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Los errores siempre conllevan consecuencias por Toko-chan

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Notas del fanfic:

Buenass!! xD

bueno, decir que es mi primer fanfic laargo, y bueno, casi el primero, así que no sean muy duros... xDD

Es la vida de los personajes de naruto y de sus hijos, amores y desamores, en fin, ya saben 

:3

<<pensamientos>>

-diálogo-

Notas del capitulo:

Aquí el primer capítulo. Espero que os gustee

 

Acepto críticas, sugerencias, etc etc etc

pero constructivas por favor, no destructivas :P

 

El mundo de Naruto y los personajes de este fanfic no me pertenecen, sino a Kishimoto-sensei (excepto los que son de creación propia).

Capítulo 1: Un nuevo comienzo, una nueva vida

// Camino a la villa Oculta de la hoja

23:15 a.m //

Era una refrescante noche de principios de primavera, un hombre rubio de unos 30 y pocos años aproximadamente caminaba junto a su hijo, dirección a la aldea de Konoha.

-       Nee, Otosan, ¿porque tenemos que mudarnos? – preguntó un indignado Hikari.

Naruto susupiró, abatido. El adolescente había estado quejándose desde que habían, o más bien había, decidido marcharse, y de hecho tenía toda la razón del mundo para enojarse. Hikari, su hijo, se había creiado en la Aldea Oculta de la lluvia, tenía allí a sus amigos, sus vivencias y todos los recuerdos, en resumen, su vida. Ahora, subitamente, su padre le decía que se mudarían a la Villa Oculta de la Hoja, donde este nació y pasó su infancia y adolescencia, donde un tumulto de memorias y experiencias dolorosas se hallaban, si bien ocultas, no olvidadas. Sin embargo, también estaban los buenos momentos, sus amigos, sus senseis, Sasuke... Sí, el era la principal razón. Lo cual, cabe decir, era contradictorio y exasperante, por el Uchiha había sido que Naruto se fue y, por este también, era que ahora volvía.

-       <<Supongo que no he podido olvidarlo>> - pensó en un ahogado gritó interior - <<De todas formas, aunque no pueda haber nada necesito saber como se encuentra y que es de su vida>>.

El Kistsune inspiró profundamente y dejó aflorar una leve sonrisa que pretendía ser optimista, no era fácil regresar después de casi 14 años pero había sido decisión suya después de todo y , ahora que Hikari ya había aprobado la escuela ninja con suma facilidad, quería que su hijo continuara su entrenamiento en Konoha.

-       <<Todo irá bien, Naruto. ¡Ganbatteee!>> - pasó un brazo alrededor de los hombros del menos en señal de apoyo – Ya verás, Hikari, te irá bien.

El aludido rodó sus grandes ojos azules, heredados de su padre.

-       Como digas.

Hikari no estaba molesto por cambiar de hábitat, al menos no propiamente dicho, de hecho en cierto modo se sentía excitado e impaciente por comenzar su nueva vida, por conocer gente nueva y también ver por sus propios medios lo que su papá le había explicado sobre Konoha. No obstante, el sentimiento de indignación le palpitaba diminutamente en su interior, como una pequeña vela tintelando sobre una negruzca pared. Todo había sucedido de forma precipitada y sin previo aviso, y Naruto casi no contó con su opinión.

Echó una mirada al frente, perdiéndose en las figuras contorneantes de la noche danzando entre los arbustos. La suave brisa nocturna agitaba su azabache cabello, que se fundía con la oscuridad y, revoltoso, jugaba en armoniosos pleitos con el viento. Ahora ya estaba todo hecho, se mudarían, no había marcha atrás, por lo que se esforzaría por demostrar lo que valía y dar a conocer sus habilidades y su especial talento a toda Konoha, al igual que su padre lo hizo.

-       <<Esperadme, pronto conoceréis al siguiente e insuperable Hokage>>.

Una sonrisa confiada deslumbró en aquel mar de oscuridad.

