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Un final feliz por lillian_fate

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Notas del fanfic:

Espero que les guste hace poco leí un libro donde el bebé narraba todas las peripecias que sentía dentro de su mami cuando sus papás se estaban haciendo pareja y todo eso. Y me gustó mucho que quise aplicarla en esta pareja que amo, pero claro solo tome la idea lo demás es totalmente mío :)

Claro omitiendo a los personajes que son todos de Maki Murakami.

Notas del capitulo:

Les dejo leer :3

No soy muy bna con los lemons han de disculpar xD

¡Hola a todos! Se preguntaran quien soy yo, ¿No? Ya sé que nadie allá fuera ha mencionado siquiera que existo, de hecho creo que aun ni saben que estoy aquí jeje, por eso decidí que mejor me presentare yo solito, bueno eso de presentarme no es tan así ufff soy fulano de tal, vivo en tal lado y me dedico a tal cosa, ¡con decirles que no tengo ni nombre! pero mis actuales actividades son limitadas y llevo mucho tiempo aquí, por lo cual estoy aburriéndome de lo lindo y será entretenido hablar con todos ustedes *sonríe*. Bueno ¿Quien no lo pensaría si no pudiese moverse o hacer algo de provecho más que crecer poco a poco y tan lento que?… bueno ya estoy divagando.

 

Les contare un poco sobre mi origen ya que al parecer ni siquiera de eso sabrán. Fui producto de un acto sexual, daaa como todos ustedes, mi papi conoció a mi mami… Bueno mi otro papi y se gustaron tanto que no dudaron en acostarse ese mismo día, víctimas de tal ansiedad y ahm ¿Cuál es la palabra que busco? ¿Excitación? ¡Si esa! Pues digamos que no tomaron ninguna medida preventiva y ¡voila! Me dieron vida a mí, ¡¿No es lo máximo?!

 

Lo malo es que mi papi le tiene miedo al compromiso y al día siguiente de mi concepción mi mami (llamémosle así para evitar confusiones) amaneció solo en su habitación, sin siquiera saber dónde localizar a mi papi. Cosa que claro que intento pero sin logro alguno.

 

¿Los estoy mareando con tanta información? Lo siento es que mi cabeza está llena de ideas y conocimientos que es enjaquecante estar aquí sin poder compartir mis pensamientos con el exterior, ¿Quién iba a decir que un feto de cuatro semanas sabe más que un anciano de 90 años? Bueno esa es la ley de la vida, en cuanto tenga edad suficiente para pronunciar mis primeras palabras ¡Puff! Todo se irá, seré solo un pequeñajo que dependerá de su mami hasta para limpiarse las pompis.

 

Pobre de mami yo sé que ama a papi *suspiro* pero bueno, esto no puede terminar tan mal, tengo la seguridad que tendremos un final feliz, mami, papi y yo, ahhh y ese perro que sin él pues, yo no estaría aquí…

 

 

Era un día caluroso de verano en Atami, Japón, Shuichi Shindou, recién titulado diseñador de interiores leía hambrientamente un libro que lo había atrapado desde sus primeras páginas.

 

Era increíble como Yuki Eiri podía atraparte de tal manera en sus historias, el esperar a que el amor verdadero toque a tu puerta con fervor, como sus protagonistas femeninos, o el cómo los masculinos hacían de todo para que al final el amor que le tenían a sus mujeres saliera triunfante, te hacia esperar a que la vida te obsequiara por fin, esa persona especial por el que darías hasta la vida.

 

A sus 23 años no había conocido aun el amor verdadero, y se complicó aún más cuando descubrió sus preferencias bisexuales, si de por si era difícil teniendo solo a las mujeres como posibles candidatas, sumemos a ello a los hombres, cualquier persona en el mundo podía ser el indicado, lo malo es que después de tanto intento se estaba cansado ya de buscar a su pareja ideal. Había creído inocentemente que Ren, su actual ex era el indicado pero, su relajada actitud y bohemio estilo de vida le dejo bien en claro que lo suyo no era el compromiso, bueno eso y que el día de la boda no hubo ni rastro de él en la iglesia. Lo que le dejo el corazón roto.

