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Mío, mío... sólo mío por Isaku Uchiha

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Notas del capitulo:

Gomen por tardar, no tengo perdón :P aquí les dejo la conti, y muchas gracias a todas las personitas que dejaron review, les contestaré apenas pueda jeje


Disfruten!!!! X3

 

 

La impecable habitación estaba llena de ese aroma limpio y esterilizado característico de un hospital. La ventana estaba ligeramente abierta, permitiendo a la suave briza de la mañana entrar y mecer calmadamente las cortinas de color blanco, siguiendo su camino hasta alcanzar el rostro pálido y amoratado que yacía en la cama. Su cuerpo entero estaba cubierto por vendajes, y en algunas zonas se podían ver pequeñas manchas de sangre que indicaban la presencia de heridas aún abiertas; su pierna izquierda descansaba sobre varias almohadillas impidiéndole moverla completamente, así no se lastimaría más; los brazos los tenía de igual manera, extendidos a los lados para un efecto mejor, y su cuello estaba rodeado con un grueso collarín para lo mismo, pero estar en la misma posición ya le había cansado, estaba entumido, y ni siquiera eso apartaba el dolor.

- Mierda…- Se quejó apenas en un susurro casi inaudible, hasta hablar así le dolía, eso indicaba cuán jodido estaba. Incluso el suave roce del aire en su rostro le dolía. Sí que estaba jodido. A pesar de que ya había transcurrido una semana el dolor se mantenía fresco en su cuerpo y en su mente, el maldito de Itachi, como así lo llamaba, le había puesto una buena golpiza que lo mantuvo inconsciente por cinco días, el sexto despertó aturdido, escuchando su situación de los médicos, y el séptimo, que era hoy, tenía visitas.

Unos suaves golpes en la puerta lo hicieron estremecerse, su última experiencia con ellos bien podría describirse como traumática, y de ahí el repentino temor; finalmente la puerta se abrió lentamente ante su mirada expectante, y un hombre que bien conocía entró acompañado de su esposa.

- Muy buenos días, profesor.- Saludó cortésmente el hombre cerrando la puerta y recargándose contra ella, mientras la mujer de largos cabellos azabaches se sentaba en una silla junto a él. Ambos se veían bastante calmados, parecía que no sabían nada.- Ya nos han informado de su estado.- Comenzó a hablar tranquilamente el hombre.- Como sabe usted, soy Fugaku Uchiha, el padre de Itachi y Sasuke; ella es mi esposa Mikoto.

- Buenos días.- La mujer hizo una leve reverencia ante Orochimaru a la vez que mantenía una cálida sonrisa en sus labios.- Es una pena verlo en estas condiciones, Orochimaru-san.- El hombre sonrió para sus adentros, de verdad que no sabían nada. Iba a comenzar a hablar para hacerse pasar por una víctima aprovechando la ignorancia de los señores Uchiha, pero pronto se dio cuenta de que no era necesario.

- Por favor, déjeme explicar.- Fugaku continuó hablando con un tono de voz bastante tranquilo, serio completamente como era su costumbre, pero con un aire un tanto distinto e indescriptible.- Primero que nada, lamento mucho en verdad cómo ha actuado Itachi, es realmente vergonzoso para toda nuestra familia el proceder que ha tomado en su contra, es completamente inaceptable.- Orochimaru se esforzó por no sonreír ante aquellas palabras; de inmediato se le ocurrió cómo pudo haber terminado el insolente muchacho: solo y humillado, esperando asustado la llegada de quien quisiera divertirse con su cuerpo en esa fría y oscura celda de la prisión, porque oh sí, el mocoso infeliz era mayor de edad.- Esta situación sencillamente no puede ser tolerada. Usted no debería estar recostado en una cama de hospital con tantas y tan dolorosas heridas como ahora, por supuesto que no. Es por eso que en cuanto escuché todo decidí actuar; sólo un par de llamadas bastaron para que esto se arreglara.

