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Consecuencias...... por almogabar

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Notas del capitulo:

Espero verdaderamente que les guste y sobre todo que comenten para saber si les ha gustado o no la historia, la eh tenido olvidada durante mucho tiempo y quisiera su opinion, sobre seguirla o no.... igual aun espero que no se hayan olvidado de mi, aunque ya hay lectoras y escritoras nuevas.... saludos

Basado en Slam Dunk de Takehiko Inoue

Consecuencias

By Almogabar

Ru/Hana

 

Episodio 1:  Encuentros desafortunados..

Parte  1/2

 

 

Estaba frente al espejo, sin creer por un solo instante que la imagen que este le devolvía fuera la real, su cabello anteriormente corto lucia un largo irreal, más debajo de los hombros, su ropa era demasiado formal, cuando en un pasado era más que necesarios un par de jeans y una camisa de vestir, considerando que era la mejor de sus prendas, su vida de ahora en adelante sería una total obra de teatro dirigida por una mujer careciente de emociones, indolente, frívola y necesitada de su ayuda.

 

Por ello no había resultado difícil negarse a la propuesta hecha por sus abogados, aunando la gran cantidad de deudas que su madre había coleccionado a lo largo de los años, donde la droga era su principal aliciente, un cheque de 6 cifras le daría la oportunidad de tener una vida digna para él y para sus hermanitos.

 

2 dulces pequeños de apenas 5 y 10 años por los que sería capaz de dar su vida, para llevar a cabo las disposiciones de Ayame, tenía que dejar de lado toda la dulzura y ternura, tenía que ser un digno representante de la familia Rukawa, debía ser duro, respetado, cruel e indiferente.

 

-recuerda ser altivo..- escuchó tras de si la femenina voz de su “madre”, sus azules ojos perdieron el brillo y dieron paso a una infranqueable barrera de hielo, acomodó su ropa de imaginarias arrugas y tendió el brazo a la mujer quien sorpresivamente pasiva se dejó llevar por él a lo que sería su presentación en sociedad,

 

Hoy nacería para el mundo un aristócrata más de Japón, arrogante como el que más, indiferente, un hijo de puta sin sentimientos….

 

Hoy daría vida a Rukawa Kaede.

 

Quien el día presente desposaría al que su madre había elegido, sin importar siquiera la rotunda negativa de un chiquillo diez años menor que él.

 

*+*+*+*+*

 

-no puedo hacerlo…- Murmura mientras sus padres van de un lado a otro de la habitación, terminando de preparar el atuendo que aquella noche llevaría en la fiesta que se había hecho en honor de Rukawa-san y el suyo propio, el lugar era hermoso, dudoso era el negarlo, la opulencia de la habitación, iluminada tenuemente por la luz de las velas y los rayos débiles de la luz de luna proveniente del enorme ventanal hacían resaltar todo a su alrededor, todo aquello haría feliz a cualquiera pero en su caso no podía evitar sentirse como una prenda más, como una adquisición de un tipo que pareciera no tener mucho que hacer.

 

Él a comparación de su familia sería feliz tan solo con el hecho de tener un humilde techo bajo su cabeza y un plato de comida tibia esperándole cada mañana, cobijado solo por el tibio sopor de un sueño, donde las estrellas eran su fuente de inspiración, para él no sería complicado hacerse cargo de los gastos de sus padres y de su hermana, sería capaz incluso de buscar un trabajo que les diera la facilidad para sobrevivir.

 

Pero su situación a los ojos de sus padres era devastadora, temerosos de pensar en el que dirán, en humillarse al realizar trabajos propios de la servidumbre, por ello es que se encontraba ahí, sentado sobre un mullido sofá en espera de una rotunda sentencia, debía comprometerse por el hecho simple y vano de la ruina evidente de sus padres y ante todo de la enorme deuda que su padre había dejado sobre sus hombros.

 

Suspiró hondo y un par de rebeldes lágrimas llenaron sus ojos ámbar, apenas era un chiquillo sin voz ni voto, que dependía aún del tierno arrullo de su madre, un niño caprichoso quizás, ingenuo, dulce, el que aún no conocía el amor, mucho menos el sabor de su primer beso.

 

Él, quien había soñado estúpidamente con el amor verdadero y correspondido tenia conformarse con un folletín barato, con una representación absurda de un sentimiento que estaba lejos de experimentar, fuera había dejado sus ilusiones y deseos, aquellas fantasías donde el principal, donde el protagonistas eran dos hombres que se unían ante un dios omnipotente por un sentimiento más allá del mundo que le rodeaba, donde al parecer la avaricia y una buen posición económica lo regían.

