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Conflictos Adolescentes por Yuzuru7

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Notas del fanfic:

Esta historia me pertenece los personajes en ella No.

Resubiendo historia por problemas en la pagina en la que estaba originalmente.

Notas del capitulo:

Pues no mucho que decir, los personajes no son mios, la historia si...

–        ¡España Bastardo!– su voz se entrecortaba a causa del vaivén que el mayor ejercía sobre su cuerpo, y es que en aquel instante, los representantes de ambas naciones, hacían cosas nada santas, para los ojos castos.

–        Lovino– dijo inclinándose, sobre el menor, llegando más adentro y logrando un fuerte gemido que murió en sus labios, al reclamar los de la joven nación italiana.

–        Ahmm, Antonio, más, más– decía él joven Italiano, completamente entregado al placer que lo inundaba en esos momentos.

–        Lovi-Love–  ronroneaba en su oído, mientras complacía la petición de su joven amante.

–        Ahhhhh mggg Antonio–  grito el menor mientras los arrebatos del clímax, atacaron su cuerpo. El español, sintió el cuerpo bajo el estremecerse, y tras una última y profunda embestida, se unió a su amante. En un sonoro

–         Lovino–   se tumbó a su lado, y beso con dulzura su frente, abrazando a su joven amenté con un amor inmenso. Se dejó arrastrar por el sueño ya mañana podría limpiar el desorden, dejado por los pasillos de la casa. Una curiosa risa le despabilo un poco, pero no vio nada, más que el relajado rostro del italiano abrazado a él. Por lo que le volvió a besar dejándose dormir.

Soñaba tranquilamente con Tomates, y su Hermoso Lovino, con su rostro fruncido. Y aun así bellísimamente solo para él.

–        Bastardo– se oía una dulce y chillona voz.

–        Romano– dijo entre sueños.

–        Suéltame, pervertido, bastardo– la dulce voz, parecía estar a punto de ponerse a llorar, cosa que hizo que el español abriera los ojos sorprendido, y soltando el agarre que tenía sobre el cuerpo a su lado. Que salió disparado jalando la sabana un fuerte golpe, se escuchó tras la caída del cuerpo, Antonio se puso de pie y tallándose los ojos noto, al pequeño que sollozaba  cubriendo su desnudo cuerpo con la sabana. Un niño de unos 13 o 14 años, cabello castaño, rulo al lado derecho, y ojos oliva, cubiertos de lágrimas.

–        Ro…Romano– dijo como quien no quiere la cosa, sintiéndose realmente confundido. El pequeño alzo la vista, jalando un poco más la sabana para cubrir su delicado cuerpo.

–        Me duele– dijo de pronto, y las lágrimas comenzaron a caer por sus delicados ojos, logrando que el español, se sintiera más que confundido, aterrado.

–        ¿Qué te duele?, ¿te paso algo?, ¿qué tienes? – hablaba rápido y confundido, caminando hacia el pequeño que se cubrió y se alejó aun por el suelo, hacia un rincón donde se abrazó así mismo y se cubrió lo más que pudo.

–        No te me acerques bastardo, Maldición, Duele maldito violador– grito el niño, sin contenerse mientras, lloraba y se aferraba a un más a la sabana. La desubicada mente del español trataba de acomodar en algún punto la situación. La noche anterior el italiano llego a su casa tras haber peleado con el alemán, la razón aunque Lovino no lo admitiera, los celos que le tenía, razón Feliciano. Llego a casa de Antonio en España, en un Ferrari, que al parecer era de la mafia, estaba muy molesto y sin repararse en decir “nada” se lanzó a los labios del español. Que no se negó en lo absoluto, sabía las reacciones del menor, y esta solo demostraba su frustración, hicieron un desorden pasional en su camino a la habitación, donde consumaron el acto, en una placentera sesión de sexo. Se durmió abrazando al Italiano, y de repente se encuentra despertando con una versión adolescente del mismo, que llora quejándose y llamándolo violador, cuando lo más natural hubiera sido, que Lovino le tirara un almohadazo sonrojado quejándose del dolor en el cul…

–        ¡Oh dios mío!– dijo el español antes de correr hacia el menor, que al verle a su lado, tembló fuertemente y se cubrió llorando.