- Como podrá darse cuenta Orochimaru-san, éste no es el lugar en el que debería estar.- Mikoto había tomado la palabra.- Los hospitales convencionales en los que se atiende a los profesores como usted no suelen ser tan impecables y estéticos como éste.- Orochimaru asintió levemente, pues eso era verdad. Su miserable seguro médico no cubría semejante lujo.- Apenas nos enteramos de lo ocurrido, le pedí a mi esposo que le transfiriera a un buen hospital, al mejor hospital que existiera en todo Japón.

- Usted no tiene por qué preocuparse, como el líder de la familia Uchiha tomaré la responsabilidad de todo.- Continuó Fugaku.- La atención y cuidados que recibirá serán de primera, eso se lo aseguro. Estará curado antes de lo que pueda imaginar.- Orochimaru emitió un quejido de felicidad por todo aquello, no podía creerse que los Uchiha realmente fueran tan imbéciles, hasta le pagaban el hospital, y no uno cualquiera. ¿Acaso podría ser mejor su día?- En cuanto a Itachi, tampoco tendrá que preocuparse por él. Estará bastante lejos de usted por un largo tiempo…- Sin duda, el maldito de Itachi estaba en prisión, pero no debía reírse, no aún; podría arruinar el momento.- Como dije, unas cuantas llamadas y todo está arreglado. No habrá un juicio en su contra, nada absolutamente.- No debía reír, no debía.- En cuanto se recupere y le den el alta, verá de diferente manera todo.- ¿Acaso iban a darle dinero también? ¡Con lo estúpidos que eran seguro que sí! Y esta vez no pudo contener su enorme sonrisa.- Es bueno que sonría. Un hombre sin futuro ni esperanzas debe mostrarse optimista ante su… inevitable final.- La sonrisa en sus pálidos labios se desvanecía despacio, y como si una especie de magia cruel estuviese actuando sobre la habitación, aquél gesto de felicidad inconmensurable que le pertenecía pasaba a ser propiedad del hombre frente a él, una perfecta sonrisa en los labios del líder Uchiha que mostraba su perfecta dentadura; una mueca que se había distorsionado hasta convertirse en un gesto macabro, que de igual manera compartía con su esposa. Ambos parecían unos verdaderos demonios. Eso lo aterró hasta el alma.

- Necesitamos que se recupere rápido, Orochimaru-san, pues mientras más pronto salga de aquí más pronto recibirá su sentencia.- Dijo Mikoto con una diabólica satisfacción en sus palabras.

- Pe… pero… usted dijo… que… no habría… un juicio…- Orochimaru habló arrastrando las palabras mientras miraba asustado a Fugaku en busca de una explicación.

- ¡Y era verdad!- Le respondió el Uchiha con una enorme sonrisa infernal.- Una asquerosa e infeliz basura como usted no merece un juicio, merece una condena inmediata. Por eso en cuanto salga de aquí, pasará de estar en una cálida y mullida cama a estar en un infierno de tres por tres metros llamado prisión, pero no debe preocuparse, la soledad no será problema, ya he contratado algunos “demonios” para que le acompañen en su no muy larga estadía; se divertirán con usted justo como ha hecho con sus alumnos, como ha intentado hacer con mis hijos. Espero que lo disfrute.- El terror se había apoderado del débil hombre en segundos. Lo sabían, lo sabían todo.

- Como lo dijo mi esposo, Orochimaru-san, usted no debería estar en una cama de hospital. Usted debería estar tres metros bajo tierra cubierto de toda la podredumbre posible y seccionado en partes para facilitar la digestión de los gusanos que se alimentaran con los despojos de su asquerosa y miserable carne, así es como debería estar… pero somos compasivos y le permitiremos vivir… ¡Aunque ciertamente no esperamos que sobreviva por mucho tiempo!- La mujer rió perversamente después de sus palabras; Fugaku colocó su mano sobre el hombro de su esposa apoyando lo que decía, todo mientras miraba directo a los ojos al profesor.

