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Danza Húngara por Nasuada

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Notas del fanfic:

 

Bueeeno. Comenzaré con mi historia.

Gracias a todos los que se animaron a entrar despues de mi resumen que ni yo le hallé mucho sentido xD

Espero que les guste, y aunque no les guste, dejen sus comentarios.

Notas del capitulo:

El primer fic que subo a esta maravillosa página. Ojalá les guste.

Lo dividiré en partes y cada parte tendrá, mas o menos, nueve o diez caps. Aun no sé cuantas partes serán porque todavía me falta muuucha historia.

Y antes de que se me olvide, usaré mucho la palabra junior en el fic y no se si el término solo se utilice en México (mi tierra xD) o tambien en otros países de sudamerica o en España.

Pero para que no haya dudas, se usa básicamente para nombrar al estereotipo de joven ricachón hijo de papi.

ok?

Bueno. Disfruten ;D

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Primera parte

 

“Solo menciona mis errores para que pueda oír tu voz”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I

Errar es humano

 

    Había más de trescientas personas acomodadas en los asientos de piel que formaban filas frente a un escenario decorado espléndidamente; la mayoría de los asistentes se habían puesto de pie ante la tensión de la situación. Pues allí, en medio del escenario, había dos muchachos acompañados del hombre a quien habían contratado específicamente para conducir el evento.

 

    Se trataba del concurso de talentos de la universidad de música más cara y prestigiosa de todo el país, el cual, se organizaba dos semanas antes de iniciar un nuevo curso.

 

    El evento en sí, era una exageración. El escenario, rodeado de luces profesionales, y adornado por miles de arreglos de globos y sillas traslucidas excedía cualquier presupuesto económicamente decente. Cada año se celebraba aquella competencia, y en ella podía participar cualquiera que se creyera lo suficientemente talentoso. Y al final del día quedaban tan solo los dos estudiantes más competentes que serían dignos del premio al ganador, el cual consistía en una recompensa económica de veinte mil dólares —una cantidad discreta, para los millones que tenían la mayoría de los estudiantes— y un diploma reconociendo al estudiante como el más talentoso de la universidad.

 

    Uno de los finalistas, llamado Lawrence, y fuera de lo que la mayoría creía en aquel lugar, pensaba que  aquel concurso era lo más patético que había hecho.  Sus verdes ojos miraban uno de los asientos de la primera fila de sillas, al público. Pues Evan, su mejor amigo: un chico de piel oscura y sonrisa burlona, lo veía desde allí.

 

    Law se llevaría quinientos billetes del orgulloso bolsillo de su amigo si ganaba la competencia, además de su satisfactoria humillación. Esa era la apuesta, y la única razón por la que participaba. La cantidad era bastante elevada para él, pero para Evan daba igual quinientos, mil, dos mil…

 

    Lawrence vestía de una forma muy informal, razón por la cual muchos de los presentes lo miraban con desaprobación. Medía poco más de uno ochenta cinco y había recogido su largo cabello color castaño claro, casi cenizo,— que llegaba a poco más abajo de los hombros — en una cola, cuidando las cinco rastas que le había hecho Evan hace unos meses, como broma de cumpleaños, cuando estaba dormido.

 

    El otro finalista era Liam Schmid, y el estaba más que seguro de que ganaría. No por nada tocaba el saxofón como un dios. No miraba a nadie del público en particular, pues no había nadie a quien mirar. Simplemente pasaba sus ojos por las muchas admiradoras suyas, por el conductor a su lado, y finalmente miraba a su único contrincante: que extrañamente era el sujeto más raro de la universidad.

 

    Liam llevaba un traje negro, hecho especialmente por su sastre personal, visto espectacularmente desde su altura de uno ochenta; para combinarlo con la elegancia y sensualidad del saxofón. Su cabello negro lo había peinado como siempre: muy al estilo de Martin Johnson, pues esa era la moda.

 

    Por fin llegó a las manos del conductor el sobre con la decisión del jurado. Lawrence tensó sus manos, esperando que dijera su nombre. El público gritaba con fuerza el nombre de Liam, demostrándole a éste su hipócrita apoyo incondicional, pero a Law le importaba una mierda lo que pensaran esos niños ricos. Cerró los ojos esperando con ansias el resultado que daría fin a aquella estúpida situación.

 

   Imaginó a Evan entregándole entre maldiciones el dinero acordado y a sí mismo burlándose de su mejor amigo. Aunque también sabía que si perdía Evan no se daría abasto con sus burlas y, lo que más le preocupaba: se  quedaría en la ruina. Pues quinientos dólares era su capital de todo el mes, ya que en su trabajo no le pagarían hasta dentro de dos semanas.

 

    El regordete conductor abrió el sobre con una lentitud exasperante. Sacó con cuidado el papel y lo miró a escondidas. Sonrió. Y escondiendo el resultado en el bolsillo de su saco, levantó el micrófono, dándole vueltas y vueltas a la situación, para acrecentar el momento de tensión. Lawrence se puso de mal humor. Pensaba que aquella actitud era ridícula. Él opinaba que no era una competencia seria, pero al parecer nadie compartía su opinión.

 

— ¡No estamos en los putos Oscares!— susurró. Nadie lo escuchó. La música de fondo estaba en volumen muy alto.

 

Por fin, hubo un silencio total en la sala. El público calló sus gritos y chiflidos y se dedicaron a escuchar el resultado. El conductor dio un largo suspiro y exclamó como si estuviera anunciado al mismísimo ganador de un impresionante premio de lotería.