 

  Tenía que agradecerle a su querido amigo Hiro la recomendación, Atami era tan fresca y llena de vida que poco a poco estaba olvidando ese mal trago y viendo el futuro con un poco más de luz. ¡Vaya! Realmente se había picado, estaba oscureciendo y cuando llego a la playa estaba el sol a todo lo que daba, con paz y armonía comenzó a recoger su pequeño camping, la brisa del mar era deliciosa, en Tokio no podía disfrutar de esa clase de cosas, o tomar el sol tan tranquilamente como en la hermosa Atami. Estaba a punto de ponerse de pie cuando…

 

— ¡Chiko! ¡No corras de esa manera perro estúpido!—. Se escuchó no muy lejos de donde estaba el joven diseñador—. ¡Ven acá baka! ¡Cuidado!— Un enorme y peludo Golden Retriever le sonreía al momento en que con una rapidez que nunca había visto se lanzaba contra él y le lamió con energía y felicidad instantánea el rostro.

 

— Jajaja Amigo, no puedo respirar, jajajaja, bonito yaaaaa…— Pedía entre risas Shuichi—. Jajajajajajajajaja

 

— ¡Chiko!— El dueño del perro se acercó y tomó la correa—. No sabes cómo lo siento es un perro muy amigable y efusivo, al parecer se enamoró de ti a primera vista.

 

Shuichi dirigió su mirada hacia el desconocido y lo que vio lo dejo impactado, sus ojos eran como dos joyas de color ambarino brillante, tan poco comunes en Asia como los suyos, la piel blanca se notaba ligeramente tostada por los días pasados bajo el sol y el cabello castaño (Sé que Yuki es rubio pero ya explicare esto) brillaba reluciente y ese abdomen, bien trabajado aunque no exagerado, era para comérselo.

 

— Aunque no lo culpo—. Argumento el castaño, si la reacción del diseñador fue exagerada, la del rubio le ganaba con honores, el extraño color rosado de sus cabellos era la combinación perfecta para el par de amatistas que tenía por ojos ese ángel. Su piel incitaba a ser recorrida con las yemas de sus dedos y su cuerpo era pequeño y delicado.

 

— No hay… No hay problema—, dijo el peli rosa—. Es un perro hermoso.

 

— Ohh pero que tonto soy, déjame te ayudo a parar—. Dijo tomando su mano y jalándolo un poco, ¡Era demasiado liviano! Y su mano suave y tersa—. ¿Te encuentras bien?

 

— Si… Ahm en serio no hay ningún problema.

 

— Lo siento de verdad…

 

— Shuichi… Me llamo Shuichi Shindou.

 

— Bueno, pues es un placer Shuichi, yo soy Eiri Uesegui. Y él como ya sabrás es Chiko.

 

— Un placer—. Respondió sacudiendo la tierra de sus shorts—. Que hermoso eres Chiko. Y que buen perro, si eres un buen perro—. Alago mientras agasajaba al animal con caricias.

 

— Que te parece si nos dejas invitarte un café, nos sentimos muy avergonzados contigo.

 

  — ¡Oh! En serio no pasa nada, no es necesario.

 

— Insisto Shuichi, solo un café. Conozco uno cerca de aquí al aire libre donde Chiko tiene un par de amigos, y hacen las mejores tartas de fresa que hayas podido probar en tu vida—. Esa sonrisa era capaz de derretir hasta el más grueso de los témpanos, aunque no parecía totalmente sincera… Imaginaciones suyas pensó el pelirosa.

 

  — Bueno, solo porque amo la tarta de fresas.

 

 

—.—.—.—.—.—.—.—.—

 

 

  El -solo un café- se convirtió en dos tazas de capuchino especialidad de “many’s”, varios trozos de tarta de fresa y un par de botellas de vino tinto, pero es que la conversación ¡Era simplemente magnifica! Ningún silencio incomodo, ningún comentario erróneo, en dos horas sabían tantas cosas el uno del otro que nadie pensaría que se conocían desde hacía tan poco.

 

— No puedo creer que hayas estudiado en Paris y nunca nos hayamos visto antes. Viví ahí por años ¡Y en la misma universidad!-. Dijo Eiri, Paris fue su hogar por diez años, cuando sus padres se separaron cuando tenía quince él se mudó con su madre a Europa y su hermana y hermano se quedaron en Kioto con su padre.

