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La casa de los cuervos por neko miri chan

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Notas del fanfic:

Si, sé que prometí actualizar mis otros fics hace añales, si sé que soy una mierda, pero esta vez tuve un motivo para no cumplir mi promesa.

Mi papá estuvo enfermo los ultimos cuatro años de cancer, los ultimos tres meses se puso delicado, yo tenia la escuela, mis examenes extraordinarios y dado a que mis hermanas eran las que cuidaban a papá yo me quedaba en el negocio, mi papá falleció hace dos semanas y media y comprenderan que yo no tenia, ni ganas,ni intensión, ni inspiración para continuar   escribiendo. (aparte ahora siento que ve lo que escribo)

No sé porque pongo esto aquí, no es exactamente el lugar, pero de alguna forma me quiero desahogar y no es algo que se ponga en el facebook. es algo mas intimó y por eso lo pongo aqui supongo.

Sin embargo hace unos dias, cuando se anuncio el desafío en Rock ink emprecé a fantasear con esto, pero me quedó de todo menos de miedo, tal vez estoy más mal de lo que pensé, y por lo tanto lo pongo aqui como fic normal, ya despues haré otro.

Este fan fic va dedicado a mi papá. 

Me encontraba hecho un ovillo. Recostado en la mayor parte del asiento trasero del auto, apenas dejándole un espacio a mi hermano menor. No es que no le incomodara y por ello no me haya reclamado, pero tanto a él como a mí nos importaba una mismísima mierda todo lo demás.

Nuestro padre había sido transferido, lo que a pesar de significar una mejor economía para la familia, dado al aumento de sueldo que venía con la transferencia, significaba dejar atrás, la escuela, la familia, los amigos…

—Yomi ¿Quieres? — dijo mi hermanito restregándome una barra de chocolate en la cara.

—Si…— dije sin mucho ánimo tomando la barra y abriendo la envoltura.

—si vas a comer siéntate, puedes ahogarte si comes así acostado

Me senté con un gesto de fastidio y me dedique a comer.

Minutos después mi hermano saco su reproductor de mp3 y se colocó los auriculares mientras veía fijamente el paisaje por la ventana.

— ¿Falta mucho mamá? — preguntó con un deje de desespero.

—Llegaremos en unos minutos Kiyori, la casa no se va a mover, no te preocupes— dijo mi madre ya algo harta de que le preguntara lo mismo desde que entramos a la ciudad.

—Es solo que quiero ser el primero en elegir la habitación— dijo para después ponerle play a su aparato y no volvió a hablar hasta que llegamos.

Kiyori y yo mirábamos un poco extrañados la casa, era enorme para nosotros que solíamos vivir en los departamentos de la compañía de papá, era de dos pisos y tenía un jardín que aunque seco y terroso del mismo tamaño o más grande que la casa en sí.

—Es bonita pero…— dije más para mí que para otra persona, la verdad no sabía que decir para acabar la frase, la cual mi hermano termino completando.

—Es sombría.

—Habrá que llamar a los jardineros para colocar el pasto y algunas plantas, pero está bastante bien. La luz, el agua, el gas y el teléfono ya están conectados— dijo con emoción mi padre, pero nosotros sinceramente no podíamos compartirla y él lo notó—…Sé que es difícil, pero este será mi último traslado, no volveremos a irnos a ningún lado y esta casa será siempre nuestra, irán a la escuela este lunes y esta vez podrán hacer amigos con la confianza de que ahora serán para siempre. Perdón por poner siempre mi trabajo antes que ustedes. Anda Kiyori, pensé que tú ibas a escoger habitación primero— dijo apresurándonos.

El sonido del camino de la mudanza se acercaba y teníamos que decidir rápido las habitaciones para meter los muebles de la recamara al lugar indicado.

Mi hermano corrió hasta la entrada pero de igual forma tuvo que esperar a que papá le abriera la puerta. Yo por mi parte saqué una caja de cartón que se encontraba en el suelo del auto. Si bien es su trabajo, yo no iba a dejar que los hombretones de la mudanza se llevaran mi colección de discos en ese camión lleno de muebles.