- Cuando salga de aquí experimentará tanto dolor como sea física y emocionalmente posible, de hecho, descubrirá un nuevo significado de la palabra dolor que estoy seguro, jamás imaginó.- El hombre de largos cabellos comenzó a temblar ante la mirada de desprecio que Fugaku le dirigía; esa terrible mirada salida del más profundo de los infiernos era la misma que tenía Itachi aquella vez. Para Orochimaru, los Uchiha no podían ser otra cosa que demonios. Su ritmo cardiaco se elevó rápidamente al igual que su respiración, activando todos los aparatos a los que estaba conectado.- Bueno, nosotros nos retiramos.- Fugaku abrió la puerta de la habitación y salió tomando a su esposa por la cintura, pero antes de que ella desapareciera de la acuosa mirada amarillenta, se giró un poco hacia el hombre mostrándole una cálida sonrisa, y con voz suave pronunció.

- Que se recupere pronto, profesor.- La puerta se cerró, y casi al mismo tiempo de haberlo hecho se abrió de golpe dejando entrar a los médicos para atenderlo por la repentina agitación.

Lo único peor que estar muerto era saber que no se está muerto.

 

 

 

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Recostado sobre su cama no podía dejar de mirar el techo blanco de la habitación. Estaba perdido en la nada absoluta. Sus padres habían salido a arreglar todo el desastre que se había creado. Una y mil veces se había preguntado cómo había podido haberlo hecho, cómo se había encontrado en una posición tan sumisa y obediente ante los tres; pero aunque lo negara sabía perfectamente la razón. Sus padres lo cuestionaron duramente, pero era obvio, querían la verdad, comprobar lo que su nii-san decía. Su madre al borde de las lágrimas no era capaz siquiera de acomodar las preguntas en su cabeza, en cambio su padre estaba tan enfurecido y sorprendido que sus palabras no tenían coherencia, y eso lo llenaba de un terror apabullante; casi sintió por un momento que todo había sido su culpa por mostrarse débil ante el adefesio de Orochimaru, por no defenderse lo suficiente. Era un inútil.

Pero igual a aquella vez, y como siempre solía suceder, Itachi era quien lo salvaba de todo, era quien lo protegía sin dudarlo. Lo hizo ante el degenerado profesor, en otros momentos en su vida desde que podía recordar, y lo había hecho entonces con sus padres. Siempre otorgando palabras de calma y consuelo a Fugaku y Mikoto, disminuyendo su ira y dolor, dándole la fuerza que él mismo había perdido ante tanta confusión. Itachi era el hermano perfecto simplemente, y él no podía estar más feliz de que fuera su hermano, suyo y de nadie más… pero quizá, ese era el único defecto que tenía su grandioso aniki.

Aún podía recordar a detalle cómo había crecido la enfermedad en su interior. Un mal verdaderamente retorcido que sabía bien, lo rebajaba al mismo nivel asqueroso y depravado de Orochimaru; para él, no había diferencia entre ambos, los dos estaban igual de podridos, y todo por esa maldita, asfixiante y deliciosa enfermedad. Su cuerpo temblaba al estar cerca de él, sudaba frío, el estómago se le llenaba de un incitante cosquilleo, los nervios lo invadían, el corazón le galopaba salvaje fuera del pecho, sus mejillas se encendían, y como si no fuera suficiente, lo peor que ese terrible mal le ocasionaba era una cosa espantosa y horrible, algo tan cruel e inhumano que le daba una poderosa razón para odiar a su hermano: lo hacía sonreír.

Era inconcebible.

Era injusto.

Ni siquiera Sakura, su última novia de turno, le había podido sacar una sonrisa así de grande por muy fingida que se la haya puesto, y la chica se esforzaba. En realidad, no podía decir que Sakura le agradaba, sólo era una cosa más en su vida, algo que no valía una sonrisa; bien podría decir que era más feliz cuando la pelirosa se iba a cuando llegaba, y ahora resultaba que su estúpido, estúpido hermano mayor que conocía de toda la puta vida lo traía como colegiala mojada en celo cada vez que le oía hablar con esa voz tan joven y masculina, refinada, cuidadosa, y tan jodidamente sexy, acompañada de ese aroma sutil y elegante, con aquella mirada única que mata al contacto, poseyendo un cuerpo que tiene escrito el pecado en cada parte donde ha podido ver y el infierno en donde sólo imagina…

Suspiró.

Estaba enfermo.

Pero no era su culpa. El desgraciado de Itachi lo había causado todo ese día.

Ese maldito y mil veces bendito día.

