LA ENTREVISTA
Dos semanas habían pasado, dos semanas de intenso dolor, y de malestares. Dos semanas desde que le dijeran lo que en realidad tenía. No quería preocupar a nadie, por eso no se quejaba, por eso no dejaba que los demás le vieran mientras se retorcía de dolor. Sabía que Seung Hyun sospecha algo, pero no podía hacer nada para que dejara de sospechar, porque era demasiado obvio que algo le ocurría. Pero tenía la esperanza de que lo dejara pasar, que lo achacaran al estrés que siempre le producían aquellos regresos de la banda.
Era un lunes, un lunes precioso, llovía. Pero no era una llovía agresiva, simplemente era de las que bañaba todo, limpiaba el aire y los corazones heridos, para después irse dejando una sensación de paz y libertar. De esa manera era como se sentía aquel lunes. El lunes que tenía que ponerse delante de todo el mundo en una entrevista en la televisión. Al parecer alguien había filtrado a la prensa que fue al hospital.
Aquello acarreo muchos problemas con su novio, porque no le había dicho nada. Pero para su suerte su madre salió ese sábado a su rescate, era solo porque la tenía que acompañar a ella. No que él estuviera enfermo. Sabía que a su madre le dolía decir todas aquellas mentirás, pero entendía la decisión de su hijo, pero no es que la compartiera. Pero por lo menos tenía a alguien en que apoyarse para inventarse las escusas.
No faltaba mucho para salir en directo por la pantalla de no solo en todos los televisores de Corea, sino de todo el mundo. Estaba nervioso, sabía que se desmayaría tarde o temprano, lo sentía, sentía como sus piernas casi no le respondían, sentía como su respiración se hacía errática. Tenía que calmarse para poder salir ahí fuera. Para disimular todos aquellos síntomas delante de su hyung.
Por fin pasaron el trago de la entrevista, la presentadora se quedó contenta con la historia que le contó. Le había dicho que su madre se encontraba mala ese día, y como iba a ir al médico y la mujer no quería ir sola, le había llamado. Pero la muy… le preguntó el por qué llego antes que su madre a la consulta. Cosa que gracias a Seung pudo responder. Dijo que estaban en un local cerca del hospital y que salí antes que su madre, por eso llegó antes y la esperó dentro.
Ante aquellas respuestas la presentadora se quedó conforme con todo. Después de algunas preguntas, ya relacionadas con el nuevo disco, y con nuestras aportaciones al mismo. Actuamos. Bueno, más o menos, me sentía demasiado mareado, aunque intenté no estorbar mucho y hacer mi parte, los chicos se dieron cuenta de que no me encontraba bien. Sabía que no me dejarían en paz hasta que les contara lo que ellos querían escuchar. Pero aun insistan, no les diré la verdad. Ni siquiera todavía tengo presente que me voy a morir, como para que ahora los tenga a las cuatro encima mio porque están preocupados. Y estoy seguro de que me obligarían a tomar las pastillas para el dolor. Esas que tanto odio. Esas que tanto mal me hacen. No me gusta tomar pastillas.
Al llegar al camerino, al parecer me vieron tan mal que no quisieron preguntar nada. Me dejaron tranquilo, pero yo sabía que no era por mucho tiempo, sabía que tarde o temprano me preguntarían que era lo que me pasaba. No era muy normal que me durara tanto tiempo un resfriado. Ni siquiera eran normales aquellos síntomas en un resfriado.
Al llegar a casa, después incluso de la fiesta que dio la YG en nuestro honor, Seung no me dejó llegar hasta la habitación que ambos compartíamos, no dejó que me escapara de lo que sería el peor interrogatorio de mi vida. Además de ser el primero que me hacen a mi. Casi siempre los hacía yo, y siempre estaba en el otro lado. Pero hoy parece ser que me tocaba a mí decir las respuestas.
- Ji, no se si te has dado cuenta pero, nos preocupas – Bae había hablado el primero dando a conocer lo que todos ya sabíamos que estaban preocupados por mi. ¿Cómo no darse cuenta? Si a cada paso que doy todos me vigilan. Pero era normal. Era normal que aquello pasara. Que todos estuvieran preocupados por mi. Por mi salud.
- ¿Qué te ocurre? Hoy por casi te caes en la actuación – Dae Seung se sentó a mi lado mientras decía aquellas palabras. No sabía que decir para salir de aquel atolladero. No sabía que mentira decirles, lo suficientemente creíble para que me dejaran en paz.
- Yongie, sé que lo que dijo tu madre era mentira. Ella también está preocupada por ti. Y si no me dices que es lo que ocurre en este momento, soy capaz de ir al hospital y matar a quien haga falta para saber que es lo que te ocurre – aquellas palabras de Seung Hyun le dejaron devastado, pensaba que se había creído la versión de su madre. Pero al parecer no era tan bueno mintiendo como él pensaba.
- Estoy bien, no me ocurre nada, tan solo estoy cansado y bajo de defensas. Solo necesito descansar – pensaba que con aquello los chicos se rindieran por lo menos aquella noche. Y fue eso o que en realidad se veía peor de lo que creía, porque le dejaron irse, se marchó a la habitación que compartía con su novio. Se tiró en la cama sin siquiera molestarse en apartar las sabanas o quitarse la ropa. Tan solo quería dormir, y sabía que al día siguiente no tendría que ir a trabajar, y eso le tranquilizaba aun más.
Tras un par de horas durmiendo, o lo que él creyó que fueron un par de horas, alguien comenzó a moverle y llamarle. Sabía que era Seung, podía oler su perfume, ese que tanto le gustaba que se pusiera. Al final pudo abrir los ojos con mucho esfuerzo y enfocó a su pareja sentado al lado.
- Levanta y come algo, hoy casi no has comido nada. Así por lo menos tendrás algo de fuerzas para cuando levantes. Y de paso te cambias. Voy a sacarte el pijama – dejó la bandeja con la comida encima de mis piernas, para poder levantarse a traerme el pijama. Lo dejó a mi lado, y se sentó junto a mí, viendo como comía. Al poco tiempo de que comenzara a comer Ri asomó su cabecita por la puerta y sonrió entrando a la habitación, para ir a darme un abrazo y sentarse a mi lado.
- Te ves mejor hyung, la siesta y la cena te están sentado bien – al poco tiempo, estábamos los cinco en aquella cama. Halando de como intentarían que no me esforzara tanto, ya que sabían que eso les costaría, me gustaba mi trabajo, y me gustaba hacerlo a mi. No era que no quisiera que ellos hicieran cosas, aun así agradecía a los chicos todo el esfuerzo que estaban poniendo en no preguntarme que era lo que me pasaba.
Aunque sabía que tarde o temprano tendría que decirles, más bien porque me obligarán, pero, de momento las cosas estaban así. Ellos esperarían y yo intentará asimilar que me estaba muriendo y no me quedaba mucho más tiempo de vida.