Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El pecado de san Elliot por Arlette

[Reviews - 70]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Estoy subiendo la misma historia con el nick "Arlette13" en Slasheaven.

Ay, estoy muy nerviosa >.< Es la primera historia original que escribo, y que además publico. La empecé a escribir el verano pasado, pero debido al año loco, tortuoso y sin tiempo que he tenido...La he tenido abandonadita. Pero ahora que me encuentro con tiempo, inspirada y con ganas, pienso terminarla.

La historia de la historia, valga la redundancia, fue la siguiente: La empecé. Vi Se7en. La continué. Estoy leyéndome la Divina comedia. Y continuo escribiendo. A saber qué me depara el futuro.

No me enrollo más. Ay, ¡nervios!

Notas del capitulo:

Vamos allá: primer capítulo. Básicamente es exponer la situación, el ambiente, el carácter de nuestro, espero, querido Elliot...Y esas cosas. Sin más, a leer :3

El brutal inicio de Raining blood destrozaba sus oídos con violencia, y eso le encantaba, produciéndole lo más parecido a un orgasmo que podía sentir en esos momentos. Casi de forma inconsciente empezó a mover los dedos tocando los trasters imaginarios de una guitarra, justo como haría Kerry  King en el solo. A punto de alcanzar el éxtasis, una mano robusta le hizo abrir los ojos, devolviéndole a la cruda, y desagradable, realidad.
Ahí estaba, frente al director de lo que pretendía ser un “ejemplar y  maravilloso internado religioso”, que, desde su punto de vista no era más que una cárcel con curas pederastas y niños mimados, en la cual, gracias a sus queridísimos padres, iba a pasar sus dulces diecisiete (y casi dieciocho) años. Molesto, se quitó los cascos y con el desafío en sus verdes ojos, miró al director, un hombre de unos 50 años, bajito, gordo, mal afeitado, que pretendía hacerse llamar “Padre Anthony”, aunque a Elliot le pegaba más salchicha Frankfurt.

— Encantado de conocerte Elliot —saludó el sacerdote con falsa amabilidad— Nos alegra mucho poder contar contigo este nuevo curso, y espero que tú opines lo mismo…

— ¿Sinceramente? —Aquel viejo apestoso le había molestado nada más entrar al despacho, solo por su cara, pero al abrir la boca, la había cagado definitivamente —Me apetece una puta mierda quedarme aquí, pero es lo que toca.

— ¡Elliot! ¡Cuida tus modales,  jovencito! —La señora Thompson agarró a su hijo por detrás, al tiempo que se disculpaba con el director y miraba furiosa a su marido — ¿¡Es que no vas a decirle nada, Michael!? ¡Es tu hijo!

En la otra silla, casi pasando desapercibido, estaba Michael Thompson, importante abogado y marido a punto de un ataque de nervios, aunque su sereno rostro no lo demostrara — ¿Qué quieres que le diga? Para eso le hemos metido aquí, para que “el Señor guie sus pasos por el camino de la luz” — respondió irónico.

—Igualmente…—esto lo empezó a decir más bajito, intentando que el director no les oyera —Debemos tratar de demostrar un poco de educación, si no echarán a Elliot antes de que empiecen las clases, y ya sabes lo que eso significaría…

— ¿Ser la comidilla del barrio? Por Dios, Margaret, deja de preocuparte tanto por tu maldita reputación y cuida un poco de tu hijo.

—Perdonen que les moleste pero… ¿Podemos continuar? Aún me quedan un par de preguntas que hacerles a usted y a su hijo, sin contar que tiene que instalarse y conocer un poco el recinto…

—Claro, claro, perdóneme usted Padre. Prestaremos mucha atención, ¿verdad, Elliot? ¡ELLIOT!

 

El susodicho, cansado de tanta palabrería sin sentido, había vuelto a ponerse los cascos y a echarse su larga melena hacia delante, aislándose por completo de la situación. ¿Le importaba acaso todo esa mierda del colegio nuevo y de los problemas de sus padres? Obviamente, no. El solo quería divertirse y vivir ajeno a todas las obligaciones que los adultos se empeñaban en encasquetarle.  Respiró, y trató de concentrarse en la canción que sonaba, “TNT”  de ACDC, pero el murmullo que producían su madre y el padre Anthony se asemejaba al sonido que produce un moscardón. Uno muy molesto. Desistiendo, se volvió a deshacer de sus cascos y les dedicó una mirada cargada de odio, ¿es que no podía dejarle en paz ni un solo minuto?