 

 

 

////////////Flash Back\\\\\\\\\\\\

 

 

 

Apenas llegó de la escuela arrojó sus cosas hacia un punto perdido en la gran sala y se dejó caer de bruces en el sillón sin ningún interés. Estaba más que cansado ese día, y no quería saber nada de nadie.

- Sasuke ¿Ya llegaste?- Era la voz de Itachi que llamaba desde su habitación en el segundo piso.

- No.- Respondió desganado.

- Ya veo.- Continuó Itachi calmado.- Cuando llegues avísame, tengo que decirte algo importante.

- ¡¿Bueno, tú eres idiota o qué?! ¡Claro que ya llegué! ¡De otro modo no estaría hablando contigo, imbécil!- Sasuke cerró furioso los ojos. A veces, simplemente, su hermano lo desquiciaba, y hoy especialmente no estaba de humor para soportarlo. Un largo silencio siguió a sus palabras hasta que finalmente Itachi preguntó, con un evidente tono de diversión en su voz y tratando de contener la risa.

- ¿Ya llegaste?

- ¡Chinga tu puta madre cabrón! ¡¿Qué quieres?!- El mayor de los hermanos Uchiha no pudo contenerse más y reventó en sonoras carcajadas en su habitación mientras que Sasuke se ponía rojo de ira. Se cubrió los oídos con las manos y dio un fuerte grito de furia con la cara enterrada entre los cojines del sillón; en cuanto se sintió bastante desahogado apartó el rostro y tomó grandes bocanadas de aire, sintiendo un pequeño mareo a causa del esfuerzo. Fue entonces que escuchó los pasos de su aniki bajar tranquilamente por las escaleras y dirigirse a donde estaba él.

- ¿Mejor?- Le preguntó Itachi sonriendo suavemente y mirándolo directo a los ojos, pues había visto perfectamente la rabieta de su hermanito. Él, altanero como sólo un Uchiha sabía, le sostuvo la mirada con desprecio.

- ¿Algo que quieras decirme, Itachi?- Escupió sin miramientos. En verdad no estaba de humor para nada, cosa que no pasó desapercibida por el otro.

- ¿Y tú?- Respiró más profundamente esta vez y exhaló el aire con fuerza para hacer notar su molestia, aún sin dejar de mirarle; ponerse a discutir con Itachi era cosa de nunca acabar; le dolía admitirlo, pero hasta en ganar berrinches y discusiones su aniki era el mejor, aunque eso no necesariamente significara que nunca le ganaría el título.- ¿Y bien? Estoy esperando.- Le incitó con una enorme sonrisa en el rostro; bien sabía Sasuke que su hermano adoraba hacerlo enojar.

- Eres un cabrón ególatra y prepotente.

- Gracias, es mi deporte favorito. Ahora, ¿Quién fue?- Sasuke se mostró sorprendido por unos segundos, pero de inmediato cambió su expresión para que Itachi no lo notara.

- ¿“Quién fue”? ¿De qué carajos hablas?- Trató de hacerse el desentendido. Itachi sólo lo miró con cariño y después caminó por el corredor hasta la cocina. Sasuke suspiró aliviado, parecía que esta vez su nii-san no le insistiría más, lo cual era genial porque no tenía ganas de ponerse a platicar con él como si se tratara de una sesión de ayuda psicológica.

- ¡¿Quién te hizo enojar?!- Gritó Itachi desde el otro lado del corredor para que le oyeran, mientras preparaba un poco de té en la cocina.

- A ti qué te importa…- Dijo entre dientes para sí mismo, pero no podía evitar la pregunta de su hermano.- ¡¿Cómo sabes que me hicieron enojar?!

- ¡Me lo acabas de decir!- Esta vez Sasuke abrió los ojos como platos.

- Serás cabrón…

- ¡Ahora dime quién fue!- Itachi no tenía límites en su insistencia, lo sabía bien, y parecía que el acto mismo de preguntar le divertía, así que el menor de los hermanos no tenía más opción que responder.

- Mi novia…- Volvió a hablar por lo bajo; de sólo recordar lo que había pasado esa tarde se comenzaba a cabrear otra vez.

