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Absurda Cenicienta por Itachi Uchiha Girl

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Notas del capitulo:

Es algo que escribí en mis ratos libres, debe tener cerca de 3 años que lo escribí, perdonene si mi ortografía no era buena en ese entonces. También no relacionen el titulo del fic con el nombre de cierta canción, solo me pareció que era el que más le quedaba ^^ . No contiene lemon ni nada por el estilo, así que solo disfrutenlo.

Crees en los cuentos de hadas?... Crees que pueden ser realidad?...

El chico estaba en la habitación iluminada por la luna, sus hermosos cabellos castaños brillaban mientras él limpiaba el desorden que había en la habitación. Escuchaba las voces de los invitados que se encontraban en la habitación continua, sin contar que también podía escuchar la voz familiar de aquel peli plateado. Si, su amo y captor, él que le mantenía ahí, día a día cumpliendo cada uno de sus caprichos. Pero que mas podía hacer? Nada… Había perdido todo hacía ya muchos años, su casa, su familia, no le quedaba nadie más que aquel doctor que le había acogido en casa, prometiéndole maravillas y dándole solo mentiras.
Pero pese a todo, su mente a veces volaba, se mantenía alejada de ese lugar, y a sus pensamientos venía esa hermosa figura, aquel hermoso hombre que había conocido días atrás, su amor a primera vista…

 

*********FLASH BACK***********

Esa tarde había salido a hacer un mandado de amo. Estaba en la plaza sentado junto a la fuente. Había terminado con lo que tenía que hacer, pero no quería regresar a su prisión, aun no, tenía la oportunidad de estar fuera sin vigilancia y no la iba a desaprovechar. Miraba las calles iluminadas apenas por la tenue luz que aun llegaba del astro rey que se ocultaba, dando un pronto paso a la plateada luna.
Suspiró. A su mente vinieron todas esas escenas de su niñez, el día del incendio, todo… Recordó al doctor, su hermoso rostro de ángel salvador, aquel que le prometía todo, pero al final, no fue más que un demonio con rostro de ángel.
Saladas lágrimas luchaban por recorrer sus mejillas, mordía su labio inferior ahogando el llanto que no parecía ceder. Finalmente, las saladas lágrimas adornaron su terso rostro. Bajó la mirada, estaba en un lugar público, ¿Qué clase de espectáculo era ese? Pero no lo podía evitar. Estaba cansado, estaba agotado y quería rendirse, soñar… Fue entonces que sintió una mano en su hombro, cuando alzó la mirada sus ojos esmeralda se encontraron con aquella hermosa mirada amatista. Un castaño alto le miraba enternecido y le ofrecía un pañuelo con que secar su llanto. El pequeño lo miró desconcertado por unos momentos. ¿Quién era él?
-no es bueno que una personita como tú este llorando solo en este lugar- dijo el castaño con una sonrisa en el rostro- por más grande que sean nuestros problemas, todo tiene solución- agregó ofreciéndole aún el pañuelo.
El pequeño por fin tomó el pequeño trozo de algodón y secó sus lágrimas, notó que en el borde del pañuelo estaban grabadas las iniciales de la realeza “AT”
-M...Majestad!!!…- exclamó el de la mirada esmeralda al notar que se encontraba hablando con el príncipe del reino: Asato Tsuzuki.
-descuida…- respondió mientras seguía sonriendo- solo no digas que estoy aquí.. me ah costado bastante escaparme de mi guardia y estar a solas un rato- volvió a agregar guiñándole un ojo.
Solo eso bastó, un rubor notorio pintó las mejillas del menor. El príncipe volvió a sonreír al notar la reacción del menor. Quiso hablar pero un ejército de hombres pronto se acercó a ellos.
-parece que me descubrieron… bueno pequeño… espero que nada te vuelva a acongojar..- agregó antes de irse donde se encontraban los hombres y despedirse del menor con una gran sonrisa en los labios.

****FLASH BACK END*****

Suspiró de nuevo. En su rostro se dibujó una pequeña sonrisa. La velada estaba por acabar, pronto tendría que limpiar. Se paró y se acercó a la puerta, miró hacia el interior de la sala principal, casi no había nadie, de pronto, la puerta se abrió de par en par. El peliplateado doctor le miraba sonriente. El joven miró al mayor impactado, petrificado.
- Hisoka… sabías que no es bueno espiar?-
-a..amo.. lo siento.. yo…-
El menor no alcanzó a decir más, el doctor le había sujetado del brazo y le había aventado dentro de la habitación de nuevo. Los ojos esmeraldas se llenaron de lágrimas cuando el doctor se acercó a él y le despojó de sus ropas. Sabía lo que iba a suceder, y no podía hacer nada más que llorar…