 

    — ¡El ganador es…!

 

 

   

 

    Lawrence despertó de su placentero, aunque corto, sueño. Se incorporó en la cama hasta quedar sentado, se estiró lo mas que pudo y miró a su alrededor. Estaba en una habitación del hotel en el que se había celebrado la fiesta que prosiguió a la competencia. Miró el piso alfombrado y abrió los ojos al recordar todo. Había mucha ropa, formando una especie de camino desordenado desde la puerta de entrada hasta el borde de la cama. No solo de él, sino de otra persona.

 

    Sonrió con un deje de sarcasmo y dio un gran bostezo. Era la primera vez que tomaba en esa magnitud en una fiesta de ese tipo y ahora veía las consecuencias.

 

    Al final de la celebración había tomado tanto que se acostó con un “junior” desconocido con quien, al parecer, había conversado mucho cuando las copas ya se le habían subido a la cabeza. Levantó las sabanas blancas que lo cubrían y corroboró que estaba desnudo. Bostezó de nuevo y agudizó el oído. Escuchaba el sonido de la ducha en el baño, así que suponía que el chico aun estaba allí.

 

    También recordó la razón por la que necesitaba, después de bastante tiempo, un polvo: Había vuelto a recordar todo lo que suponía Michael.

 

    De repente escuchó una canción conocida en la habitación y frunció el seño. Era su móvil, así que se levantó de la cama rápidamente, poniéndose su ropa interior de un solo movimiento. Levantó su pantalón y sacó de uno de los bolsillos un móvil bastante pasado de moda y pintado muy cuidadosamente de rojo, con pintura en aerosol. Miró la pantalla, descubriendo a la persona que le llamaba. Sonrió con sarcasmo y lo colocó en su oreja derecha.

 

    — ¿Qué pasa? —preguntó con falsa incredulidad.

 

    —Jajá, no me jodas ¿Ya se te olvidó la apuesta? — se escuchó la voz de Evan a través de la línea.

 

    —No, no se me olvidó, despiadado. Me dejarás en la ruina. — dijo Law con una sonrisa burlona.

 

    —Calla, perdedor. No es mi culpa que te haya vencido un niño rico— la voz de Evan sonaba tan sarcástica que Law esperó que fuera algo temporal. Pues sabía que aquella derrota sería difícil de olvidar para su mejor amigo—. Court está dispuesta a humillarte tanto como yo. Nos vemos.

 

    Se oyeron los pitidos clásicos del fin de una llamada y Lawrence, sonriendo divertido, apretó el botón rojo.

 

    La habitación del hotel era muy amplia, con piso beige alfombrado y tapiz en las paredes. Tenía una decoración muy clásica. En tonos cafés claros y rosados. A Lawrence le agradó la decoración tan vintage; aunque en ese momento lo que le preocupaba era el costo de la noche, pues no tenía ni un centavo en los bolsillos.

 

    Empezó a dar vueltas a la habitación esperando a que su acompañante desconocido apareciera. A decir verdad, el sexo no había estado nada mal, a pesar de que no recordaba las facciones específicas del chico. Había sido un encuentro muy casual e irresponsable.

 

    Entonces escuchó el pestillo de la puerta que separaba el baño de la habitación. Lawrence volteó su espalda desnuda, esperando con curiosidad ver cómo era aquel tipo. En cuanto su rostro se dejó ver a través de una nube de vapor, tenso sus músculos y la mirada de Law se endureció.

 

    — ¿Tú?

 

    Era el sujeto que estuvo a su lado en la final del concurso de talentos. El tipo saxofonista contra quien perdió. Era Liam… Ahora sabía lo que significaba tomar alcohol y acostarse mientras estaba borracho.

 

    Se quedó en silencio unos segundos, observando al chico quien, ya vestido, se secaba el cabello con una toalla blanca.

 

     Lawrence sabía reconocer un talento y definitivamente Liam era muy bueno tocando el saxofón. Un gran contrincante, pero eso no quitaba que tendría que pagarle a Evan quinientos billetes.

 

    Liam lo miraba con burla. Con la clásica burla con la que le había mirado en la universidad durante el último año. Así que, tan acostumbrado a esa mirada, Law no se molestó ni se inmutó.

 

     Conocía a Liam desde el primer año en la universidad. Habían estado en la misma clase los últimos dos semestres y sabía que era el típico y arrogante niño rico que tenía todo lo que podía desear. No sabía qué era lo que hacían sus padres para tener tanto oro colgando de los bolsillos, pero no le interesaba. Lo único que pensaba en aquellos momentos era que se había acostado con un sujeto que, en todo el ciclo escolar, le había molestado con sus amigos. Por supuesto, le daba exactamente lo mismo. No era tan idiota como para darle importancia al hecho de que tantos inmaduros se alegraran y celebraran su propia inmadurez en forma de insultos poco originales y bromas de niños de kínder.

 

    —Vaya, pensaba  que borracho podía elegir algo un poco mejor— dijo, mientras se acercaba a él. Liam seguía mirándolo burlonamente—. Como sea, espero que no te importe pagar la habitación. Porque notarás que ando algo corto de dinero.

 

    — ¿Lawrence Pullman está corto de dinero? No me lo puedo creer— dijo Liam  con el mismo tono sarcástico que había utilizado Lawrence en todo el rato— Como sea, lo pagaré. Después de todo, aparte de mi dinero, tengo veinte mil dólares extras. Supongo que ya sabrás por qué.

