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Caprichos de Anubis por sora-sempai

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Notas del fanfic:

hola a Todxs

este fic esta ambientado en el egipto antiguo, mas especificamente en la era de Cleopatra.

sin embargo no contiene hechos historicos realistas (o sea no es buena fuente de informacion para una tarea de historia )

los dioses estan basados en la mitologia. sus personalidades son obra mia y sus funciones dentro del panteon pueden ser modificadas levemente.

contendra Yuri. pero vamos que no soy muy bueno en eso yo prefiero otras cosas. pero he de intentarlo y espero sea de su agrado.

Notas del capitulo:

bueno este fic pretende ser corto, esta bastante adelantado pero no finalizado así que todo dependera de la acogida que tenga, traduccion la cantidad y calidad de RW que pueda recolectar el fic

¡Aton no estaba de humor! eso es seguro, el calor era insoportable y el olor férreo de la sangre evaporada por el sol de los cadáveres  inundaba los sentidos de los pocos soldados que estaban  sanos; este panorama desolador era obra de una batalla que termino ya hace varias horas y  aunque la infantería resultó  victoriosa las bajas y los heridos fueron bastantes; definitivamente los  romanos eran una fuerza a la cual temer, pero ellos no se rendirían ni aunque lucharan contra el mismísimo ejercito de Anubis.

Y aquí en medio de esta escena de devastación típica al terminar una batalla de tal magnitud es donde comienza esta historia centrándose en especial en un chico de 20 años llamado Thabit, él es un joven soldado de la infantería egipcia y como buen infante tiene una contextura fuerte  aun siendo delgado como todos en el imperio, pero hasta ahí llega la semejanza con los compatriotas pues el chico a diferencia de los demás egipcios poseía una piel blanca, por supuesto oscurecida por el sol, pero no demasiado; su rostro deja ver de abajo hacia arriba una mandíbula cuadrada y mentón pequeño , boca amplia de labios carnosos, nariz respingona, ojos azules, cejas delgadas  y cabello liso corto de color negro. Si este es físicamente Thabit el cual ahora y después de una agotadora batalla en donde afortunadamente solo se lesionó  su brazo izquierdo, estaba acostado en su tienda descansando, disfrutando de estar vivo y deseando poder regresar a su pueblo lo más pronto posible, sin embargo y aunque lo deseaba sabía que esto no sucedería,   y el solo pesarlo hacia que el cansancio mental fuera en aumento. Por ahora solo quería dormir….

Algo imposible si el general a cargo de este batallón decide que ya no descansaran mas y por ordenes de la faraón tendrían que marchar.

 “Es probable que nos envíen a otro frente de batalla a morir”  pensaban  los infantes formando filas y ensillando los caballos y camellos para tomar marcha con aquellos que pudieran,  ¿y los que no?, simplemente eran  abandonados en el desierto a su suerte  dejando como constancia ante los registros que cayeron en batalla. La razón de tal atroz acto era tan simple como falta de humanidad: ¡Dinero!; a los jefes de batallón se les pagaba generosamente cada batalla ganada  como recompensa a sus sacrificios por el faraón, pero también se les pagaba por cada baja como compensación además si abandonaban los heridos no tendrían que gastar preciosos recursos curándolos.

Dicha situación la habían adoptado varios generales de distintos batallones, y obviamente la información se coló hasta oídos de la joven faraona, la cual no estaba nada contenta, en primera no le gustaba que sus soldados murieran, en segunda y menos aun  que los recursos de su reino se desperdiciaran, estaban en guerra y no se podía permitir perder ni medio gramo de trigo.

--¡Asenet!—llamó a su consejera real, la joven de inmediato acudió al llamado no podía hacer esperar a la faraona

--diga mi señora que desea—

--supongo estas al tanto de los rumores que se corren por los pasillos de mi palacio—

--si mi Faraona, se dice por ahí que los generales del reino están reclamando más de lo que les corresponde por derecho, ya he hecho un par de investigaciones  sin embargo el escriba real dice que no puede hacer nada, sin tener certeza de que las cuentas que le son entregadas por los generales son falsas—

--llámalo—dijo la joven faraona mirando a lo lejos, pensado en algunos detalles acerca del tema.