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Esa mañana el sol resplandecía en su cenit. El menor estaba limpiando la sala, cuando alguien tocó a la puerta. Fue rápido hacia esta y al abrirla grande fue su sorpresa al encontrar a un mensajero real en esta.
-cuantas personas viven en esta casa?- preguntó el hombrecillo regordete
- d..dos..-respondió el menor un tanto indeciso
El hombrecillo le entregó entonces un par de sobres que tenían el sello real. El menor miro los sobres sin saber que hacer, eran invitaciones? A qué?... En ese momento, detrás del menor apareció el doctor, le quitó los sobres de las manitas y abrió uno de ellos: era invitación a un baile que se organizaba en honor de los 26 años del joven príncipe, pero lo especial era que en el baile el joven príncipe escogería a su consorte.
El hombrecillo, tras una pequeña reverencia se retiró. El pequeño castaño miró al doctor con los ojos llenos de ilusión: vería a su príncipe, vería a su amado príncipe de ojos amatistas. El peli plateado le sonrío.
- ¿Por qué me miras así?¿Crees que te dejaré ir al baile? ¿A ti, un sirviente?- de los labios del menor se desdibujo esa sonrisa.
Miró al doctor alejarse y guardar los dos sobres en su gabardina. De los ojitos del menor, luchaban por brotar algunas lágrimas. La única oportunidad de volver a ver su ángel y no podía.

La noche del baile por fin llegó. El doctor vestía su traje más elegante. Estaba en la sala principal, esperando por su carruaje. El menor mientras tanto, como siempre, se hallaba haciendo las labores de la casa.
- Alégrate Kurosaki-kun, al menos no te quedarás solo... Wakaba-chan vendrá a hacerte compañía..- dijo el doctor con una sonrisa de ironía en los labios.
El menor solo miró al doctor con sus esmeraldas apagadas, la tristeza en su mirada se leía con tanta facilidad.
Entonces alguien tocó la puerta. El menor fue a abrirla y se encontró con una joven hermosa de cabellos rizados: Wakaba, la sobrina del doctor. Detrás de ella había un hermoso carruaje con dos corceles negros como la noche.
- Tío… -entró la joven sonriente y le dio un beso en la mejilla al doctor- espero que te la pases muy bien en el baile-
El doctor sonrío a su tierna sobrina y tras despedirse de ella, subió al recién llegado carruaje y abandonó el lugar.
El menor miró la escena, dio un suspiro y siguió con lo suyo. La niña se sentó y miró al pequeño mientras hacía sus labores, notando fácilmente evidente tristeza del menor.
-ne… que sucede Hi-chan?- preguntó la chica
El de los ojos esmeralda ni siquiera la miró…
- quiero verle…-susurró muy bajito, cuando alzó la mirada se dio cuenta que la chica lo miraba con una sonrisa.
- a quien quieres ver, hi-chan?-
El menor la miró desconcertado, era bastante incómoda la distancia tan corta que había entre ellos.
- el ..príncipe.. el baile…- volvió a musitar el pequeño.
La chica miró desconcertada al menor. Quería ver a su majestad?
- y entonces por que no fuiste con mi tío al baile?...-
El pequeño agachó la mirada, saladas lágrimas recorrieron su rostro. La chica no necesito preguntar más para entender la situación.
- ya veo..- agregó la chica- ne.. sabes?.. yo no iré al baile, pero…  tengo una invitación, sabes? – dijo la chica sonriendo. El de ojos esmeraldas la miró sorprendido.
-pero.. aun así.. yo, no soy una chica.. y el príncipe.. él…-
- eso se puede arreglar…. –dijo la chica mirando de arriba abajo al menor- ciertamente no eres una chica, pero pareces una -
El menor se sonrojó ante el comentario. La joven llevó al menor a las habitaciones de arriba. Le hizo bañarse y quedarse en interiores frente a ella.
- ne.. Wakaba-chan.. esto es un poco incomodo…-
- calma… -dijo la chica mientras revisaba en un viejo armario- yo antes vivía con mi Tio, muchas de mis cosas se quedaron aquí.. umm- la chica sacó un hermoso vestido azul del armario, con un escote discreto,  largo, y con adornos de pequeños cristales- este es perfecto!, ponte este!- exclamó la chica dándole el vestido al menor.
El chico miró a la joven totalmente sonrojado. Se vestiría de mujer?
- ya ya.. no dudes de súper Wakaba-chan! Ponte esto!-
El menor cogió el vestido entre sus manos y comenzó a ponérselo, ayudado de la chica. Tras unos cuantos minutos se encontró frente a un espejo luciendo un vestido azul. Wakaba tan solo lo miraba con una sonrisa en los labios. Los ojos esmeraldas se quedaron mirando el reflejo del espejo, perdiéndose en su propia figura. Sintió entonces un cosquilleo en la cabeza y al alzar un poco la mirada, vio por el espejo como la chica le colocaba una peluca de rizos rubios. Se volvió a mirar una vez más en el espejo, y ahora lo que veía era una chica de delicadas facciones y unos ojos esmeralda sobresalientes tras una melena de rubios cabellos que caían sobre sus hombros. La joven miró complacida aquello. Había logrado transformar al chico. La chica jaló al menor del brazo y lo hizo sentarse. Sacó una cajita de debajo de la cama y al abrirla, dejó ver unas zapatillas pequeñas de cristal.
- eran mis favoritas, pero ahora ya no me quedan, son muy pequeñas para mí… pero.. –le colocó las zapatillas al menor- a ti te quedan de maravilla. Además a tu look le hacía falta algo como esto- agregó la chica sonriendo.
Ayudó a ponerse de pie al menor. Bajaron las escaleras y al salir de la casa, se encontró con un carruaje listo para llevarlo al baile.
- ne Hi-chan… regresa antes de la media noche… mi Tío suele regresar a esa hora de la mayoría de sus fiestas…- le entregó el sobre con la invitación y le sonrió- haz que el príncipe te mire solo a ti..-
El menor la miro sonriente y tomó el sobre entre sus manos.
- gracias Wakaba-chan, regresaré antes de medianoche..-
Tras una sonrisa, subió al carruaje, el cual, se dirigió veloz hacia su destino.