 

    —Si, como sea. Adiós— dijo Lawrence. Levantó su ropa del suelo y caminó hacia el baño. Se detuvo justo en el marco para voltearse hacia Liam— No pareces marica.

 

    Disfrutó la sorprendida cara de Liam  por aquel atrevimiento tan solo unos segundos, antes de encerrarse en el baño. Se miró en el espejo, y con cuidado retiro de su cuello un collar que le traía muchos recuerdos. Giró la llave que tenía gravada una h y entró a la ducha, mojándose con el agua más caliente que su cuerpo podía soportar. Pensó en su madre. Se preguntaba  qué le diría al llegar a su apartamento, al descubrirla sentada en el sofá individual con un rostro de enfado total, exigiéndole una explicación convincente.

 

    La madre de Law sabía que, en ocasiones, su hijo podía ser un completo inepto que se acostaba con cualquier desconocido. Pero ella había tenido a Lawrence demasiado joven como para haber aprendido a ejercer una autoridad real.

 

    Al salir de la regadera ya no había ni rastro de Liam. O por lo menos eso creyó al principio. Al agarrar su chaqueta, la cual estaba en una esquina de la cama, descubrió entre las sábanas una especie de tubo negro. Lawrence lo reconoció como una boquilla, seguramente del saxofón de Liam. Se quedó de pie, pensando que podría dejarla allí sin importarle mucho el destino de aquel instrumento. Pero después, sin pensárselo dos veces, lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. Ya se lo entregaría cuando iniciara el curso en la universidad.

 

    Entonces, sin más, salió de la habitación.

 

   Para alivio de Law, cuando bajó a recepción descubrió que Liam había cumplido su palabra y cubierto en su totalidad la cuota de la habitación. Salió del hotel con un suspiro de alivio y tomó el subterráneo.

 

    Al llegar a los edificios en los que se hallaba su departamento, que se encontraban en la parte más nórtica de Queens, subió las escaleras del edificio saludando a los vecinos que se cruzaban en su camino. Llegó al cuarto piso y a la puerta que leía con números dorados el número 133, sacó las llaves del bolsillo de su chaqueta de cuero y abrió con todo el cuidado con el que era capaz de abrir para pasar desapercibido; aunque sabía que no funcionaría, pues todos ya estarían despiertos a esas horas de la mañana.

 

    Además, la puerta y su jodido rechinido eterno…

 

    — ¿¡Dónde mierda estabas!? — se escuchó la aguda voz de su madre incluso antes de abrir la puerta por completo. Al entrar lentamente al umbral descubrió a su mamá de pie en medio de la sala, vestida y lista para sermonearlo.

 

    —Mamá, lo siento— dijo Law. No estaba para nada nervioso, pues ese tipo de discusiones pasaban con mucha frecuencia. Al final su madre siempre le decía que no volviera a hacerlo (aunque siempre volvía a hacerlo) y le pedía disculpas por gritarle tanto. Pasó lo que siempre pasaba. Una promesa por parte de Lawrence de, por lo menos, avisarle cuando iba a estar fuera toda la noche, y una disculpa por parte de ella. Al final, él fue hacia su habitación, encontrándose en el pasillo con su hermana mayor Alex, quien lo miró con una sonrisa pícara. El se la devolvió y se encerró en su habitación. Definitivamente su hermana era adivina, pues siempre sabía cuando había tenido acción la noche anterior.

 

    Bueno, en realidad el no era nada discreto.

 

 

    Al lunes siguiente, Law se encontraría con Evan en unas canchas de basquetbol que se localizaban a las afueras de la unidad de departamentos en donde vivía.

 

    Evan habitaba en un edificio de Manhattan. Así es. Su mejor amigo era un niño rico. Pero Evan era la excepción que confirma la regla de los juniors, o eso siempre había pensado Lawrence. Vivía junto con su padre: un señor cincuentero bastante divertido y adicto al póquer. Y Courtney (Court) vivía en un edificio de la misma unidad donde vivía Law. Era su mejor amiga: una chica de cabello muy oscuro y ojos castaños. Con piel tostada y alta estatura.

 

    Lawrence caminaba con cautela camino a aquellas canchas, pues llevaba la recompensa para Evan y su único capital de lo que quedaba del mes. No podía darse el lujo de que unos maleantes sin nada más que hacer le robaran su preciado dinero que pronto sería del burlón de su mejor amigo, quien lo humillaría más de la cuenta. Pero, bueno. Eso significaba apuesta para todos sus amigos cercanos. Incluidas, Alex y Courtney.

 

    Al llegar, en medio de las canchas, estaban Court y Evan, burlándose de él a lo lejos. Seguramente se divertían a costa suya, pero no le importaba.

 

    Courtney tenía entre el antebrazo y el torso una pelota de basquetbol. Era una tradición de años jugar cada vez que se veían. Lawrence podía presumir ser bastante bueno en el basquetbol.

 

    — ¿Qué hay? — saludó en cuanto la distancia entre él y sus dos amigos se redujo a pocos centímetros.

 

    —Que pasa, perdedor— saludó Evan con una sonrisa alegre en la cara. Una sonrisa de alguien que iba a recibir quinientos billetes. Courney soltó una carcajada y lo saludó con un gesto de manos.

