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Hombres maduros por neko miri chan

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Notas del fanfic:

Espero les guste, en serio

Notas del capitulo:

Es un mini capítulo  , espero les guste

-¡¡Aoi!! ¡¡¡¡Ven aquí!!!!- gritó el líder desesperado pues el mayor de los guitarristas lo ignoraba olímpicamente mientras se colocaba su chamarra de cuero en hombros

-Kai ya no te presiones, vive la vida tío que es muy corta- dijo mientras salía del lugar a toda prisa

-Corta va a ser la tuya si te vas,¡¡¡¡Aoi!!!!- grito frustrado al verlo salir

Se sentó y llevó las manos a su cabeza dejando reposar sus codos en la mesa que estaba en una orilla de su sala de ensayos…dejando salir las lágrimas.

Aoi había sido el último en irse, pero más por flojera de moverse que por otra cosa, los demás, con un poco de más energía lo habían abandonado al borde del colapso nervioso hace ya unas horas antes. Que ruki tenía que llevar a koron al veterinario, reita fue al cine con uruha porque el castaño le hizo una escena de celos “tú ya no sales conmigo, te la pasas en casa de kai viendo la tele o en la de ruki comiendo pasta, se supone que eres MI mejor amigo” le había escuchado la noche anterior cuando le llamó por teléfono.

Se sentía frustrado. Todos pensaban que exageraba y le quitaban importancia a lo que él hacía.

-Me rindo…-dijo de repente- me rindo….esos pendejos son unos malagradecidos, y  yo que me desvivo por ellos, pues ¡¡¡¡PIKACHU TODOS!!!!- gritó tomando sus cosas lleno de coraje, su chamarra, su mochila, su celular…lo dejo ahí….

Camino lo más rápido posible, pasando de largo a varios integrantes de otras bandas que lo saludaban e intentaban entablar una conversación con él. Llegó al estacionamiento de la compañía, el día se le antojaba nublado, era gris, todo ahí era gris, el edificio, el estacionamiento, el cielo, su persona,  todo era de un asqueroso color gris.

Había decidido renunciar, renunció a ser líder, a ver si esos chimpancés presuntuosos se daban cuenta de lo que él hacía por ellos. Una sonrisa se posiciono en su rostro. Tenía que festejar. Iba a festejar que había renunciado. Pensó y pensó que podía hacer para festejar, normalmente festejaba yendo a algún lado a comer y como no se le ocurrió otra cosa pero no se le antojaba nada pesado, decidió ir por un helado de fresa; conocía una buena heladería, en una de esas tantas plazas comerciales en el centro de Tokio.

-Necesito unas buenas vacaciones y me las voy a dar-dijo feliz mientras bajaba de la camioneta, nada de cuidar su figura, nada de restringirse la comida que más le gustaba, el ejercicio no lo podía dejar, porque se había vuelto una adicción, pero no lo haría más para su imagen en la banda. Si los chicos de máximum the hormone podían vender su música luciendo como lo hacían, ¿Por qué rayos él no podría?

Caminó con un porte que a los espectadores se les antojaba más encantador que el rudo que se suponía debía de mostrar, pero aceptando la realidad, nunca lució muy amenazante y al contrario a la mayoría de las personas se les antojaba tierno, él no era como los demás, nunca había sido un galán con cara de chico malo, se veía por demás inocente y la mayoría de las fans siempre eran para…cualquiera que no fuera el, por lo menos tenía más estatura que ruki y mejor cuerpo que los demás integrantes.

-Disculpe ¿me podría dar un helado de yogurt sabor fresa por favor?- pidió amablemente a la chica que atendía la caja, la cual tenía la cara de mal humor.

-¿De qué tamaño?-le preguntó desganada, era rutina, porque en realidad sabía que ese hombre siempre pedía copa infantil, a pesar de ser helados bajos en calorías, siempre iba maquillado, peinado con cuidado, no cabía duda de que era un presumido, suntuoso, al igual que todos los hombres jóvenes de Tokio, solo que con 10 años más.

-Copa grande…también un baguette de pollo grande, y una soda italiana sabor menta, y un té chai frio, todo grande- la chica estaba totalmente sorprendida, ¿en verdad pensaba comer todo eso? El baguette era más o menos del largo del propio brazo de ese hombre y no llevaba cualquier cantidad de pollo y verduras, el cocinero era muy generoso en ese aspecto, era para que unas tres personas compartieran, mínimo. No muy segura seleccionó el pedido en la pantalla táctil y salió un ticket de compra y ahora solo bastaba con que se le atendieran.

En aproximadamente dos minutos ya tenía su bandeja llena de las cosas que pidió, ahora el problema era dónde sentarse. Estaba tan lleno de sus ideas anarquistas que no se fijó que el lugar también estaba lleno, pero de personas.

A lo lejos diviso a un hombre mayor vestido con pantalones de mezclilla claros, algo deslavados, una playera polo azul marino con el sello de la marca de Tommy Hilfiger y una chaqueta color caqui.

Se veía tranquilo y apacible. Eso le sacó una pequeña sonrisa. Le dio un poco de vergüenza molestarlo, pues se encontraba leyendo, pero era el único que tenía lugar en su mesa, y si la oportunidad hace al ladrón, también hace a una persona sentada.

Se paró a un lado de aquel hombre y este no se habría dado cuenta de que estaba ahí, si no le hubiera tapado la luz. Levanto la vista curiosa.

Kai se sintió derretido por esa mirada tan tierna, curiosa pero firme, sin miedo, con carácter. Era ese tipo de miradas que le encantaban.

-Lo..lo siento señor, me podría sentar aquí, es que no hay más lugares y..-el hombre asintió con la cabeza sin siquiera dejarle terminar la frase. Kai sonrió y se sentó rápidamente antes de que aquel hombre cambiara de opinión. Ahora se sentía arrepentido de  haber pedido tanta comida, ese hombre que solo comía un paquete de papas fritas chicas lo vería como un cerdo. Pero el no parecía ni enterado, en cuanto le dio la aprobación de sentarse volvió la vista al libro y siguió leyendo tan apacible como lo encontró. Pero no era ese tipo de silencio incomodo de cuando estas con una persona que no conoces y que no sabes ni de qué hablar, era solo un silencio, tranquilo, sin necesidad de nada más.

Comió lento, ni siquiera se dio cuenta de que habían pasado ya tres horas, el hombre enfrente de él, había pedido bocadillos de queso y jamón para picar,  una piña colada, y un sándwich de pollo en el transcurso de esas tres horas y seguía leyendo, como si el viento ni siquiera se molestara en mover sus cabellos, cortos y con una que otra cana, no lo hacía por puro respeto.

Kai terminó lo siguió observando por un rato más. ¿De dónde habría salido ese hombre tan peculiar?

De pronto el hombre estiró la mano y luego observó la hora. 

-Provecho- le dijo con una agradable voz que parecía difuminada, dándole una pequeña reverencia con su cabeza, cerró su libro.

Nunca le preguntó su nombre y sospechaba que no lo volvería a ver, sentía un hueco en su pecho.

Era hora de irse y el día se le antojaba más gris que cuando decidió renunciar, su estómago se estaba haciendo nudo, los nervios le hacían que le doliera, además había comido mucho, el disco lo traía loco, esos idiotas que tenía por compañeros creían que ser líder era fácil y en más de una ocasión se aprovecharon de su naturaleza noble, y ahora ese hombre que solo leyendo se había llevado un pedazo de su corazón.

No podía habar peor día. 

Notas finales:

¿review para esta "aberración"?, sean malas o buenas


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