Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ask for Answers por Lacrima Eterna

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, heme aquí otra vez, esta vez con un pequeño one-shot que presentaré a un concurso de FF en facebook :3 Espero que les guste, ¡nos leemos pronto!

Notas del capitulo:

Les recomiendo escuchar este tema mientras leen el fic :) 

http://www.youtube.com/watch?v=Tnj6COmS4ow&feature=player_embedded

Y la imagen en la cual está inspirado: 

 

 

Ahora sin más, les dejo con el fic, ¡a leer!

Te miras al espejo, pero te cuesta reconocer al hombre que te devuelve la mirada. Llevas tus dedos a tu rostro y luego tocas el frío cristal; tu reflejo te imita y sus dedos se tocan. Te sientes perdido, la angustia consume tu alma y muerdes tu labio inferior sin saber qué pensar. Te preguntas por dentro, ¿en qué momento cambiaste tanto? ¿En qué momento te volviste un monstruo, ese al que de pequeño tanto le temías?

Cierras tus manos en puños, entierras tus uñas en tu propia piel pero aquel dolor es trivial, insignificante, y no te importa que un poco de sangre manche tus palmas. Retrocedes un paso con el ceño fruncido, necesitas calmarte, respirar profundamente y relajar tus músculos tensos. Poco a poco sientes cómo tu piel cambia, cómo tus ojos regresan a aquel tono verdoso y tu piel retorna a su palidez habitual. Lo último en cambiar son tus manos, tus dedos, tus uñas…

Y nuevamente aquella pregunta, aquella duda que por tanto tiempo se deslizó por tu mente, como un susurro, como un miedo negado, prohibido, como tu mayor signo de debilidad.

– ¿Estoy maldito? –Susurras apenas, le preguntas al espejo, pero éste no tiene las respuestas. Tu reflejo se encuentra tanto o más perdido que tú, aquellos ojos claros muestran confusión, dolor, miedo y rabia… Sí, una rabia tan grande, una que te consume y la transformas en odio.

Y es que odias no ser capaz de aceptar la respuesta. Odias sentirte tan vulnerable, tan débil, tan víctima de tus emociones más ocultas, de tus sentimientos. Sientes tanta rabia por no haber visto la verdad nunca, a pesar de que la tenías frente a tus ojos. Y te duele, te hace dar un fuerte golpe contra el cristal rompiendo el espejo en cientos de pedazos.

La sangre corre por tus dedos, tus nudillos quedan lastimados y con algunos pequeños cristales incrustados, pero eso no te importa. Deseas gritar, escapar, volver a casa… ¿A casa? Pero si no perteneces a ningún sitio, no después de todo lo que has hecho, de todo lo que has vivido. Con una familia que nunca fue tuya, con palabras y promesas que nunca te correspondieron.

Caes de rodillas en el suelo, te entierras pequeños cristales en las piernas pero no sientes nada. Lo único que puedes sentir es el frío que corre por tus venas, el hielo de la soledad y la desolación. Te aferras a tu odio porque es lo único cálido que hay en ti, lo único que te queda para sobrevivir. Nadie lo entiende, nadie entenderá nunca lo que sientes por dentro. Nadie sentirá nunca aquel frío calando más profundo que tus huesos, atravesando tu alma y mostrándote quién eres en verdad.

Podrías quebrarte en este momento…

Pero no, seguirás jugando a ser fuerte, seguirás mintiéndote, abrazándote a ti mismo en los momentos de duda, de debilidad. Es entonces que con tus ojos cerrados, cansados, sientes un suave tacto en tu mejilla. Unas manos pequeñas, familiares, tan cálidas que te hacen sonreír con amargura. Llevas tus propias manos a tus mejillas, acaricias aquella cálida piel y abres los ojos, encontrándote con otras orbes verdes que te miran fijamente, amablemente.

Besas con ternura aquellas manos de niño y bajas la mirada, te sientes incapaz indigno, impuro. No quieres manchar con tu presencia aquella ternura, aquella inocencia infantil de años pasados.

Entonces un beso en tu mejilla y una lágrima traicionera escapa de tus ojos. Vuelves a mirar al pequeño niño de ojos verdes, acomodas con cuidado uno de sus negros mechones de cabello tras su oreja y éste te sonríe. Ambos se quedan mirando, tomados de las manos otra vez, y entonces sientes que no puedes aguantarlo más y te derrumbas al escuchar su voz temblorosa.

– ¿Estamos malditos? –Te pregunta con miedo y notas que sus ojos, como los tuyos, se humedecen y dejan derramar un par de lágrimas cristalinas– Loki…

Con cuidado, con la punta de tus largos dedos, quitas aquellas lágrimas y luego abrazas al muchacho, le sientes temblar, le sientes tan frágil y pequeño, tan necesitado de cariño, de seguridad.

