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Flores por Angel_Chan

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Notas del fanfic:

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Shun-Hyoga.

Clasificación: Romance-Drama-Angs.

Advertencia: Lemon.

Notas: Continuación de ‘Esclavo’ y ‘Grilletes’.

Fecha: 21/10/2010.

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

Flores.

 

Prólogo.

 

Era un acontecimiento maravilloso, un momento sublime en la vida de cualquier persona, mas aun para una pareja… la esperada llegada de su primer hijo.

Estaban todos los preparativos hechos, en su casa, la habitación para el nuevo integrante de la familia está lista para recibirlo, incluso ya tenían un asiento para que pudiera ir en el auto con total seguridad. Ropas de todos los tamaños posibles, e innumerables peluches y juguetes… y él no hacía más que sentirse vacio y miserable, igual que el mismo día en que recibió la noticia de que por fin seria padre.

Y no era el hecho de que no quisiera a esa nueva vida por llegar, que también era parte suya, tal vez… si las circunstancias se hubieran dado de otra manera. Por ahí no hubiese vivido cada segundo del alumbramiento como una tortura; ni el primer llanto de su hijo había sonado tan desgarrador en sus pabellones auditivos.

Aun seguía preguntándose cómo era que había elegido vivir en esa mentira, ser parte de algo tan atroz como traer una nueva vida a una familia sin amor.

¡Su vida estaba llena de malas elecciones!

Shun lo sabía, y no era una sola e insignificante… sino que tenía muchas ya a cuestas.

—¡Felicidades Otouto, es un hermoso varón!

Ikki palmeo su espalda con efusiva fuerza, tratando de hacer que su otrora querido y pequeño ‘usabi’ reaccionara ante la emoción de la noticia.

Shun apenas sonrió, con la mitad de sus labios.

—¿Aun estas nervioso, no? Si sientes que te tiemblan las piernas, es totalmente normal. —Shiryu se unió al grupo que lo felicitaba, siendo el único con la experiencia suficiente para hablar de ello --ya era padre de dos--.

La verdad era que sí; le temblaban las piernas, pero no por presenciar el parto y ver a su hijo. Su nerviosismo venia por el hecho de que él, Hyoga, estuviera en esos momentos en aquella misma sala.

Sus ojos observaban insistentes los orbes celestes que lo venían con un solo pensamiento expuesto en ellos. “¿Cómo pudiste hacerlo?”

Pero Shun ya no podía contestarle, ni si quiera se podía dar una respuesta a sí mismo. No lo sabía, ni el cómo, ni el porqué; solo sabía que había comenzado a cavar su propia tumba hacía mucho tiempo. Año tras año de ese matrimonio fingido, junto con una doble vida que tampoco lo enorgullecía; y ahora…

Las palabras y las chanzas seguían, aun cuando la enfermera amenazo con correrlos del piso, a todos si seguían haciendo tanto barullo.

June aun estaba bastante adolorida, en la sala contigua a ellos; el parto había sido normal, pero no por ello fácil para una madre primeriza.

Ahora las tocaba lidiar con llantos de madrugada, cambio de pañales y papillas de avena y manzana. Ahora estaba más atado que antes… ¡Como nunca!

Ahora solo le quedaba seguir con su existencia de manera vacía, sin ningún tipo de escapatoria, ser alguien que va muriendo un poco cada día, aun y siguiera viviendo. Sin nada a que aferrarse más que a pequeños recuerdos de tiempos pasados, un corto periodo en el que había sentido que no estaba perdido en su vida.

Ta vez debió pensarlo con mayor detenimiento, segur el consejo de su razón, cuando esta le decía gritando, el grave error que estaba cometiendo; o quizás, cuando Hyoga…

¡No, pensar ahora en Hyoga le dolía mucho!

Estaba solo, esa era su realidad ahora.

Por cumplir una promesa que jamás debió hacer, ahora estaba preso de sus propias palabras. June no quería dejarlo ir, aun así supiera de sus años de infidelidades; aunque le gritara en la cara preso de la rabia y la frustración, la verdad de que nunca la había amado y el hecho irrefutable de que él mismo reconocía su propia homosexualidad; y que a pesar de todo, él jamás había querido lastimarle, solo cumplir su promesa de seguir protegiéndola.

Pero June lo quería todo, a Shun, a su matrimonio ‘perfecto’, y por sobre todas las cosas, a la consumación de ese ‘amor’… ella quería un hijo suyo.

Shun al principio se había aterrado con la idea que June le planteo, tan descabellada, tan inescrupulosa… aunque tan conveniente para él también.

June no solo estaba dispuesta a perdonar sus infidelidades pasadas, sino que tampoco tomaría en cuenta las futuras, solo si Shun estaba dispuesto a darle un hijo. Mientras nadie se enterase de su doble vida, él podía seguir como hasta ese día, y volver a la noche para compartir su cama de noche.

El bulto en sus brazos rompió en llantos desesperadamente, y él tuvo deseos de imitarlo, de largarse a llorar. Porque era su culpa, porque acepto jugar un juego realmente peligroso, siguiendo una mentira difícil de mantener.

No sabía cómo June se había enterado de que era con Hyoga que la había estado engañando, quizás no había sido tan difícil, y saltaba perfectamente a la vista y de la manera más obvia.

Pero él no podía seguir en eso por mucho tiempo, tratando de mantener con excito dos mentiras al mismo tiempo… una con June, y la otra con Hyoga.

Más aun cuando vio la enorme barriga de la mujer que era su esposa, y aquel frio temblor endureció se espina.

¡Era sabido que en ese punto todo debía cambiar!

 

Continuará.


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