 

A partir de ese momento, donde las horas se acortaban y daban paso al destino final que lo esperaba, donde la opulencia, el dinero y servidumbre le atenderían como a un príncipe que muy por debajo se asemejaba con un mendigo, careciente de ilusiones y de corazón.

 

Porque a partir de hoy moriría gran parte de su soñadora personalidad, de su risueña mirada o de su risa hipnotizante, ya no habían motivos suficientes para reír, para ser feliz o para disfrutar tumbado en la colina la fresca brisa o los tibios rayos de sol.

 

Lo que más hubiera deseado en ese preciso momento era escapar o que en su defecto resultara repulsivo a ojos de su prometido, huir en un blanco corcel al extranjero y ahí, lejos de presiones y arrebatos forjaría un nuevo futuro.

 

Pero no podía…. Su mirar empañado se centró en su padre, un hombre súbitamente enfermo, cuya enfermedad era tan extraña que sería imposible tratarla si no accedía a su petición, escapar no estaba a discusión, si su padre enfermara, o en su defecto moria no podría perdonárselo, no podía cargar con la muerte del ser que además de us madre le dio la vida.

 

Aún así no podía evitar la esperanza situada al fondo de su dulce corazón, en que ese hombre se compadeciera y así no tuviera que forzarlo a un compromiso que no tenia futuro, que a su vez encontrara la manera de alargar los plazos de aquella deuda y así poder saldar la enorme cuenta que le debían.

 

Poco importaba dejar de vivir en aquella lujosa mansión al pie de aquel hermoso lago, que durante las tardes acariciaba sus pies, donde se sambullia para intentar por un momento que toda aquella mala vibra terminara por matar la inocencia que en él fue depositada.

 

-¡¡Hanamichi Sakuragi!!!..- De todas las personas en el mundo la voz de su hermana era algo que no quería escuchar, no soportaba el hecho de ver en ella el desprecio y la envidia por ser el favorito de la señora de la casa,  porque ella ante todo lo odiaba profundamente, pues siempre, desde el momento mismo de su nacimiento detestó su suerte.

 

Aquella que para él era una desgracia, pues jamás pidió ese color único de ojos, ni sus cabellos como rojo fuego, no pidió fascinar a todo cuanto le conociera, mucho menos tener la desdicha de ser el elegido para llevar a cabo un matrimonio sin amor.

 

Si ayako tan solo supiera cuantas lagrimas derramó al escuchar la sentencia de sus padres, cuando él siempre había pensado que su vida era faciul, sin contratiempos ni malas situaciones, mucho menos las veces que deseó morir encerrado en su habitación y así evitar que llegara precisamente el día que estaba viviendo.

 

Él sabía perfectamente que no soportaría sus manos al rozarle la piel, al acariciarlo o su boca al besarlo, incluso a la repulsión que provocara en él cuando su “esposo” le hiciera el amor.

 

Aun así su vestimenta era pulcra, digna de un ser majestuoso como él, un conjunto en blanco hacía resaltar el tono bronceado de su piel, en donde un par de ojos ámbar vivaces resaltaban custodiados por espesas pestañas de un rojos vibrante en donde su boca hacía un exquisito contraste al estar ligeramente sonrosada.

 

Sus cabellos largos y sujetos en una gruesa trenza enmarcaban un bello rostro, donde el alma a grandes rasgos era vista a través de la claridad de sus pupilas.

 

Su belleza no era discutida al causar sensación ante los invitados, exceptuando la intervención del novio al brillar por su ausencia, solo entonces es que pudo escabullirse tras tomar una copa de licor que bebió sin contratiempos y que provocó en él un tenue sonrojo en sus mejillas.

 

Se dirigió tras varios minutos a un enorme balcón, cuyas puertas conectaban hacia el jardín, necesitaba pensar, encontrar quizás el valor para mandarlo todo al demonio y para tener la suficiente fuerza como para negarse a la petición de sus padres.

 

Su vista se enfocó un par de metros, donde la oscuridad acechante se veía combatida por la sobria iluminación, donde enormes antorchas le guiaban por un sendero, cubierto en mayoría por flores de diferentes colores y aromas y sobre ellas, como un guardián protector estaba la luna, astro imponente, reacio a compartir un poco más de su belleza.