 

    Lawrence rió y bajó la mirada, y metiendo su mano en el bolsillo de su chaqueta sacó una bolsa de plástico llena de billetes pequeños, de no más de veinte dólares, y se la entregó a Evan. Quien con una sonrisa burlona tomó el dinero y fingió contarlo con una mueca de arrogancia total.

 

    —Jajajá, no me jodas, maricón ¿crees que te voy a estafar? —replicó Lawrence, sonriendo divertido.

 

    — ¿Maricón? ¿No te mordiste la lengua, cariño? — Dijo Courtney y, al ver la cara confundida de Lawrence, (pues Court no era de las que se ponía del lado Evan a cada rato) sonrió, tratando de explicarse­— Lo siento, Law. Evan me prometió la mitad del dinero si le ayudaba a joderte un buen rato.

 

    Lawrence soltó una sonora carcajada.

 

    —Solo “medianamente maricón” ¿De acuerdo?

 

    Y después de otra ronda de bromas y carcajadas, comenzaron un partido de basquetbol.

 

 

    Fue a mediados de agosto cuando inició un nuevo semestre en la universidad de música. Muchos estudiantes llegaban en sus lujosos automóviles, ellos al volante o con choferes privados. El aura de cada uno de los edificios era total superioridad. Los muchachos, al saber que contaban con los mejores profesores e instalaciones de la ciudad se sentían, obviamente, superiores; y muy capaces de gritarle a todo  el mundo su gran talento.

 

    Pues en aquella universidad solamente entraban los que tenían mucho talento, o mucho dinero… o ambos.

 

    Lawrence iba acompañado por Evan y Courtney. Courtney y Law eran de los pocos alumnos becados en la universidad. Court tenía un talento para la guitarra que no podía ser despreciado y Law había luchado con uñas y dientes para conseguir la beca completa, pues muchos habían cuestionado sus habilidades. Habían tomado el autobús para llegar a la escuela, y su aspecto contrastaba entre los miles de estudiantes adinerados que entraban por la puerta principal que conducía a los elegantes edificios azules que mostraban una arquitectura digna de una escuela tan prestigiosa.

 

    A los tres los habían etiquetado como una banda de hippies sin mucho que hacer allí, a pesar de que su estilo no tenía nada que ver con esa cultura urbana y Evan era igual de rico que el promedio, solo que ahora no tenía la necesidad de demostrarlo. Lawrence siempre vestía con pantalones ajustados, tenis y alguna playera simple, o con un estampado de cualquier cosa.

 

    Lawrence llevaba en su bolsillo del pantalón la boquilla que había olvidado Liam en su sórdida despedida de aquel hotel. No había podido olvidar aquello el resto de las vacaciones. Las últimas semanas se mantuvo analizando la situación con más seriedad. A él no le importaba mucho la sexualidad que tenían las personas, pues afortunadamente, había crecido en un ambiente en el que la comida de cada día importaba más que el sexo de la persona con la que despertabas en la mañana. Sin embargo, Liam jamás había mostrado ninguna actitud que demostrara su gusto por los hombres, y su actitud con todos en la universidad era de hetero total. Era insolente con las mujeres y ellas— como perfectas zorras, a opinión de Law— se dejaban llevar por sus “encantos masculinos”.

 

    Le parecía bastante peculiar.

 

    No le había dicho nada a nadie sobre aquella noche, pues no le dio importancia en su momento; y cuando quiso contarlo, le pareció que había pasado demasiado tiempo como para considerarlo necesario. No hubo más de ese tema en los últimos días de vacaciones en boca de Law, sin embargo se la pasó pensando de una manera que, a su parecer, era demasiado ridícula e innecesaria.

 

    Sí, eso era. No era necesario pensarlo más.

 

    — ¿Se sienten mentalmente preparados para soportar otro año la discriminación de “juniors”? —preguntó Court con una sonrisa sarcástica, observando con sus grandes ojos la majestuosa entrada. Muchas chicas que pasaban a su lado la veían de arriba abajo y hacían comentarios, en volumen suficiente para que ella las escuchara.

 

    —Hablen por ustedes pobretones, yo tengo dinero y soy una gran mierda— respondió Evan. Todos rieron— ¿Cuál es tu horario?

 

    Mientras Courney y Evan se ponían a observar y comparar sus horarios, Lawrence comenzó a buscar con la mirada a Liam para regresarle su estúpida boquilla. Aunque de repente le pareció buena idea conservarla, pues seguramente aquel niño rico ya había comprado otra. Pero sabía que no se sentiría a gusto a no ser que se deshiciera de esa porquería.

 

    Entonces, a lo lejos, reconoció el ridículo peinado en la cabeza de Liam—aunque la mitad de los estudiantes en aquella escuela llevaban—. Liam estaba con su grupo de amigos conversando y riendo, y cargaba cuidadosamente el estuche de su saxofón. Por alguna afortunada razón, el rostro de Liam volteó hacia donde estaba Lawrence y él le hizo una seña para que se acercara. Liam sonrió con burla e hizo un comentario a sus amigos, quienes voltearon a donde Law y sonrieron de igual manera.

 

    Ambos avanzaron hacia un extremo de la gran explanada que rodeaba la majestuosa entrada, la cual parecía una especie de imitación de edificio antiguo.

 

    —Lawrence, déjame decirte que aquello no significó nada para mi, así que no me acoses a partir de ahora— replicó Liam que, a pesar del tono sarcástico, bajó el volumen de su voz.

