rabia Yamamoto, Al cabo que lo nuestro por ti término….-