— ¿Qué queréis? ¿No os basta con encerrarme en este manicomio?

—Me gustaría que me contaras el motivo por el cual tus padres quieren “encerrarte en este manicomio” —había hablado el padre Anthony, con esa máscara de hipocresía que tan nervioso estaba empezando a ponerle —He estado revisando tu expediente —cogió una carpeta que tenía sobre la mesa y la ojeo —Tus notas no son tan nefastas como para ello. ¿Cuál es el motivo?

El rubio miró curioso a su madre. ¿Aún no le había relatado al bueno del director porque él, Elliot Thompson, era el peor hijo que le podía haber tocado? Pero  eso le gustó, así tendría la oportunidad de “presentarse” y de que aquel hombre viera lo malo que era. Pero, oh sorpresa, su madre se le adelantó.

—Mi hijo es un demonio —comenzó Margaret, sin siquiera mirar a Elliot y echándose hacia delante, con una mirada desesperada —No me merezco sufrir  lo que él me hace sufrir.

—Pero, ¿por qué señora Thompson? ¿Qué es lo que hace Elliot? —el religioso también se inclinó un poco sobre el escritorio y se colocó las gafas sobre el prominente puente de su nariz— ¿Qué tipo de “pecados” comete?

 

Elliot no pudo reprimir una sonora carcajada. ¿Ahora resultaba que el cura era psicólogo? ¿O es que estaba tratando de ligar con su madre delante de Michael…? Ya cualquier cosa le podía parecer posible, después de todo, los curas son los más pervertidos.

— Bebe, fuma, me contesta, se salta la mayoría de las clases, escucha música diabólica  y…—hizo una pausa, sin saber muy bien si esa información la debería compartir con un siervo de Dios— Se acuesta con todo lo que se mueve, Padre.

—Bueno, señora, esas cosas son típicas de la edad…No creo que deba darle mayor importancia. Acaban encauzándose ellos solos.

— ¡Pero no puedo soportarlo más! No me gusta llegar a casa y encontrarme co-con ese tipo de e-escenas…

— ¿Ha encontrado a Elliot con alguna chica en la cama? — Preguntó curioso el reverendo Anthony; esos temas, debía confesar, le encantaban —Vamos, conmigo puede desahogarse, para eso estamos los sacerdotes.

— ¿Chica? No, no, no era una chica, ¡era un hombre! Aunque sí, también le he pillado más de una vez con alguna muchacha.

 

El más joven sonrió al recordar la anécdota a la cual se estaba refiriendo su adorada madre. Había ocurrido haría unas tres semanas. Era verano y el aburrimiento estaba haciendo meya en su moral. Cogió el teléfono móvil, escondido bajo un montón de ropa y a punto de quedarse sin batería y buscó el nombre de Jeremy en la agenda. ¿Cómo podría definir a Jer exactamente? Mejor amigo sería demasiado convencional, pero follamigo tampoco cubría su relación al 100%. Jer era un chaval menudo, que vivía a cinco manzanas de Elliot, y que siempre que el rubio quería, estaba ahí para cumplir sus más perversos deseos. Pero también cuando necesitaba hablar, o simplemente la última copa le había sentado mal, él era el primero que estaba ahí. Entonces, ¿eso le convertía en su mejor follamigo?

Bah, el caso, es que aquel día Jeremy llegó raudo como siempre y no tardaron en ponerse al tema entre alguna  que otra cerveza y “sustancia mágica”. Todo iba como de costumbre, bien, demasiado bien, tan bien que se les pasó la hora sin darse cuenta y no se percataron de la llegada de la madre del rubio, que entre el olor a maría, cerveza y hormonas casi no llega a la habitación. Elliot, en su corta vida, había visto muchas cosas, pero la cara de su madre en aquel instante, es algo que nunca olvidará: la mandíbula casi le rozaba el suelo y los ojos poco más y se le salen de las cuencas.  Si hubiera sido un buen hijo, habría agachado la cabeza y pedido disculpas, jurando que no volvería a suceder; pero él no era así, rompió a reír, casi llorando y en un arrebato de chulería, siguió a la suyo, bajo la atónita mirada de su madre y el incrédulo Jeremy que no sabía dónde meterse.

