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El amor y el odio siempre fueron de la mano. por MarlovesNana

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Notas del fanfic:

Tenía ganas de hacer una historia así desde que vi Murder Princess (anime muy bueno, os lo recomiendo si no lo habéis visto) y el dorama Big (me encantó *_*. Tambien lo recomiendo). Quiero dejaros bien claro que si alguna vez tardo en actualizar es por problemas de inspiración o estudio, y no está en mis planes dejar el fic sin terminar. Si me dais la oportunidad, claro.

Notas del capitulo:

Deseo que os encante este primer capítulo y que le deis una oportunidad a este fic. Como no sé que más contaros os dejo que leáis ya. :D

Hace un mes

Era viernes. El ambiente en aquella discoteca, algo alejada del centro de la ciudad, parecía ser el de siempre: mucha gente, buena música, drogas, alcohol, sexo esporádico en los baños y ella. Recién llegó y ya todas las miradas-de todo tipo-se posaron en la reina de aquel lugar. La joven, más que acostumbrada a ese recibimiento, se dirigió indiferente a la barra y ordenó lo de siempre. Al cabo llegaron otros dos muchachos, bien vestidos y bastante apuestos, y fueron en busca de la chica, que la llevaban siguiendo todo el tiempo. Descaradamente empujaron a la gente que se encontraba cerca de ella y se sentaron al lado de la joven, dejándola en medio.

—¿Te apetece pasar un buen rato?—preguntó uno de ellos acercándose al oído de la chica.

Ella sonrió, bebió un sorbo y sensualmente se acercó al oído de este.

—Nada me apetecería más esta noche.

Mientras, en una lujosa casa del centro de la ciudad, dos hermosas chicas de dieciséis años, se encontraban en la habitación de una de ellas conversando sobre sus planes para este verano. Eva, contó con cierto entusiasmo y lástima-pues no podría ver a su mejor amiga durante tres meses-que por primera vez iba a pasar todo el verano en el país natal de su mamá, México. Rose afirmó que seguramente sus papás se irían de viaje, ellos dos solos, a cualquier lugar del mundo, y que finalmente irían los cuatro a otro país.

—Vayamos de fiesta esta noche.—Eva se levantó del suelo y comenzó a revolver su gran armario.

—Jajaja estás loca, ¿dónde piensas ir a estas horas?—preguntó Rose levantándose también.

—Es el cumpleaños de Andrea. Ha organizado una fiesta en su casa y me ha dicho que si queriamos que nos pasasemos por allí.—contestó la morena sacando todo del armario.—Suerte que tengamos la misma talla para todo—dijo sonriendo a su amiga—Tú te pondrás esto y yo esto otro.

Rose cogió la ropa dubitativa, pues no tenía ganas de salir y además si sus padres la pillaban le iba a caer una buena bronca. Eva la miró, sabía lo que estaba pensando su amiga y tenía que convencerla de alguna manera.

—Venga por favor—dijo haciendo un puchero—Solo está a cinco minutos. Te prometo que antes de la una estaremos aquí—sonrió al decir esto.

Rose se quedó callada un momento, pensando que tal vez no la venía mal salir a divertirse un poco. Hizo un gesto de afirmación y la morena la abrazó feliz. Ambas se apresuraron en arreglarse, no demasiado, lo justo para ese tipo de fiestas. Ya preparadas, las dos salieron de la casa y se dirigieron a la de Andrea.

Pero la cuenta atrás para la desgracia acababa de comenzar, pues las amigas, cuyos brazos se encontraban entrelazados, hablaban y reían sin darse cuenta de que estaban cruzando un paso de cebra, y un conductor algo ebrio, que apartó la vista un segundo de la carretera, acabó atropellándolas.

Por suerte el hombre no conducía muy rápido, por lo que la colisión no fue tan impactante. Se bajó apresurado del coche, y comprobó, mientras llamaba a una ambulancia, si las niñas tenían pulso. Esta tardó unos cinco minutos en llegar, junto con la policía, que se dirigió hacia hombre para hacerle una preguntas, mientras la ambulancia se llevaba a las muchachas al hospital. Había que darse prisa, pues de ello dependía la vida de ambas.

Ya allí fueron atendidas con la máxima urgencia. Sus cuerpos fueron reanimados con descargas cada vez mayores, pero no parecían funcionar. Los padres de las chicas y sus respectivos hermanos se encontraban deseperados a la espera de la noticia sobre el estado de las jóvenes. El doctor fue donde las familias, e hizo un gesto de negación. El dolor, la angustia, los llantos, se hicieron presentes en aquel lugar. Scarlet, la hermana mayor de Rose, fue, empujando con su hombro al doctor, enfada a la habitación donde se encontraban los cuerpos de ambas.