 

  — Bueno tenía teñido el cabeño—. Dijo un sonrojado peli rosa, el vino está comenzando a ponerlo muuuuy sueltito.

 

— Pero esos ojos no podría haberlos olvidado nunca—. Respondió tomando su mano.

 

— ¡Wouuu! Que tarde es…— Exaltado por la acción Shuichi removió su mano y vio el reloj—, ¡Son casi las diez de la noche!, pero que rápido pasa el tiempo.

 

— Si, el tiempo vuela cuando te diviertes.

 

  — Tengo que irme, no conozco mucho por aquí y no quisiera perderme siendo tan tarde.

 

  — No te preocupes yo te acompaño.

 

Aunque un poco tambaleantes y riendo a carcajadas por sus mutuos comentarios recorrieron con éxito el pintoresco camino hacia el bungaló que había rentado Shindou.

 

No sabían en que momento el castaño había rodeado sus hombros y empezaron a caminar abrazados por la calle mientras con la otra mano sostenía fuertemente la correa del Golden.

 

— Hemos llegado…

 

— Un lugar muy bonito…

 

— Lo sé, y pago casi nada por él, además de que como no es temporada alta no hay mucha gente y puedo descansar, que era lo que quería y…— ¿Por qué no podía dejar de ver esos seductores labios?

 

— Si bueno... Ahm…

 

  — Creo que tengo que meterme ya porque quiero tomar un baño y meterme a la cama, al parecer nos excedimos un poco con el vino y no estoy nada acostumbrado a beber tanto y mi cabeza está dando vueltas, mírate, a ti en cambio no te hizo ni pio—. Era imaginación suya o estaba hablando demasiado, producto de su emborrachamiento no coordinaba muy bien sus oraciones—. Pero jejejeje de nuevo estoy diciendo cosas que no sé de donde salen—. Solo conocía una manera de hacerle callar, y planeaba ponerla en acción—. Espero que…— La cantarina voz dejo de resonar en la silenciosa playa mientras esos labios que tanto le atraían devoraban con ferocidad los suyos.

 

Jamás lo habían besado de tal manera, ni siquiera su ex prometido y ¡Por Dios! Qué bien se sentía, su lengua húmeda y hambrienta se coló dentro de su boca y comenzó a incitar a la suya para que siguiera el paso que marcaba, lenta y sensualmente excitándolos a los dos.

 

— Tienes *Jadeo* dos opciones *Jadeo* Shuichi, tomar ese baño, o invitarme a entrar y que esto continúe…

 

 

—.—.—.—.—.—.—.—.—

 

 

Era una locura, pero una locura hermosa. Pensó Shiichi mientras dejaba que la boca del Eiri devorara la suya, enredó los brazos alrededor de su cuello y le devolvió cada uno de sus besos con la misma intensidad, apretándose fuerte contra su tonificado cuerpo, suave y cálido. Con cada beso una tensión abrazadora le dominaba cada vez más y más su virilidad. Se necesitaban con una urgencia que sentía su cuerpo arder en llamas. Eiri con cada beso hacía que deseara más al peli rosa.

 

 Con un gemido, lo tomó en brazos y Shuichi enredó las piernas en la cintura del castaño. Eiri no quería ninguna barrera entre ellos. Lo deseaba gimiendo de placer debajo de su cuerpo. Le deslizó la playera por los hombros y tomo un pezón entre sus dientes dando suaves mordidas, lamiendo con ansia. Shuichi lanzó un gruñido de excitación y Eiri lo bajo de nuevo al suelo.

           

— ¿Cuál es la habitación?—. Dijo mientras se quitaba la camisa.

           

— E—esta… Esta arriba—. Eiri tomo su mano y lo llevó hasta el segundo piso donde después el peli rosa le indico cual era el cuarto en el que dormía y cerró la puerta tras de sí.