–        No me toques, maldición– lloraba y lo miraba aterrado, como si se tratara en concretó de un violador.

–        Lovi, perdóname, déjame ver, si no hay sangre, por favor, quieres que llame a un doctor, espera que le diría, que mi amante se convirtió en un niño de 14 años– el sonido del timbre lo saco de sus cavilaciones. Más lo hizo el delgado cuerpo adolescente corriendo a velocidad maratonista hacia la puerta, lejos de él, a decirle al mundo tal vez, lo que el degenerado español, le había hecho.

–        Espera Lovi, no quiero ir a la cárcel– grito poniéndose de pie, y notando que en todo este momento estuvo desnudo. Busco su pantalón, y trato de ponérselo mientras gritaba al pequeño italiano, desaparecido en acción.

Un par de toques más, y la puerta fue estridentemente abierto de golpe, revelando en el umbral un alemán con una caja de helado, y un italiano con rulo a la izquierda a su lado.  Cuando la puerta se abrió, cualquier reacción que los jóvenes de pie en el umbral esperaran quedo por los suelos, al ver a un jovencito, bañado en lágrimas y solo mal cubierto por una sabana abrazarse del alemán, que entro en casi estado de Shock.

–        ¡No es lo que parece!– gritaba histérico el español mientras bajaba corriendo escaleras abajo.

–        ¿Lovino? – fue lo único que el alemán logro articular mientras separaba un poco el cuerpo del menor, que seguía sollozando y se mostraba desnudo y mal cubierto. Ludwig se sonrojo, jamás espero ver a su amado Feliciano reflejado en su mayor Lovino, pero ahí estaba la copia perfecta, versión adolescente sin contar el color de ojos, o el rulo a la inversa, pero eran idénticos tiernos y llorones aunque desnudo. Ni el español ni el alemán, reaccionaron a otra cosa que no fuera, el fuerte sonido que rompió el silencio en dos ocasiones, y ambos desde el piso lograron ver a una Italia subir escaleras tirando de la muñeca del adolescente aun sollozando.

Para cuando cayeron en cuenta del bofetón que ambos habían recibido, y que los dejo fuera de combate, Italia Feliciano ya se encontraba encerrado en el baño superior con su ahora adolescente hermano. Habían pasado 45 minutos y el español y el alemán estaban ahora uno frente al otro, suspirando y con la mejilla derecha roja e inflamada, a causa de una bofetada made in Venecia.

–        Si hubiera usado esas bofetadas contra los aliados hubiéramos ganado– declaro el alemán de pronto. Llevando la caja de helado hacia su mejilla.

–        El armamento italiano se basa en cabezazos made in Roma y bofetadas made in Venecia– dijo el español, tratando inútilmente de mitigar el dolor sobándose con cariño llevaba sus pantalones y una playera sencilla.

–        A un no entiendo que pudo haber pasado Antonio– declaro el Alemán, aun con la caja de helado en su mejilla

–        Ni yo, ya te lo dije, me acosté con un Lovino adulto y me desperté con un adolescente, acusándome de violador– el español bajo el rostro claramente deprimido.

–        Creo que deberíamos llamar a alguien que sepa de esto– dijo el Alemán, tratando de recuperar la postura.

–        ¿Hablas  de quien creo que hablas?– cuestiono el español, ahora más frustrado.

–        No conozco a nadie más–

–        ¿Qué hay del novio de tu primo?–

–        ¿De Denmark?– el alemán lo miro interrogante – ¿Realmente quieres intentar con los nórdicos?–no se llevaban mal pero el problema eran los Celos de Denmark, él era capaz de arrancarle los ojos hasta al mismo Rusia, si es que miraban o hablaban por más de 3 minutos con Noruega o Islandia.

