El director de una prestigiada universidad hablaba enérgicamente con un joven visiblemente molesto…
-¿Cómo a atrevió a hacer eso señor Hunter?- el hombre de alrededor de 42 años reprendía al chico…
-¡El tuvo la culpa! ¿cómo se atrevió a hacerme eso delante de mis amigos?- la respuesta del estudiante lo sacó de quicio
-¡No me interesan sus argumentos! Y si en este mismo instante no va a la oficina del consejero lo voy a dar de baja por su comportamiento tan inapropiado, ¡Váyase ahora!- con un gran enojo, el muchacho se levantó de la silla y salió de la oficina del hombre, se encontraba muy confundido, molesto, irritable, con cargo de conciencia… en definitiva muy mal.
Muy pronto se halló frente a la puerta de madera bien pintada y reluciente, dudó unos segundos, sin embargo de esa visita dependía su estancia en la facultad, tocó un par de veces y al oír un “adelante” pasó…
-¿Dime en qué puedo ayudarte?- el consejero era un hombre con semblante muy sereno, amable, vestía un suéter de rombos, una camisa de vestir impecablemente portada de color azul y un pantalón de gabardina color café claro.
-El director me mandó con usted, yo no quiero pero si no venía me iba a expulsar- Romel Hunter estaba frente al profesional con las manos en los bolsillos y ladeando la cara, sentía vergüenza de estar en ese lugar.
-Mmm… de acuerdo, y se puede saber ¿por qué el señor director te ordenó venir aquí?-
-Porque está amargado y quiere que todos seamos igual que él- el mayor no pudo evitar una sonrisa de diversión- ¿de qué se rie?
-De nada, dices que el director está amargado, ¿por qué lo piensas?-
-¿No lo ha visto? Siempre está amargado, regaña, tiene mala cara todo el tiempo, es un tirano, un dictador, ya veo porque mis compañeros prefieren venir con usted y no con el cacique de nuestro director- el hombre volvió a dibujar una sonrisa en la cara…
-Ya veo, tienes una clara visión de él… en fin- con un ademán le pidió tomar asiento al alumno para después él hacer lo mismo- Platícame ¿qué ocurrió?-
-Pues… es que… yo…- Hunter enrojeció completamente, su cara parecía haber sido pintada
-Tranquilo, no te asustes, lo que me digas quedará entre nosotros- intentaba aligerar la tensión.
-Lo que sucede es que yo… yo golpeé a un compañero-
-Mmm, y ¿cuál es el motivo para haberlo golpeado?- preguntó tranquilo el consultor
-Porque me avergonzó delante de mis amigos- respondió secamente mientras acariciaba nerviosamente su dedo anular, en el cual portaba un anillo.
-¿Qué fue lo que te hizo? Supongo que debió ser algo muy grave para llegar a esos extremos-
-Sí-
-¿Me lo quieres contar?
-No sé si pueda confiar en usted-
-¿Qué te parece si lo intentamos? Verás que si puedes… anda dime que te hizo-
-Está bien, pero no lo ande divulgando, mire que es algo vergonzoso-
-Verás que no, lo prometo- levantó su mano derecha como si estuviera jurando.
-Lo que sucedió es que un compañero… Frederic, me… me besó delante de mis amigos- al decirlo su dedicación al tallar su dedo anular aumentó.
-¿En serio?... y ¿por qué te besó?
-No… no…-
-Sabes, algunas veces nos cuesta ver lo que tenemos enfrente, y queremos evadir nuestra realidad, sin afán de faltarte el respeto ni mucho menos… ¿crees que algo así sucede con Frederic?-
-Yo…. Yo… no lo sé-
-¿Tienes alguna idea del por qué tu compañero hizo lo que hizo?
-Pues… ta… tal vez- el consejero asintió lentamente
-¿Me quieres decir esa idea?-
-Es que… creo que está enamorado de mi-
-Ok… pero supongo que tú le pusiste límites para qué no creyera que era recíproco ¿verdad?- el chico enrojeció más, no lo negó, tampoco lo afirmó… el profesional, con años de experiencia suponía que ocurría…-Oye… qué bonito anillo… ¿quién te lo dio?-
-¿Eh?... pues… una amiga- lo ultimo visiblemente fue improvisado.