El palacio resplandecía esa noche. Los jardines iluminados y un sinfín de fuentes encendidas eran las que abrían paso a la puerta principal. Los ojos esmeraldas se perdieron en la belleza que le presentaba el castillo. Una sonrisa nerviosa adornaba su rostro mientras el paje abría la puerta y le ayudaba a bajar. Todos le sonreían, hasta el joven que estaba en la entrada recogiendo las invitaciones le dedicó una mirada coqueta. Realmente parecía una hermosa joven aquella noche.
Despejó su mente por unos momentos, miró a su alrededor. El interior del castillo era aun mas maravilloso que su exterior. Adornado con lámparas de lágrimas en todos lados, iluminado a más no poder, una alfombra roja tapizaba el suelo y las paredes estaban llenas de enormes ventanales que mostraban la más hermosa de las lunas. Y ahí, arriba de las escaleras centrales, se encontraba él. Aquel ángel de ojos amatistas que había protagonizado todos sus sueños. Se sonrojó de tan solo verlo. Pero no podía quedarse ahí parado, tenía que acercarse a él de alguna manera. Tenía que hacer valer esa noche, era su única oportunidad de acercarse de nuevo al príncipe.
Se armó de valor y comenzó a caminar con pasos lentos hacía donde estaba el joven, pero la multitud de chicas que se había formado cerca de este le impedía el paso. Pronto se dio cuenta que sus intentos eran inútiles. Las chicas alocadas que se encontraban cerca de este no le darían paso para acercarse a él. Miró tristemente al príncipe y salió del lugar.
Los jardines laterales al igual que los principales, estaban majestuosamente iluminados, las rosas parecían haber abierto sus delicados pétalos solo para aquella ocasión. El joven recorrió solo el jardín, dejando el bullicio del baile atrás. Se sentó en una banca solitaria. Tenía ganas de llorar de nuevo. El esfuerzo de Wakaba había sido en vano, no había podido acercarse al príncipe, tan solo había logrado verle de lejos. Cubrió su rostro con sus manos, sintió un sentimiento aplastante en su pecho. Fue entonces que escucho algunos pasos acercarse a él. Alzó el rostro para encontrarse con los hermosos ojos amatistas que tanto amaba. Se petrificó al ver como el príncipe se sentaba a su lado.
- Está ocupado?- preguntó sonriente el joven. Hisoka solo negó con la cabeza sin poder articular palabra alguna.- Que bien!... Puff..Ahí adentro es un verdadero caos…  Lograr escaparme aunque sea solo un poco es bastante difícil…- el príncipe miro al menor- y dime… porque tu no estás con esa bola de… ummm loquitas gritando por ser mi esposa? No viniste a eso?-
El menor miró al príncipe, aun embelesado.
- n..no.. digo.. yo solo vine a verle..- se sonrojó y desvió la mirada- alguien como yo no tiene oportunidad con alguien como usted..-
- alguien como tu..?...- tomó al joven del mentón e hizo que le mirara a los ojos- me parece que eres una joven muy linda, por que dices eso?-
El menor miró el mayor perdido en aquella mirada que lo mantenía cautivo. Su corazón se aceleró, algo le pasaba con tan solo tener al príncipe a lado suyo.
-Me parece haber visto esos ojos antes… Nos conocemos?-
El menor reaccionó.
- no.. yo.. nunca antes nos habíamos visto su majestad…-
El príncipe miró enternecido la reacción del menor. Le soltó del mentón y se levantó. Le extendió la mano al joven, en señal de pedirle bailar. El menor tomó la mano del mayor y se levantó. Sintió como el príncipe colocaba una de sus manos en su cintura, y por reflejo, el menor coloco una de las suyas en el hombro del mayor. De nuevo sus miradas se encontraron.  Una sonrisa se dibujó en el rostro del menor. Estaba bailando con su príncipe. Recargó su cabeza en el pecho del mayor, mientras sus cuerpos danzaban suavemente al compás del tenue sonido de la música que apenas llegaba hasta donde estaban. Todo era perfecto. Podía sentir la respiración de su amado príncipe, escuchar el palpitar de su corazón. Se sentía tan feliz. Pronto el joven príncipe colocó una de sus manos de nuevo en el mentón del chico, haciendo que este alzara la vista. Se miraron el uno al otro por unos momentos. El chico se dejó llevar y acercó su rostro al del príncipe, quién tras unos segundos unió sus labios con los del menor. Mantuvieron ese contacto hasta quedar sin aire. El menor se separó lentamente de los labios del mayor y le miró sonrojado.
- alteza… yo… yo… yo le…amo…-
El joven príncipe no entendió las palabras del menor, le amaba por un beso?... Estaba a punto de articular palabra alguna cuando el sonido de las campanadas de media noche interrumpió el mágico momento. El menor reaccionó y soltó al príncipe de golpe. Debía irse. Era media noche, si el doctor lo descubría… no, no quería ni pensarlo. El príncipe le miró sorprendido.
- Que sucede? Te vas? Es temprano… quédate un poco mas conmigo…por favor..-
-no puedo..debo irme… no puedo…- respondió el menor caminando hacia la salida
- no, espera – le seguía el mayor de cerca- al menos dime tu nombre!
El menor se detuvo en seco.
- Eso no lo puede saber…- volteó a verle- esta noche ah sido mágica para mí.. lamento no poder verle de nuevo..- las lágrimas brotaban por las esmeraldas del menor, quien dicho esto se echó a correr.
El príncipe le siguió como pudo, corrió tras él gritándole que se detuviese, que le digiera su nombre, pero sus esfuerzos parecía ser en vano. El chico corría a todo lo que le daban sus piernas, dejando muy atrás al príncipe. Al bajar las escaleras tropezó, cayó de rodillas, dejando una de sus zapatillas en un escalón de estas. No había tiempo, debía correr. Sin importar el pequeño objeto, siguió con su fuga, perdiéndose pronto de la vista del príncipe.
El joven príncipe siguió a su fugitivo amor marcharse, recogió la zapatilla olvidada por el joven en las escaleras y la miró por unos momentos, un tanto lleno de tristeza. El rey quien había visto a su hijo correr por los jardines pronto se halló junto a este.
- Hijo mío, que ah sido todo eso?- preguntó acercándose a su hijo quien estaba parado en las escaleras sosteniendo la zapatilla
- Eh encontrado a mi futura esposa… Me casaré con la joven que es dueña de esta zapatilla-