–        Maldición, realmente tendré que llamar a ese imbécil– el español se sentía un poco incómodo con ello.

–        Podemos esperar hasta mañana, hay reunión en América después de todo, ahí puedes decirle a Inglaterra o en su defecto intentar con Noruega– el alemán parecía ahora más tranquilo y consiente, casi como siempre.

–        Tienes Razón, de seguro que saben cómo revertir esto– el español pareció volver a sonreír de pronto, hasta que el carraspeo de un voz les hizo girarse para encontrar a Feliciano de pie en el umbral de la puerta de la sala a su lado y vistiendo ropas que obviamente le quedaban grandes y sin zapatos se hallaba el ahora adolescente, con una cara molesta y desviándole la mirada a los 2 presentes.

–        He llamado a Seborga, para que consiguiera algo de ropa de su talla llegara aquí en un par de Horas– el español y el Alemán notaron el tono frio de las palabras del joven italiano.

–        Gracias Felic…– intento agradecer el español, topándose con la fría forma en que el joven italiano le corto de golpe

–        Lovi ¿quieres comer algo? – el ahora menor italiano, asintió sin despegar sus orbes del suelo.

–        Te preparare Rabioles– movió ligeramente los castaños cabellos y se dirigió a la cocina.

–        Iré a hablar con el– el Alemán se puso de pie para seguir a su amante Italiano a la cocina, Lovino se sentó en el sofá y miro al español, aun con el ceño fruncido.

–        No había sangre, solo… era incomodo– dijo tan frio como pudo. El español lo miro ligeramente sorprendido, y comprendiendo que se refería a lo que el mismo le había preguntado entre su histeria.

–        Lo lamento, no quise asustarte– dijo el español, tratando de alcanzar al menor que se sonrojo y levanto rápido.

–        Iré con Feliciano– dijo saliendo lo más rápido que pudo de la sala con dirección a la cocina

–        Ah, esto será un infierno, espero que mañana el idiota Ingles pueda ayudarnos–suspiro  resignado el español.

Mientras tanto, hace unas horas al otro lado del charco.

–        Alfred…Amg, ahhh, no tan fuerte, ALFRED– los gemidos, inundaban la sala de una gran casa  situada en algún lugar de estados unidos, donde el representante de dicha nación, se encontraba ahora mismo dándole atención especial a su vecino inglés.

–        Eres hermosos Iggi– dijo el americano dándole un apasionado beso, al rubio de orbes esmeraldas, mientras continuaba con el fuerte vaivén sin romper el ósculo.

–        ARTHUR– gimió el menor alcanzando el clímax, con una última estocada, logrando también que su contraparte le siguiera.

–        ALFRED– se dejaron caer, sobre el sillón y se regalaron un último beso, ya mañana, el americano tendría su reprimenda, por no haberle dejado ni siquiera comer algo, a su ingles amante. Mientras ambos eran llevados al país de los sueños, el americano oyó una dulce risa, abrió ligeramente los ojos, pero no vio nada, así que se aferró más al cuerpo a su lado dispuesto a dormir.

Soñaba, con su hermoso país, y con sus habitantes, que no eran otros que hamburguesas vestidas, niños hamburguesa, perros hamburguesa, y el presidente Ronald McDonald, hablaba en la televisión, del futuro de las recetas secretas, un joven rubio apareció de pronto frente al americano. Mientras le regalaba una sensual sonrisa. Mientras él se acercaba a besarlo, dulce y tiernamente.