 

// Mansión Uchiha

8:00 a.m //

El sol se filtraba por los majestuosos ventanales del amplio comedor, iluminándolo en su justo medida. Sentados junto al tatami se encontraban disfrutando de un envidiable desayuno Sakura Haruno y sus dos retoños de doce años, dos mellizos pelirrosas que, contrariamente a su parecido físico, eran completamente diferentes en su interior.

Mientras la chica parloteaba en exceso, como siempre, y hacia elucubraciones sobre el día de hoy, Umiko tan solo comía en silencio con aquella expresión neutra que le hacía parecer de piedra.

-       Mamá, ¿tú que piensas? ¿con quien me tocará? – decía Chizu emocionada – Ojalá el primo Akito sea mi sensei.

Sakura sonrió a su hija.

-       Puede ser, pero por ahora relájate y termina con tu desayuno – dijo en tono fraternal.

-       Si... ¡Pero imagina que voy en el mismo equipo que Ray!

La pequeña solté un pequeño gritito en contenida agitación, a la par que su infantil mente proyectaba mil y una fantasias con su pelirrojo compañero de clase, del que estaba pillada desde que lo conoció en la escuela ninja.

-       Que niña más tonta... – comentó Umiko ya acabando su desayuno y poniéndose en pie – Ray no se fijaría en ti.

-       Calla, baaka, hablo con mamá.

Las palabras de su hermano tan solo la molestaron parcialmente pues ya estaba más que acostumbrada a la frialdad y el gusto por molestarla de Umiko, por lo que se limitó a sacarle la lengua infantilmente.

Sakura rió un poco. Aquellos dos... a pesar de ser mellizos cada cual había heredado una personalidad. Chizu se parecía más a ella misma, en plena adolescencia aunque solo tenía 12 años y antemoniendo el amor juvenil ante todo, lo único que había sacado a Sauke, su padre, eran los profundos ojos negros como pozos. Por otro lado, Umiko era más especial, él era una copia exacta de Sasuke pero con el cabello rosa y los ojos verdes como su madre. Su personalidad era fría y reservada, orgullosa y prepotente, un buen descendiente de Sasuke, sin duda, la única diferencia era que Umiko eraa bastante más tímido que Sasuke en algunos aspectos, sobretodo en aquellos en los que no tenía confianza porque en cuanto al arte ninja era realmente confiado y para nada se cohibía.

-       ¿Ya pelean de nuevo?

Una voz profunda y varonil se escuchó al otro lado de la puerta correriza y, seguidamente, la figura de un Uchiha Sasuke ya maduro hizo acto de presencia. Su cabello estaba revuelto y enmarañado, lo que denotaba que acababa de despertar. Su rostro blanquecinamente perfecto se conservaba en su mayoría igual que antaño, aunque las facciones eran más marcadas y habían dejado atrás ese deje de niñez. La noche anterior volvió tarde de una misión, se había acostado cansado y por eso fue el último en despertar y áun así no había dormido más de 4 horas.

Chizu fue a abrazar a su padre y señaló a su hermano acusadoramente.

-       Umiko se mete conmigo otra vez. Dice que Ray nunca se fijaría en mi.

Ya estaba  acostumbrado a esto, era cosa de cada día. Chizu anunciando sin reparos su amor incondicional por Ray, y Umiko molestándola con sus comentarios mordaces y a la vez despreocupados, lo que solo irritaba más a la chica. Sasuke desvió su mirada hacia su joven hijo y alzó una ceja.

-       Buenos días, padre – hizo una reverencia a modo de saludo, ignorando la acusación de su melliza.

-       Cariño, ¿ves que pasa por tener ese carácter tuyo? Umiko es cruel con Chizu – se acercó Sakura bromeando y depositó un beso en los labios de su marido.