La concejera real no espero a que le fuera repetida la orden. Así cuando la mirada de la faraona la busco ella ya estaba de camino a la oficina del escriba.

Asenet es la consejera real y a sus 19 años es una de las personas más maduras y sabias de todo Egipto, Asenet es una chica alta de piel caucásica, contextura delgada, cabello  lago, liso y de color rubio y su rostro redondo, sus facciones delicadas eran adornadas por una nariz pequeña y  labios delgados, que resaltaban sus enromes ojos  color miel; criada en palacio desde bebe todos la consideraba una más dentro de la servidumbre de la faraón, pero sus rasgos físicos delataban que no era de descendencia egipcia, y efectivamente hace 19 años fue traída por el faraón de ese momento en una excusión a las tierras del norte cruzando el mar mediterráneo; ella lo sabía, aun así no le molestaba en lo absoluto era feliz sirviendo a su país.

--¡Asenet! ¿A dónde vas con tanta prisa?—llamo una voz conocida para ella mientras se dirigía  a su destino.

--Meriry—susurro— ¿qué haces por acá? Pensé que te habían trasladado al templo de Aton en el desierto—fue directo al grano, sabía que su amiga de la infancia era ahora una importante sacerdotisa y tenia responsabilidades.

--¡vaya!  Pensé que te alegrarías de verme no que me reclamarías—reclamo fingiendo indignación.

--sabes que no es eso—suspiro—me alegra mucho de verte amiga de verdad que si—

--ya, ya entiendo la pregunta que tienes en tu cabeza, pues mira señorita consejera: estas en la presencia de la Suma sacerdotisa de Isis, la cual trabaja en palacio—guiño el ojo ante la última frase—ahora, estoy esperando un verdadero saludo—agrego haciendo un mueca.

--Tonta—dijo sin más abrazando a la sacerdotisa

--bien, y ahora a donde te dirigías con tanta prisa—agrego recordado el afán que llevaba la rubia cuando la encontró.

--¡es cierto! Mi Faraona va a matarme si no me apresuro—chillo alterada recordando las ordenes de la faraona—me dirigía a ver a tu amorcito, la Faraona lo necesita—dijo retomando el camino siendo seguida de cerca por Meriry

--¿a Akil? ¿Acaso Me seguirás molestando por eso?, uff era una niña ya he madurado—dijo con un sonrisa.

--Meriry, tienes dieciocho años tu amorío por el idiota de Akil te duro hasta los 16, no eras tan niña—recordó la rubia

--bah, ya supéralo yo ya lo supere—sonrió de nuevo

--mas te vale por que yo fui quien te soporto todo tu mal de amores—rio burlona observando el berrinche de la chica.

Meriry, una hermosa joven de piel morena, estatura media, algo baja en realidad, delgada, de cabello castaño oscuro, hasta ahí algo muy típico de la belleza egipcia, sin embargo destaca de ella su bello rostro redondo de facciones delicadas: pestañas largas y nariz respingada, la cual resaltaba los bellos y grandes ojos cafés. Desde muy temprana edad la chica  fue instruida para seguir su línea familiar, pues cada miembro resaltaba por ser el sumo de uno de los dioses que conforman  su tan abundante panteón; los estudios fueron arduos encontrando descaso de ellos solo de vez en cuando con su amiga: jugando, charlando inclusive haciendo alguna que otra travesura. Pero cuando llego a la edad suficiente los juegos acabaron y a Meriry se le asigno ser la sacerdotisa del dios olvidado Aton cuyo templo estaba bastante alejado de palacio, y así se separo de su querida amiga y su amor platónico de ese entonces durante un largo año; pasado el tiempo la sacerdotisa hizo lo posible por cambiar la decisión de sus padres, los cuales por fin decidieron que ella sustituiría a su madre como suma sacerdotisa de Isis y que obviamente regresaría a palacio.

--Oye y ¿para qué quiere la faraona al amargado de Akil?—pregunto la morena.