El joven castaño corría aún. No quería mirar atrás o su fuerza de voluntad se quebraría. Quería llorar, como casi toda su vida, solo deseaba llorar. Cuando alzó la vista, logró divisar los faroles que alumbraban la casa del doctor; se recogió un poco el vestido con ambas manos y camino derrotado hacia la entrada. Estaba subiendo apenas los escalones, cuando la puerta principal de abrió de golpe.
- Wakaba-chan.. lamen..- el joven paró en seco al notar que quien estaba en la puerta no era la sobrina del doctor, sino el mismo doctor
- Asi que me desobedeciste?- le miró el doctor con esa típica sonrisa suya
El joven se quedo petrificado al escuchar esas palabras.
- Tantas eran tus ganas de ver a tu príncipe?-
Sin respuesta
- Pero mi querido niño… Todas las cosas tienen sus consecuencias-
El de ojos esmeraldas siguió mirando aquella figura que se acercó hasta él. Lo cogió de un brazo y lo jaló bruscamente hacia el interior de la casa. Tiró el pequeño bulto al suelo con un fuerte golpe en la mejilla, el menor tan solo lo miraba sin poder articular palabra alguna. Miro como el doctor sacaba un cuchillo de entre sus ropas.
- no amo! No lo haré de nuevo por favor!..- rogó el menor al ver como el hombre se acercaba amenazante con el cuchillo.
Cerró los ojos cuando el doctor le jaló la peluca para quitársela, y posteriormente le tomó del cabello, haciendo que lo mirase. El menor solo temblaba y se aguantaba las ganas de llorar. Sin abrir los ojos, sintió como la mano del doctor liberaba su cabellera, mientras sentía como el cuchillo se encajaba en los costuras del vestido, desgarrando la bella prenda una y otra vez. Al poco tiempo, el menor abrió los ojos para darse cuenta que tan solo había quedado en interiores.
-posees una belleza semejante a la de una mujer.. fino, delicado, tu piel…- el doctor pasó sus manos por uno de los muslos del menor, quien soltó un pequeño grito- pero eso de nada te sirve si no sabes obedecer-
Sintió como el doctor le cargaba en brazos, intentó zafarse pero fue inútil. Le llevo hasta las habitaciones de arriba y entrando en una le tumbó en la cama. El menor miró al doctor, rogando con sus esmeraldas no ser mancillado de nuevo.
-te equivocas pequeño… conozco cada centímetro de piel… no necesito poseer tu cuerpo día tras día. Sin embargo, te ves muy bien de mujer, sabes? Que buen truco para engañar al príncipe, pero dime, tú crees que te hubiera aceptado su hubiese sabido que en realidad eres chico?- el doctor se colocó encima del menor en la cama- no… te hubiese dado la espalda, además eres un simple plebeyo, no tienes familia ni pasado, no eras más que mi mascota-
El de ojos esmeralda miró al peliplateado con sus ojos llenos de saladas lágrimas. Una mascota? Eso era? Ciertamente, se había fijado en la persona equivocada, pero, tenía algo de malo soñar?
El menor cerró de nuevo los ojos y se tragó el llanto. Sintió como el doctor se quitaba de encima de él y salía de la habitación. Pronto solo quedó él tumbado semidesnudo en la cama. El doctor tenía razón, el príncipe jamás le haría caso por ser un chico, aquella noche simplemente sería un recuerdo y nada más. Por más que el príncipe le hubiese besado y seguido, no habría nada más entre ellos. Volteó su cuerpo quedando bocabajo en la cama, cogió una almohada y hundió su rostro en esta, echándose a llorar amargamente.