 

     —Oh, dios santo. Me rompiste el corazón— dijo Law con sarcasmo—. Como sea, no me apetece estar de sarcástico tan temprano, así que finge para tus estúpidos amigos que me molestas mientras yo te devuelvo esta mierda.

 

    Le extendió la boquilla negra, desviando la mirada al grupo amontonado de miradas estúpidas que lo observaban con una inmadura e hipócrita burla. Después volvió a ver a Liam, quien había tomado el artefacto mientras borraba aquella sonrisa idiota, reconociendo que había actuado como imbécil.

 

    —Ah… gracias, la estaba buscando— respondió un poco más avergonzado de lo que pensaba.

 

    —Sí. Por nada— dio la media vuelta, descubriendo a unos metros a Court y Evan quienes lo miraban esperando una simple explicación.

 

    Pensó que era el mejor momento para explicarles todo lo que había pasado. Después de todo sabía que alguna vez se los contaría, pues a esos dos nunca les ocultaba nada.

 

    — ¿¡Te acostaste con Liam!? —exclamó Courtney con los ojos más abiertos de lo normal. Evan también había hecho una expresión parecida, aunque en menor volumen y por ello, no se le escuchó.

 

    —Si— dijo Law, simplemente. Acababan de entrar en un salón vacío y estaban sentados en el escritorio del profesor— No te sorprendas tanto. No significó nada… estaba ebrio.

 

    —Cariño, creí que tenías mejores gustos. Incluso estando borracho— replicó Court, mientras se veía las uñas.

 

    —Créeme, Court. Yo creía lo mismo.

 

    —Aguarden, aguarden ¿Liam es marica? —preguntó Evan con un claro tono de escepticismo total. Se notaba que, de todas las personas que habitaban el jodido mundo, Liam sería el último del que sospecharía su orientación sexual.

 

    —No lo sé. Y a decir verdad no me importa… fue algo que no espero que vuelva a pasar— explicó Law.

 

    — ¿Y cómo estuvo? —preguntó Court, mientras se mordía las uñas y al ver la expresión de Lawrence, sonrió divertida— ¡Vamos! ¿Desde cuándo tan pudoroso?

 

    —Tú sabes que no es eso— respondió Law— Es que… ¡es Liam! El junior idiota de la clase que habla de tonterías con sus falsos amigos y es simplemente, un imbécil. No sé. Es raro hablar de eso.

 

    —Vamos, mariquita. Complace a Court y dile que tan bien se sintió cogerte al niño rico ese.

 

    —Vaya, Evan ¿Por qué la curiosidad? No me digas que ya te estás volteando.

 

    —Jajá ¡no me jodas!

 

    Y después de ese comentario empezaron una lucha de sonrientes empujones. Pero Law siguió sin responder la pregunta.

 

 

    Liam fue hacia su clase de contrapunto, que era justo después de sus clases privadas de instrumento de orquesta. No encontraba el estúpido salón 122. Jamás había estado en esa parte de la universidad, la cual le parecía innecesariamente grande, pues no se utilizaban, por lo menos, un tercio de los salones. Maldijo en su mente. No podía llegar tarde a su materia favorita.

 

    Cruzó un pasillo enorme, lleno de salones vacíos y encontró, para su alivio, el salón 115. Tan solo faltaba poco para llegar a su ansiado destino. Y cuando estuvo a punto de entrar al bendito salón 122, se detuvo justo en la entrada. Alguien estaba tocando el piano en el aula de al lado. Reconoció la melodía; era una sonata de Beethoven, que en ese preciso instante, no recordaba cuál número. Jamás le había interesado aprender a tocar piano, pues le parecía aburrido; pero el sujeto que tocaba lo estaba haciendo bastante bien, por el criterio que tenía, al menos. Era muy sutil y muy íntimo. La curiosidad pudo más y abrió la puerta que colgaba el número 121.

 

    Se quedó inmóvil unos segundos. Era Lawrence. Lo reconoció por sus extrañas rastas. Estaba de espaldas a él, sentado en el taburete con la espalda recta y los brazos relajados. Tocaba con una rapidez sensacional y movía su cuerpo al compás de la emoción que le proporcionaba el piano.

 

    Liam se apoyó en el marco de la puerta y observó fascinado la entrega y el talento que tenía Lawrence para tocar el piano. Jamás le había inquietado tanto una melodía de piano, pues no había escuchado ninguna en vivo y tan cercano. Por el simple hecho de que no le interesaba en lo más mínimo.

 

    Pero en esa ocasión, incluso imaginaba en su mente estelas de luces de colores, como fuegos artificiales que bailaban al ritmo de aquella sonata.

 

    Entonces, con un final refinado y majestuoso, Law terminó la melodía y se puso de pie, tomando la partitura y cerrando con un cuidado casi cariñoso la tapa del piano. Liam pensó en huir, pero cuando menos lo pensó Lawrence ya se había dado la vuelta y lo miraba seriamente.

 

    — ¿Qué? — preguntó Lawrence con brusquedad quedándose inmóvil, mientras esperaba una explicación del sujeto frente a él.

 

    —Nada, yo…— dijo Liam, señalando fuera del salón, en un patético intento de explicarse. Lawrence sonrió ante la expresión de Liam.

 

    —No tengo tiempo para escuchar tus balbuceos, debo ir a contrapunto— dijo sonriente, ladeando su cuerpo para pasar por la puerta de entrada.