--oh eso… pues es un asunto económico que involucra a los generales estafadores que tenemos hoy en día, pero vamos que ya te enteraras, cuando le comente la situación al susodicho—respondió la rubia cuando se vio enfrente de la habitación que servía de oficina para el escriba.

Al entrar encontraron un mar de pergaminos ordenados en los estantes de madera y otros tantos, quizás más aun, tirados en el suelo.

--veo que tienes bastante trabajo—comento Asenet dirigiéndose al chico que estaba al fondo de la habitación escribiendo con una pluma sobre un pergamino.

--y no sabes cuánto… últimamente las cuentas del tesoro no cuadran y el tesorero no quiere dar explicación de aquello, así---hizo una pausa frotándose  el puente nasal con su dedo índice—así que si no tienen algo importante que hacer aquí les pido que se retiren—finalizo regresando su vista al pergamino lleno de números.

--siempre tan desagradable con las personas...—suspiro Asenet, para luego explicarle los asuntos que la faraona le había encargado.

Akil de 21 años físicamente delgado, fuerte, no muy alto, metro setenta, bastante blanco por permanecer la mayor parte del tiempo dentro de palacio, rostro de facciones delicadas sin dejar de ser masculinas, mandíbula cuadrada mentón redondeado, labios delgados, cejas espesas del mismo color que su cabello, un rubio opaco, pero sin duda lo más destacable de Akil son sus ojos grandes y de un color azul tan claro que perfectamente se confundirían con grises,  era obvio que físicamente Akil destacaba mas su personalidad era otra cosa, criado desde  bebe por las sacerdotisas de la biblioteca de Alejandría el huérfano Akil jamás conoció el amor materno, ni mucho menos como llevarse con una persona, todo a pesar de que  las sacerdotisas lo educaron de la mejor manera, su infancia no fue por decirlo normal.

--y…. ¿entonces decidió mandarme a mí y no al incompetente del tesorero real que es él quien debería estar pendiente de los asuntos económicos?—pregunto irónico

--Acaso pretendes dudar de la faraona y sus sabias decisiones—dijo Meriry son sorna y una sonrisa picara en el rostro.

--Obviamente…no—suspiro observando por primera vez a las dos chicas y mostrando el seño fruncido, sin decir una palabra más se dirigió a la sala real.

 

Después de lograr escapar del segundo asalto hecho por los romanos la infantería de la cual Thabit era uno más de los soldados y ahora uno de los pocos sobrevivientes, habían llegado a uno de los pueblos cercanos al delta Nilo, un hermoso pueblo de agricultores y campesinos todos regidos por el templo a Thot. Allí los pocos infantes que marchaban aun descansaron para recuperar fuerzas y curar las heridas.

Esta vez el joven Thabit resulto bastante herido, pues su cansancio de las batallas anteriores entorpeció sus movimientos; cortadas en el pecho y espalda, junto con moretones y un esguince en su mano izquierda,  hechas por las espadas y lanzas romanas seguramente dejarían alguna marca, pero pues no es algo de lo que un soldado entrenado no pueda recuperase con un par de días de descanso. Las sanadoras y herboristas trataron los diez chicos que ahora conformaban el batallón  y les dieron posada en uno de los graneros que extrañamente estaba vacío.

El general por su parte, ya que no estaba herido, pues se mantuvo al margen de la emboscada romana se dispuso a mandar una carta en un halcón con el informe de las batallas que había tenido y por su puesto el cobro de estas; la razón de enviar el ave y no un mensajero es que esta llevaría el mensaje el mismo día a su destino y así seguramente al día siguiente tendría la respuesta, obviamente el ave aunque rápida  no era de todo confiable pues podía perderse del camino o simplemente huir, Pero pues no importaba si el “pajarraco ese falla” simplemente se envía otro. Además el mensajero había muerto en la última emboscada.

--¡Thabit!... no deberías estar descansado—reclamo Oni a su amigo, al verlo sentado a la orilla del Nilo.

--¿Oni qué haces aquí?—Oni era una amiga de Thabit desde los doce años y realmente fue una extraña suerte encontrarla entre las personas de ese pueblo.

