Diario de un loco.
Blanco. Tan desesperante… Escribía ansioso, fuera de sí, sobre las paredes que le encerraban.
No tenía ya mucho espacio para su escritura, pero tampoco tenía mucha tiza negra para seguir impregnándola. Mas su encierro todavía duraría… Necesitaría otra habitación y una caja más de tiza negra.
-He perdido la razón, he perdido la razón, -repetí constantemente, mientras seguía escribiendo sobre el enorme lienzo frente a mí.
Papá finalmente se había hastiado de mi actitud, mis frecuentes desvelos y mis incesantes desvaríos. Terminé en el manicomio tras la última confesión que mi padre escuchó salir de mi boca: “Me enamoré de un alienígena”.
Ese día se ha vuelto una herida, que de vez en cuando se vuelve a abrir; las palabras de papá habían sido tan venenosas… Tal vez temía que lo que yo había dicho fuese verdad, es decir ¿quién quisiera una mancha tan negra como yo en la familia?
“Estoy aquí para quedarme” leí mi primer registro escrito en la pared. Sin duda así era.
La pared se había convertido en mi diario personal, eso me ayudaba a mantenerme cuerdo, o al menos los primeros días así fue.
No tengo idea de cuánto tiempo llevo aquí, pero si observas mis registros podrás saberlo.
Mi desequilibrio mental es de cuidado, o eso dijeron. Nunca creí que ellos tendrían razón, supuse que pronto les haría ver la verdad y que entonces ya no me juzgarían, pero parece que he caído en mi propia obsesión.
Me dijeron que no me faltaba mucho para caer en la paranoia, y tenían razón. Tenía episodios delirantes, y más de una vez escuchaba voces… más bien era psicosis.
-Repugnante larva humana, -escuché a mis espaldas, me viré -finalmente perdiste tu último tornillo. –sonrió tajante.
-Sólo estoy enfermo… de la mente. –solté cansado, había estado rayando mi habitación desde hacía cinco días seguidos.
Me miró y su sonrisa se borró, supongo que buscaba que yo siguiera los insultos. Se acercó tres pasos de los cinco necesarios para poder estar a diez centímetros de mí, sí, los había estado calculando desde que me habló. “¿Me curaría?” me preguntaba constantemente. Tal vez él sólo lo empeoraría, pero era tan grata esta enferma sensación que me haría un adicto.
-Oye Zim, -me miró atento, sus antenas se levantaron -¿tomarías la mano de este pobre humano a pesar de haberse vuelto un lunático? –levanté mi mano derecha, mi mirada clavada en el suelo.
-¿Acaso no comparto ya contigo esta insania? -no vi su rostro, no me atreví, pero sentí una presión en mi mano.
“Sólo hay una sutil diferencia entre el amor y la demencia.”
FIN.
Nota:
Ignora lo que viene en esta parte. Es sólo para cubrir el mínimo de palabras... esta cosa o me ha dejado subirlo con las 400 y cachito que tenía.
No es referente al fanfic pero, amo a Jhonen ¿ustedes no? Adoro sus retorcidos trabajos, en especial JtHM.
¿Cuántas palabras llevaré ya? *suspiro* Es un poco molesto esto... ¿Pero quién me manda a escribir fanfics tan cortos? En realidad este fue de los primeros que hice para regresar a las andadas, jaja.
Soy una íntima fanática del ZaDr. Me embriaga.