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Con amor, X. por room304

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Sonreí lascivamente, nunca lo había intentado pero para todo había una primera vez, y si ésta era precisamente con él, mucho mejor. Pasé ambas manos por encima de mi cabeza, él, sin dejar de mirarme a los ojos, me tomó de las muñecas.

Estaba completamente desnuda, acostada en su cama, él sentado sobre mí; las luces del lugar seguían encendidas por lo que estaba un poco avergonzada y un ligero rubor cubría mis mejillas.

Sin embargo también estaba emocionada, ansiaba hacerlo con él, aunque seguía mostrándose tranquilo como siempre, aún con su ropa puesta. Un brillo en sus ojos, tal vez de excitación, le delataba y me confirmaba que él lo quería, lo necesitaba, tanto como yo.

— ¿Segura?

— Hazlo ya –le rogué, no soportaba más la espera.

Se levantó de encima de mí y se sentó en la cama, del cajón del velador sacó varias cadenas, las observó por largos segundos y después volvió a dirigir su mirada hacia mí. Tomó mi brazo derecho y besó mi palma, luego con una de las cadenas me amarró a la cabecera de la cama.

Se sentía fría, mi piel se erizó, mis pezones se pusieron duros.

Rodeó la cama e hizo lo mismo con mi brazo izquierdo, para después seguir con mis piernas; minutos después estaba indefensa, él, parado al pie de la cama, escrutaba mi cuerpo entero, embelesado. Me hizo sentir deseada, me gustaba estar imposibilitada, a su merced.

Trepó por la cama y se volvió a sentar sobre mí, pude sentir el bulto duro en sus pantalones. Se quitó lentamente su corbata, todo lo hacía así, como si se tratase de un rito donde apresurarse fuera un sacrilegio. Con delicadeza cubrió mi boca con ésta, yo me dejé hacer.

Una ligera sonrisa se comenzó a trazar en su boca.

— Gracias... –fue lo último que me dijo, antes de alzar un martillo y darme en la cabeza.

 

 

 

Junio 3

“... Y con esto se confirma a la cuarta víctima. Te repito, Verónica, el cuerpo de una joven de aproximadamente 19 años fue encontrado en un departamento a las afueras de la ciudad. Al parecer, el asesino lo rentó exclusivamente para realizar este terrible acto. Esperemos la policía encuentre al culpable pronto. –un periodista sosteniendo un micrófono con una mano y con un paraguas en la otra luchaba por transmitir su nota, apenas se le escuchaba, el aguacero, policías, sirenas, detectives y demás medios de comunicación se lo hacían más difícil. Era otra noche intranquila en la ciudad.

— ¿Aún no se sabe quién es la víctima, Arath? –preguntó la periodista en el estudio.

...... No, aún no se sabe. –respondió después de un largo rato. La lluvia le jugaba malas pasadas a los técnicos.- Al parecer el cuerpo de la víctima sufrió tanto daño que la única forma de saber su identidad es analizando su placa dental. Sabemos que fue una mujer porque un testigo la vio llegar, desafortunadamente nadie vio llegar al asesino.

— Muchas gracias, Arath. –la ventanita donde se mostraba al reportero se cerró, dejando solo en la pantalla a la periodista- Recomendamos a todas las mujeres jóvenes tener mucho cuidado al salir y asegurarse de lleva—“

La pantalla se apagó, interrumpiendo a la mujer.

— ¡Oye! ¡Yo estaba viendo eso! –se quejó la chica, cabello negro, tez bronceada, ojos azules, aprox. 16 años- Debo saber qué precauciones debo tomar, puedo ser la siguiente, ¿sabes?

— ...... ¡HAHAHAHAHA! –quien se burlaba era un chico de iguales rasgos, lo que daba a entender eran familiares, sólo unos cuantos años mayor.- Por favor, Eliza, si ya sabemos que las víctimas son bonitas, tu ya no te preocupes, ¡el asesino ni siquiera te miraría!