–        ¡Don't touch me bloody bastard!– aquel grito logro despertarlo, pero sin duda, lo que más le sorprendió aparte de la patada, que lo envió a él y al sillón a incrustarse en la pared de la casa fue ver el Delgado y estilizado cuerpo de su amante, ligeramente más Delgado y pequeño, tenía un brillo feroz en sus ojos y había una pequeña coleta que caía sobre su hombro derecho y que provenía de un ligero mechón más largo de su cabello las orejas perforadas y un acento a tabernero no por eso su voz dejaba de ser tremendamente sexy. También logro divisar las cicatrices blancas que marcaban casi todo su torso y piernas, pero que desgraciadamente lo hacían mil veces más sensual.

–        ¿Arthur?– logro preguntar empujando un poco el sillón para poder salir de la arruinada pared. No había duda, frente a él estaba un Arthur versión 14 años. Con un carácter un tanto asesino y una mirada de desprecio total. No solo hacia al rubio americano frente a él, sino hacia todo el mundo.

–        ¿Arthur que te paso? – estaba… extasiado, aterrado y algo confundido. Alcanzo su pantalón y se lo puso aunque sin interiores, y solo subió el zipper, el menor frente a él se sonrojo pero siguió viéndole muy feo.

–        Quiero ver que lo intentes de nuevo bastardo– declaro el ex Caballero inglés.

–        ¿Intentar qué? – cada instante se sentía más confundido.

–        Violarme de nuevo, espero lo hayas disfrutado porque esa será tu última acción–y sin más se arrojó sobre el americano que confundido apenas y logro esquivar la espada que el inglés sostenía, siempre se preguntaba de donde sacaban Rusia, España, Dinamarca, China o cualquier nación mayor, el grifo, las hachas y el Wong, o cualquier arma, pero ahora mismo sus dudas se vieron solucionadas ya que había visto, como la espada se materializaba en manos del inglés, proveniente del aura roja que le rodeaba.

–        Arthur, te lo puedo explicar, ¿si me explicas como diantres es que eres un adolescente con problemas hormonales otra vez?–corría de forma poco heroica por toda la casa.

–        Cállate, infeliz, te penetrare con mi espada–

–        Arthie ese doble sentido no me gustó nada– el pobre americano corría por toda la casa, con un adolescente desnudo detrás de él, demostrando no solo su habilidad con la espada, sino una agilidad envidiable.

El timbre  de la casa logro asustar a ambos presentes, el rubio americano se cubría con su maltrecho sillón, que había sido pateado de nuevo y ahora se encontraba entre las escaleras y el segundo piso, dándole apenas una especie de trinchera.

–        Bonjour mes amis – el francés abrió la puerta, que hace rato había perdido el pomo a causa de un apenas esquivado espadazo. Tras el venia el joven canadiense con su oso en manos.

–        Ahora lo entiendo eres aliado del perro francés– Alfred tembló al ver el extraño brillo en los ojos del inglés, que se giró hacia donde la nación francesa y canadiense venían entrando, Francis iba a penas a comenzar su flirteo respecto al estado de la casa y la desnudez de Arthur pero solo le basto verlo girarse, con ese brillo que presagiaba la muerte, para comprender que cualquier intento de burla terminaría con un terrible final.

–        Mon dieu– el francés apenas y esquivo la espada que se incrusto justo al lado de la cabeza del joven canadiense que aterrado no comprendía nada. Arthur trataba de sacar la espada, mientras que el francés ya se encontraba al lado del joven americano, llorando como magdalena por su vida con pañuelo en mano.

–        Maldición– el inglés subió su pierna derecha apoyándola en la pared para tirar de la espada y continuar con su ataque, cuando una ligera sensación logro que su expresión de odio cambiara a una de un adolescente confundido después azul como de nauseas y al final rojo vergüenza. Abriendo los ojos como platos.

–        Maldito Imbécil– soltó mientras se dejaba caer hincado y cubriéndose las regiones vitales, se giró a ver al americano y el francés que se asomaban confundidos. Y se toparon con una cara por completo sonrojada, con lágrimas en los verdes ojos que estaban suplicantes.

