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Angels won´t Lie por Kurai neko

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Angels won´t lie

Kn: ¡Tanto tiempo! ^O^/ ¿Se alegran de verme chicos?
Ikki: No o__o
Kn: ... tu tan sincero como siempre ¬o¬U
Ikki: ahá u__ú
Kn: o.óU
Hyoga: ...
Kn: ¿Y tu por qué no dices nada? Oo
Hyoga: Yo... ya comentaré cuando salga... algo... más... como sea -.-
Kn: ó_o Chicos... me preocupan .. ¿están bien?
Ikki: Yo sí, él no sé O.o!
Kn: Haz algo, es tu compañero de reparto o.o
Ikki: Y tu eres la que escribe… ¬¬
Kn: etto... em .. El fic!! ^^


Angels won´t lie

Capítulo 1.

Another wasted moment
Realising we’re not real




Sus ojeras eran ya demasiado oscuras como para que su hermano no preguntara por ellas. Hacía días que no dormía bien, o mejor dicho que no tenía ganas de dormir.
La temporada de exámenes ya había pasado e Ikki no sabía que excusas poner ante la falta de sueño notable que sufría, y decir la verdad no era algo que se le hubiera pasado por la mente en ningún momento.

- Pero hermano, deberías descansar bien – regañaba dulcemente Shun, preocupado –. Vale que tengamos dos meses de vacaciones por delante antes de volver al curso y que no tengamos nada que estudiar, pero eso no significa que puedas quedarte leyendo hasta tarde. Por lo menos haz la siesta, realmente no me importa que te levantes tarde si quieres – rectificó –, pero duerme. Y deberías comer más, estas adelgazando.
- Shun... – cortó Ikki, cansado, desde el sofá – Creía que estaríamos los dos meses prácticamente solos.

El menor lo miró sin entender, con un tazón blanco con motivos verdes en una mano y la caja de cereales en la otra, a punto de llenar el recipiente.

- ¡Pero por lo visto nuestra madre se ha escondido en tu boca y no deja de hablar!
- ¡Ikki! – Shun no pudo evitar reírse – Bueno, alguien tiene que cuidar de mi despreocupado hermano mayor.

El joven alzó la barbilla, mirando desde su posición privilegiada al otro, con una amenaza cariñosa brillando en sus ojos. Shun podía ser una persona extremadamente dulce, pero implacable en cuanto a la estabilidad de sus seres más queridos se refería. Haría cualquier cosa con tal de que su familia estuviera feliz, incluso reprenderlos severamente si hacía falta.
Ikki aún recordaba cuando, siendo bastante pequeños, contrajo pulmonía y perdió el apetito. A su hermano pequeño no le importó si tenía ansias de comida o no, necesitaba comer para recuperarse y fue tan insistente que terminó por obligarlo a comer de una manera más efectiva que su propia madre.

El moreno se cubrió la cara con el libro que se suponía estaba leyendo, ocultando una sonrisa divertida. Una forma indefinida, pero no demasiado dura, impactó sobre su estómago.

- ¡Ikki! ¿Me haces caso?
- ¿Ah? – al mirar hacia abajo descubrió que había sido una ensaimada lo que le había sacado de su abstracción momentánea – Sí, dime.
- Voy a salir– Shun estaba de pie, echando sus llaves al aire y volviéndolas a tomar –. Y de paso compraré algo para comer cuando vuelva.
- ¿Pasarás toda la mañana por ahí?
- Son las once, hermano. Estaré aquí para las tres.

Ikki frunció el ceño. No le hacía ninguna gracia que su hermanito anduviera solo, por ahí.
El muchacho se incorporó sobre sus codos, mirando como Shun se miraba en el espejo, alisando la camisa sin mangas y de cuello redondo que llevaba puesta.

- Son cuatro horas, ¿dónde vas a ir?

Shun resopló, girando su cuerpo para enfrentar a su hermano y dirigirse a la puerta que daba al recibidor.

- Tranquilo, no estaré solo. Voy con Seiya.
- No sé si eso me tranquiliza o me preocupa más...

El menor volvió a reír entre dientes. Ikki esbozó otra sonrisa.

- ¡Adiós hermano! Descansa un rato.

El sonido de la puerta de la casa y poco después el de la verja le anunciaron junto con las palabras del otro chico que se encontraba solo en casa.
Cerró los ojos y suspiró tranquilo. Tendría que tomarse un café si no quería dormirse, aunque normalmente sólo ocurría aquello de noche, tal vez ahora podría dormir tranquilo.

Su cuerpo le pedía a gritos un descanso merecido y su mente más aún.

Agarró la ensaimada y la dejó en la mesa de café que había delante del sofá rinconero donde estaba tumbado. Aquel mueble ocupaba buena parte de dos de las paredes del salón-comedor. Podían sentarse cuatro personas en cada lado tranquilamente.
Los hermanos solían usarlo para hacer la siesta en épocas de calor, como la que hacía un tiempo había empezado.

Ikki se estiró perezoso sobre la los cojines cubiertos de tela azul del sofá. Dejó el libro sobre el cristal de la mesa, moviéndose para llegar a ella.
Una vez acomodado de nuevo, llevó las manos hasta su nuca y bostezó de forma larga y sonora. Los ojos le lloraban un poco y no se dio cuenta de que se dormía justo en el mismo momento en que había decidido levantarse para aprovechar la soleada mañana de mediados de Junio.

