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¿Promesas? por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Ni poseo ni lucro con la marca Naruto. Y así. 

Notas del capitulo:

Pues, nada, ya regresé de mi letargo. Como se imaginarán, he estado haciendo cosas y mi capacidad creativa se murió un rato... pero creo que está volviendo. Por lo menos ya no tengo el síndrome de la hoja en blanco. 

Espero que les guste :) No es lo mejor que he escrito, pero no es como para aventarse por la ventana. 

¿Promesas?

Por: chibiichigo

 

Desde el momento en que se despidió de Sasuke Uchiha en el aeropuerto, tuvo la sensación de que algo se había roto de tajo entre ellos. En ese momento no tuvo ningún arranque de sentimentalismo ni unas ganas incontenibles de llorar, tal y como había visto en las películas sentimentalistas que tanto le gustaban a su hermana. Tampoco se sintió deprimido y sin ganas de vivir, cosa que Naruto, su mejor amigo, había jurado que pasaría.

Quizás eso se debía a la preparación emocional a la que se había sometido. Tan pronto como el Uchiha le comentó que debía volver a Japón para atender la empresa de su familia (ésa que había sufrido de primera mano todos los derroches del moreno en la India), se mentalizó a que la relación entre ellos había llegado a su fin. No fue tan doloroso como pensó que sería, tomando en cuenta que su relación con Sasuke había pasado a ser casi simbiótica, ni tampoco resultó un proceso difícil de asimilar. Las cosas eran como eran y punto. No quedaba nada por hacer.  

Bueno… tal vez, sólo tal vez, se había puesto más irritable de lo que ya era. Posiblemente había sentido la imperiosa necesidad de golpear  a más de un chico que se le acercó en un bar cuando él se disponía a comprar una cerveza. Quizás había rehusado mantener relaciones sexuales con el Uchiha durante casi dos semanas sólo porque, en sus cálculos, eso haría más difícil la separación final. Y muy probablemente sus patrones de sueño se habían visto afectados más de la cuenta. Pero eso no tenía nada que ver con el hecho de que le doliera la separación ni de que lo angustiara la distancia entre Tokio y Nueva Delhi.

—Lo vas a extrañar mucho, ¿cierto? — le había preguntado Naruto en uno de sus arranques de empatía, de esos que lo golpeaban de vez en cuando y lo hacían todavía más ruidoso e incomprensible de lo que ya era.

—No.

—¿Por qué te niegas a reconocerlo?

“Porque no tiene caso. Él se va y yo me quedo, ¿qué gano extrañándolo?” —Te imaginas cosas. Deja el tema.

Pero Uzumaki se negó a dejar las cosas resbalar y agregó —Deberías disfrutarlo ahora, ¿sabes? No lo extrañes si todavía lo tienes. Aprovecha todo lo que puedas.

Y, como acto reflejo, Gaara le rompió la nariz. A su favor, sin embargo, pudo alegar que ya le había advertido que no quería hablar de ello.  

 

Los días previos a la partida ni el Uchiha ni él dijeron nada al respecto del viaje. Comían, charlaban un poco y veían algunas películas de Bollywood sólo para reírse de las situaciones inverosímiles de los personajes. No se tocaban, eso sí, y ambos se volvieron extremadamente celosos de su espacio personal.

Si se tocaban, Gaara tenía que separarse porque el contacto lo enervaba. Le dolía que Sasuke le pusiera un dedo encima como un millón de agujas incrustadas en la piel. Y se odiaba a sí mismo por eso, pero Sasuke no insistió.

—Me sabe mal— comentó Sasuke durante la cena el día previo a su vuelo.

—¿La Channa Masala? Está igual que siempre…

—No, me refiero a…—pero el pelirrojo sabía exactamente a qué se refería y no deseaba abordar el tema en ese momento. Ni en ningún otro. Jamás.

—Voy por agua.

 

Desde el día en que Sasuke le anunció  su partida, Gaara sintió un nudo en la garganta y unas ganas tremendas de matarlo mientras dormía, pero al pasar los días todo se fue haciendo tan rutinario que incluso pensó que todo era una broma. Las actividades eran iguales, el tránsito en Nueva Deli seguían alimentando sus deseos homicidas y su empleo consumía casi todas sus ganas de seguir con vida.

“Es casi como si no se fuera”

Sin embargo, el día que llegó a casa más tarde de lo habitual debido al mal funcionamiento de los trenes y se encontró a Sasuke seleccionando ropa para meterla en una valija, la realidad lo golpeó tan fuerte que casi lo tumba de espaldas. No dijo nada y aprovechó que el moreno estuviera tan distraído como para no percatarse de su llegada, y salió de la casa hasta las sucias calles de la India.

Se empapó del aire con olor a especias, del ladrido de los perros y de la gente que pasaba a su lado. Notó los edificios viejos, corroídos por el tiempo y la ajetreada urbanidad hindú, sólo para sentirse parte de ellos. Él era como uno de esos devastados predios, dejado de toda belleza, vacío.

Y desde entonces, no se pudo sentir de esa manera.

 

En la terminal aérea, Sasuke le susurró unas palabras al oído y, tras un apretón de manos que duró un par de segundos, se volvió parte de la masa que buscaba un sitio para entrar en la sala. Un punto nada más. Uno de tantos miles que ocupan un asiento en los aviones nocturnos.

—¿Qué te dijo?— preguntó Naruto, que permanecía unos pasos atrás.

—Me prometió que volvería tan pronto le fuera posible, que lo esperara.

—Pues deberías alegrarte, ¿sabes? Seguramente va a cumplir su promesa.

Gaara lo miró como si le hubiera crecido otra cabeza y, mientras  salía de nuevo a las atestadas calles de la ciudad, miró a su amigo y le contestó.

—¿Cumplir promesas, Naruto? Lo único que la gente como Sasuke sabe cumplir, son años.

Y, sin embargo, lo esperó. No porque creyera en sus palabras, sino porque al final había suspirado un débil “te amo” que lo desarmó por completo. 

Notas finales:

Y... ya. Espero que les haya gustado y les agradezco mucho por leer. Aprovecho el espacio para promocionar mi Twitter (@chibiichigo1)  y los invito a leer mi columna mensual, que es una de las muchas cosas que no me permiten ser tan constante al escribir fics. 

Sus comentarios, como siempre, son apreciados.


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