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Mamori Takute por Rozenkreuss

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Notas del capitulo:

Siempre me pregunte ¿hay yaois con temática zombie?.... nunca me respondí así que:

Zombies y más zombies... aún no... es solo el inicio del fin, así que en el siguiente serán los zombies, es mi primer fanfic yaoi, disfrutenlo.

~Rozenkreuss~~

 

†Yo siempre fui una persona callada y reservada, que se lo guardaba todo y no exigía nada… era más bien como un muñeco, uno que se adaptaba a deseos, caprichos y mandatos de otros… como si viviera para ellos y no para mí. Cuando me modifique pensé  “¿acaso el fin del mundo tiene que ser justo ahora, acaso es mi castigo?” †

Mi nombre es Yunoki Kazuki, mi nombre tiene significados varios, de entre ellos deseo y  resplandecer, cosas completamente absurdas que no entran en contraste con mi personalidad, al menos hasta ahora; tengo 17 años y me encuentro cazando zombies, mejor dicho matando zombies para sobrevivir junto a alguien que no quiero dejar, todo por cosas del destino… ¿Qué si existen los zombies?, lo olvidaba, aún no les digo como es que me encuentro en el fin del mundo…

Desde pequeño me desplazaba de acuerdo a los deseos de otros, no tenía un motivo que me moviera de mi lugar. A los pocos meses de nacido, siendo exacto a los 16, mi padre quedo viudo, aquello representaba una perdida que le dejaba con un embrollo, no había una persona a mi cuidado, que me bañase, cambiase y alimentase entre otras varias tareas o gajes del género femenino, algo pensado claro solo en una sociedad machista, pero era más que obvio siendo nosotros japoneses.

Por esas simples razones decidió buscar quién cuidara de mí, pues me necesitaba de mayor para dirigir la empresa familiar: “Onigiri-nii”, la cual como su nombre lo indica son onigiris pero empaquetados y listos para comer bien fríos, con rellenos muy deliciosos, o eso al parecer del público japonés consumidor; así es, mi vida ya estaba casi decidida… o eso creía él. Curiosamente mi padre decidió casarse con una extranjera, ¿por qué lo habría decidido, sabiendo que las extranjeras no se arraigan a nuestras costumbres, si no son igual de sumisas que cualquier japonesa?... simplemente al parecer la rubia perfecta esa, había despertado una “pasión” en mi padre eso además de ser “conveniente”, pues según lo que diría después a sus amigos era, que yo necesitaba también hermanos y qué mejor que una influencia extranjera para mis estudios. “Malditas mentiras y excusas” solo eso podría haber pensado si lo hubiera logrado saber.

Cuando conocí a esa mujer, Caroline era su nombre si no mal recuerdo, era un niño de solo dos años, sorprendente cierto, que mi padre se tardará tanto en casarse con ella, sin embargo al parecer ella se comportaba reacia a aceptar a mi padre, hasta que cayó en la cuenta de que, una mujer no tan joven, sin hijos o posibilidad de irse de Japón para encontrar algo “mejor” en su país no se podía seguir excusando “¿por qué no ser una señora extranjera y rica de Japón?”.

Al poco tiempo de la extravagante y cara boda, Caroline-san estaba esperando a su primer hijo, pare ser exactos a si hija Natsuki. Recuerdo como maliciosamente mientras yo regaba las plantas del invernadero que tanto había amado mi madre, ella platicando con sus amigas decía cosas como “mi hermosa y perfecta hija será la heredera que la compañía requiere”…“No entiendo que tiene de especial un niño de ojos azules con cabello azabache”… “Los tres somos un familia digna de prestigio”… en pocas palabras,  me volví innecesario.

†*+*†*+*†***†*+*†**+

Desperté como de costumbre a las 6:00 para darme un baño, después arreglarme para la escuela, poner la mesa y empezar a prepara el desayuno, así como los almuerzos de todos, etc.

Las duchas eran lo único que se lleva mi mal humor, lo único que me relaja pero…

-ah… maldita sea mi suerte

Antes de poder meterme a la regadera y sentir el delicioso calor en mi cuerpo, sonó mi celular, volví a suspirar con fastidio y conteste la llamada.

-¿Qué puedo hacer por usted Caroline-san?

-Ah… mira, que descortés de mi parte interrumpir tus dulces y angelicales sueños mi niño, pero necesito que por favor me traigas leche para mi pequeño Kokoro-chan

El tono de mi madrastra era como el de un reptil que serpenteaba y zigzagueaba con desdén,  saña y malicia sarcástica. Llevaba dos días haciendo eso de llamarme a la hora de mi baño y joder con sus peticiones, ya estaba acostumbrado a ser el sirviente en la familia… en esa perfecta familia de cuatro que no era la mía. En son de broma para calmarme los malos gestos que deseaban salir desbordantes de mis labios me decía mi propia frase “soy como una cenicienta japonesa, pero sin príncipe”… y hombre, solía agregar.

-Por mí no hay problema le llevaré a Kokoro-otouto lo que me pida

Mi tono salió amable y servicial, ya que anhelaba solo tomar mi ducha, por lo que baje por la mentada leche del niño y lleve a cabo todo lo necesario para que al entregarla estuviera bien, “Kokoro”, una sonrisa con sarna se dibujo en mi rostro mientras subía las lujosas escaleras con dirección a la habitación de los dueños del lugar, “literalmente kokoro significa corazón, un cursi nombre para el pequeño medio hermano que yo tenía, su madre demostraba a fondo ser solo una absurda y burda extranjera al  ponerle ese nombre”.

