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Entre la oficina y el espía por Vampire White Du Schiffer

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Notas del fanfic:

Los personajes de KHR pertenecen a Akira Amano. El sadomasoquismo es una parafilia (? XD Las relaciones sexuales  deben practicarse con responsabilidad. El asesinato, violación, y el estupro constituyen delitos castigados por la ley penal.
El resumen es propiedad de Konosuke.

Entre la oficina y el espía.

+ : : by Vampire White Du Schiffer : : +

Era cosa segura, Reborn jamás se lamentaba por algo. El James Bond en nuestra época, pero en este caso, muy en particular, se veía sádico, cosa extraña en un inglés dedicado a salvar el mundo cada que estornuda Dios.

Y aquí lo encontraban, arribando al ostentoso edificio con nombre de Dios Griego. Cubriendo la mirada de ónix con la sombra del sombrero negro mientras bajaba de la limusina.

—Buen día, Señor Reborn –decía la recepcionista y el botones al mismo tiempo, inclinando solemnemente la cabeza.

Nadie solía mirar al Rey del Castillo a los ojos, ya que el que lo hacía terminaba por abandonar la acción inmediatamente. Esta persona era ruin, macabra, de sarcasmos impecables, y perfecto porte. Aquel que se atreviera a causarle molestias lo lamentaría toda su vida.

Para éste Zar de los negocios, lo único que importaba era la ganancia. Enfermamente cuantiosa. Y no bastando con el monopolio de la industria farmacéutica, estaba logrando, en un sorprendente corto plazo, la apertura y demolición de  lo demás, lo demás no le importaba. Porque el resto era la humanidad.

+ : : : : +

Un rubio atravesaba decidido el pasillo. Durante todo el trayecto del elevador, pensó detenidamente cómo debía actuar ante semejante hombre. Tan astuto como un zorro, el moreno que un día figuró en una hoja de papel, con la palabra "exterminar" ahora le producía una inquietud sobrenatural que rayaba en lo absurdo.

—Tranquilo Colonnello- susurró a sí mismo- sólo es uno más en la lista, no deberías ponerte así, ¿eh?

Se escabulló a través de un par de sujetos que cuidaban celosos la entrada al despacho de su “jefe”. Deslizo la tarjeta y caminó con paso seguro y suave, procurando no emitir sonido alguno.

—Es un enorme gusto el encontrarlo en su trabajo, como debe ser, jefe.

 

El moreno, de fuerte porte e impecable traje, giró con lenta calma y observó despectivo a su subordinado.

—Déjate de presentaciones estúpidas y entrégame esos informes –dijo inmediatamente, extendiendo la diestra, sin perderlo de vista ni un segundo.

Ah, éste sujeto le miraba con curiosidad. Colonnello lo supo, y por ello desvió la mirada a la izquierda, caminando sobre el caro piso enmoquetado, mofándose del despilfarro obvio de dinero que hubo de hacerse para lograr tan refinado recinto. De onda monocromática, pero elegante, incluso alabó el buen gusto de su jefe.

−Tiene que llamar a la Señorita Lal, su prometida –sacó una pequeña agenda; sonreía hipócritamente mientras leía cada punto.

Reborn se mostraba más interesado en el sujeto frente a él.

−¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? –inquirió elevando la ceja derecha –. No recuerdo haberte visto.

−Seguí el escalafón –respondió interrumpiendo el listado –, además, alguien como usted no debería preocuparse –regresó la mirada pero tácitamente el moreno le dijo que se detuviera.

−Ya –comenzó poniéndose de pie – ¿Quién te ha enviado? –no vio emoción alguna en Colonnello.

−Si gusta puedo llamar a su antiguo asistente.

−Sí, anda, hazlo –le retó con sonrisa –. Por lo menos finge intentarlo –con los ojos negros le muestra el teléfono el cual es tomado por Colonnello.

Ya estaba a segundo de ser respondido cuando el mismo dueño aplastó la tecla para colgar. La seguridad de rubio, su silencio, le daba muy buenas ideas.

−¿Se encuentra bien, jefe? –dijo sin levantar la mirada; los ojos azules fijos a todos los documentos tendidos en el escritorio, muy cerca de él. Ya casi, sólo debía aguantar un poco más y ya.

−Esta vez el asesino es más listo –murmuró a un par de centímetros de Colonnello; ni con eso surgió sobresalto.

−Para alguien como usted siempre existirán asesinos –en tono ligeramente burlón.

−Cierto; alimaña por demás parásito, respóndeme ahora, ¿cuánto te pagarán?

Colonnello frunció los labios y giró la cabeza para enfrentarlo.

−Mucho, no tiene idea de cuánto.

−Número de diez cifras –dijo divertido y le dio la espalda encogiéndose de hombros.

−Debo aplaudirle –puso la mano izquierda en la cintura y la derecha sobre la mesa, dirigiéndola lentamente hacia los papeles, los movió hasta memorizar todo con detalle –. Oh, vaya, un embarque muy grande, ¿eh? –hizo una pausa y pasó a la siguiente carpeta –¿Dónde llegará? –hablaba consigo mismo, mostrando que la muerte de Reborn era tan obvia que no importaba lo que hiciese por evitarse.

−Eres algo interesante –dijo Reborn y el otro hombre se echó a reír.

−No sabe –iba a agregar un tipo de advertencia, pero en eso el jefe apareció por la espalda del falso subordinado para rodearlo por la cintura y acariciar el cuello con el aliento –¿Aplicando su poder de convencimiento?

−En absoluto.

−Ya lo había escuchado: Reborn te comerá si no tienes cuidado.