El Uchiha mayor la miró escçeptico y medio divertido. Claro que lo que decía su mujer era verdad, el lo sabía, pero si Chizu no hubiese salido tan parecida a la tonta de Sakura en cuanto a carácter nada de eso pasaría. Umiko era muy calmado después de todo. Aunque Sasuke sabía que en el fondo sus dos hijos se querían y se apreciaban mutuamente, sobretodo el chico era muy sobreprotector con su hermana contrariamente a la despreocupación que parecía tener para con ella. Sasuke, mejor que nadie, podía entender la forma de actuar de su hijo, no por nada se parecía bastante a él.

No obstante, sonrió a su hija a la que no podía evitar consentir.

-       No te preocupes, solo tienes que esforzarte, después de todo tienes sangre Uchiha – dijo en tono prepotente.

La chica asintió ilusionada. Ella no estaba de acuerdo con lo que su madre decía, a su parecer Umiko no se parecía en nada a Otosan. Pues su hermano era arrogante, distante y con aires de superioridad, a parte de asocial.

-       <<Y Otosan no es así. Es cálido y amable, con sangre Uchiha claro, pero no como Umiko>> - pensó contrariada. No se daba cuenta de que Sasuke solo era así con su familia y especialmente con ella por ser la pequeña de la familia, de vistas para fuera Sasuke si era distante y reservado, aunque él había cambiado bastante con los años y ya no era igual, no se quedaba atrás de como fue en algún momento de su juventud.

-       Me voy.

Todos voltearon a ver al que era el primogénito por unos segundos.

-       Suerte, hijo – Sakura le miró orgullosa, él era un gran ninja para su corta edad.

El pelirrosa volteó ya dispuesto a irse cuando, de soslayo, pudo captar como su padre le guiñaba un ojo disimuladamente, lo que le provocó una sonrisa diminuta antes de irse al campo de prácticas.

 

// Despacho de la Hokage

8:15 a.m //

La 4ªHokage andaba revisando unos documentos sobre la repentina desaparición de un importante comerciante en extrañas circunstancias, además con él habían desaparecido dos agentes de ANBU, lo cual significaba que el causante, o causantes, de dicho suceso no eran gente normal, no cualquiera podía burlar al cuerpo ANBU y mucho menos hacerlos desaparecer sin dejar ninguna pista.

Un golpeteo insistente en la puerta la sacó de su meditación. Miró hacia la puerta, evaluando los pros y los contra de ignorar a quien fuera del desgraciado que la molestaba en ese momento, o bien molerle a golpes para dejar bien claro cuando hay que obedecer la orden de no interrumpir en su despacho. Últimamente no se encontraba de buen humor.

-       ¡Tsunade-sama! ¡Tsunade-sama, abra! – decía una agitada Shizune.

Tsunade parpadeó al peribir en su amiga y ayudante ese tono urgente y a la vez... ¿emocionado? Decidió dejarle paso y se levantó personalmente a abrir la puerta porque la había cerrado desde adentro, precisamente para evitar ese tipo de interrupciones.

Nada más abrir la puerta, Shizune entró apresurada seguida de dos figuras a las que la Hokage no prestó mucha atención debido a la casi colisión entre Shizune y ella misma.

-       ¡Shizune! ¿Que diablos...?

-       ¡¡Es Naruto-kun!! – bramó la pelinegra, apenas logrando contener su alegría.

-       ¿Ah? ¿que?

Entonces volteó a ver a las otras dos personas a las que había ignorado en un inicio. Al más joven, un azabache de ojos azul zafiro, no lo conocía, pero el otro...

-       <<No, no puede ser...>> ¿Naruto? ...  - vaciló, sintiendo como los ojos se le anhegaban en lágrimas al ver de nuevo al pequeño kitsune, a ese crío revoltoso al que había cogido tanto cariño y querido como a un hijo, al mismo que un día así sin más desapareció de Konoha sin dejar noticia alguna durante años. Incluso habían llegado a pensar que había muerto.

-       Cuanto tiempo, Oba-san.

Una amplia sonrisa cubrió el rostro del rubio.