--eso lo pregunte yo primero—suspiro, sabía que el terco de su amigo no respondería primero—no podía dormir así que salí a caminar, y pues te encontré—

--no me refería a eso, si no…. ¿Qué haces en este pueblo? Hasta donde yo sé tú no vives aquí—la miro con seño fruncido

--ah bueno eso… como sabrás antes de que salieras, nuestro pueblo no estaba muy bien con la cuestión de las cosechas, y pues vinimos  al templo de Thot… a pues a rezar por algo de la bondad de Nilo y pues ya de paso comprar algo de grano para nuestro pueblo—la chica sonrió nerviosa

--y ¿cómo piensas comprar el grano?... ¿vinimos?—

--pues el pueblo reunió algo de dinero y si vine junto con mis hermanos ellos se encargan de comprar el grano y yo pues de las cuestiones en el templo—sonrió, para luego cambiar su expresión a una mas melancólica—sin embargo, y por lo que he visto este pueblo y todos los de los alrededores están en las mismas condiciones que el nuestro, por alguna extraña razón los cultivos mueren aun cuando el Nilo subió he inundo como todos los años—esto último lo dijo con tristeza.

--si lo he notado—callo por unos segundos—será mejor que nos vallamos a dormir, mañana será un día largo—

--espero regreses pronto al pueblo—suspiro sonrojada la chica.

--si…. yo también—

Después de varias batallas y tanta sangre derramada ya era hora de que volvieran a casa pero, como dependían del general, había que esperar que loca decisión tomara este.

Al día siguiente entrado el amanecer llego el halcón enviado el día anterior con la respuesta al mensaje del general, la cual no fue precisamente la que esperaba ni el ejército y el mismo general

--bueno al parecer, nos enviaran un noble de palacio a hacer el recuento y un informe de la batallas, porque al parecer mi palabra y la de ninguno de los generales de las veinte infanterías que ahora damos la vida por al faraona es creíble—espeto furibundo a los diez chicos enfrente suyo

--señor, y entonces ¿qué debemos hacer ahora?—pregunto uno de los infantes.

--¿Qué debemos hacer ahora? Esa es una buena pregunta, pues supongo que esperar aquí a que llegue el noblecito de cuarta que nos envíen—obviamente se expresaba así porque no tenía enfrente al noble ya que este lo podría destituir o aun peor mandarlo enterrar vivo por su osadía—por ahora descansen bien, seguramente después de la llegada del escriba ese, nos envíen a defender la frontera de nuevo—y se retiró con un fuerte dolor de cabeza procedente de su disgusto.

Los infantes de inmediato se dispersaron, con el fin de aprovechar cada segundo de ocio: unos cuantos buscaron una posada en la cual pudieran encontrar alguna mujer dispuesta a saciar por algo de dinero sus necesidades. Otros los que tenían familia decidieron beber  vino u otro fermentado que tuvieran en el pueblo; Thabit por su parte decidió ayudar a Oni y sus hermanos a cargar el grano que compraron, no era mucho pero serviría por ahora.

--¡eso es todo!—exclamó uno de los hermanos de Oni

--gracias… y pues espero vuelvas pronto—finalizo la chica antes de que arrancara la carreta llevando a los tres chicos y 5 costales de grano de nuevo a la aldea.

--si… adiós—susurro el soldado cuando perdió a la carreta de vista.

Oni y el se conocían desde muy pequeños, es mas se podría decir que crecieron juntos como amigos y compañeros que con el tiempo se convirtió en una relación de sentimientos dispares, para Thabit era más que claro que Oni sentía por él algo muy diferente al “amigos”, sus sentimientos estaban más cercanos al “te amo”, y  sí, esa era la palabra que ella le había dedicado ya hace un año; él por su parte le era imposible ver a la joven de otra forma que no fuera hermandad o amistad  y así se lo había dejado claro; obviamente no entró en detalle del porque de esa incapacidad.