A la mañana siguiente, la noticia se había difundido por el reino: el príncipe se casaría con la joven que fuese dueña de la zapatilla olvidada en el palacio.
Así pues, llegó también la noticia a los oídos del pequeño; sabiendo de antemano que seguramente habría una chica a la cual le calzase aquella zapatilla y el príncipe la haría su esposa. Escuchaba ya los caballos muy cerca de casa del doctor, el príncipe en persona era el que iba visitando a todas las damiselas del reino, probando el fino calzado en cada una de ellas.
Finalmente, tocaron a la puerta de la casa del doctor. El menor se apresuró a abrir la puerta. Encontró al mismo hombre regordete de la ves anterior.
- En esta casa vive alguna dama?- Preguntó el hombre
- Realmente .. n..-se interrumpió al ver como el doctor salía de la nada y lo apartaba de la puerta.
- Si, por ahora está viviendo con nosotros una de mis sobrinas-
El menor miró desconcertado al doctor. Wakaba-chan se había marchado la noche anterior. Sin embargo, escuchó pasos en la habitación, cuando giró el rostro se encontró con una hermosa chica pelirroja salida de la nada. ¿Quién era ella?. El de ojos esmeralda tan solo miró a la elegante dama acercarse a la puerta. Se parecía a él, hasta en su forma de caminar, sus facciones, su rostro, y hasta en sus ojos verdes.
El pequeño hombrecillo se apresuró a entrar en la casa, detrás de él entraron varios hombres y al final, el príncipe. El menor se quedó mirando embelesado al príncipe, quien no tomando importancia a su mirada, se acercó a la bella dama que había en la habitación. La condujo hasta el uno de los muebles de la sala principal y le indicó que se sentase. La joven obedecía con una gran sonrisa en los labios. Con suma delicadeza, alzó un poco la falda que traía puesta, dejando un poco al descubierto sus pies. El príncipe procedió con lo suyo. Uno de sus sirvientes se acercó y le entregó la zapatilla de cristal, el príncipe la tomó con sumo cuidado y procedió a colocársela a la joven.  Todos quedaron maravillados al ver como el pequeño objeto calzó a la perfección en el pequeño pie de la joven.
El de ojos esmeralda miró tristemente la escena. Esa chica no era sobrina del doctor. ¿Quién era?. ¿Por qué ella calzaba el mismo número que él?
- Eras tú..- musitó suavemente el príncipe reincorporándose y mirando a la dama a los ojos.
- si, mi amado príncipe- la joven se levantó para recibir en sus manos una cajita que le fue entregada por el doctor, la abrió y le mostró el contenido al príncipe: la otra zapatilla de cristal.
- Alabado sean los cielos, te eh encontrado… Cásate conmigo bella dama. Dime tu nombre. Sé mi esposa-
La chica solo sonrío y se acercó al oído del joven príncipe, susurrándole secretamente las respuestas. En el rostro del joven príncipe se dibujó una sonrisa. Había encontrado a su esposa.
El menor tan solo miraba la escena deshecho. Esa no era la dueña de la zapatilla. EL doctor seguramente había hurtado la otra zapatilla que él había guardado en su habitación. Esa no era la joven de la que el príncipe se había enamorado, era solo una imitación barata suya en versión femenina, pero, que mas podía hacer? Decirle al príncipe la verdad y posiblemente ser sentenciado a muerte por cometer una grave falta de moral?
El doctor sonrío de lado, mientras veía como el príncipe de ojos amatistas salía inundado de felicidad de su casa, tomado de la mano la bella chica.
- Ves?- dijo acercándose al menor quien se encontraba en una esquina de la sala- ni siquiera notó la diferencia, no tienes nada de especial, y ahora esa chica que creé yo, ocupará tu lugar-
Que creó él? Acaso el doctor había usado ese extraño don de magia que poseía solo para hacerle sufrir?