-       ¡¡IDIOTAAA!!  - un manotazo inesperado dio directo en la cara de Naruto, que salió despedido hacia la otra punta de la estancia. La Hokage se acercó rapidamente, le cogió por el cuello de la camisa y lo sacudió violentamente - ¿¡Pero que te has creído niñato insolente?! ¡¿Desaparecer y volver así?! ¡¡Estúpido!!

-       O-Oba-san... me va a m-matar.. – musitaba Naruto sintiendo su cabeza dar vueltas como una peonza, literalmente.

-       ¡Naruto-kun!

-       ¡Papá! – Hikari sonó preocupado.

La Hokage paró en seco su desahogo para con Naruto y giró en redondo hacia Hikari, no creyendo lo que había escuchado, al igual que Shizune que ahora también miraba al de pelo azabache con los ojos muy abiertos. Naruto, entonces, se vio liberado de la fuerza brutal de Tsunade.

-       <<Un poco más y no lo cuento... la vieja sigue igual de fuerte>> - se sobaba el cuello enrojecido, sin ser consciente de la razón por la cual Tsunade decidió soltarlo. Enfocó su vista hacia los otros tres que permanecían en un tenso silencio. Las expresiones de las dos mujeres eran todo un poema, mientras que su hijo parecía estar nervioso y sin saber bien que decir.  Naruto se sintió confuso – etto... ¿que pasa?

Shizune boqueó señalando a Hikari y luego a Naruto sin poder emitir palabra debido a la impresión que aún sentía. El rubio mayor alzó una ceja desconcertado, pero entonces Tsunade aclaró sus dudas.

-       Naruto... ¿tienes un hijo?

-       ¿Ah? – le sorprendió un poco la pregunta, se rascó la cabeza nervioso y se acercó a su hijo – S-sí... este es Hikari Uzumaki.

-       Hey, encantado – saludó el aludido a las otras dos con una amplia y deslumbrante sonrisa en su rostro que recordaba a la de Naruto, no obstante el chico era con diferencia mucho más apuesto que el Kistune a su edad.

Tanto Shizune como Tsunade correspondieron al saludo con una inclinación de cabeza, todavía estaban lo suficientemente anonadadas como para no saber como dirigirse al adolescente. El rugir del viento se dejaba filtrar por la ventana, Naruto tampoco sabía que decir a continuación por lo que solo rió nerviosamente, lo cual despertó del lapsus a la Hokage que lo miró entre severa y cariñosa. La mujer no podía expresar con claridad todo lo que sentía, después de todo Naruto había sido como un hijo para ella, se había sentido desconsolada con su desaparición y ahora no podía más que sentir un profundo alivio al cercionarse de que estaba bien.

-       Veamos, creo que tienes muchas cosas que explicar.

El rubio asintió, sabía que ese momento llegaría.

-       Pero antes, Oba-san, Hikari tiene 13 años me gustaría que se uniera a los equipos de genin – dijo Naruto, según recordaba las asignaciones de equipo se hacían sobre esta época.

-       Um... veo – dirigió su mirada a las placas en la frente de ambos, con el símbolo de la Villa Oculta de la Lluvia - <<Así que allí estuviste...>> Bien, como veo que ya le han otorgado la placa, no habrá problema. Solo se tienen que hacer algunos cambios de residencia y demás.

-       Yo me ocupo, Tsunade-sama.

-       Gracias, Shizune. También haz venir a Konohamaru.

-       ¿Konohamaru? - a Naruto le había emocionado el saber que iba a ver a ese pequeño diablillo, ¿como estaría ahora?

Tsunade asintió sonriendo hacia el kitsune.

-       Ya no es un crío, Naruto. Debe tener mas o menos la edad de Kakashi cuando fue tu sensei.

-       ¡Vaya! – soltó una carcajada.