-Pues que buen gusto tiene tu amiga, si le regalara algo así a otros amigos no dudo ni tantito que ya tenga admiradores o pretendientes…-
-¡No! ¡No puede tenerlos!- golpeó el apoyo de su silla con violencia, el comentario le molestó mucho.
-Lo siento, no quise hacerte enfadar… sabes, con los mil años de experiencia que tengo, he escuchado muchas historias, hay una que me gustaría contarte, ¿quieres que te la platique?
-¿De qué se trata?
-Pues es una historia poco convencional, estamos malacostumbrados a etiquetar lo normal, créeme que no es fácil decir qué es normal y que no, ¿quieres oírla?
-Está bien… espero que no sea larga-
-Mmm- pensó el hombre…- mejor ponte cómodo-
-Esto no me agrada mucho- dijo en voz baja el alumno
-Cuando me la contaron, me sorprendí mucho… tal vez te suceda lo mismo… pero bien… comienza de esta forma…
INICIO DE LA HISTORIA
El sol estaba a lo máximo, sus rayos lejos de ofrecer un calor agradable, quemaban terriblemente, un joven de cabellos rebeldes, pantalones holgados y playera no tan ajustada pero que le permitían mostrar su bien formada musculatura, descendía de su auto con unas gafas oscuras, era conocido en la escuela por ser el clásico chico popular y rebelde, con cualquier ideología que no compartiera era suficiente para debatir, varias veces estuvo a punto de ser expulsado de la carrera, aparte de estos atributos, faltaban los físicos, alto, guapo, moreno claro de ojos color miel, sin duda un hombre muy atractivo para ambos géneros.
Un joven, un tanto flacucho, de cabello perfectamente peinado, no tan guapo como el rebelde, un chico muy común, sin algo que lo hiciera sobresalir, lo aguardaba, se le veía a leguas el nerviosismo que cargaba. Al verlo de frente quedó estupefacto, el guapo de Andrew se dirigía hacia él, su virilidad lo derretía, su olor tan masculino, su fragancia lo atontaba. Jon, como todos le llamaban, no podía articular algo inteligente cuando lo tenía enfrente, le imponía la sola presencia de su compañero.
Al ver la pequeña figura de Jon, Andrew ladeó una sonrisa y lo saludó cortésmente (a pesar de ser un rebelde por completo, era amable con las personas)…
-Hola, ¿qué tal?- su compañero solo abrió los ojos y sin hablar asintió, no le salían las palabras, el guapo iba a seguir su camino, cuando Jon le detuvo…
-Quiero hablar contigo- soltó de un solo golpe haciendo que Andrew se detuviera y volteara hacia él.
-¿Qué pasa?- cuestionó tranquilamente.
-Po… po… pode…- aclaró su garganta- ¿podemos hablar allá?- señaló el auto del guapo
-Sí, vamos.- Andrew extendió su brazo dándole el paso a Jon primero, cuando estuvieron junto al vehículo preguntó- ¿Y bien?-
-Ta… tal… tal vez tu no sepas quien soy…- fue interrumpido…
-sí, eres mi compañero en una clase, la del maestro Sanders, ese tipo tan estúpido, odio su clase, es un retrógrada-
-¡Sí, llevamos esa clase juntos!- dijo emocionado- recuerdo que lo cuestionaste y por eso te sacó de clase-
-No pudo sostener sus postulados, es un idiota… pero no importa, de cualquier modo tuve que regresar si quiero graduarme.- Jon sonrió ante la dicho por su compañero- Aunque no creo que quieras hablarme de él, ¿qué quieres decirme?-
-A lo mejor no te has dado cuenta, pero yo te veo…-
-¿Me ves?-
-Sí, te veo, cuando hablas, cuando peleas, cuando llegas, cuando escribes… ya… ya hasta puedo reconocer cuál es tu coche-
-¡Vaya! Sí que me ves- dijo en un tono juguetón….
-Andrew… tú…. Tú me… ¡tú me gustas!- apretó los puños y cerró los ojos al decírselo, agachó la cabeza y dijo con un poco de miedo- este es el momento en el que me golpeas y me insultas- continuaba con su postura. Andrew lo miró atentamente…