 

Sin preámbulos avanzó por el lugar, intrigado ante lo que podría encontrar, era poco lo que le animaba, el buscar un lugar tranquilo para así poder descargar su frustración era su principal aliciente, se detuvo un par de minutos después cuando creyó encontrar el lugar ideal, un banco tenuemente iluminado donde una fuente era su principal atracción.

 

Tomó asiento cuidando ante todo que el pulcro traje no sufriera un accidente, pues sus padres no se lo permitirían y permaneció ahí, con el semblante apagado y la mirada fija en aquella pequeñísima representación de un lago.

 

Un ruido cercano lo alertó al levantarse con rapidez encaró un par de ojos azules, profundos e hipnotizantes que le robaron el aliento.

 

Jamás en su corta vida se había topado con alguien así, con un hombre poseedor de una serena belleza, había algo en él, algo en su ambiguo semblante, donde sus labios eran finas líneas que deseó fervientemente se convirtieran en una sonrisa apacible, donde la blancura de su piel era enmarcada por unos largos cabellos de un negro tan profundo como el zafiro en sus ojos.

 

Todo él era irreal, un conjunto de deseos frustrados  que adjudicó al licor que bebiera, dejó caer entonces la copa que bailoteaba entre sus finos dedos y avanzó hacia él con una seguridad desconocida, pues creyó ingenuamente que al acercarse su imagen se diluiría.

 

Una ilusión que se volvió tan real cuando sintió el rudo agarre de su muñeca, el brillo en sus ojos cuando le arrastró hacia un oscuro extremo del jardín y tumbándole en el suelo le besara.

 

Con una pasión desconocida, depredadora, hambrienta y hanamichi no supo como responder, solo posó sus manos en el amplio pecho de ese hombre que provocó en él un sentimiento de dependencia, de ansia y anhelo, solo entonces entreabrió los labios, dando paso a una lengua voraz, hiriente, seductora y terriblemente posesiva.

 

Finalizado el beso siguió ahí, sobre él, con aquellos cabellos acariciando sus rojas mejillas, donde ese par de ojos le miraban fijamente, intentando leer o descifrar aquel cumulo de sentimientos que le provocaba, quiso decir algo pero por primera vez sus palabras murieron, dando paso a la vergüenza que llenó de un llamativo rojo su rostro y mejillas, entonces enlazó sus brazos en el níveo cuello solo para esconder su turbación en un pecho cuyos latidos eran hipnotizantes.

 

-me sorprende tu bienvenida sakuragui-kun..- le escuchó decir y entonces su cuerpo se tensó, su voz pasiva, careciente de emociones abren un enorme abismo en su corazón, ahí solo se encontraba un hombre que le resultó desconocido, un hombre que derrochaba una seguridad apremiante y que le sujetaba firmemente de las caderas, su voz tan fría le hela el alma, alza el rostro entonces hacia él y sus ojos le escrutan durante un par de segundos, pidiendo a su señor una explicación ya que al parecer él le conoce.

 

Lejos estaba de ser aquel apasionado desconocido que le robara su primer beso, ese hombre que lo  tenía en brazos había cambiado, ahora era un tempano de hielo, hostil y manipulador.

 

-es que no sabes quien soy?...- pregunta aparentemente divertido..-tan fácil es que permitas que cualquiera te bese?..- pregunta entonces y se sorprende al ver en los ojso del pelirrojo un deje de molestia, indignación y furia, además de la fuerza suficiente para empujarle y ponerse de pie.

 

Tal fue su sorpresa que no pudo prever en el momento mismo en que el puño de sakuragui se encajó en su quijada.

 

¡Era un salvaje!!

 

Más su molestia cesó al ver resquicios de lagrimas además de cómo el labio inferior del chiquillo temblaba, por supuesto no esperaba una reacción como aquella, pese a saber lo inexperto que era ese chiquillo se negaba a sentir un grado de comprensión hacia él.

 

Aún no podía siquiera dejar de ver aquella imagen desconsolada, donde sus labios eran a sus ojos un delicioso bocado que estaba dispuesto a probar por segunda vez, aún su dulce sabor quedaba en su boca, alegrando un poco aquella vida vacía, la pregunta la había hecho al creer que su entrega se debía a que sabía su identidad, por ello creyó que sería un excelente actor o en su defecto alguien que amaba por sobre todas las cosas el dinero.