–No… –susurras en su oído y sientes sus pequeños brazos alrededor de tu cuello, sientes su calor tocar tu alma, hacer latir con fuerza tu corazón. Sonríes de forma tranquilizadora aunque el pequeño Loki no puede verte, tiene sus ojos cerrados. Ni siquiera te has dado cuenta de que has dejado de llorar, sólo te dedicas a abrazarle fuerte, a retenerle entre tus brazos.

Un simple parpadeo.

Un abrir y cerrar de ojos y te encuentras abrazándote a ti mismo, sentado en el suelo, de rodillas sobre un montón de vidrios rotos. Alcanzas a ver tu reflejo cien veces, uno por cada pedacito de espejo, y te figuras que así mismo se encuentra tu corazón. Destrozado, solitario, tan temeroso…

–No… No lo estamos… –Susurras bajo, suspirando resignado– No quiero estarlo… No más…

Unos pasos a tu espalda te hacen dejar de sonreír. Sabes de quien se trata, conoces demasiado bien el sonido de aquellas fuertes pisadas que intentan ser sigilosas sin éxito. Sientes cómo se detienen a tus espaldas pero no volteas, no deseas verle, no deseas que te vea. Decidiste odiarle, decidiste descargar en él toda tu rabia, todo tu resentimiento, ¿por qué?

–Hermano… Loki… –escuchas que te llama pero no contestas.

Lo único que deseas es que se marche, que te deje en paz, que se largue con su maldita caridad a otra parte. Lo único que deseas, más profundamente, es que deje de llamarte “hermano”, porque te duele. Te duele que pese a todo el daño que buscas hacerle, que pese a todas tus mentiras y tus traiciones, él no deje de verte como a un hermano. Te duele no poder ser más como él.

–Loki… –vuelve a decir tu nombre, pero te mantienes totalmente quieto, inmóvil. Escuchas que suspira frustrado y que sus pasos se alejan, que recorren tu habitación y celda al mismo tiempo. Después de todo, sabías que al regresar a Asgard tampoco estarías totalmente libre, lo tenías asimilado y aceptado.

Tus puños vuelven a cerrarse con fuerza y rechinas tus dientes, estás a punto de ponerte de pie y empezar a gritarle que se vaya, pero algo te detiene. Sientes que algo liviano y cálido cae sobre tus hombros y tus ojos se abren de par en par al darte cuenta de que se trata de su capa.

–Ten, te estás congelando… –dice él suavemente, para luego apartarse de ti. Thor ya te conoce demasiado bien, te conoce lo suficiente como para darse cuenta de que es mejor dejarte solo. Sus pasos se alejan a la salida y entonces, casi en contra de tu voluntad, te giras y le llamas.

– ¿Crees que soy un monstruo? ¿Qué estoy maldito? –Le preguntas, sin saber por qué. ¿Importa lo que el estúpido Dios del Trueno piense? Por supuesto que no, te dices, aunque estás mintiéndote a ti mismo.

El rubio voltea y te mira fijamente, para luego esbozar una cálida sonrisa, de esas tan suyas y que al mismo tiempo sólo te dedica a ti, y responde:

–Por supuesto que no lo eres. Eres mi hermano, y nunca serás menos que eso, Loki –responde y sientes que de alguna forma, sus palabras e tranquilizan– No estás maldito. Y si lo estuvieras, buscaría la forma de liberarte –te quedas en completo silencio, le escuchas atento y sientes que nunca podrás entenderle, que jamás comprenderás el por qué siempre Thor da todo por ti– Descansa hermano –dice luego de un corto silencio y sale de tu habitación.

Te quedas allí, cubierto por aquella capa roja, sintiendo su tibieza. Finalmente y luego de largos minutos de reflexión, sin poder evitarlo en tu rostro aparece una leve sonrisa, más calmada, más segura. Y es que sabes en el fondo que tu hermano nunca te abandonará, que siempre estará allí para brindarte su calor y protección.

Y aunque digas que le odias, aunque intentes matarlo, en el fondo, oculto en lo más profundo de tu pecho, sientes que le amas, que le necesitas. En el fondo sabes que por más batallas, por más mentiras, ustedes dos nunca dejarán de ser aquellos dos muchachos que jugaban a ser reyes de un mundo de ensueño. Que a pesar de la sangre que los separa, y por más que el tiempo pase y el abismo entre ustedes se ensanche, jamás dejarán de ser lo que son.

–Gracias… Hermano…

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado, como siempre sus comentarios, críticas y dudas son bienvenidos así como tomatazos, zapatazos, escudazos, un Loki amordazado, un Capitán América o un Iron Man también son bienvenidos :)

Como siempre, recuerden que para mayores noticias y novedades aquí tienen mi página de facebook: 

http://www.facebook.com/pages/Lacrima-Eterna/399934966709386

 

Cuídense mucho y espero leernos pronto, adieu!! 

Lacrima Eterna~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).