−Já, y todavía estás como idiota dejándote tocar –deslizó la mano derecha por el costado del asesino.

−No me desagrada; al igual que yo, seguramente, después de haber estado con tantos se pierde la renuencia.

−Lindo discurso –pasó la lengua por detrás de su oreja –. Ahora, déjate follar.

−Mmm, no lo hago mientras trabajo –se removió ligeramente, virando la vista y clavando sus diáfanos ojos sobre el rostro rígido del moreno.

−Al diablo con él –sonrió y aventó al rubio sobre el escritorio; Colonnello no se preocupaba, ni mostraba signos de enojo. Se dejó hacer.

+ : : : : +

−Ahh, Re-Reborn, hey, detente –masculló agarrándole los cabellos negros con fuerza, desde hace un par de minutos que ya le gritaba hasta por el nombre, luego quedito se quejaba y después gritaba otra vez. Gemía bajo, gemía alto.

Todo causado por una rica felación; el jefe se divertía escuchando al falso sirviente, más cuando apretaba los muslos simulando incomodidad. Giraba la lengua por toda la punta, relamiéndose los labios; recostaba al rubio para darle un beso de oscuras noches. Cosquilleo tremendo y un escupitajo coqueto. Un dedo, dos posteriormente. Algo más grande.

El moreno entró y ya. Se besaron un par de veces, mordiéndose mejor los cuellos para dejar que el aliento chochara después allí. Se alimentaron del sudor y de las prendas aún encima. Se bañaron en placer.

Colonnello apretaba los bordes del escritorio con locura y echaba la cabeza, se mordía los labios y los de Reborn para calmar sus ansias. Pidió más y más. Hasta abrigar la habitación de blanco.

Pero el jefe no tenía suficiente, al terminar por vez primera dentro de la cavidad anal, viró al rubio para que le diera la espalda, usó la mano derecha para masturbarlo y que así pudiera venirse sin problemas.

El pasivo ahogó el gemido sensualmente, quejándose por el culmino.

−¿Eso es todo? –preguntó usando los codos para apoyarse –. Esperaba más –se burló.

El comprensivo sujeto de negro no se inmutó, movió la mano derecha como para coger algo que Colonnello no vio… sólo pudo sentirlo cuando lo tuvo completamente dentro.

−Ah~ -un bolígrafo entraba y salía; rústico, precario, pero con efectos delirantes. El rubio volvió a apretar la boca y a gemir así.

En la mesa había un bello ramo de rosas, Reborn sacó una del jarrón y arrancando las espinas jugó con un par hasta echarlas a perder en la piel de los ojos azules.

−Mmm –soltó en mejor voz; la respiración se tornó sofocada –. Cógeme de nuevo, ¿qué esperas? –le miró con anhelo.

−Guarda silencio, perra –le susurró en la oreja antes de mordisquearla.

 Le pellizcó los pezones y dejó los dientes perfectamente marcados en los dos hombros. Mejor gozo no se podría experimentar.

Minutos después, Colonnello debió regresar las atenciones recibidas. Cuando el jefe tomó el asiento detrás del escritorio, Colonnello se hincó ante él y lo chupó todo cuanto hubo al paso de su lengua.

Mamaba con buen ritmo y cubría con su mano la zona que su lengua no podía atrapar.

Colonnello soltaba ecos, vibraciones y Reborn las disfrutaba enteras.

−¿Lo quieres? –le preguntó agarrándole del mentón súbitamente, vio el asentimiento pronto en el pasivo –. Ven por él, entonces.

El de ojos azules no dudó, se desprendió ya por completo de los pantalones y ropa interior para sentarse sobre la bien dotada virilidad. Experimentó un placer intenso, casi quedaba ciego por tanta delicia.

−Más, entra más –ordenó el jefe, pero no esperó acciones ajenas, de pronto se afianzó de las caderas del rubio y lo encajó de lleno –. Muévete, anda.

No se detuvieron hasta obtener un nuevo orgasmo. Se dedicaron un beso húmedo y sonrieron en silencio.

+ : : Tiempo después : : +

−Como acordamos –estaba cruzado de brazos en medio de la habitación llena de humo de tabaco –. Mi dinero, ahora –demandó con tono autoritario.

−Eres toda una garantía, Colonnello –respondió en primer término, el contratista –. Aunque me hubiera encantado ver la cara de ése infeliz al morir.

−No te perdiste de mucho, hey –alegó tomando una maleta con varios fajes de billetes –. Le di tu nombre antes de que cerrara los ojos.

−Eso fue una temeridad.

−El pobre diablo deseó saberlo –explicó y se dio la vuelta, colgándose la maleta al hombro –. Pero te envía sus mejores deseos, Verde –sonrió y salió por la puerta.

Ya en las calles de la cuidad, caminó sin aparente rumbo por veinte minutos hasta que a bordo de la avenida apareció una limusina negra que Colonnello no dudó en tomar.

−¿Y bien?

−Se lo tragó entero –contestó al inquisidor –. Yo pude encargarme de él –comentó, acomodándose.

−No –dijo –. Yo iré personalmente a hacerle una visita –desprendió una sádica sonrisa y aprovechó una vuelta del automóvil para acarrear a Colonnello por la cintura –. ¿En qué nos quedamos hace rato?

−Aplaca tus instintos sodomitas por un rato, Reborn, ¿No ves que debo guardar luto por tu fingida muerte?

−Mejor quítate la ropa...

Y revíveme.

 

Notas finales:

Otra cosa que cumplo con Konosuke. No todo el crédito es mío. Yo no me mando totalmente sola.
Kiss :3


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