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Los días volaban como hojas en el viento. La noticia de la pronta boda del joven príncipe se había esparcido por todo el reino.
En la casa del doctor, nada parecía haber cambiado. Él mandaba, el menor obedecía. Todo era igual. Simplemente el doctor había demostrado que nadie más que él podría tener a aquel joven. Hisoka tan solo aceptaba aquel hecho. Nunca escaparía de su eterna prisión. Nunca sería feliz con la persona que amaba. Otra persona sería feliz con él. Y en fin, todo estaría como si nada hubiese pasado. Ahora simplemente los días parecían interminables. Las noches eran solo de llanto, de lamentos. El doctor tan solo disfrutaba de la actitud del niño, cada día más débil de voluntad y menos reacio a complacer sus caprichos.

La noche arribó en el reino. La noche especial. La noche de la gran boda. El doctor había salido de casa, por obvias razones estaba invitado a la ceremonia. El menor, estaba encerrado en su habitación, bajo llave. El doctor tenía que asegurarse que no haría nada malo. Que no arruinaría esa boda. Que solamente ese pequeño sería suyo.
Recostado en la cama, sin más lágrimas para llorar, el pequeño tan solo miraba la nada, mientras que con su mente volaba hacia el palacio, recordando aquella mágica noche, aquel beso prohibido que el príncipe le había dado. Pronto salió de su ensimismamiento cuando alguien abrió la puerta de la habitación. ¿Acaso el doctor no se había marchado?. Rápidamente se reincorporó, mientras que para su sorpresa quien estaba parada en la puerta era nada menos y nada más que su hada madrina: Wakaba-chan.
- Kurosaki-kun! Eh venido lo más rápido que pude- la joven estaba vestida elegantemente, al perecer también se dirigía a la boda- no puedes quedarte aquí! Tu príncipe se va a casar con otra persona que no eres tú! El príncipe te ama a ti! Debemos impedir esa boda!- la chica se acercó hasta la cama
- De que hablas Wakaba-chan? Esto es lo mejor.. Se casará pensando que soy yo. Además ella si es una chica y yo no. Yo solo soy un chico y para colmo, un simple plebeyo-
La chica enfureció ante las palaras del menor, e impulsivamente asentó una cachetada en la mejilla del menor.
- No me digas que tan rápido te darás por vencido? Es que acaso no amas a tu príncipe?-
Amar a su príncipe? Esa pregunta le cayó como un balde de agua fría en la cabeza. Su príncipe, su bello príncipe, su ángel de ojos amatistas, su eterno amor.
El menor se levantó de la cama y se reincorporó. La chica lo miró con una sonrisa en los labios mientras que un sirviente traído por la chica entró a su habitación, con un hermoso vestido azul nuevo. Se lo entregó a la joven quien enseguida miró al de ojos esmeraldas.
- Tenemos una boda que impedir-