–        ¡TE CORRISTE DENTRO! – grito mientras las lágrimas comenzaban a caer el americano se sonrojo desubicado, justo como el joven canadiense que apenas y entendía nada.

–        La espada Mon AMOUR– grito el francés saltando de su escondite, el canadiense apenas y atino a lanzarse sobre el joven inglés, que de un momento a otro había obtenido la espada y trataba de atravesarse a sí mismo. Francia también le cayó encima tendiéndole en el suelo, mientras que el joven ingles pataleaba y gritaba llorando.

–        He sido mancillado no vale la pena seguir viviendo– Alfred tuvo que lanzarse también sobre el menor que tenía una fuerza atroz y apenas y lograban mantenerlo en el suelo entre los tres mientras que Kumajirou, por el grito de Canadá, (Si, grito y hasta recordó su nombre, lo que hace el factor confusión) intentaba quitarle la espada, que si bien no empuñaba se negaba a soltar, argumentando que sin su honor ya no era nada.

Un par de horas después…

El adolecente inglés, ahora vistiendo unos viejos jeans que el joven americano tenía por la casa y un sweater azul que era del canadiense y le quedaba muy flojo, sin zapatos pues le quedaban grandes. Se encontraba sentado entre la ligeramente ordenada sala aun sorbía, intentando evitar el fluido de la nariz presa de las lágrimas y miraba terriblemente mal, a los tres presentes, frente a él. El francés había arreglado un poco su cabello. Para darle una apariencia más viva, había planchado aquel encantador mechón que servía como coleta, y que caía sobre su hombro derecho, había logrado ponerle un par de pircing en las perforadas orejas, y eso lo hacía ver más apuesto a la vista.

–        ¿Y bien? ¿Qué hechizo usaste Mon ami?– por fin el francés, se había dignado hablar si bien, se sentía excitado con la imagen del joven adolescente, sabía que en esa época Arthur no le toleraba y estaba híper dispuesto a sacarle las entrañas. Aun cuando tenía la apariencia de un adolescente, el vocabulario de un viejo de mar, y los modales de un tabernero irlandés, el chiquillo era muy inocente, y perdía los estribos de forma abrumante.

–        No hice nada mujerzuela de tercera– grito enfurecido aun cuando con sus manos empuñaba su pantalón mostrando su nerviosismo

–        Respeto, soy mayor que tu– el francés, había tratado de ser amable, pero hasta el perdía los estribos al estar frente al adolescente Ingles.

–        Que seas una puta anciana, no te da ningún derecho sobre mí, lo que me sorprende es lo anciano que te vez, pero sin duda eso es por haber sido la mujerzuela de cuanto ser vivo se te cruzo por enfrente– el adolescente recuperaba su altanería, y esa sonrisa sorna.

–        Petit monstre anglais– Francis Ya ténia un tic en la frente. Mientras que los americanos, seguían mirando impactados toda la escena y a su ahora joven Ex-tutor y amante del americano.

En otro lado, al norte de Europa.

Hace algunas horas.

–        Cállate, y ya déjame dormir– decía un ya molesto noruego golpeando con la almohada al danés que lo abrazaba.

–        Pero Norge, si nos amamos porque no podemos hacerlo–

–        Eres una molestia, te dije que no– lo golpeo de nuevo, el danés inflo las mejillas y se giró soltando y dándole la espalda al noruego, que suspiro aliviado pero aun así miraba al danés, que hacia morritos mientras se acomodaba entre las sabanas.

–        Buenas noches– dijo el Noruego apagando la luz y recostándose esperando la respuesta del danés.

–        Descansa– le dijo seriamente y sin voltearse. Y así ambos se tumbaron con la única idea de dormir. El noruego espero el ataque del danés, por lo que no se relajó de inmediato. Sabía que le atacaría pronto y sin embargo un tic cruzo sus labios, cuando escucho el ronquido del danés.