 

Y siguieron más besos, cada vez más profundos y fieros, se iban desabrochando mutuamente los pantalones con dedos temblorosos producto de la excitación, estaban ansiosos por sentirse cuerpo a cuerpo sin ninguna barrera entre ellos. Shuichi empezó a acariciar el miembro del castaño a través de los boxers, ganado como respuesta puros gemidos roncos por parte del mayor. El deseo amenazaba con hacerle perder el control. Era increíble, nunca nadie lo había exitado tan fácilmente. Shuichi le quito la oscura prenda y los aventó al suelo liberando la prominente excitación para después hacer lo mismo con los suyos.

 

— Eiri.

 

— Te deseo… No sabes cuánto te deseo—. El castaño le hizo caer en la cama y le puso a gatas, con una de sus manos comenzó a masajear la entrada del menor—. Eres precioso Shu…

 

— Hazlo de una vez… Ahhh…. Ahhh… Por favor.

 

— Espera un poco, no quiero hacerte daño—. Eire le beso la espalda—. Eres delicioso….

 

— Ahhh por favor—. Era una tortura sentir esos largos dedos tocándolo tan íntimamente, quería tenerlo dentro, sentirlo completo llenando su cuerpo…— Yaaa… Quiero tenerte dentro.

 

Ambos tenían el corazón acelerado y respiraban con dificultad. Con un gemido, Eiri empezó entonces a acariciarle entre los muslos, llegando hasta su miembro. Shuichi estaba a punto de correrse en sus manos, pero tenía que resistir, quería sentir su miebro caliente dentro de él.

 

— Ahhhh, ahhh ya… Por… Ahhhhhhhh… ¡Por favor!

 

— Siiiii…— Siseo Eiri al tener de rodillas a ese ángel frente a él, estaba empezando a perder el control y con inmenso cuidado, con suavidad, entró en él, se preocupó un poco al escuchar el grito que profirió el peli rosa—. ¿Shu, te he hecho daño? —preguntó recibiendo como respuesta que el pequeño comenzara a comerse seductoramente incitándolo a acompañarlo con sus embestidas, Eiri olvidó su la pregunta y lo embistió, moviéndose dentro de él.

 

Ambos se movían con el mismo ritmo y era ¡uff!… Simplemente sorpréndete, inolvidable. , Eiri embestía a un ritmo descomunal con ambas manos en el suave trasero de Shuichi y con cada movimiento se sentían más cerca de la culmine de su deseo.

 

Eiri seguía moviéndose cada vez más deprisa y de repente en el ambiente rodeado del sonido de sus gemidos resonó un grito lleno de placer seguido por un gruñido y un grito aún más fuerte que el anterior, estaban temblando. Con cuidado salió de él y se hecho a su lado atrayéndolo para tenerlo entre sus brazos y le beso la cien.

 

Estaban sudorosos y agotados, pero él seguía besándole la cara y el cuello.

 

—Eso… fue totalmente… increíble

 

— Jamás… Ahh… Jamás, había sentido esto antes.

 

— Yo tampoco, me has dejado exhausto pequeño Shu…— Dijo adormilado Eiri.

 

— Dímelo a mí… no siento las piernas—. Eiri beso su frente, el sueño se apoderaba de su cuerpo, estaba cansado, pero feliz, pocos minutos después y algunas caricias suaves más, se quedó dormido en los poderos y fuertes brazos de Eiri.

 

 

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Los rayos de sol se colaban entre las persianas de su habitación obligándole a abrir los ojos, con cuidado y parpadeando continuamente. Los recuerdos de la noche anterior invadieron su mente, los besos, las caricias, habían hecho el amor varias veces esa noche, con una sonrisa tanteo el otro lado de la cama buscando el cálido cuerpo del castaño…

 

Nada…

 

No había nadie a su lado, se sentó y vio su alrededor en el suelo solo estaban sus pantalones, no los de él. Con un poco de temor salió a la sala esperando encontrarse con Chiko al que habían dejado dormido en uno de los sillones, pero el can tampoco estaba ni el resto de las prendas de Eiri, lo habían dejado de nuevo pero esta vez le dolió mil veces más que la vez anterior…

 

Notas finales:

Nos vemos en el siguiente episodio

espero que sigan esta historia y que me regalen un comentario, 

diganme que les gusto, que no, que kito que pongo, tengo el esqueleto de toda la historia pero puedo cambiarle si tienen cualquier sugerencia :3

un beso 

nos leemos pronto!


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