--Aun es temprano, será mejor que vaya a dar una vuelta y estirar estas piernas entumidas por las vendas—se dijo a sí mismo, en realidad no tenía ganas de embriagarse esa noche, y menos aun de ir a buscar consuelo en un prostíbulo, la sola idea le causaba repulsión. Así que simplemente se perdió en sus pensamientos a las orillas del Nilo, últimamente tenía mucho en que pensar; vago   cerca de dos horas y luego se fue a dormir en el granero que les habían prestado.

La mañana llegó rápidamente, un par de los soldados amanecieron con dolor de cabeza, al parecer se había pasado con la bebidas. Sin importar esto ya estaban los diez chicos mas el general a las afueras del poblado  reunidos y en orden envidiable, mostrando las armas y sus pechos desnudos en alto, ya el noble del que tanto se había hablado llego en  la madrugada y  ahora los escrutaba con la mirada desde ya hace varios minutos.

--bueno supongo que debo presentarme—hablo por fin—soy el escriba de la Faraona, y estoy aquí para llevar registro de las diferentes infanterías…. así que no se preocupen no perderé mucho tiempo con  ustedes ya que debo estar al pendiente de todos los soldados que sirven a Egipto—calló por un momento.

--según tengo entendido ustedes eran una de las infanterías con mas hombres en sus filas cerca de unos 200 según mis registros…. Por eso me sorprende ver tan solo diez—callo de nuevo como si quisiera evaluar lo siguiente que iba decir—dígame general, ¿Por qué el cambio en los números es tan drástico?—miro al hombre de manera amenazante siendo que el general superaba los cuarenta años y el joven escriba rondaba por los veinte.

--bueno vera lo que se sucede es que hace unos días tuvimos una batalla contra los soldados romanos en las cercanías con el mediterráneo, y seguido a eso nos emboscaron unos bandidos que según pienso eran persas—dijo serio el hombre.

--Comprendo… y entonces usted me está diciendo que después de dos ataques dejaron mermado su ejército a números ridículos—comento el escriba haciendo algunas anotaciones en el papiro que portaba entre sus manos.

--Bueno…--

--No importa necesitare redactar el informe… y  si es tan gentil me permite hablar con cada uno de sus DIEZ infantes, necesito detalles para la faraón—el general no tenia de otra simplemente dejo al pequeño ejército a las ordenes del escriba.

Uno por uno los soldados fueron alejados del grupo para poder hablar y dar testimonio frente al escriba, las versiones de la historia eran similares una entre otras, demasiado como para ser un acontecimiento real, parecía que leyeran un libreto, Akil sabía que siempre que un grupo de personas vivía algo existían variaciones del mismo hecho solo por ser visto por diferente persona.

Thabit era el octavo interrogado, Akil esperaba que su historia no variara en lo absoluto, sin embargo se llevo una sorpresa cuando el chico de cabello negro le conto como el general había dejado a mas de cien soldados heridos a su suerte en medio del desierto y como luego había tomado la grandiosa decisión de guiarlos atreves de un camino que de sobra sabia los romanos usaban para llegar a Turquía, arriesgándose a un ataque con sus fuerzas debilitadas….

La sinceridad del joven lo tenía sorprendido, normalmente….

--Se que normalmente esto sería llamado como una traición hacia mi general, pero el hecho de que hiciera algo tan miserable… hizo que le perdiera todo el respeto que podría tener yo para con él—sentencio Thabit ante la mirada atónita del escriba. —Tan bien sé que a usted y  a su faraona les importa  muy poco lo que pase con nosotros los soldados, y que su trabajo aquí no es más que por  razones de tipo económico, pero si existe la forma de hacerle pagar por dejar a mis compañeros abandonados a su suerte creo que me sentiré mejor—vale ahora, si que estaba sorprendido la osadía del joven soldado más que resultarle ofensiva le resultaba interesante, bueno en realidad el chico en general le resultaba interesante. Y si esta era la razón por la cual Akil  jamás podría ver Meriry como algo más que una molestia por más que ella se le insinuara en más de una forma, simplemente Akil tenía otros gustos, y quizás esa noche si todo salía bien podría divertirse un poco con el soldado.