Había sido divertido, pero ahora tendría que pagar por su descuido e insolencia.

—Bendito sea el señor— pronunció el sacerdote a la vez que se santiguaba—Eso quiere decir…

—Lo mismo le hago a la carne que al pescado —puntualizó —Aunque me gusta más la carne.

— ¡El diablo vive en él! ¡Debería arder en el averno con Satanás!

—Claro, y usted conmigo, retrogrado de mierda.

—Elliot, te he dicho que cuidaras ese vocabulario, por Dios —su madre ya estaba empezando a ponerse nerviosa de nuevo —Pídele disculpas ahora mis…

—No me sale de la punta del rabo seguir hablando con este gilipollas —le dedicó una desafiante mirada a su madre. Debía entender que no podría controlarle siempre— Dígame cual es mi cuarto y déjeme en paz.

— ¿Piensas quedarte aquí? ¿Crees que aquí aceptamos a-a…?

— ¿Gays? ¿Esa es la palabra que buscaba señor director? —Sonrió perverso — ¿Maricones? ¿Tapa-agujeros? ¿Muerdealmohadas y soplanucas?

Hasta ahí había llegado su paciencia. Con violencia, se levantó de golpe, echando hacia atrás al tiempo que producía un horrible chirrido. Apoyó las manos sobre el borde del escritorio y se inclinó sobre él, para tener a un solo palmo a ese cretino llamado Elliot.

—No sois más que una panda de enfermos que disfrutan abrazándose al pecado. Les recuerdo que este es un colegio cristiano, ¡CRISTIANO!

—Y yo le recuerdo que económicamente no se hallan en su mejor momento…Necesitan alumnos y padres dispuestos a pagar la plaza —ahora fue el señor Thompson quien tomó la palabra. No le importaba perder de vista a su retoño una temporada, pero que no le dejaran entrar ahí por el tema de su sexualidad…Era otra cosa —Visto así, padre Anthony, ¿alguna pega para que mi hijo se quede?

Anthony  tomó una postura más relajada y reflexionó brevemente: era cierto que necesitaban el dinero y al fin y al cabo, ninguno de sus niños querría mezclarse con un tipo como Elliot. No sería un problema, de momento.

—Está bien, pero a la mínima falta en su conducta —le dedicó una intensa mirada al más pequeño— Y cuando me refiero a  mínima, es mínima,  será expulsado. Este tipo de actitud que está teniendo hacia mí…Que se olvide de ella.

—Pues no hay más que hablar, donde hay que firmar —Margaret  buscó rápida un bolígrafo en su bolso antes de que cualquier cosa sucediera y tuviera que volver a casa con su hijo.

 

 

 

 

—Cariño, te vamos a echar mucho de menos —Realmente le apenaba alejarse de su bebé, pero no le quedaba otra. Era eso o ir al psicólogo —Pórtate bien y no les digas cosas raras a los demás niños, ¿entendido?

— Sí mamá —con algo de dificultad, se separó del abrumador abrazo de su madre —Me portaré bien, rezaré todas las mañanas e incluso, haré la cama —Supuso que la ironía que salía de sus labios bastaría para que su madre se temiera lo peor, pero por si acaso, añadió —Y si puedo, me follaré a un monaguillo.

— ¡¡Elliot!! ¿Cómo diablos puedes ser tan insolente? Debería darte ver…

—Margaret, cariño, vámonos —sin importarle la contestación de su esposa, se dirigió al rubio —Elliot, pórtate bien y no le des más disgustos a tu madre, ni a mí. Con suerte, podrás salir de aquí antes de lo que tú te crees. Cuídate hijo.