El castillo estaba iluminado a más no poder. Estaba más radiante incluso que el día del baile. Un carruaje se detuvo en la entrada. Primero bajó Wakaba, seguida del menor, quien nuevamente tenía una exquisita apariencia femenina.
Entraron como cualquier invitado al lugar. Se colocaron cerca de las escaleras donde días atrás, el menor había vuelto a ver a su príncipe, pero en esta ocasión, al final de las escaleras, se encontraba todo lo que se necesitaría en la ceremonia. Sin mencionar que estaba adornada por todos lados con rosas blancas. 
Unos momentos después, la ceremonia dio inicio. El menor tan solo miraba entre la multitud, como el sin fin de invitados de honor pasaban y se acomodaban en los espacios de adelante. Finalmente, entró el príncipe. Llevaba un traje negro, el cabello bien peinado, parecía más un ángel que antes. El de ojos esmeralda contempló a la persona que le robaba el sueño, mientras esta subía las escaleras y se situaba a lado del rey, muy cerca del sacerdote. Después de esto, la sala quedó en silencio, los músicos reales comenzaron a tocar aquella melodía típica de la novia. En la entrada, se divisó la figura de la bella novia, enfundada en un traje blanco finísimo, llena de joyas y cristales, con un velo bordado que le cubría el rostro. Hisoka sintió un nudo en la garganta. Esa era la joven que le había quitado a su príncipe. Era hermosa. No se comparaba en nada con él.
Finalmente, la chica llegó hasta las escaleras y ayudada por el doctor, subió las escaleras, situándose justo a lado del príncipe. Tras esto, todo quedó en silencio.
-Ne Hi-chan.. esta es nuestra oportunidad…-  susurró Wakaba-chan bajito en el oído del menor
- Pero.. -
El chico miró confundido a la joven, mientras esta jalaba de su brazo, haciéndolo avanzar entre la multitud. Finalmente la voz de la chica interrumpió las palabras del sacerdote, quien apenas comenzaba la ceremonia.
- Majestad!- exclamó con toda su fuerza la chica, saliendo de entre la multitud- Esta usted cometiendo un grave error! Esa no es la chica que bailó con usted en lo jardines aquella noche!- Todos los ahí presentes miraron impactados a Wakaba- Esa es una impostora!.. – Jaló fuertemente del brazo a Hisoka y lo colocó delante de ella-  Ella es.. Ella es la chica con la que usted bailó, la dueña de la zapatilla! Esa chica solo le robó la zapatilla a ella!- Todos empezaron a murmurar mientras el príncipe miraba confundido la escena, mientras que la castaña de acercaba al pie de la escalera, con Hisoka junto a ella.
El doctor ardía en rabia. Y tras unos instantes, todo el murmullo se interrumpió para dar paso a su gran risa.
-Esa joven? – Dijo el doctor acercándose hasta donde estaba Wakaba- Esta es una impostora! – Exclamó haciendo a un lado a Wakaba y sujetando con fuerza del brazo al menor. Este solo miraba la escena con ojos de temor. El doctor, de nuevo el doctor.- No lo veis alteza?-
El joven príncipe se acercó al doctor, mirando a la joven que este tenía sujeta del brazo.
- Eres.. tú…- se detuvo muy cerca del menor, quien alzó la mirada, encontrándose nuevamente las esmeraldas con la mirada amatista- si.. tú…-
-Se equivoca alteza, no es más que un impostor!- el doctor haló con su mano de la peluca del menor, dejando al descubierto su castaña cabellera- un hombre!- con toda su fuerza jaló el vestido del escote, rompiéndolo por esta parte y dejando al descubierto el plano pecho del chico.
El príncipe retrocedió. Tropezó con las escaleras y miró al chico. El menor ya había comenzado a llorar. Con su mano libre había recogido los trozos de tela que habían caído al piso y tapaba la desnudez de su pecho. Wakaba tan solo miraba petrificada la escena. No había nada más que hacer. Armándose de valor y saliendo de su estado de shock, la chica hizo uso de todas sus fuerzas, abalanzándose sobre el doctor para hacer que soltase al menor. Hecho esto, tomó al de ojos esmeraldas de uno de sus brazos y se echo a correr fuera de palacio con este.
- Esto no se va a quedar así!- Exclamó el rey furioso-Seguidlos! Dadles caza y traedlos ante mi! Osaron interrumpir un bello momento de mi hijo con su inmoralidad y herejía, esta noche rodaran sus cabezas!-
Seguidamente de esta orden, un gran grupo de guardias abandonaron el lugar.