--bueno… sabes tienes razón hay algunas actitudes que son reproblables—decidió seguirle el hilo, ciertamente a él le importaba demasiado poco la vida de unos cuantos míseros soldados, pero si para ganarse la confianza del moreno necesitaba fingir interés, él era muy buen actor.

--¿perdón?—Thabit era ahora el sorprendido, desde cuando aquel ricachón le hablaba de “tu”, y aun más extraño desde cuando aun noble le interesaba en lo más mínimo lo que le pudiera pasar al pueblo, algo no le cuadraba del todo, además si a esto le sumaba la mirada poco disimulada que le mandaba el rubio, no era tonto solo necesitaba sumar dos mas y dos igual a cuatro.

--sabes… no tienes que disimular interés en lo que nos ocurra  a los clase baja, me conformo con que hagan pagar a ese inepto por desfalcar los fondos reales, por otro lado no soy tonto y entiendo tus señales más que bien así que no deberías ser tan discreto—claro que tenía que ser directo no todos los días encuentras a alguien con tus mismos gustos, además el rubio era lindo y una noche de sexo no se le negaba a nadie.

--hahahaha pero si el soldadito resulto bastante listo, sabes eso es raro… ¿estás seguro que eres un simple infante?—pregunto mirándolo de forma inquisidora—pues no me importa, te parece si nos vemos al atardecer cerca de no sé… no conozco este pueblucho—soltó el rubio con su típico deje despectivo.

--que odioso…. No esperaba menos mira cerca del granero que nos prestaron para dormir a los soldados hay in silo vacio te espero ahí al atardecer—agrego, se notaba que el hecho de compartir ese gusto tan particular les permitía hablarse con más confianza.

Después de terminar de “hablar” con los otros dos soldados mas por aparentar que por cualquier otra razón, ya que con la información que le había dado el moreno era más que suficiente. Seguido Akil decidió hablar con el general; obviamente sin dar demasiados detalles, solo lo cito  en el palacio con fecha de  un mes; cuando todo el papeleo estuviera completo.

Por otro lado y estando completo todos sus asuntos diplomáticos era hora de prepararse para sus asuntos más del tipo personal, llego rápidamente al templo donde se estaba alojando temporalmente, ya que era el único lugar medio digno en aquel pueblo, se quito el tocado de su cabeza, el adorno que reposaba sobre sus hombros y los dos finos pendientes de sus orejas, con tal de que si era visto caminando por aquellas zonas fuera confundido con cualquier campesino.

No podía negarlo estaba algo ansioso el soldadito no era para nada feo y además hace tiempo no tenía ningún encuentro y  de verdad que le hacía falta. Se adentro en el territorio pasando por el granero donde seguramente dormían los otro nueve infantes y entro en el silo vacio, fue un tanto difícil encontrar la entrada pues la estructura parecía un gran domo sellado; una vez hallada entró, y busco entre las oscuridad su objetivo.

--¡Hey! ¿Estás aquí?—pregunto el rubio un tanto inseguro.

--No, él ha sido asesinado  y estás hablando con el espíritu de Anubis en persona—sonrió socarrón saliendo de detrás de uno de los armarios dispuestos ahí para guardar los costales de grano.

--¿Thabit?...eres tu—pregunto aun con duda, la poca luz poco le dejaba ver, aunque claro estaba más que seguro que no era el espíritu de Anubis—es que con esta oscuridad no veo ni mi nariz—respondió antes de la segura burla que vendría por parte del otro ante tan inteligente pregunta.

--Si, si soy yo… se que está oscuro pero, ¡vamos! ¿No reconociste mi voz?—suspiro cansado mientras encendía con un pedernal una antorcha colgada de la pared — ¿mejor?—

--si un poco, y no, no reconocí tu voz tampoco es que nos conociéramos mucho…--respondió haciendo ver lo obvio para los dos.

--ya, ya señor obviedad solo quería hacer un poco de conversación—de nuevo suspiro, valla que el chico podía ser arrogante.