- ¿La zorra que ya le tocó turno contigo después de hacer fila?- Preguntó Itachi volviendo a su lado y resistiendo a las risas, mientras le estiraba la mano a su ototo para darle la taza de té que llevaba. Sasuke lo miró por unos segundos y sentándose tomó el ofrecimiento del mayor, dio un trago suave a la bebida y después soltó una apenas perceptible sonrisa.

- Sí, ella. Y no preguntes en dónde se formó.- Ambos rieron. Itachi se sentó en el sillón frente a él, le gustaba ver a su pequeño hermano reír.

- ¿Y qué hizo la pequeña zorra?- Sasuke notó el extraño tono de desprecio en la última palabra, pero no dijo nada. Dio un sorbo más al té que tenía en sus manos, eso lo calmó.

- Se puso a regañarme al final del día… amm… que porque no le ponía suficiente atención o algo así…

- Ah, ¿y qué más dijo?- Itachi se mostró un poco molesto por las palabras de su hermano, como si no le agradaran.

- No sé, realmente no le estaba poniendo atención.- Finalizó Sasuke como si nada y volvió a beber del té, a Itachi se le salieron unas cuantas risas; dejó la taza sobre la mesa y volvió a recostarse en el sofá, ahora se sentía mucho mejor.- ¿Sabes Itachi? Sakura me dejó sin sexo por un mes, no sé porqué, pero sí sé que eso no es bueno.

- Sí, me imagino.- Dijo divertido el mayor intentando ocultar una inmensa molestia; se levantó de su lugar dispuesto a irse. Sasuke dio un largo suspiro en señal de resignación, ganándose una mirada curiosa de Itachi.

- Necesito una buena revolcada…

En ese momento sintió un peso extra sobre él que comenzó a moverse de una manera que jamás pensó, paralizándolo por la impresión. Podía sentir el miembro de su hermano rozar desquiciantemente en su entrada provocando una sensación extraña y a la vez ¿excitante? Sí se sentía muy bien, especialmente cuando Itachi comenzó a gemir en su oído con una voz tan provocativa que nunca pensó que le pudiera escuchar.

- Umm… ahhh… sí… qué apretado estás Sasuke… mmm… jajaja ¿Una revolcada así está bien?- De inmediato Itachi se levantó de encima de él y le revolvió los cabellos.- Sasuke, nuestros padres salieron a una fiesta de la compañía, y yo saldré con los chicos un rato, así que estarás solo hasta mañana.- Itachi tomó las llaves del auto sobre la mesa y se dirigió hasta la entrada.- Te diría que invitaras a tu novia, pero ya que es una zorra en evidencia pues… no le he dicho a madre dónde guardas tus “mangas”. Nos vemos hasta mañana.- La puerta se escuchó abrirse y cerrarse de inmediato. En la sala todo era un absoluto silencio, Sasuke seguía sin moverse hasta que…

- Ahhh…

Un sonoro gemido escapó de su boca impresionándolo. No necesitaba mirar su entrepierna para saber que estaba bastante duro.

En cinco segundos su hermano acababa de hacer lo que su novia no podía ni en sueños. Ponerlo bastante caliente.

 

 

 

////////////Fin del Flash Back\\\\\\\\\\\\

 

 

 

Por instinto llevó su mano a la altura de su miembro; a estas alturas ya no le sorprendía encontrarse tan excitado como lo estaba ahora, sabía que era un jodido enfermo de lo peor. Ese recuerdo de su hermano siempre terminaba en lo mismo: una noche de autosatisfacción imaginando cómo pudo haber sido el estar realmente desnudo debajo de su amado aniki, fundidos en uno. Teniendo a toda la escuela detrás de él, era a su hermano al que deseaba con tanta pasión.

Menuda suerte le había tocado.

Varias veces pensó que quizá era una especie de castigo por ser tan “insensible” con las zorras que se le insinuaban constantemente, sólo eran una diversión más para él y así las trataba; lo más reciente que había considerado era que sencillamente todo se reducía a una enfermedad mental en él, nada más, y su consuelo era que, a final de cuentas, los trastornos de la mente siempre suelen estar en más de uno en la familia.

 

 

Notas finales:

Ese Sasuke pervertido...

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