 

    —Pues pierdes tu tiempo. Ya es tarde, y el profesor Grant no nos dejara entrar.

 

Lawrence ignoró por completo a su compañero y ambos se dirigieron al salón 122. Law dio tres golpecitos a la puerta y el profesor Grant, un señor de la tercera edad, de cabello blanco y mirada severa, les abrió la puerta y los miró con desaprobación. Los alumnos de contrapunto intercambiaban miradas, preguntándose el por qué llegaban juntos los dos alumnos mas antagónicos de la clase.

 

    — ¿Por qué llegaron tan tarde a mi clase? — preguntó el profesor con su lentitud característica.

 

    —Lo siento, señor. Yo…— dijo Liam, comenzando a decir la primera mala excusa que atravesó su mente, sin embargo Lawrence lo interrumpió.

 

    —Nos llamaron en la dirección, para recoger unos papeles— dijo sin dudarlo ni un segundo. Liam se sorprendió de la rapidez con la que había inventado aquel cuento y agradeció en su mente el hecho de haber inventado una excusa para ambos.

 

    El profesor Grant posó su severa mirada en Liam, esperando a que éste delatara cualquier tipo de versión que Law hubiera pasado por alto, y al ver que no decía nada asintió con la cabeza y les hizo pasar con una advertencia.

 

    El resto del día pasó con la aburrida normalidad de siempre. Incluso, Law podía presumir que había sido un poco más tedioso, pues como era inicio de semestre, los profesores, en vez de aplicar clases prácticas, escribían en el pizarrón o dictaban los temas que se verían a partir de ese momento. Después, una hora antes de que su tan ansiada hora de descanso comenzara, los pasaron al auditorio para que los novatos recibieran la bienvenida de los directores y demás cosas que a Lawrence le parecieron pomposas, aburridas y sumamente innecesarias.

 

    Law respiró con alivio al escuchar la campana que indicaba el inicio de su primer descanso. Solamente Courtney tenía la misma hora libre. Evan en esos momentos estaría en una clase de solfeo avanzado. Él y Courtney se reunieron en la cafetería para tomar el almuerzo. Ella le contaba con emoción su primera clase de instrumento individual y que el profesor que le había tocado era muy bueno y agradable.

 

    Lawrence la escuchaba atentamente mientras daba grandes mordidas a su hamburguesa doble.

 

     Court tocaba la viola y la guitarra con una habilidad poco común. Todos en la universidad se asombraban de sus melodías tan pesadas en la guitarra eléctrica. A Lawrence le encantaba la música que tocaba, pues además de aprenderse las mejores canciones de rock clásico, componía con una electricidad impresionante.

 

    —Además, en la clase de armonía no me tocó con ningún idiota del grupo de Liam ¡Tengo mucha suerte! — exclamó Court, bastante emocionada.  Comenzó a dar mordidas a su emparedado, indicando que había terminado su discurso. Aunque después se acordó y hablo con la boca llena— Por cierto ¿te ha tocado alguna clase con ellos?

 

    Lawrence rodó los ojos con fastidio y tragó el gran pedazo de comida que tenía en su boca.

 

    —Casi todas.

 

Courtney observaba la entrada de la cafetería, que en esos momentos era atravesada por un grupo de jóvenes caminando hacia ellos. El mismo grupo de idiotas de los que hablaban hace solo unos segundos.

 

    Entre ellos estaba Liam, Daniel— un muchacho de piel blanca, ojos azules y cabello sumamente rubio. Mejor amigo de Liam— y otros chicos que, a opinión de Lawrence, no era necesario mencionar pues eran tan solo pobres imbéciles sin mentalidad propia.

 

    —Mierda, no me apetece aguantarlos hoy…— susurró Lawrence. Courtney sonrió burlona. Insultos en la cafetería era una costumbre de todos los días.

 

    El grupo de chicos que se aproximaban, irradiaban auras de superioridad en todas sus formas. Todos sonreían y hablaban entre ellos como si fuesen una especie de gran celebridad. Lawrence entendía su ego tan enorme. Todos saben que los músicos son presuntuosos de naturaleza pero ellos, aparte de tocar de maravilla algún instrumento, también formaban parte de familias que les heredarían una gran fortuna por cualquier razón. Unos tenían más dinero que otros pero, al fin y al cabo, todos tenían mucho.

 

    Law y Court conocían la rutina de, por lo menos, dos días a la semana. Aquel odioso grupo les diría algo ofensivo, luego ellos se defenderían, después comenzarían insultos más provocativos, y al final llegaría algún prefecto o profesor a frenar aquel comportamiento. Se formaría también una especie de tumulto donde los demás alumnos se pondrían en la dirección del grupo al que estarían apoyando—la mayoría, obviamente, apoyaba a Liam y sus amigos— y los de mayor sentido común o mente independiente, apoyarían a Lawrence y a Courtney.

 

    Liam iba al lado de una chica llamada Sandra. Ella era algo así como el juguete de todos los chicos de la universidad. Muchos la consideraban una completa zorra, sin embargo casi nadie se lo decía directamente. Sandra había estado enamorada de Liam desde que se conocieron hace un montón de años.

 

    —Hola, Lawrence ¿cómo te fue en tus vacaciones? — preguntó Daniel en cuanto se hubieron acercado. Se sentó al lado de Courtney y la tomó por la cintura, cosa que Court recibió con una cara de asco.