Hikari escuchaba atento la conversación, era interesante ver las reacciones de los antiguos conocidos de Otosan al verlo de nuevo, pero lo cierto es que “La vieja Tsunade”, como siempre la había nombrado Naruto, le había sorprendido en gran medida al principio, no se esperó para nada aquel ataque homicida que le había entrado, <<Estaba preocupada por papá, durante todos estos años>> eso le hacía feliz. Naruto le había explicado a Hikari muchas cosas sobre todos sus amigos de Konoha, por lo que el pequeño podía presumir de reconocerlos tan solo viéndolos una vez, al menos a los más cercanos a papá. Por ahora el se entretenía con los reencuentros, le encantaban todas esas historias con final feliz y, por sobre todo, adoraba ver el brillo en los ojos de su padre, la ilusión por volver, y por primera vez el pelinegro pensó que había valido la pena ir a aquel lugar.

-       Bueno, Hikari, llegáis justo a tiempo. Ahora deben estar a punto de asignar los equipos – comentó la Hokage inspeccionando al chico con curiosidad - ¿estás nervioso?

-       Umm... más que nervioso, emocionado.

Una sonrisa gatuna se dibujó en el rostro del pelinegro. Para nada se senía nervioso o algo parecido, esos eran sentimientos innecesarios y que solo causaban disturbios a la hora de actuar. No, él no era así, él era decidido y determinado. Estaba impaciente, tanto, que la espera se le hacía hasta tortuosa.

-       Estás muy seguro de ti mismo. Tus compañeros también son hábiles.

-       Eso solo mejora las cosas – dijo acrecentando su presuntuosa sonrisa – no me gusta dar ventaja.

Tsunade frunció el entrecejo y inspeccionó aquella mirada confiada que emitía el muchacho sin reparos de ningún tipo.

-       <<Vaya que salió prepotente, tiene un aire a Nartuo pero...>>.

Pero ese aire de superioridad que destilaba Hikari no era propio del rubio. Lo que le llevaba a plantearse la otra procreadora del pequeño, y dicho planteamiento tan solo conllevaba una larga y extensa retahíla de interrogantes. Interrogantes que no tardaría en averiguar.

Una sacudida en el aire y un ruido sordo precedió la llegada de un joven de revoltoso y enmarañado cabello castaño, y una mueca de fastidio.

-       Vieja, ¿me mandaste llamar?

La aludida apretó los nudillos, furiosa y dispuesta a darle su merecido a aquel niño arrogante por ese... ya oficial y deprimente apodo, cortesía de Naruto.

-       Na... ¡Naruto-niichan!

El grito del joven Shinobi interrumpió a la rubia mujer.

Konohamaru tenía los ojos tan abiertos que amenazaban con salirse de su lugar. Un nudo en el estómago le hizo sentir una sensación entre angustiosa y dulce, no creyendo lo que veía delante suyo. Era Naruto, tan irreal, tan surrealista. Después de casi catorce años desaparecido, dándole todos por muerto, hacía deducir a Konohamaru que tan solo era una imaginación.

-       Hey, mocoso, ¿como te va?

Sin embargo, el rubio habló. Y aquella voz sonó tan real como palpable, sólida como el suelo que lo sostenía bajo sus pies. El chico vaciló.

-       ¿N-naruto? ... ¡Y-ya no soy un mocoso!

-       <<No, no lo eres>> Ya, ya, no te enojes, mocoso.

Naruto sonreía de oreja a oreja, con un brillo de melancolía destelleando en su profunda mirada azulada. Podía drse cuenta de la conmoción que asaltaba a su ex-alumno en aquel instante. De hecho, pensó, era semejante a como se sentía él mismo.

Unos brazos rodearon al rubio en un efusivo abrazo, dejándolo aturdido.

-       Idiota, idiota, eres idiota – murmuraba en tono quedo reiteradamente, conteniendo los sollozos que pugnaban por salir.

Aquel arrebato por parte del pelicastaño cabó hondo en el interior de Naruto, haciéndole sentir mal, culpable y miserable. Porque aunque antes ya lo imaginaba, era ahora cuando era completamente consciente de la preocupación vivida por sus amigos, de los agrios momentos que les había hecho pasar.