Abrió los ojos.
El brazo izquierdo estaba extendido, suspendido en el aire; el derecho sobre su vientre, rascando lentamente la piel bajo la camiseta. Un pierna flexionada y apoyada en el respaldo y la otra estirada, colgando un pie del apoyabrazos.
Bufó y parpadeó fuertemente. Veía unos pantalones blancos delante de él.

- ¿Shun? – preguntó aún sin mirar hacia arriba – ¿Ya son las tres?

El muchacho se arrodilló en el suelo, dejando ver su rostro ante el moreno.

- ¡Tú! – gimió molesto – ¿Qué haces aquí? Es de día...

El chico seguía mirándolo, con una expresión extraña en el rostro. Ikki no sabía como catalogarla, pero punzaba como hielo.
Le llegaba hasta lo más hondo de su alma, en cambio no hacía daño, simplemente le desconcertaba.
Desde la primera vez había sido así.

Nunca le había hablado directamente después de la primera vez, cuando se le hizo claro que no iba a contestarle. Pero aquella situación se mantenía ya más tiempo del que el carácter explosivo del moreno podía aguantar.
Podía tener mucha paciencia para algunos casos, pero para algo que no comprendía ya había tenido demasiada.

- A ver – empezó, incorporándose sobre sus codos –, ¿qué quieres de mi?

El jovencito parpadeó y lo miró con curiosidad. Era la primera muestra de algo que no fuera aquella mirada helada que Ikki había podido ver en él.

- ¿No te basta con no dejarme dormir por las noches? – sus cejas se juntaron, conformando una expresión ceñuda y amenazante – ¿Por qué vienes a mi?

El muchacho ladeó la cabeza, haciendo que los cabellos que le enmarcaban el rostro se movieran. La luz que lo rodeaba era más tenue que la que despedía en la oscuridad, cuando normalmente lo visitaba, pero igual de fantasmagórica.

- Mira, estoy harto. No sé por que vienes a molestarme, pero creo que eso debería terminar – Ikki empezaba a estar realmente molesto –. Ya sé que no hablas, sólo vienes, te sientas en un rincón... ¿pero sabes? ¡Contigo por ahí no puedo dormir! ¡Así que tú..!

Paró la marcha veloz que sus palabras habían tomado. El chico agachaba la cabeza y se había llevado una mano al rostro, tapando sus labios y su barbilla. Había encogido los hombros y el cabello que antes caía por su frente y se enroscaba caprichoso, lo justo para no cubrirle los ojos, no dejaba ver aquellas pozas cristalinas que tantas noches Ikki había notado que lo observaban, llenándolo de aquella sensación helada.

Ikki se arrepintió de su arranque de mal humor, aquel gesto era uno que, no sabía porque, no podía dejar de conmoverle.
Se sentó en el sofá, cruzando las piernas y echándose un poco hacia delante.

- Oye... chico – habló indeciso, sin saber como referirse a él –. No que me molestes realmente... pero la falta de sueño me mata.

El muchachito apartó la mano y miró hacia arriba, encontrándose con los ojos del moreno. La boca entreabierta y los ojos brillantes.
Ikki tuvo que tomar aire. Jamás había estado tan cerca de él. Jamás lo había visto así, a la luz del día y tan claramente, que en vez de una especie de espíritu extraviado parecía un joven con rostro angelical.
De repente sintió que faltaba algo, pero no supo bien que era.

El jovencito se inclinó hacia Ikki, incorporándose sobre sus rodillas, moviéndose despacio y con elegancia.
Cuando el moreno se dio cuenta, ya estaban muy cerca el uno del otro. La mano de dedos largos y piel ligeramente bronceaba se dirigía hasta él.
Los ojos de ambos dilatados, esperando el contacto.

Retiró la mano rápidamente y se tensó, miró hacia su izquierda e Ikki se giró, mirando hacia la puerta de la habitación al igual que él. Cuando volvió a mirarlo estaba claramente asustado.
El muchacho se agitó y toda su luz tembló con él, parecía que fuera a salir corriendo de un momento a otro.

- ¡No te vayas! – gritó el moreno – ¡No espera, dime algo! ¡Lo que sea!

Ikki trató de tomarlo por el brazo, pero la imagen del chico se esfumó como un espejismo.

- ¡No!
- ¿Hermano? – preguntaba Shun desde la puerta.
- ... ¿Shun?
- Claro – contestó algo turbado –. ¿Estabas teniendo una pesadilla?

Ikki se sentó en el sofá y alborotó su cabello frotando la cabeza con una mano.

- Eso creo...

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Kn: Pues bien, eso es todo por hoy ^^
Ikki: Mm...
Kn: ¿Qué piensas? –o¬
Ikki: Que siempre encuentras la manera de molestarme -__-U
Kn: Ahí está la gracia XD
Ikki: El día que no empieces algo en que salga yo sin molestarme...
Kn: ¡No digas nada! ... no te arriesgues a que ese día llegue XD
Ikki: Lo dudo...
Kn: ¿Hyoga?
Hyoga: ¿Ahá?
Kn: ó.o .. me preocupa.
Ikki: -o- calla y sigue el fic!

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