Tratando de no herir el orgullo de su hijo, le dio un abrazo, breve, pero cálido. Pobre ingenuo, no sabía lo que le esperaba ahí dentro. Tras despedirse del que sería el nuevo director de su hijo, salió del despacho junto con su mujer, dejando a estos dos solos.

La tensión que se respiraba en el cuarto, era asfixiante. ¿Sería porque el padre Anthony no le gustaban los gays, y menos rebeldes? ¿O porque Elliot no soportaba a los curas pedófilos con aires de superioridad? Seguramente, por un poco de todo, fue el director quien tomó la iniciativa de la conversación:

— Thompson, ¿harías el favor de acompañarme? Aún hay mucho que hacer, y las clases empiezan mañana —trató de sonar lo más cortés posible, pero aquel crío le sacaba de sus casillas, le crispaba los nervios— Lo mejor sería que dejará su equipaje en el cuarto que se le ha sido asignado.

— ¡Por favor! Querido padre Anthony —esto último, dicho con bastante ironía —Mis padres ya no están, dejémonos de formalismos.

—Está bien. No caes nada bien crío. Eres malhablado, lujurioso y sin educación; atentas contra los ideales de la Iglesia. ¿Crees que te acepto de buena gana en esta escuela? Así que pórtate bien, no me molestes y no te joderé.

—Uuuuh, cuide esa lengua padre, o el de arriba se enfadará.

El director no quiso seguir con el pique, no tendría fin y se verían inmersos en una especie de bucle infinito bastante absurdo.  Ignorándolo todo lo que podía, salió del despacho, esperando que aquel rufián le siguiera sin rechistar. Así lo hizo Elliot, se colocó los cascos de nuevo y siguió a su nuevo director, como un borrego, a la vez que tarareaba Smell like a teen spirit. La idea de pasar ahí sus casi tiernos dieciocho no le agradaba para nada, pero había una pequeña posibilidad de que encontrara a alguien con quien pasar sus aburridas noches, y de paso, poder convertirlas en tórridas.

Here we are now, entertain us… — escapó de sus labios, antes de que la peluda mano del padre Anthony le arrebatara los cascos — ¿Qué cojones haces viejo? ¡Tú no me molestabas  y yo a ti tampoco!

—Saluda al padre Gary, es el subdirector  y el cual estará muy atento  a todos tus movimientos, si haces algo de lo que no debes, él se enterará.

Debían estar en el jardín, y frente a ellos, amparado por un enorme seto, se encontraba un hombre alto, delgado y con una expresión bastante inquietante, más bien, de dudosa confianza: ojos oscuros y algo hundidos, piel pálida, labios resecos en los que una perversa sonrisa se dibuja sin pudor alguno. Instintivamente, el rubio retrocedió unos pasos, ese tipo le daba muy mala espina.

—Encantado de conocerte, Elliot. Es un placer acoger a nuevos alumnos cada año.

Tratando de no ser descortés, aceptó la mano que el subdirector le tendía, y la apretó fuertemente; no pudo evitar que un escalofrío le recorriera la espalda: una piel áspera y cuarteada, que parecía arañarle sin piedad, como un preámbulo de lo que sería su relación a partir de ahora. Definitivamente, tenía que mantenerse alejado de él.

—Para mí también es un placer, padre Gary.

—Bueno, bueno, dejémonos de charlas, aún hay mucho que hacer. Si nos disculpas, Gary, aún tiene que instalarse.

—Oh, claro, claro, sin ningún problema. Hasta pronto —ya estaban dándose la vuelta, cuando añadió —Por cierto, Elliot, haz caso al señor director y no te metas en muchos líos, si no, tendrás que acostumbrarte a ver esta cara muy a menudo.

No dijo nada más, se limitó a sonreír  y a continuar andando, con paso tranquilo, disfrutando de las vistas.

—Ya le has oído, cuida lo que haces.  Ahora escúchame atentamente, te haré un resumen de lo que necesitas saber, lo más esencial, del resto se encargará Spike.

— ¿Spike?

—Sí, Spike. Será tu compañero de cuarto; es un chico muy formal y estudioso, espero que no le escandalices con tu conducta —frunció el ceño y clavó sus claros ojos en él, como advertencia —Ahora, ¡escucha! No estoy como para perder el tiempo contigo, mocoso.