El chico siguió burlándose, la chica hacía un puchero.

— ¡Mamá! ¡Freddy me está diciendo de cosas!

La mujer llegó sonriendo a la sala, donde veían televisión; no importaba cuántos años pasaran, sus hijos seguían siendo unos niños traviesos. Se sentó en el sillón entre ambos hermanos para evitar que se mataran a golpes y le arrebató el control remoto a la menor, quien lo obtuvo golpeando a su hermano en la entrepierna.

— Ya, basta. Eli, ve a bañarte que ya es hora de dormir. –apenas iba a protestar cuando su madre le interrumpió.- Ahora. Y pobre de ti si prendes la tele, eh, ahora ya sólo pasan cosas violentas...

Se fue al baño, derrotada, ignorando las muecas burlonas de su hermano.

— Y tú... ¡Deja de comer eso! –le arrebató a su hijo una bolsa de palomitas- Si sigues comiendo esto tan tarde, engordarás.

— ¡¡Si ya está bien gordo!! –se escuchó el grito desde el baño.

— Ay, ma... si nada más son poquitas palomitas.-se recostó en el sillón y recargó su cabeza en el regazo de su madre. Ambos vieron televisión por un rato, hasta que volvieron a interrumpir el programa para hablar de los asesinatos.

— Apaga la tele, ma. Ya me tienen harto de ese tema.

— Pobres muchachitas... –apagó la televisión.

— Cuáles pobres, si les pasó lo que les pasó fue porque se lo buscaron. –el joven se levantó del sillón, dirigiéndose a su recámara.

— No hables así, Freddy. Les pasó algo muy feo, no creo que buscaran que les hicieran eso... Algo así le puede pasar a Eli, y hasta a ti, Dios no lo quiera.

— Ajá...

 

 

Entró a la recámara, prendió el ventilador y se acostó en su cama. La verdad no podía entender por qué todos se molestaban cuando decía eso: “Si les pasó lo que les pasó fue porque se lo buscaron”. A su punto de vista era así, porque, o se lo buscaron, o las chicas debían de ser retrasadas para irse con un tipo así.

Porque los asesinos seriales debían lucir como... eso mismo, ¿no? Alguien grande, feo, sucio, bañado en sangre y con un hacha en la mano. SI esas bellas mujeres (porque lo eran, habían pasado sus fotos por la televisión, claro, antes del accidente, de lo contrario sólo pasarían masas sanguinolentas) se habían ido a un hotel con alguien de esa pinta debían tener serios problemas, ¿no?

En fin... De todas formas eso no tenía nada que ver con él, ni era mujer para ser su víctima ni conocía a nadie que pudiera serlo. Cerró sus ojos y se quedó dormido.

La mujer pasó por el pasillo, le vio dormido y apagó la luz encendida.

— Buenas noches, mijo... ¡¡Eli, ya sal, te acabarás el agua caliente!!

 

 

 

Agosto 6

Terminó de desayunar tranquilamente, se fue a lavar los dientes y volvió a arreglarse el cabello.

— Se te va a hacer más tarde, Freddy. ¿A qué hora te vas a ir? –le preguntó su madre; le veía muy calmado como si tuviera todo el tiempo del mundo y aún debía hacer muchas cosas. En una semana entraba a la Universidad y apenas andaba arreglando la papelería.

— Ya voy... No tiene caso que me apure tanto, el metro va a estar bien lleno y me voy a tardar lo mismo aquí que esperando en la estación.

— No tendrías que esperar si no fueras tan raro y no le tuvieras miedo a la gente. –interrumpió Eli. Acababa de entrar al baño, donde madre e hijo se encontraban hablando, acababa de despertar, aún tenía cara de dormida y usaba su pijama.- Fuera, necesito usar el baño.