 

Pues lo primero que pasó por su mente 20 minutos atrás, cuando la madre de ese chiquillo le buscaba era que ante todo él tenía que saber por mera curiosidad su nombre.

 

Y al parecer se había equivocado… pues aquella mirada era genuina, era sincera, su dolor, su inquietud y la visceral rabia era tan real y tan palpable que no pudo evitar reírse con ganas, dejando atrás aquella actitud segura y frívola.

 

Hanamichi solo se le quedó viendo, con los ojos un poco más abiertos de lo normal, sorprendido ante el cambio de actitud por parte de él, cuando creyó se trataba de una burla quiso golpearlo, borrar de alguna manera aquella humillación sufrida pero no pudo, no cuando en la nívea piel de ese hombre comenzaba a formarse una ligera huella de su golpe y la ligera línea de sangre que emanaba de su labio, solo entonces sintió un deje de entremezclada culpa, pues gracias a él su rostro había adquirido un nuevo matiz.

 

Se sonrojó entonces, al comprender el alcance de aquellos sentimientos, nacidos de la nada, porque él no era algo significativo en su vida, no le conocía y ahora con aquella actitud tomada le daba la impresión que tratarlo sería humillante.

 

Porque esa mirada de segura autosuficiencia hacia su sangre hervir, sus ojos eran dos pedazos de hielo que se incrustaban en su rostro, en su ropa y su nerviosa manera de comportarse, sus musculos temblaban a la par que su labio inferior, quisiera en ese momento ser un niño de 3 años y echarse a llorar como poseso, o por lo menos ser una chiquilla y salir corriendo.

 

No quería ser cobarde o en su defecto dar a su desconocido caballero una mala impresión, pero no podía evitar el pánico que se apoderó de sus neuronas, las que gritaban con letras fosforescentes que él era un peligro inminente, pero seguro ante todo estaba que solo con él, solo sus brazos y su presencia eran suficiente para olvidar todos aquellos problemas.

 

Solo entonces, una lagrima seguida de otra mojaron sus sonrosadas mejillas, intentó bajar el rostro y librarse de aquella vergüenza pero se lo impidió al tomarle del mentón y acercarlo un poco mas a él, quedando preso de los ojos más bellos que hubiera contemplado en toda su vida.

 

-¡¡Rukawa-sama!!....¡¡Rukawa-sama!!!..- aquella voz los sorprendió a ambos, pues el oji-azul se giró hacia la sirvienta que gritaba con cierta angustia su nombre.

 

Hanamichi comprendió entonces a que se debía la seguridad de sus frases y actos, y lo odió profundamente, pues se creyó burlado, usado y tirado como un vil muñeco, no tuvo siquiera la oportunidad de enfrentarlo pues unos metros adelante se encontraba su madre, con la evidente preocupación en sus finas facciones, avanzó hacia ella y le abrazó, escondiendo su rostro turbado y desencajado en el blanquecino cuerpo, mientras el tibio sopor de sus caricias le calmaron el ánimo.

 

Dado el momento no sabía qué hacer, permaneció en silencio al lado de su madre, mientras observaba fijamente el rostro del que en un futuro sería su esposo y dueño.

 

*+*+*

 

Un par de horas después se encontraba en su habitación, intentando comprender el momento en que la situación escapó de sus manos, en el preciso momento en que sus brazos sintieron el vació de ese cuerpo que se amoldó perfectamente al suyo, en qué momento permitió siquiera que la dulzura de esos labios abandonó los suyos, sumiéndole en la oscuridad de aquella habitación.

 

Por un momento había creído divertido dar una lección a aquel chiquillo que creyó se comprometía por interés, y solo por un instante deseó olvidarse de quién era y seguir ahí abrazado a él, aspirando el dulce aroma que su cuerpo desprendía.

 

Solo entonces, cuando lo vio en brazos de su madre, sintió una rabia impotente, sobreprotector y avasallante al hecho siquiera de compartirle con alguien más.

 

Hasta ahora comprendió entonces la naturaleza de su temperamento sosegado, fue necesaria la presencia frágil de aquel chiquillo al que recordaba por 2 dolorosas razones, la primera; aquel golpe inesperado, y la segunda; una dulce tortura en sus partes más bajas cuando recordaba sus labios, el sabor de su boca y el bello rostro que tenia cercano al suyo.