 

    Lawrence lo ignoró por completo, aunque sabía que con eso no se libraría de él.  Todos los demás idiotas solo observaban lo que hacía Daniel. Incluso Liam, quien el semestre pasado lo molestaba sin parar, ahora parecía incomodo. Aquello le dio más confianza a Law. Parecía que, después de todo, Liam no había olvidado lo que había pasado entre ellos en las vacaciones.

 

    —Linda— agregó Daniel, dirigiéndose a Court—, parece que tu amigo se volvió mudo ¿puedes decirle que hable, por favor?

 

     Courney le respondió con una sonrisa burlona y se alejó unos centímetros de él, como si su simple presencia le repugnara.

 

    —Que te den, Daniel— le respondió con indiferencia, mirando fijamente su emparedado mientras le daba una mordida.

 

    —Cielos con ustedes… Siempre con su inútil orgullo…— replicó Daniel, mirando a sus amigos, esperando que se rieran de su tonto comentario como si fuera lo más chistoso que hubieran escuchado en su vida. Liam se removió en su lugar y miró a Lawrence con incomodidad.

 

    —Daniel, hoy no. No estoy de humor— dijo Liam con toda la arrogancia que fue capaz. Law sonrió burlón, cosa que no pasó desapercibida por Daniel.

 

    — ¿Qué es tan gracioso, Pullman? —preguntó llamando a Lawrence por su apellido. Law miró a Daniel directo a los ojos. Esa mirada de pocos amigos que intimidaba a cualquiera. Como siempre, recurriría al sarcasmo.

 

    —Oh nada. Lo siento Daniel. Es solo que… ese comentario de Liam sonó como una frase tan sexual que me dio gracia.

 

    Lawrence y Courtney rieron. Ambos sabían exactamente lo que sacaba de la jugada a los niños ricos. Un simple insulto que agrediera hasta el último sentido de su recta “moralidad”. A Liam aquello no le había molestado demasiado pero, como siempre, a Daniel sí; pues se levantó de donde estaba y fulminó a ambos con la mirada.

 

    —No me vuelvas a llamar maricón, imbécil. Te lo advierto.

 

    —Pero que idiota, a ti no te dije maricón, fue a Liam. — explicó Lawrence levantándose de su silla con toda tranquilidad. —A ti te dije esclavo sexual— Quedó frente a Daniel y éste le dio un fuerte empujón. Courney se puso frente a Lawrence, para evitar una pelea.

 

    — Puedes defenderte sin golpes ¿o no? —preguntó Courtney secamente. Sandra la imitó y se colocó al lado de Daniel, con pose de modelo y mirada enfadada.

 

    —Aléjate, perdedora. Déjalos que peleen ¿O acaso Lawrence necesita una puta que lo defienda?

 

    Courtney soltó una carcajada acercándose a Sandra lentamente.

 

    —Me sorprende que seas tú quien lo dice, siendo la zorra de todo ser que tenga testículos en esta universidad. Por lo menos yo, siendo puta, puedo cobrarles caro por mis servicios, pero tu das tu cuerpo gratuitamente ¡qué horror!

 

    Muchos estudiantes— que ya se habían acercado, curiosos de lo que pasaba— rieron ante el comentario de Court. Sandra arrugó la frente del puro enfado y se acercó a Courtney dispuesta a darle una bofetada. Pero al levantar el brazo Liam la detuvo, suavemente. Se hizo un silencio casi total, pues todo el mundo se había sorprendido demasiado como para decir una palabra.

 

    Lawrence se acercó a Courtney y la apartó ligeramente, volviendo a encarar a Daniel.

 

    — ¿Algo más? —preguntó con voz fría.

 

    Daniel lo fulminó con la mirada y se apartó con todo su grupo siguiéndole. Liam y Lawrence intercambiaron una rápida mirada, antes de que el primero le diera la espalda y se alejara acompañado de Sandra.

   

 

    Liam llegó a su casa comprobando una terrible noticia que lo asediaba desde hacía varias semanas. Su madre estaba sentada en el sillón más grande de la sala junto con su padrastro. Ambos leían un libro juntos y la mujer, al ver llegar a su hijo, sonrió radiantemente dando a entender a Liam todo lo que hasta ese momento había sido solo motivo de suspenso.

 

    — ¡Liam! —exclamó su madre como si el haberlo esperado todo ese tiempo hubiera sido solo mera espontaneidad.

 

    El joven se sentó en el sillón marrón que estaba frente al más grande, como hacía casi todos los días al llegar a casa, y se dispuso a escuchar a la emocionada de su madre.

    — ¿Qué pasa? —preguntó solamente para que ella comenzara a hablar y no siguiera con aquella sonrisa que a muchos les hubiera parecido simplemente encantadora y no terrorífica como suponía Liam.

 

    — ¡Comenzaré los preparativos de tu fiesta!

 

    Y así había terminado la mala noticia de Liam. Cerró los ojos un momento apoyándose en el respaldo y dio un gran suspiro tratando de no arruinar aquel motivo de felicidad de su tierna madre.    

 

    Como fuere, por lo menos ahora tenía una idea de con quién tocaría Danza Húngara, la melodía favorita de su progenitora. Eso estaba fuera de discusión, y además, tendría un motivo para hablar con el… porque, aunque ni el mismo lo creyera, quería hacerlo: Lawrence Pullman.

 

 

    — ¡Mierda! Y me lo perdí, jodido solfeo— replicó Evan sonriendo de oreja a oreja.