--hasta donde yo sé, ninguno de los dos vino aquí a hacer conversación…---

--uhmm… yo no y ¿tú?—el extraño humor de Thabit de nuevo en escena

Akil no dio respuesta, poco le importaban las malas bromas de su acompañante en ese instante, se acerco a Thabit apresando sus labios en un suave toque, como quien pide permiso, el moreno algo impresionado le siguió el juego acercando el cuerpo del mayor,  quedando lo suficientemente cerca como para que sus pechos desnudos y sus caderas estuvieran en contacto; seguido correspondió como es debido el beso del rubio besando también la  mejillas y parte del cuello antes de delinear con su lengua la línea entre los labios de Akil; el cual no dudo en abrir la boca para profundizar aquel beso.

Entre tanto las manos del moreno bajaron hasta la cadera del mayor y empezar a deshacerse de esa estorbosa falda de lino, para luego centrar sus dos manos en el trasero del rubio tocándolo de manera descarada mientras el otro se entretenía con el beso manteniendo  sus manos en los hombros del moreno, animado por el descaro repentino de su compañero también bajo sus manos para retirar la falda de tela del moreno, sin embargo Akil entretuvo sus manos en algo distinto, después de retirar la prenda subió las manos al pecho del infante y las bajo lentamente por en medio de los dos cuerpos hasta llegar al excitado miembro de Thabit aferrándolo con ambas manos, causando un leve brinco por parte del moreno.

--calma que tenemos toda la noche…o ¿acaso tienes afán rubiecito?—ese cometario que intenta ser gracioso pero no lo logra salió de la boca de Thabit.

--Shh--  sentencio serio deteniendo toda acción, lo cual sorprendió al moreno el cual nunca creyó que su mala broma ofendiera al rubio.

--oye no era para tanto, solo era un comentario zafado—intento excusarse.

--que te calles un rato—lo miro de mala gana—y no, no fue tu mala broma solo cállate y escucha—agrego al ver la cara de perro regañado que tenia Thabit, el cual hizo silencio y escucho atentamente a ver qué era lo que había desconcentrado al rubio.

Y lo escucho a lo lejos, gritos y no cualquier grito, estos eran gritos desgarrados: De terror puro; se escuchaban algo lejos por el volumen, pero pronto se hicieron más fuertes acompañados de fuertes pasos y el inconfundible sonido del metal en una armadura.

--Romanos—susurro Thabit con el rostro desfigurado.

--¿Romanos? Estás loco este pueblucho está bastante lejos del mediterráneo, jamás han atacado tan tierra adentro… ¡están violando el pacto que hizo la faraona con el estúpido cesar ese!—soltó ya histérico.

--vístete, tengo que sacarte de aquí—

--¿eh?—

--como oyes, tengo que protegerte eres el escriba de palacio si te capturan tendrán acceso a mucha información—al parecer el soldado se tomaba muy enserio su papel de infante.

--está bien… ¿tienes un plan?—pregunto ya arreglado.

--no realmente… no tengo ni mi armadura ni mi arma, no las creí necesarias en el momento—callo un momento evaluando la situación—tal vez si salimos rápido y cruzamos los graneros hacia el oriente allí encontramos el Nilo una vez lo crucemos estaremos a salvo—dijo rápidamente, rezando a Horus que todo saliera como lo planeaba.

--vale… tú dirás—

--salgamos— ordeno el infante tomando la delantera seguido muy de cerca del joven escriba, ambos con sus nervios en punta.

Pero la cruzar la puerta todos los majestuoso planes, se fueron directo a la casa de Anubis ya que afuera del silo  los esperaban cerca de cinco soldados bien armados con espadas cortas y escudos y otros tres mas con largas lanzas.

 

Notas finales:

si llegaron hasta aqui, me hacen el chico mas feliz del planeta tierra (ok no)

la cosa es que espero sus RW. (ellos me animan a continuar y a escribir)

si tienen dudas no duden en hacerlas.

comentarios, y sugerencias seran evaluadas.

tambien se aceptan criticas pero no insultos ni chulerias

todos los comentarios seran respondidos :)

y sin mas que decir....oh!! si lamento cualquier error de horrografia y redacción

y ahora si bye bye 

 


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