Cuando me encaminé a la casa no pude evitar mirar la casa vecina, lucía incluso más sombría que la nuestra. La casa parecía muerta. Cuando alcé  la mirada me topé con otro par de ojos; igual o más curiosos que los míos,  negros, completamente negros. Él me saludó desde la ventana con su mano y al momento de sonreír un espeso mechón de cabello cayó sobre uno de sus ojos.

Yo me sonrojé pero pude regresarle el saludo. Él se rió, seguro que fue por mi cara de estúpido que puse en ese momento. Sentí mi cabeza arder ¿Por qué no pudo guardarse esa sonrisa tan hermosa para otra cosa que no fuera burlarse de mí?

Entre a la casa y empecé a quitarme los zapatos dudando si en dejármelos puestos, porque aunque mis padres hubieran venido el fin de semana pasado a limpiar la casa, eso significaba una semana de polvo acumulado en el suelo.

—No es tan malo, después de todo podemos lavar nuestros calcetines en cuanto coloquen la lavadora en su lugar, hay varias habitaciones, no sé por qué hay aquí casas tan grandes — dijo mi hermano un tanto molesto— ¿Tienes idea de cuánto tardaremos en hacer la limpieza? — bufó.

— ¿Cuál elegiste? — le pregunté a mi hermano.

—La segunda subiendo las escaleras.

—Nosotros nos quedaremos aquí, en el primer piso— dijo mi padre con una gran caja llena de cacharos para la cocina, que mi madre tampoco dejaría en manos de la gente de la mudanza —Puedes elegir cualquier cuarto y los demás los convertiremos en un estudio, la otra en gimnasio y la que sobre será mi sala de cacharros viejos— sonrió mi padre, pues sala de cacharros viejos significaba taller, él era un ingeniero mecatronico que después se especializo  en robótica y sus tardes libres las gastaba armando y desarmando, construyendo cosas nuevas, era como esos científicos locos que tenían los cabellos desordenados y realmente se reía como un loco cuando tenía su soplete en mano.

¿Cómo conoció un rarito como ese a mamá, una bella, fría y calculadora mujer?

Ella estaba haciendo sus prácticas en un bufete de abogados cuando a papá lo demandaron por incendiar el laboratorio de la universidad donde daba clases. “Corto circuito” dijo en su defensa, pero todos sabían de su mala relación con el rector de la universidad. Mamá ganó el caso, papá no fue a la cárcel, no tuvo que pagar absolutamente nada y su currículo quedó impecable.

Cuando él le dijo "¿Cuánto te debo?", en las propias palabras de mi madre (porque es ella quien cuenta la historia, papá se niega a decir nada y solo se sonroja), ella respondió “Me debes una vida pedazo de idiota. Cásate conmigo. ”…y les diré, bajito, gordito, violable y rarito (me parezco a él, solo que más a la moda)….mamá estaba un poco loca…lo sigue estando…

Subí a ver los cuartos, ninguno me llamo la atención pero tenía que escoger uno. El camión dela mudanza ya había llegado y decidí quedarme con el que tenía un ventanal en forma de circulo, dándome así, vista del patio delantero de la casa y de la casa vecina.

La casa era extraña se veía un tanto occidental pero los pisos era de tatami,  el techo de mi cuarto parecía una especie de cúpula y había vigas atravesándolo de un lado a otro, cruzándolo justo en el centro, donde la cúpula llegaba a lo más alto, y un candelabro colgaba de manera bastante tímida.

Al principio no me importaba, pero no podía dejar que ese cuarto se convirtiera en un taller o en un gimnasio. Le eche un vistazo al jardín, desértico y abandonado desde mi nuevo ventanal y lo que me encontré fue con ese chico, en su propio desértico jardín dominando un balón de futbol.

Un cosquilleo invadió la parte baja de mi abdomen, la curiosidad, pensé. Y en ese fragmento de segundo donde se me ocurrió pensar me perdí lo suficiente como para no darme cuenta de que ahora él era el que me estaba mirando.

