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Ciego Por Tu Oscuridad por KuroAshi_ZxS

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Notas del fanfic:

One Piece es propiedad de Eiichiro Oda, si no quien sabe…

Buenas, aquí con mi primer FF. Aqui una nueva escritora se hace presente jeje espero sinceramente les guste y su aprovacion para ver si lo sigo o no.

Tambien un saludo a mis posibles lectores y a sempai ;) que tambien espero tu ayuda por aqui xd

Sin más preámbulos, les dejo con mi historia x333

Notas del capitulo:

Mil disculpas por las posibles faltas ortograficas jejeje soy horrible corrigiendo

Prologo: ‘‘Primer Encuentro, Nuevo Comienzo ‘’

Un pequeño peli verde de unos aproximadamente siete años se encontraba corriendo por la calle,  feliz mientras veía cada tanto el helado de chocolate que llevaba en una de sus manos. No todos los días podía darse ese lujo, por lo que se había decidido a ahorrar para compartirlo con una de sus mejores amigas, Kuina, el único soporte que tenía en aquel orfanato.

Pues sí, él era huérfano. A los cuatro había perdido a sus padres en un accidente automovilístico y, desde ese entonces, había tenido que ser trasladado a ese lugar al no tener parientes vivos conocidos. Había sido muy duro, no tanto por la edad, sino por los malos tratos que allí recibía. Muchos de los chicos mayores se aprovechaban de él, robándole sus pertenencias o golpeándole si no colaboraba. Por eso apreciaba tanto a Kuina, ella desde el principio le había protegido y defendido en varias ocasiones; motivo por el que había decidido hacerle un pequeño presente para su cumpleaños, aunque no fuese mucho.

Tan ensimismado iba en sus pensamientos que no vio cuando chocó con una persona, provocando que cayese al suelo y botase su helado. Al borde de las lágrimas, vio cómo su presente acababa arruinado y, con aun más terror, darse cuenta de la persona con la que había chocado no era nada más ni menos que el matón más peligroso del orfanato. Asustado, intento pedir disculpas, pero la voz no lograba salir de su garganta y, resignado, se acurruco contra la pared esperando que terminase pronto su sufrimiento. Sintió un fuerte golpe en su estómago que le mando unos metros más allá, chocando nuevamente con alguien.

Esperanzado, levanto la vista para ver quien había sido esta vez, topándose con un chico rubio de unos 19 años. Este avanzo firmemente, encarando al otro menor con la ira pintada en sus ojos azules.

-¿se puede saber qué diablos hacías con el pequeño, imbécil?- le reprocho con molestia, mientras tomaba de su camisa al matón y lo empotraba contra la pared- tienes suerte, hoy estoy de buen humor, por lo que dejare que te marches sin una golpiza. Pero te advertiré una cosa, si me entero que le has vuelto a poner una mano encima no vivirás para contarlo…-dijo en tono lúgubre

Al ver que el chico asentía con rapidez, le dejo marcharse sin mayor contratiempo. Luego, y para sorpresa del peli verde, el rubio le tomo en sus brazos mientras le abrazaba con fuerza y le brindaba dulces caricias, intentando calmarle. El pequeño se dejó hacer, llorando con fuerza en el pecho de aquel extraño. Es que se sentía tan condenadamente bien que alguien le tratase de esa forma tan cariñosa que no había podido evitar dejarse llevar por sus emociones y desahogar todo el miedo que había llevado cargando por meses.

Lentamente se había ido calmando, y al sentirse ya más tranquilo levanto su cabecita para apreciar mejor al chico que le había salvado. Era rubio y de ojos azules, de complexión delgada pero fuerte, que vestía con un terno negro y camisa azul, además de un maletín que descansaba en el suelo. Al fijarse con mayor atención vio que su traje negro tenía una mancha café, dándose cuenta que el mismo le había manchado con el chocolate que aún tenía en sus manos.

-lo- lo siento, señor…-el  tono de culpa era más que palpable en su voz

-¿perdón? ¿Por qué?- pregunto confundido, pero al bajar la mirada en la dirección que veía el pequeño lo entendió- es solo una mancha, no te sientas culpable por eso. Y no me digas señor, me hace sentir viejo, soy Sanji ¿y tú eres...?-

-Zoro, un gusto- respondió el pequeño con una hermosa sonrisa

Sanji tomo al pequeño con delicadeza y se dirigió a una de las bancas del parque que quedaba cerca, sentándole en su regazo y sonriendo de igual modo

-también es un gusto, Zoro-kun. Deberías de sonreír más a menudo, es mejor verte feliz que triste- dijo en tono tierno mientras que limpiaba los rastros salados de la cara del menor con sus dedos pulgares- al parecer te lastimaste la rodilla y la mejilla, será mejor que te cure antes de que se infecte- comento mientras buscaba algo en su maletín

-¿eres medico?- pregunto el chico con estrellitas en los ojos

-ya me gustaría jajajaj pero se bastante, un buen amigo mío que si lo es me enseño. Justo ahora venía de una de sus clases- empezó a curar sus heridas con sumo cuidado, fijándose en las reacciones del niño-será mejor que no camines por un rato, te dolería mucho ¿vives cerca de aquí?- el peli verde asintió- bien, entonces te llevare-

-no es necesario que se tome tantas molestias por alguien como yo…-el pequeño bajo la cabeza, intentando no demostrar su tristeza

-no me importa, lo hago porque yo quiero. Bien, esto es lo último, ya terminamos- dijo mientras ponía una bandita en su mejilla herida con cuidado- entonces, ¿Dónde vives?