 

    El primer día de clases había acabado, con todo lo que conllevaba. Law, Courtney y Evan se dirigían a la estación del subterráneo para tomar el tren que los llevaría al norte de Queens, cerca de donde vivían los dos primeros. Acababan de salir de la universidad y, como siempre, se habían contado mutuamente lo que había acontecido en el día. Pero lo que había contado Evan era aburrido comparado con lo que le dijo Courtney.

 

    —Ahora es gracioso, pero entonces quería golpearle su anoréxica cara a esa tonta…— dijo Court, conteniendo su enojo.

 

    —Pero que extraña la reacción de Liam ¿no? — dijo Lawrence pensativo.

 

    —A lo mejor ya se enamoró de ti, Law— replicó Evan con falsa seriedad.

 

    —No me jodas…

 

    —Es una posibilidad real, después de todo ya te lo tiraste una vez.

 

    Lawrence no le dejó decir nada mas a su torpe amigo, dándole un gran golpe en la nuca.

 

    — ¡Ay! ¡No me jodas!

 

    —Tú no me jodas…

 

    —Ya cierren la boca con lo del “no me jodas” ¿Qué no se saben decir otra frase?

 

 

 

        Se verían a las siete de la noche en el centro comunitario para jugar una partida de basquetbol, después de terminar todo lo que tenían que hacer. Lawrence tenía un trabajo en una papelería que atendían unos amigos de su madre. Law, antes de conocer a aquella pareja, pensaba que las buenas personas no existían en realidad. Pero ellos eran la descripción perfecta. Aparte, para ganar dinero extra, algunos fines de semana, cuidaba a sus hijos; cuando a ellos se les ocurría hacer algo como pareja.

 

    A las ocho llegó a jugar basquetbol. Courtney y Evan jugaban una partida rápida el uno contra el otro, cuando él llegó. Solo alcanzo a ver como Court anotaba el último pase y se declaraba como ganadora.

 

    — ¡Já! ¡Perdedor!— dijo ella, dando saltos alrededor de Evan, para humillarlo lo más que podía. Evan la miraba sarcástico, mientras fingía una carcajada.

 

    Y, como era su rutina, jugaron hasta que sus cuerpos no pudieron más. Se acostaron en el pavimento y miraron las pocas estrellas que se podían distinguir en una ciudad tan contaminada como aquella. Y cuando consideraron que la noche ya no era segura para seguir allí, Evan y Courtney se despidieron de Lawrence, yendo ambos hacia la misma dirección. Evan siempre acompañaba a Courtney a su casa, para después coger un taxi que lo llevara a los suburbios en donde vivía.

 

    Lawrence abrió la puerta de su departamento encontrándose a su hermana Alex mirando series policiacas por televisión. Cuando entró, ella volteó su mirada hacia él y le saludo con una amplia sonrisa.

 

    — ¡Hola! No te vi en todo el día.

 

    —Sí, tuve que ir temprano a la papelería— dijo Law, caminando hacia la cocina: un pequeño cuarto separado de la sala por un marco que no tenía puerta. Sacó del refrigerador una botella de agua y se sentó al lado de su hermana.

 

    — ¿Cómo te fue en la universidad? — preguntó, ansiosa por escuchar los detalles.

 

   Lawrence asintió y respondió con un simple <Bien>. Y Alexandra, decepcionada, arrugo el seño y puso una cara chistosa, pero no lo presionó por detalles.

 

    —Como sea, señor misterioso. Quiero decirte que te tengo un regalo.

 

    Alex captó la completa atención de su hermano con esas palabras.

 

    — ¿En serio? ¿Qué? — preguntó con curiosidad.

 

    —Bueeeno… te he hecho una cuenta en el banco. Y puse tu primer deposito— respondió ella, sacando del bolsillo de su pantalón una tarjeta de color rojo—. Tú siempre decías que querías ahorrar para un piano ¿no? Pues es tu primer paso.

 

    Law tomó la tarjeta y con una sonrisa amplia, abrazó a su hermana.

 

    —Es para tu piano, cabronazo. No lo vayas a gastar en otra cosa— replicó Alex, acomodándose para continuar viendo sus series policiacas.

 

    Para su piano… su propio piano.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Es todo. Espero les haya gustado y tanto si si como si no, dejenme comentarios, porfas.

AHHH se me olvidaba. En el capitulo mencioné a Martin Johnson. Y si googlean ese nombre les salen varios Martin Johnson. Pues al que me refiero es al vocalista de la banda Boys Like Girls, aquí una imágen del peinado que menciono:

http://www.google.com.mx/imgres?q=martin+johnson&um=1&hl=es&sa=N&biw=1097&bih=628&tbm=isch&tbnid=HacPpJj737dUTM:&imgrefurl=http://www.fotolog.com/painting_colors/32600031/&docid=uVs0NjH1dZjIAM&imgurl=http://spe.fotolog.com/photo/30/31/54/painting_colors/1194538607_f.jpg&w=309&h=500&ei=UYAcUKeeMsaC2wWc_YHoBg&zoom=1&iact=hc&vpx=507&vpy=215&dur=78&hovh=286&hovw=176&tx=69&ty=178&sig=101437030384943688213&page=1&tbnh=124&tbnw=90&start=0&ndsp=18&ved=1t:429,r:8,s:0,i:148

Uy que largo...

Bueno, como es el primer cap no es excesivamente interesante, pero se pondrá mejor! Se los prometo.

Besos y gracias por leer.


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