Lo único que se escuchaba en la inmensidad de las noche, eran las veloces zancadas que ambos chicos daban por el pasto de los jardines. Wakaba estaba concentrada en sacar a joven lo más pronto posible de ese lugar. Podían escuchar a los soldados que les iban pisando los talones. El de los ojos esmeralda tan solo corría como podía, con el vestido rasgado y el corazón tan muerto y destrozado. Wakaba se detuvo al entrar a un basto jardín, jalando al menor del brazo para que se ocultasen tras unos enormes arbustos.
- lo siento de verdad Hi-chan, no pensé que mi tío fuera a hacer eso.. lo lamento yo…-
La chica no pudo terminar la frase, un guardia había llegado por detrás de ellos y la había cogido del cabello. El menor tan solo miró la escena sin poderse mover, cuando logró reaccionar, dio un paso hacia atrás solamente para ser atrapado entre los brazos de un guardia.

En el palacio todo estaba en silencio. Se había detenido toda la ceremonia. El príncipe estaba preocupado. Esos ojos, ese chico… tan falso había sido?... pero había algo familiar en esos ojos, en la fina piel de su terso rostro.
El príncipe salió de su ensimismamiento cuando en el lugar irrumpieron los guardias, llevando al par de jóvenes obligados.
El rey pronto se paró de donde estaba y se acercó hasta el pie de las escaleras. Los guardias dejaron al pie de estas al chico y a la chica. Wakaba tan solo miro con desprecio al doctor, quien al notar la mirada acusante de su sobrina sonrió para si.
- Sabéis lo que habéis hecho? – dijo con voz autoritaria el rey mientras se acercaba a ellos, el príncipe tan solo miraba la escena tomado de la mano de la joven que sería su pronta esposa. La joven pelirroja tan solo sonreía mientras miraba al doctor, quien estaba más que complacido con la escena.
El rey seguía hablando, humillando al chico de los ojos verdes y condenándolo a una corta vida miserable. El príncipe soltó entonces la mano de la joven pelirroja. Se acercó hasta el joven que estaba en el piso hecho una miseria, y ante la mirada atónita del rey y de los ahí presentes le ayudó a ponerse de pie.
- Eres el joven de la fuente…- dijo mirando con dulzura al joven- esos ojos verdes.. sabía que los había visto antes-
El menor miró al príncipe lleno de ilusión. No se había olvidado de él.  De repente y sin el menor aviso, el príncipe posó sus labios sobre los del menor, robándole un pequeño beso. El rey miro aquello a punto de tener un colapso nervioso, mientras que el doctor hacia una mueca de disgusto y se acercaba a ellos para separarlos.
- Alteza! Que está haciendo? No se da cuenta que es un joven plebeyo?- exclamó el doctor muy molesto.
El joven príncipe ignoro la queja del doctor.
- Eres tu.. eres tu la joven que vi en ese baile. Eres tu la joven de la que me enamoré perdidamente. Eres tu… y estuve tan ciego… no me di cuenta.. ¿Cómo puede ser eso posible?-
El doctor de nuevo irrumpió en la escena.
-Alteza no es él! Este es un chico! Que no lo ve?-
El joven príncipe miro al rey y después al doctor.
- Es usted quien me engaño…- se acercó hasta la pelirroja quien estaba cerca de ahí mirando todo sin poder articular una sola palabra – ambos son los impostores, son ustedes los que me engañaron…-
El rey salió del estado en el que estaba y por fin se dirigió hacia su hijo.
- Pero Asato… que estáis diciendo? Este chico es un hombre!...-
- y?- replicó el castaño- le amo… y eso no me importa… estaré con él, no me casaré con esa chica, y aunque no me pueda casar con este joven, pasaré el resto de mi vida con él-
El rey miró a su hijo a los ojos. Sabía lo que veía: un joven enamorado que había cometido un error y que ahora había abierto los ojos.
- No! No te casaras con este! – dijo el doctor yendo hasta donde el menor y tomándole del brazo-tu eres mío!
No bastó acto alguno más, los guardias se habían abalanzado contra el doctor, cogiéndole del brazo.
- Llevadlo a una celda…- dijo el rey- tanto a él como a la supuesta sobrina de este… recibiréis su castigo por semejante engaño…-
EL joven doctor tan solo rio estruendoso mientras que los guardias se lo llevaban a él y a la joven pelirroja. De nueva cuenta, en el palacio todo quedo en silencio.
El joven príncipe de nuevo se acercó al chico de los ojos esmeraldas.
- Alteza..- musito en voz baja el menor..-yo…-
- Esta bien..- interrumpió el príncipe- lamento todo esto… Sé que cometí un error, pero deseo pasar el resto de mi vida a tu lado reparando el daño que te hice…-
El menor sonrió. Por fin. Por fin su cuento de hadas se hacía realidad.

El príncipe y el joven de los ojos esmeralda pasaron el resto de su vida juntos, viviendo felices por siempre.

 

FIN

Notas finales:

Espero que les haya gustado :D dejen reviews!


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