Salí de mis burlas mentales al llegar a la habitación, del pequeño “Kokoro-chan”, entre con calma y sin inmutarme por las lagrimas del pequeño, que se parecía mucho en mi escaso primer año de vida. Simplemente extendí el biberón a su madre y salí del lugar con su si sañosa voz a mis espaldas.

-Gracias Kazuki-chaan, eres un amor de niño…

Con el ceño fruncido y cara de pocos amigos me dirigí de nueva cuenta al baño de mi habitación, con calma sentí el goce del agua tibia deslizarse por toda mi piel a su paso veloz y seductor que me relajaba por completo, eliminando las ataduras terrenales de mi cuerpo y mi propia existencia, haciéndome olvidar aquellos deseos de iracundos actos para con los demás.

Últimamente las jodidas llamadas de mi suplemento de madre hacían que mi necesidad de relajación matutina aumentará, por lo que permanecía más tiempo dentro del baño, pero había algo que me molestaba un poco al salir de este durante el último mes, mi hermana menor Natsuki parecía tener la enferma “obsesión” -y sí recalco obsesión porque no sé que es- de mirarme tal vez un día al salir de la ducha, otro al entrar o al estar en esta, pues de vez en vez había logrado notar sus miradas, no sabría decir si curiosas, sucias o con deseos “seductores” en medio de alguno de estos tres momentos; no sentía ni una pisca de pudor o curiosidad del por qué lo hacía, la verdad me importaba más saber si había una hierba en mi invernadero que eso. Lo que si me importaba es que dejará de hacerlo, me sacaba de mis cacillas, haciendo que mí baño fuera en vano.

-¿Podrías dejar de mirarme?, es molesto y no me gusta que lo hagas Natsuki

Con un deje de desdén en mi voz  pronuncié mis palabras en dirección a la puerta de entrada a mi habitación, donde se adivinaba la presencia de Natsuki. Con ojos fríos como los de su madre, se hizo presente domo una daga en mi espalda, la penetrante mirada de mi “hermanita”, que había entrado de llano en mi habitación mientras yo me encontraba secándome el cabello con una toalla y mi pantalón escolar ya puesto.

-¿por qué te quejas si solo te eh mirado hoy?

Con su semblante puramente altivo y engreído cerró la puerta empujándola levemente al recargarse con tranquilidad, por alguna razón adivinaba el cómo su circulación aumentaba levemente, cosa que junto con la primera me hizo sentir acorralado, en el sentido de querer hacerle caer de su pedestal.

-No me vengas con esa, ¿crees que no me eh dado cuenta del último mes?... que molesta puedes resultar

Ante mi respuesta desdeñosa, Natsuki simplemente me dedico una sonrisa de lado maliciosa, a la cual acompaño una voz llena de falsa tristeza y dulce insinuación mientras avanzaba hacia mí con las manos detrás de su espalada.

-El último mes… jeee… Eres lento “Onii-chan”

Natsuki se detuvo con calma de frente a mí, así que eso era todo, me había estado mirando desde fuera a saber su maldita y enferma mente, por algo su nombre era “energía del verano”, todo lo quemaba con su maldito exceso de calor.

-¿Ah sí?... No suelo darme cuenta de cosas que no me interesan o son insignificantes a mi esencia.

Un leve destello se adivinó en sus ojos, un destello que dejo el descubierto su descontento ante mis palabras, cruzando los brazos, me miró como si fuera la mierda del mundo, frunciendo el ceño y sin hablar.

-¿He hecho enojar a la princesa?

Socarronamente hice mi contestación. Me estaba empezando a gustar mi modo de ser, el modo que no me había convenido durante los últimos 17 años;  sin decir palabra ella siguió clavando su profunda mirada en mí, como esperando. Con una media sonrisa en mi rostro la jale del brazo acercándole a mí, acto seguido mi diestra se paseo por una de su mejilla homónima, acariciándole con el dorso de la misma.

-Desde cuándo dejaste de ser tan amable…

La mirada de mi hermanita cambió, tornándose su castaños ojos en unos más interesados y obedientes… La tenía.

-Al demonio…

Me abalancé sobre ella, ante lo cual ella no opuso resistencia,  postrándola ante mí en la cama y causándole el escape de un suspiro; en el momento preciso en el cual iba a lamer su cuello, la risa burlona y desdeñosa que intentaba contener se dibujo en mis labios y se escapo de mi garganta

-gjajajajaja

Confundida y levemente avergonzada Natsuki observo cómo me reincorporaba con calma y llevaba engreídamente una mano a mi cabello, para así hacerlo hacia atrás aún con mi mueca tan ególatra.

-¿Te pensabas que tengo interés en una niña?

De nueva cuenta invadí su espacio personal, acercándome a su oído para susurrar

-No existe persona en este mundo que me complazca…

Deposite un suave beso en su oído que notaba rojo e hirviendo para después darle el golpe final, dejé de invadir su espacio y con ojos inescrutables así como mueca de fastidio dictamine con sorna mis palabras.

-Y si existiera, serías tal vez la primera en la lista de retroceso de posibles.

Termine retirándome de mi habitación entre risas leves que  escapaban de mi garganta melódicamente. No me podía seguir conteniendo más, estaba ya harto de ser así, por lo que solo quedaba recordar mis propias palabras de hace unos momentos “Al demonio”, si al demonio con esta puta farsa,  lamentablemente no había nada de provecho para mí después de bajar la cabeza mientras apretaba los puños durante diecisiete años.

Y así, al caminar y dejar atrás a una confundida, rabiosa y herida chica de quince años sobre mí cama, también dejaba mi buen humor de sirviente idiota.

[Continuara] suzukute...

Notas finales:

Dejadme su opinión, necesito saber que almenos a alguien le gusta.


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