—Hable padre, hable, que sea Dios quien guíe su lengua, porque parece que últimamente se ha encargado el diablo de ello.

Ignorando el comentario, prosiguió —Tu habitación es la 309, tercera planta. Las habitaciones son aquel edificio que ves allí, pegada a ellas está la capilla, donde una vez al mes se oficiará una misa; ese enorme pasillo comunica las habitaciones con las clases, que es el edificio que queda en la otra punta; junto a él están los despachos, el comedor y las pistas deportivas. ¿Alguna pregunta?

—Sí, dos a decir verdad.

—Dispara.

—Wowo, que vocabulario más enrollado “tronquis”.

—Pregúntamelo ya, o cierra esa maldita boca que tienes.

—Ey, tranquilo, tranquilo, que solo era una broma —le encantaba molestar a ese arrugado enviado de Dios —La primera es, ¿por qué hemos venido por el jardín, si con tanto hierbajo se tarda más en llegar?

—Porque me da la gana. ¿No prefieres ver esto a unas paredes grises y viejas?

— Para ver cosas viejas, ya le tengo a usted, querido director  —No quería darle tiempo a contestar —Y la segunda ¿en la esquina que está al oeste? ¿Qué hay?

—Nada de tu incumbencia, esa zona está vedada a los alumnos. Ea, ya hemos llegado, recuerda, 309 tercera planta, te estará esperando Spike. Adiós, y espero no tener que verte por mi despacho demasiado pronto.

— ¡Por favor! Qué imagen más cruel se ha formado de mí, señor director, si soy un buen chico.

—Anda, corre y piérdete de mi vista.

Con mucho pesar, cogió las maletas y la funda de su querida Alissa, la guitarra que le llevaba acompañando estos últimos años, un preciosa Gibson les Paul blanca. Con cuidado de que no se diera ningún golpe, empezó a subir las tediosas escaleras que le guiarían hasta el tercer piso. Viejo, apagado, aburrido, cualquiera de esos adjetivos definiría perfectamente las paredes de aquel sitio; ¿Es que a nadie se le había ocurrido poner un mísero cuadro?  Primer piso superado, segundo piso superado…Las últimas escaleras que debía recorrer se le hicieron eternas, el tercer piso parecía no llegar y los brazos empezaban a fallarle, tanto, que sin poder evitarlo, Alissa se le escapó de las manos.

 

Seguramente hubiera proferido un grito de auxilio, a lo más principesa posible, pero su moral de macho, se lo impidió, eso sí, su vida pasó ante sus ojos en un segundo, antes de que un rayo pelirrojo la agarrara. ¿Qué coño había sido eso?

—Tío, ten más cuidado la próxima vez. ¡Joder, llego tarde!

—Eh… ¿Gracias? —musitó. Ni siquiera le había dado tiempo a ver el rostro de su salvador. Sin importarle mucho, cogió con fuerzas renovadas a su pequeña y terminó el tramo de escaleras que le quedaban. ¿Tendría que hacer eso todos los días?

 

Habitación 301,302… ¿Es que le tocaría al final del pasillo, más marginado aún? 309, al fin. Un poco asustado por quien podría ser su nuevo compañero, llamó a la puerta, inmediatamente, un chico alto y de pelo negro como la noche, le abrió.

—Hola, soy Spike.

Notas finales:

¿Gustó? ¿No gustó? ¿Alguien lo leyó? Cualquier comentario será bienvenido, a no ser que sean cosas feas maldichas (?) Los comentarios me mantienen viva y me hacen feliz :D 

Nota uno, en breves, un grupo de locas empezaremos a subir una historia, que bueno, va a ser todo un logro para nosotras (el simple hecho de montarla es un paso para la humanidad. Viva la vaguería ouh yeah). Ya os iré comentando más adelante cómo se desarrolla la cosa ;3

Nota dos, mi intención es actualizar una vez a la semana, a poder ser los jueves. Pero la semana que viene me voy tres días para estar ilocalizable y sin internet. Así que intentaré actualizar el miércoles.

Y yo creo que ya, gracias por leer y besos! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).