-       Lo siento, Konohamaru – atinó a musitar, a la par que correspondía al abrazo hasta que el menor lo dio por finalizado.

Una vez ya recuperada la compostura, un intenso rubor ascendió a las mejillas de Konohamaru que, azorado por haberse dejado llevar por las emociones, abría y cerraba la boca sin emitir palabra coherente.

-       Eh... etto...

Una mal disimulada risa se percibió en el ámbiente y todos voltearon a ver al origen.

Hikari, divertido por la curiosa escena y las diversas expresiones que habían acontecido segundos atrás, no había podido reprimir la suave carcajada. Pero el chico podía argumentar a su favor que lo intento, juraba que lo intentó.

Konohamaru frunció el entrecejo y cayó por primera vez en la presencia de una cuarta persona en el despacho de la Hokage.

-       ¿Y tú quien eres?

El de ojos color cielo notó la mirada en él y la devolvió, sosteniéndola con gesto serio. Ambos se mantuvieron envueltos en aquel denso silencio evaluativo, hasta que Naruto decidió intervenir no sin antes lanzar una mirada de protesta a Hikari, preguntándos porque había sacado una personalidad tan... tan... tan así.

-       Este es Hikari, es mi... mi hijo.

Konohamaru creyó no haber oído bien y volteó hacia su antiguo sensei, interrogante.

-       ¿Como?

-       Así es, ¡soy Hikari Uzumaki! Un placer – se presentó tendiéndole la mano a un sorprendido shinobi que le correspondió al gesto, parpadeando, perplejo.

-       Bueno, basta de charla – se impuso Tsunade – Konohamaru, Hikari tiene el graduado de la escuela ninja de la aldea de la lluvia pero , al mudarse aquí, va a seguir su entrenamiento en Konoha, por lo que debes llevarlo al campo de prácticas para la asignación de equipo – comprovó la hora – Ya debe haber empezado, date prisa.

Por un momento, Konohamaru se preguntó que hacía Naruto viviendo en la villa oculta de la lluvia, con un hijo, y otras muchas incógnitas. Y si fuese el crío que en su infancia fue, probablemente no hubiese tenido reparos en pararse a saciar sus dudas en aquel mismo instante, aún ignorando la orden de la vieja Hokage. Sin embargo, ya fuese para bien o para mal, había madurado y podía comprender que no era el lugar ni el momento adecuado. Además si no se apresuraban Hikari, el misterioso hijo de su adorado ex sensei, no llegaría al evento.

-       <<Después hablaré con Naruto>> Vale, vale, vieja, ya lo he pillado – dijo en una mueca socarrona.

A tiempo pudo advertir la vena palpitante en la sien de la mujer, que amenazaba con explotar de un momento para otro. Eso, sabía por experiencia, no auguraba nada saludable para él ni para cualquier ente vivo cercano.

-       Hikari, corre por tu vida – advirtió antes de precipitarse por la ventana como alma que persigue el diablo.

El pelinegro de ojos claros se apresuró a salir tras el hombre. No obstante, previamente se acuclilló sobre el marco de la ventana y miró a Tsunade con cierta diversión.

-       No te enfades, que te saldrán arrugas.

Sus palabras fueron la gota que rebasó el vaso. Hikari, como buen observador que era, se percató enseguida y tras una última mirada entre piadosa y burlona a su padre salió de ahí.

A lo lejos todavía pudo sentir la catastrófica sacudidda seguida de un alarido, lo cual confirmaba que Naruto había recibido, inocente por una vez, a la iracunda Hokage.

-       Ejeje... Otosan me matará – se dijo resignado. Ya podía imaginar la escena cuando llegará a casa y eso solo le provocaba cansancio antes de tiempo y... un poco de miedo.