Le sonreí y le salude, justo como él lo había hecho momentos atrás, su aspecto era un tanto atemorizante para mí, era más grande, como de unos 19 años, para mí eso era mucho considerando que yo tengo14 años y de por si soy bajito para mi edad. Él me sonrío, yo no había notado que había dejado de dominar el balón hasta que se agachó para recogerlo del piso, movió otra vez su mano, despidiéndose de mí y se metió a su casa. Eso fue lo que me imaginé, pues la entrada de su casa ya no entraba en mi campo de visión.

 

Trabajamos y trabajamos.

“Trabajamos como negros para vivir como blancos” dijo mi padre para darse ánimos a sí mismo mientras colocaba los muebles en varias posiciones para complacer a mi madre.  Después de eso mamá nos mandó a bañar mientras preparaba la cena. Yo aproveché mi baño para practicar la canción que había escrito mi amigo Sakito me la regaló mientras él y mis otros 3 amigos lloraban por mi partida. La practiqué y la practiqué en mi cabeza durante todo el camino, y ahora podia cantarla de verdad, solo para mí, pero de una forma u otra tenía que salir.

 

El baño tenía muy buena acústica y me fue fácil explayarme.

 

Esa noche comimos puré de papa y ensalada, tenía ganas de carne pero no habíamos comprado cosas para que no se echaran a perder en el camino.

Papá hablaba y hablaba de no sé qué máquinas y mamá fingía escucharlo, llegó un momento en el que se hartó y soltó un “Cierra la boca antes de que me duela la cabeza, y come pronto porque te quiero desnudo en mi nueva cama lo más pronto posible”….mamá puede ser un poco…dominante y con la lengua bastante suelta a veces, pero supongo que es lo necesario para convivir con un demente. Aunque eso significa que Kiyori y yo nos enteramos de cosas que no queremos saber y lo expresamos perfectamente en nuestras caras de asco, pero no podemos decir nada porque si no… adiós play station.

Saqué las bolsas de basura, ya que aquí o en Okinawa, no importa donde sea, la basura pasa en la mañana temprano.

Una de ellas se abrió y se cayeron las latas de cerveza que habían bebido mis padres, fastidiado recogí las latas y puse las bolsas en su lugar, casi me da un infarto al darme la vuelta.

Era ese chico. El castaño de sonrisa hermosa y sombría mirada. Estaba sentado en la cerca de madera prendiendo su cigarro. Y luego me miró.

—Lo siento, no quería asustarte— Me dijo sonriendo, parecía una burla no deseada ni por él.

—Aun así lo hiciste— dije enojado.

Él le dio una calada a su cigarro cerrando sus ojos y luego volvió a mirarme.

—Tú tienes la culpa, yo no estaría aquí si no me hubieses despertado.

— ¿Eh?

—Dormía plácidamente, pero luego, se escuchó el agua correr— dijo cerrando nuevamente sus ojos como rememorando cada uno de los detalles— Y comenzaste a cantar. Tu baño queda justo donde está mi cama.

Me sonroje hasta las orejas, y me sentía tan apenado que quería llorar.

—Cantas bonito, me gusta tu voz.

Se acercó a mí y tomó la mano que aún tenía en el pecho por el susto atrayéndome hacia él.

— Me gusta tanto que quiero oírla otra vez.

Dijo para para besarme.

Un escalofrió me recorrió el cuerpo completo. No era ese típico escalofrió que sientes cuando algo te da placer, era una brisa muerta recorriendo mi piel arañándola dejando tras de ella una sensación de quemazón que se concentraba en mis labios.

Se separó de mí y volvió a sonreírme.

—Canta para mí. Una canción será suficiente.

Mi boca se abrió antes de que lo pensara y de ella salió el sonido que él tanto deseaba. Parecía gustoso, más que mi madre en los recitales, se sentó nuevamente en la cerca y cerró sus ojos.

Su beso fue helado e hiriente, pero su sonrisa provocaba un extraño cosquilleo en mi abdomen.

Notas finales:

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