— No me da miedo la gente, fea. Sólo no me gusta ir tan apretado en el vagón. Tal vez a ti te guste que te metan mano, pero a mí no.

— Ay, si. Eso ni nuestra mamá te lo cree. Salte, quiero usar el baño.

— No empiecen a pelear...

— Eliza comenzó. Siempre se levanta con un genio...

— Baño...

— Apúrate Freddy, ya déjate el cabello en paz, ¡tienes que estar allá temprano!

— Ya voy...

— ¡Baño!

 

 

Después de otra pequeña discusión con su hermana sobre quién había ganado el baño o quién lo necesitaba más, salió rumbo a la Universidad. Tal como lo predijo, los vagones no iban tan llenos como más temprano en la mañana. Llegó a su destino a las 10:40 am.

Caminó por todo el campus, era más grande de lo que esperaba, luego de darle una ojeada a las instalaciones se dirigió a las oficinas, esperó su turno y entregó la documentación; después de discutir con la secretaria, que según Freddy parecía una momia gruñona, le confirmaron su lugar en la escuela. En una semana más sería universitario, estudiaría ingeniería industrial y pronto podría aspirar a un mejor trabajo, lo que conlleva mejores ingresos y una mejor calidad de vida para su madre y hermanita.

 

 

Al salir de ahí, se dirigió al local de su amigo Kim. Él era un joven de Corea, unos años mayor que él, que ponía tatuajes y hacía perforaciones. A sus papás les gustaba la cultura mexicana y habían decidido quedarse a vivir en el país cuando él apenas era un bebé, hablaba muy bien el español, a veces le maldecía en coreano.

Observaba cómo le dibujaba un dragón a un hombre en su espalda, con la aguja entrando y saliendo de su piel.

Le llamaban mucho la atención los tatuajes, por eso se había hecho amigo de Kim; la idea de poder dejar una marca en alguien, una permanente, le parecía fascinante porque sólo lo que es muy importante se queda tan grabado, ¿no? O al menos pensaba que así debía de ser. Por eso al ver cómo tatuaba los diseños que pedían los clientes, no podía evitar preguntarse su significado, la razón detrás de estos.

Kim no terminó el tatuaje pues el estilo era muy complicado y apenas había hecho el contorno, le tomaría varias sesiones dejarlo como quería. El hombre se puso su camisa después de que Freddy le vendara, se despidió de ambos y se fue.

— ¿Te gusta mucho tu trabajo? –lo veía limpiar el lugar, era hora de la comida e iba a cerrar.

— Lo normal.

— ¿Cuántos tatuajes tienes?

— Varios. -no era callado, sólo hablaba lo que consideraba necesario.

— ¿Te los has hecho tu mismo o alguien más?

— ¿Quieres uno?

— ¿Eh? –su amigo había vuelto de sacar la basura y ahora estaba parado frente a él, mirándolo fijamente.

— Que si quieres un tatuaje.

— Me gustan mucho, pero... no, gracias. La gente aún se fija mucho en ellos, no quiero problemas al conseguir trabajo.

— Oh... –se volvió y siguió limpiado.

— Además, aunque los hombres que vienen aquí no dicen nada, seguro que duele mucho...

— Ni tanto.

— Ajá, sí. Esa cosa entrando y saliendo constantemente, DEBE doler.

Kim se volvió de nuevo a él y le sonrió.

— Pues sí, pero igual y te puede gustar.

— ¿Tú crees? ¿A ti te gustó?

— Me gusta, pero en vez de que me lo hagan, prefiero hacerlo yo, tú sabes, meterla y sacarla.

— ¿Sí...? –ya lo había acorralado contra la pared, lo tenía muy cerca, tanto que podía sentir su respiración. Kim, el sujeto pálido con ojos rasgados, era más bajo que él, pero mucho más aventado.

— Ajá... –no dejaba de mirarlo a los ojos.

— Seguimos hablando de la aguja para hacer tatuajes, ¿verdad?