 

*+*+*+*

 

Aún seguía pensativo, de pie frente al ventanal, sus ojos no habían cesado en contemplar el lugar donde lo había conocido, como auto reflejo llevó el dedo índice a sus labios y cerró los ojos al recordar la calidez de aquella boca, de su infinita posesión y ante todo del arrebatador deseo que nació en él de correr a sus brazos con una sonrisa que no reflejó su rostro.

 

Estaba confundido, y por más que hubiera gritado el no ver a nadie en ese momento, había un par de ojos azules que ansiaba tener en frente, donde un par de fuertes brazos le esperarían abiertos y seguros.

 

Pero todo aquel perfecto matiz estaba dañado en algún punto.

 

Ese que precisamente los alejaría para siempre, la idea errónea que tenia de él, donde al parecer la avaricia de sus padres levantaba un muro entre los dos, ahora tenía un motivo mucho más fuerte para negarse a los mandatos de su padre, no podía soportar siquiera ver la duda en aquellos ojos azules, mucho menos desconfianza.

 

Un suspiro tras otro ocupo la habitación que era iluminada por un par de velas que él se encargó de apagar, tras recostarse sobre la cama, aún con los ojos abiertos creyó tener una imagen de él, ausente, lejana.

 

Tan distante como las esperanzas en pro de un futuro mejor.

 

-su nombre es kaede..- susurró con la emoción impregnada en la voz, atrás había quedado la molestia, el desazón y la humillación que recibió al ver en él la burla.

 

Un ligero golpeteo tras la puerta le trajo a la realidad, se incorporó con rapidez y tras acomodar un poco sus largos cabellos la abrió.

 

Ahí estaba él.

 

Apoyado sobre el marco de la puerta, mientras sus ojos parecían acariciar cada contorno de su cuerpo.

 

-¿Qué haces aquí?..- pregunta visiblemente alarmado, al comprender que su atuendo no era el mejor, tenia los cabellos desordenados, la ropa fuera de lugar y sus mejillas lucían tan rojas como cerezas.

 

Kaede permaneció en silencio, no tenía la intención de hablar, solo tenía que verlo para perder el control de sus emociones, solo fue capaz de empujarle suavemente y entrar a la habitación con él tras tomarle de la mano, aún no podía comprender el porqué de su presencia en aquel lugar, levemente iluminado, a solas con ese chiquillo que temblaba bajo su contacto, no fue difícil adivinar en aquellos ojos ámbar la incertidumbre, la duda y el recelo resguardado bajo aquellas espesas pestañas.

 

En ese momento no podía ni quería dar explicaciones, tenerle ahí bajo el subyugo de su cuerpo, con aquel rostro vuelto hacia él, donde sus ojos eran dos gemas preciosas que no cesaban de verle y fundir en él su imagen, aquella que llegó nítida y que sin desear prolongar más la espera acarició con la mirada hasta posarla en sus labios.

 

Rosados… entreabiertos y tentadores.

 

Saborearlos una vez más no resultaba tan lejano como hubiera creído, quizás debido a aquella falsa personalidad, o a su falsa indiferencia, que no podía desplegar ante él, le resultaba inverosímil ser un pedazo de hielo cuando lo que más deseaba era tenerlo así, junto a él, aferrado a su espalda en espera de algo más, de un instante de paz.

 

Pero había cierta reticencia en él, quizás el nerviosismo propio de su edad, en el ligero temblor de su cuerpo, ese que tenia a su alcanze y que a su vez parecía vetado, pero lo tenia ahí, a merced de sus actos, de su decisión, era solo suyo.

 

Pudo verlo en aquellas gemas que poseía por ojos, en el temblor de sus labios y en el anhelo que transpiraba su piel, solo bastó inclinar hacia él el rostro y en un acto atrapar entre su boca aquellos labios blandos que le hicieron perder el poco domino que tenía.

 

Lo llevó hacia la cama, cuidando de tocar cada centímetro de aquella piel que le comenzaba a enloquecer, primero fueron sus cabellos, sedosos y finos que regó como una cortina contrastando con la blancura de aquellas sabanas de satín.

 

Pero cuando creyó tenerlo para él, el llanto silencioso de ese niño le alertó.

 

Su rostro estaba ligeramente bañado en lágrimas que bajaban por su sien hasta perderse en la almohada bajo su cabeza, tenia los puños apretados y sus ojos fuertemente cerrados, aceptando sin querer lo que pasaría en ese momento, él seguía ahí, sobre él, sentado a horcajadas sobre ese cuerpo maravilloso, que pasivamente se sometía ante su dominio.