–        Bastardo– dijo levantándose  y tirándole una almohada contra el rostro. Mejor se iba a dormir con Ice, que había venido a quedarse por una semana, Tino y Berwald estaban en la habitación continua, la que antes le perteneciera a Tino y ahora usaban cada que venían, el pequeño Peter estaba durmiendo en la habitación del Fondo, la que anteriormente le perteneciera a Suecia. Salió de la habitación y toco la puerta de enfrente, el joven islandés le indico que podía pasar. Cuando abrió la puerta, escucho una infantil risa, así que se giró hacia la habitación de Peter. Pero no vio, ni oyó nada, así que termino por cerrar la puerta de la habitación de su hermano y tumbarse a dormir tranquilamente.

El sonido de unos pasos corriendo por los pasillos alertaron a todos los presentes en la casa. Los dos hermanos refunfuñaron molestos pensando en que tal vez Peter, jugaba con Hanatamago y por consiguiente hacia mucho ruido, imposible conciliar el sueño como buenos tíos pondrían orden. Salieron de la habitación a un en pijamas, y se toparon con Suecia y Finlandia en las mis más condiciones. La puerta donde el pequeño Peter había pasado la noche estaba abierta. Bajaron para hablar, regañar al pequeño, Noruega noto que la habitación de Denmark también estaba vacía, como se atrevía a no remediar el ruido, que el menor causaba. Bajaron las escaleras y se toparon con el pequeño Peter, de pie en el umbral que va a la cocina con la cachorrita a su lado.

–        Peter– la voz de Tino se oía ligeramente severa

–        Cuidado-de su yo– dijo el menor hacia la cocina, todos suspiraron al creer que se trataba del danés. Así que se asomaron. Para ver. Que era lo que pasaba, sus ojos no daban crédito a lo que miraban, en la cocina parado en las estanterías, se hallaba un muchachito con unos grandes pijamas rojos, removiendo y buscando algo.

–        No hay nada– declaro con una voz estruendosa y alegre, que todos reconocieron, pero que ninguno se atrevió a entender.

–        Ya te lo dije de su yo, aquí no se comen esas cosas– dijo el menor caminando hacia el interior de la cocina, con Hanatamago a su lado dejando a sus padres y tíos de pie en el umbral. Que no se creían lo que pasaba, no podía ser después de todo, era imposible que aquel joven fuera el danés

–        Tonto, todos los adultos las ocultan– dijo el adolescente, aun removiendo cosas en los estantes.

–        Desu yo, en serio bájate de ahí, vas a caerte– el niño suspiraba intentando bajar al joven de los estantes.

–        Lo encontré– grito sacando una caja y perdiendo el equilibrio cayendo sentado de lleno al suelo.

–        ¿Te lastimaste de su yo?– grito el pequeño Peter acercándose a su joven compañero de orbes azul arrecife y pelo rubio cenizo, desordenado, sus pijamas rojas y con unas extravagantes pantuflas de conejo que Noruega reconoció como suyas, las tenía olvidadas en algún lugar de la casa. Porqué le parecían ridículas.

–        Botín de guerra mi camarada– rio el joven danés, mostrándole una caja de galletas de Mantequilla y Jengibre.

–        Estas un poco loco de su yo– rio Peter tendiéndole una mano, para que se pusiera de pie, se giraron hacia los mayores, que no pudieron evitar abrir la boca, frente a ellos estaba sin lugar a Dudas un Dinamarca adolescente, aparentaba unos 14 años, y tenía una mirada de desconfianza posada en los mayores.

–        Denmark– dijo el Finlandés, dando un paso hacia la cocina

–        Quien quiera que sean ustedes, les advierto que si intentan algo las arrancare la cabeza– declaro el joven adolescente, y su amada Hildegart apareció en sus manos, a la par que cubría con su cuerpo el del pequeño Peter a su lado.

–        Tranquilo de suyo, Ellos son mis padres y mis tíos, ¿no los recuerdas? Los estabas llamando cuando entraste a mi alcoba– dijo el micro nación, tomando a su tío adolescente del brazo.