- en el orfanato que queda a unas cuadras de aquí- respondió

-así que eres como yo eh… que recuerdos- rio levemente al ver la cara de incertidumbre del menor- yo también soy huérfano, perdí a mis padres cuando era aún un crio-explico mientras tomaba al chico en brazos y empezaba a caminar en la dirección señalada

Durante el trayecto empezaron a caminar animadamente, pero al rubio se había fijado en un pequeño detalle. Cada vez que pasaban por una tienda de dulces al pequeño le brillaban los ojos con ilusión y, enternecido por aquel gesto, decidió darle un  regalo. Entro a una de las tiendas que era propiedad de un amigo suyo con la excusa de ocupar un baño, dejándole en una de las mesas.

Pero en vez de dirigirse hacia los servicios higiénicos, se quedó espiando al menor que veía todo con una sonrisa y con el mismo brillo en sus ojos que había visto minutos atrás. Al estar tan ensimismado con la vista, el pequeño no había fijado que el rubio ya había llegado y traía con él un enorme helado en sus manos, uno de aquellos postres con los que tanto había soñado probar y que, según sabia, eran de los más caros del local

-¿y esto?-pregunto sin salir aun de su estupor

-un pequeño lujo. Y no aceptare un no por respuesta- dijo anticipándose a las protestas del menor- como vi que habías perdido tu helado, quise compararte uno yo. Lo compartiremos, no creo que puedas todo esto sin terminar con dolor de estómago-

Comieron mientras conversaban, en lo que el peli verde le explico que el helado era un regalo para su mejor amiga. El pequeño estaba feliz, esa estaba siendo la mejor tarde de su vida en mucho tiempo, y su corazón se llenaba de un sentimiento cálido cada vez que veía al rubio sonreírle cálidamente…como un hermano mayor. Sanji le había contado que en unos días dejaría la cuidad por asuntos personales, y al ver el semblante abatido de su pequeño acompañante, le había prometido mantenerse en contacto.

Al terminar, el mayor le limpio los rastros de helado con cuidado, riendo al ver el sonrojo que se había acrecentado en las mejillas del chico por ese acto. Sin que Zoro lo notara, había comprado a escondidas un presente para su amiga y los había escondido en su maletín, pensando en la cara que este tendría cuando lo viera.

Llegaron unos minutos después al orfanato, donde les esperaba fuera una pequeña peli azul de unos doce años que tenía gesto preocupado en su rostro. Al ver a su amigo llegar, suspiro de alivio, pero luego un enfado le empezó a llenar por dentro.

-condenado niñato ¡¿se puede saber porque has tardado tanto?!- exclamo la niña mientras zarandeaba al pequeño una vez que este se hubiera encontrado en el suelo-¿y esas heridas? Mas te vale no haberte metido en problemas… ¡ni sabias lo preocupada que me tenías, idiota!

-vamos, vamos. Si sigues así vas acabar matándolo- comentó divertido Sanji al ver la reacción de la pequeña- y referente a lo demás, fue mi culpa. Lo que paso fue…

El rubio le contó con lujo de detalles lo ocurrido, provocando que la peli azul se sonrojara por su actitud. Pero la sorpresa le puedo a los dos pequeños cuando el joven saco de su maletín un regalo envuelto en papel celeste y se lo entregaba al peli verde

-vamos Zoro ¿no me dijiste que hoy era su cumpleaños? Deberías ser más atento, después de lo que te costó comprar ese regalo- le giño el ojo derecho, que era el único visible, en un gesto cómplice- y espero que me perdones, pequeña, pero no puede traerte nada, aun así, feliz cumpleaños- dijo el rubio inocentemente, ganándose un abrazo y un tierno beso de la pequeña en su mejilla

Zoro, entre avergonzado y feliz, le había entregado el regalo a su amiga. Esta, al abrirlo, se llevó otra sorpresa más para la colección del día: en su interior había una cajita con finos chocolates de la mejor calidad. Los tres se pasaron lo que quedaban de la tarde riendo y charlado, hasta que llegó la hora de despedirse. Aunque sabían que Sanji se mantendría en contacto con ellos, no podían evitar sentirse tristes al saber que probablemente no lo volverían a ver más. El chico, a pesar de haber compartido con ellos tan poco tiempo, ya ocupaba un lugar importante en sus vidas y en sus corazones.

Sanji les prometió que se volverían a ver, y que, a pesar de la distancia que los separara, les sacaría una sonrisa cuando más lo necesitaran. Y así había sido. Los años consiguientes, durante las fechas importantes recibían uno que otro regalo siempre con el mismo remitente: Mr. Prince. Ambos reían al recordar como Sanji les decía que si existieran los príncipes, el sería el mejor del mudo y, divertidos, ellos le habían dado el honorifico de ‘‘Prince Nii-chan’’

Los años habían pasado, y ambos chicos habían crecido y habían perdido todo contacto con su amigo luego de abandonar el orfanato. No le habían vuelto a ver y, aunque las esperanzas aun no las habían perdido, esta había ido desapareciendo.

Pero lo que no sabían, era que el destino estaba a punto de darles un giro a sus vidas, y que la reaparición del misterioso rubio traería consigo grandes problemas y un secreto del cual nunca se hubieran esperado ser partícipes…

Tsusuku… (O tal vez no XD)

Notas finales:

Espero les haya gustado y nos leemos

Kuro-chan


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