 

Aquello lo enfureció notablemente, pues sus ojos perdieron aquella luz que lo guiaban y se acercó hacia él, tomando con poca ligereza su mentón le instó a verle, provocando solo que el llanto aumentara.

 

-eres patético…- Inició furibundo, su intención no era la de dañarlo, pero sabía que sus palabras quedarían grabadas en la mente de aquel chiquillo pues sus ojos se abrieron desmesuradamente tras escucharle..-dime sakuragui-chan….¿qué pretendes con esto?... –

 

Hanamichi no supo que responder, él no pretendía nada, no fue él quien avanzó por el corredor hacia su habitación, no fue él quien inició aquel beso, mucho menos fue él quien con sus actos estaba forzando algo que él no quería que sucediera, no bajo aquellas circunstancias, no cuando él quería…

 

Cuando él quería ser amado, amar y corresponder a un sentimiento que sabía perfectamente no existía en el corazón de aquel hombre que le contemplaba con indolente gesto.

 

-¿es que no te das cuenta?.... – siguió al no escucharle emitir sonido alguno..-que carezcas de contención es patético, todo tú eres patético, una vil marioneta que se deja llevar por la corriente y la verdad tu actitud pasiva y careciente de emoción me asquea lo suficiente...-

 

-entonces retráctese...- logró murmurar con debilidad...- diga a mis padres que no quiere a ese patético chiquillo a su lado… que no me quiere y que….- pero no pudo seguir, su llanto le ahogó cualquier palabra que estuviera en su garganta.

 

-¿por eso te comportas así?..- Pregunta entonces…-con un carajo!!!... respóndeme… siempre has sido así de pasivo, de inútil?.-

 

-¡¡No!!..- grita entonces, sin saber siquiera el motivo para su comportamiento logra impulsarse lo suficiente como para empujarlo, ponerse de pie y arreglar sus ropas sin siquiera atreverse a mirarlo…-es que no quiero… ¡¡¡No quiero casarme con usted ni con nadie!!!... pero papá no podría perdonármelo..- comentó entonces, suavizando solo un poco la voz en la que se había mezclado un leve matiz de angustia..-por ello si usted me rechaza… si usted dice que yo no valgo para estar a su lado se lo agradecería..-

 

-¿y perder todo aquello que tu familia me debe?..- pregunta entonces socarrón..-crees que me compadeceré de tu dolor, a mi no me importa lo que quieres, ni lo que sientes, mucho menos que piensas ya sea de mi o del mundo entero, no quiero tus sueños, anhelos ni deseos, no quiero nada de ti a excepción de lo que ya eh tomado… ¿sabes que puedo follarte aquí mismo y dejarte sin más?... –

 

-lo sé..- responde entonces, apretando los puños con furia contenida, solo entonces la imagen idealizada desapareció ante él, dejando a un tempano de hielo, con mirada de zorro, no quería tener que verlo, mucho menos tener que estar en una habitación a expensas de sus retorcidos deseos.

 

-pero serías una puta demasiado costosa..- alega con seriedad, su vista viaja entonces por el largo de aquel cuello, por las sinuosas caderas y por sus piernas largas que no podían simular aquellos pantalones que podría arrancar sin contemplaciones.

 

Actuar tal como lo hacía era antinatural para él, mucho menos los actos que siguieron a continuación, no se detuvo ante el llanto, ni la suplica, no cedió a su llamado, ni a sus gritos pidiendo una clemencia que él no podía poseer, lo tomó, rasgando la virginidad de su cuerpo, tratándole como una vil puta a la que tenia que pagar sus servicios, y hanamichi, estaba ahí como una muñeca rota a su merced, con aquellos rojos cabellos cubriendo su rostro angelical, con aquel cuerpo perfecto tembloroso.

 

Aquel cuerpo, esa piel, esos labios eran suyos y no serían de nadie más…

 

Aquella decisión la había tomado mientras se componía la ropa y salía de la habitación sin siquiera dignarse a mirarle, por el momento valia menos que nada, quizás al día siguiente volvería a visitarle.

 

Todo aquello que inició para él como un deseo inconsciente se volvió una obsesiva aprehensión por ese cuerpo.

 

Un deseo mezquino, arrebatador, insano, que rayaba la poca cordura que poseía.

 

 

 

Continuará……


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