— Sí, por qué no. –se dio la vuelta y fue por sus llaves. Freddy se limpió el sudor de la frente.

Kim puso el candado al cerrar el local y caminó hasta su motocicleta.

— ¿A qué hora entras?

— Mi turno empieza a las 3... –respondió después de mirar la hora en su celular.

— Súbete, te llevo.

 

 

 

Freddy trabajaba en un café en los barrios viejos de la ciudad. Era un lugar tranquilo en el que los clientes, en su mayoría ancianos, iban a leer, platicar y relajarse. Su jefa, Patricia, era una mujer amable y comprensiva. Sólo eran necesarios 3 meseros pues el lugar no era muy grande, y se llevaba bien con sus dos compañeros. Si la paga no fuera tan baja, sería el empleo ideal.

Pero eso no era culpa de Patricia, ella les pagaba una suma justa, el problema era que los clientes, al no ser muy jóvenes, dejaban de asistir (Freddy sospechaba que estos morían), y los clientes nuevos escaseaban.

De cualquier forma, no pensaba irse de ese lugar hasta tener seguro un mejor empleo, esperaba encontrarlo pronto.

Su turno acabó a las 11pm, caminó a la estación del metro y se dirigió a su casa.

 

 

Su madre le esperaba con la cena lista.

La familia comió viendo televisión, de postre tuvieron unos panqués que sobraron en el café.

— Quiero otro más...-lloriqueó Eli

— Ya te comiste uno, los guardamos y en la mañana te lo comes, ¿sí?

— Deja que se lo coma, ma –intervino Freddy-. Ya es fea, no importa que esté gorda.

— ¡Mira quién habla! ¡Si el gordo eres tú! Además eres tan feo...

— ¡Ni soy feo ni gordo!... Ma, ¿soy feo y gordo? –preguntó haciendo un adorable puchero. Definitivamente no lo era, para nada.

— ¡Nop! Si los dos son tan bellos, porque los hice con amor~

— Mamá cuervo... –murmuró el mayor.

— ¡Cállate, Freddy! Déjame escuchar... –subió el volumen de la TV

 

“...Nuestro más sentido pésame a la familia de esta jovencita. Ya es la quinta, la quinta víctima del asesino serial, quien volvió a atacar hoy, después de dos meses en los que pensamos todo había acabado...”

 

— Uff... pobre chica... -musitó Eli.

— Dios la tenga en su verdadero descanso...

— Habrá estado de vacaciones.

— ¿Qué? –preguntaron ambas, confundidas.

— Pues eso, el tipo ese habrá estado de vacaciones. Su último asesinato había sido hace dos meses, poco antes de salir de vacaciones y vuelve a hacerlo ahora, poco antes de entrar. Seguro estaba de vacaciones, tal vez en otro lugar... –se explicó el joven, bebiendo el resto de su café.

— Pues no, fíjate. Porque no todas las personas tienen vacaciones al mismo tiempo.

— A excepción de los estudiantes. Nosotros sí tenemos un calendario, salimos en junio y entramos en agosto.

— Eso es cierto... –asintió su madre- Y eso explica por qué estas muchachitas se fueron con él. Ha de ser un estudiante, y uno guapo.

— ¡Uy! Qué bueno que en mi clase no hay nadie guapo, ¡qué miedo tener al asesino tan cerca!

 

 

Freddy se quedó pensando.

¿Un estudiante guapo? ¿Sería posible? Es que no se imaginaba a un hombre grande, feo, sucio, bañado en sangre y con un hacha en la mano en un lugar como la escuela, una Universidad, por ejemplo.

Entonces tenía que ser, no todos los asesinos seriales debían lucir así.

Recordó que en una semana comenzarían sus clases y eso, de cierta manera, le emocionó aún más.

 

 

 

Notas finales:

Y así comenzó todo.

Gracias a quienes se tomaron el tiempo de leer.

Con amor, X.


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