 

// Campo de prácticas

8:35 a.m //

La luz de la mañana caía como un velo de oro translúcido sobre la extensa explanada de hierba. El calor era asfixiante y la gran multitud solo hacía que acrecentar la bochornosa sensación. Los alumnos se hallaban agrupados a un lado mientras que los que serían sus senseis acababan de concretar algunos aspectos.

Umiko, que había sido de los pocos que había llegado a la hora, se encontraba hirbiendo por dentro. Odiaba esos eventos, tanta gente, tanto desorden, no era para él, ¿es que no podía simplemente darnos un documento donde constaran los equipos? Gente inútil, desde luego. Sacudió la cabeza. Lo suyo era estar entre un reducido grupo de personas, si es que no podía estar solo, y estas debían ser silenciosas y no demasiado torpes como mínimo.

-       Te veo irritado – dijo una voz a su lado.

-       Hn.

Ese era Ray, su mejor amigo por decirlo de alguna manera, aunque el término “mejor” quizás iba demasiado lejos y lo elevaba a una posición que, de hecho, nadie merecía en su lista de relaciones. Pero dentro de lo que cabía, el pelirrojo era discreto, silencioso y, por lo general, no resultaba claustrofóbico ni excesivamente impertinente con los asuntos personales de Umiko, lo cual hizo que este le diera un voto de confianza.

De los labios de Ray brotó una suave, incluso amable, risa ante la lacónica respuesta del Uchiha.

-       No te sulfures, no puede quedar mucho.

Mas les valía que así fuera, pensaba el de ojos jade, porque las incesantes palabrerías a su alrededor, sumadas a los estridentes y ridículos chillidos de Chizu a cada vez que Ray sonreía, lo estaban sacando de sus casillas. No obstante, aquello era imperceptible a primera vista, pues su semblante permanecía sereno e inexpresibo, y solo los que lo conocían en profundidad, que eran pocos por no decir escasos, podían percibir el tic nervioso en su ojo derecho.

Al fin, el llamado de uno de los jounin de apariencia siniestra y facciones duras captó la atención de los adolescentes que, curiosos, voltearon a verlo.

-       ¡Atentos, pequeños gusanos! Los equipos están asignados. Id separandos por grupos conforme escuchéis vuestro nombre. – dirigió una turbia mirada a unos pocos que cuchicheaban como agapornis y que rápidamente callaron ante el semblante intimidante del hombre – Bien, empecemos...

-       ¡Esperad!

Dos siluetas llegaron veloces como un rayo a unos metros de los profesores, interrumpiendo la asignación en el acto y captando la mirada de todos los allí presentes.

Konohamaru se pasó la mano por la cabeza y sonrió infantilmente.

-       Itta... casi no llegamos.

Hikari, situado a un lado del amigo de su padre, podía sentir numerosos pares de ojos, que curiosos lo observaban por el mero hecho de ser la novedad. Incluso era capaz de adivinar la corriente de pensamientosque circulaban por la cabeza de sus futuros compañeros, como es natural las típicas preguntas y dudas cuando un recién llegado desconocido aparece.

-       <<Y además que esté así de bueno>> - pensó con prepotencia mientras, de soslayo, distinguía las miradas encandiladas de un grupo de chicas.

-       ¿Quien sucede, Konohamaru?

Seishiro Hatake, uno de los jounin, fue el primero en hablar después de la inesperada interrupción. Señaló con un movimiento de cabeza a Hikari dando a entender que se refería a él.

-       Eh... recién se ha mudado a Konoha, tiene el graduado de la escuela ninja en la aldea de la lluvia. Su nombre es Hikari... – vaciló – Hikari Uzumaki.

 

Continuará...

Notas finales:

¿Que os ha parecido el primer capítulo? La llegada de Hikari a Konoha, proximamente él y Umiko se conocerán.

jej...

si aclaración, las parejas más principales són:

Sasuke x Naruto

Hikari x Umiko

Bueno pues nada, solo decir que iré actualizando cada semana, normalmente miercoles o jueves, depende lo inspirada que esté. 

Me despido, besos. ^^


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