–        Yo buscaba a mis hermanos, realmente no sé por qué pero, esta es mi casa, ¿o no? –

–        Si lo es de su yo, ellos son tus ¿hermanos? Bueno son Suecia, Finlandia, Noruega e Islandia– Peter los señalo en ese orden.

–        No puede ser– el hacha desapareció de pronto y el joven danés, bajo el rostro, con nostalgia.

–        ¿Está todo bien? – insistió Fin que era el único al parecer, recuperado del Shock.

–        Si, ya son adultos e incluso tienen un hijo, ¿porque yo soy aun un chiquillo? – un montón de lagrimones se juntó en los ojos del rubio, que bajo más el rostro y arrojo las galletas al suelo con una tremenda ira

–        ¿Donde están los niños que deje cuando me embarque?– decía mordiéndose el labio, muy confundido. Los mayores entendieron de pronto, cuando Denmark aparentaba los 14 años, fue obligado a embarcarse, con los vikingos de su nación, para conquistar más naciones y crecer como imperio, ellos no se volvieron a ver hasta un par de décadas después había pasado mucho tiempo, y cuando se reencontraron Denmark tenía la apariencia de un joven de 16 años. No hubo ningún problema porque ellos también habían crecido y eran ahora un grupo de adolescentes, menores al danés, solo por un par de años. Ahora tenían a un adolescente Danés de unos aparentemente 14 años, que no entendía como sus Hermanos habían crecido de forma tan abrumante, en lo que pare él era poco tiempo, mientras que los adultos no entendían como diablos el Mayor danés era ahora un adolescente de 14 años, con complejo de guardián.

Se encontraban sentados en la mesa, Tino había preparado un poco de chocolate y los ahora 2 adolescentes disfrutaban de la bebida acompañadas de las galletas que el Danés había encontrado.

–        Entonces, ¿me volví pequeño? – decía el danés, con galletas en la boca, y aun con pijamas

–        S’,per’ no s’bem’s porqu’– dijo el Sueco, tratando de sonar calmado.

–        ¿Por qué Noruega me pone cosas encima? – el nórdico le ponía, talismanes en la cabeza, y  un sinfín de objetos mágicos.

–        Trato de deshacer el hechizo– declaro el nórdico

–        ¿Ah? Eres genial Norge– siguió comiendo el ahora menor, mientras el noruego le ponía miles de cosas encima.

–        No puede ser– declaro el nórdico, tras haber golpeado al danés con un cristal brillante.

–        Me dolió Norge– dijo mientras se sobaba la frente y le extendía la taza a Fin que sonriendo la relleno de espumosos chocolate caliente.

–        ¿Qué paso? – dijo el islandés.

–        Es una magia más poderosa que la mía– declaro sentando muy cansado

–        Le pediremos ayuda a Inglaterra mañana– dijo tremendamente sonriente el finlandés.

–        Por ahora, creo que algo de mi ropa te viene, iremos a comprarte unos jeans y una playera… debes presentarte elegante mañana– hablaba para sí mismo el Finlandés.

–        Está bien– dijo sonriendo el danés

–        Peter, Mathias terminen su comida y vamos a salir, Mathias cuando termines te sube a tu habitación te dejare algo de mi ropa, para que te la pongas, será solo hasta encontrar algo de ropa para ti– dijo sonriendo

–        Gracias Tino– los jóvenes siguieron comiendo los otros tres nórdicos veían a Fin al parecer en su fase Mamá activada.

Y aun en la distancia de los tres casos todos pensaban

–        Todo esto será demasiado, complicado–

Mientras que una dulce mirada los observaba, desde las sombras, sus ojos lilas, y una dulce sonrisa.

Notas finales:

Y que tal... Espero sus comentarios, e insisto esta historia estaba siendo publicada en FF por problemas con la pagina la he colgado aqui.


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