Se dirigió directa al de su hermana. Tomó la mano de Rose, y besó su frente mientras las lágrimas en su rostro iban cayendo lentamente. Pero de repente, notó como la mano de su hermana dió un apretón a la suya.

—Estas viva...—susurró la chica con cierta esperanza—Rose, por favor, no me dejes sola...—suplicó apretando un poco más su mano.

La susodicha comenzó a abrir sus ojos lentamente. Desorientada por el dolor procedente de todo su cuerpo, pudo distinguir la figura de Scarlet. Se sorprendió al verla a ella tan cerca suyo y no al de su hermana.

—¡Estas viva!—la mayor la abrazó y esta se quejó por el dolor—Lo siento—dijo apartándose—Rose...—tomó su mano de nuevo pero esta la apartó.

Scarlet se sorprendió por ese acto, pero quiso restarle importancia.

—¿Has bebido tanto que no puedes distinguir ni a tu propia hermana?—preguntó la chica mirándole fríamente.—Yo soy Eva.

—No...—la mayor empezó a dudar. Pero era imposible que la que estaba mirando no fuera su hermana.

—¿Scarlet?—preguntó la otra chica que se acababa de despertar.

La nombrada se dió media vuelta y, sin saber porqué, se acercó a ella con actitud cariñosa, algo que jamás hubiera hecho en su vida. Pero esta situación era diferente. Mientras, en la otra cama, la cara de la que se hacía llamar Eva, era de miedo y confusión total al observar a su amiga.

—Eva, ¿qué tal te encuentras?—preguntó amablemente Scarlet.

—¿Eva? Si la memoria no me falla, creo que mi nombre es Rose y tú eres mi hermana.—dijo con una media sonrisa.

La cara de incredulidad de la mayor lo decía todo. ¿Qué diablos estaba pasando?

—Rosé está en mi cuerpo y yo en el suyo...—susurró Eva.

La puerta se abrió lentamente. Era la mamá de la chica morena, y al ver a las dos niñas con los ojos abiertos no contuvo su alegría y fue donde su pequeña. Los demás entraron curiosos preguntándose por qué tanta alegría, y se unieron a la dicha de la mamá de Eva.

Actualidad

—¿Estás segura de que quieres hacerlo?—preguntó Eva con cierta preocupación.—Puedes decir que todavía no te encuentras bien.

—Necesito hacer este viaje.—contestó con una sonrisa.—Sabes porqué.

Eva hizo un gesto de afirmación. Scarlet.

—Además, durante este mes que hemos estado en el hospital me he dado cuenta lo mucho que significa para tu mamá que vayamos a México.—acabo diciendo.

A lo lejos se oyó un claxón. Era hora de marcharse. Ambas se dieron un fuerte abrazo y se depidieron con un beso en la mejilla.

—Cuida de mi cuerpo.—dijo Eva guiñándole un ojo a su amiga.

—¡Lo mismo!—exclamó Rose mientras iba hacia el coche.

La ahora pelirroja, pues físicamente era así su amiga, se quedó observando como Rose se iba, hasta que su vista no alcanzó poder verla más.

—Mi hermanita está mas alta.—dijo de repente Scarlet.

—"¡Dios, dame paciencia con esta!"—pensó Eva mientras ignoraba a la mayor y entraba a casa.

—¿Por qué te caigo tan mal?—preguntó Scarlet siguiéndola.—Nunca te hize nada malo.

Eva se paró en seco y se giró, quedando en frente de aquella chica que tanto destestaba.

—Hagamos una cosa. Tú por tu lado y yo por el mío, ¿vale?

Tras decir esto volvió a retomar su camino hacia la cocina, seguida por la mayor.

—Pues esta noche va a haber tormenta...ya sabes, muchos truenos.—Scarlet abrió la nevera y cogió un zumo, mirando a Eva con una sonrisa burlona.

—¿Te lo ha contado?

—No.—contestó tras beber un sorbo—Por casualidad os escuché hablando.

—"¿Por qué me está pasando esto?"—pensó Eva mirando con algo de furia a la pelirroja.

La tarde más aburrida de sus vidas tan solo acababa de comezar. La mayor no volvió a dirigirle la palabra a Eva y esta se marchó a su casa a recoger ciertas cosas que podria necesitar durante su estancia allí y con la estúpida de Scarlet. Aun le costaba asimilar que estaba en el cuerpo de su mejor amiga y esta en el suyo, que iba a pasar tres meses de su vida con la persona que peor le caia, y que seguramente no volvería a su cuerpo. La chica paso toda la tarde intentando pensar la manera de volver a su estado de siempre, pero la única forma que encontraba era la misma por la que se encontraba así, además, nada podía asegurarla de que volviera a tener la suerte de sobrevivir a un accidente por segunda vez. ¿Era su destino permanecer para siempre en el cuerpo de Rose? No podía ser. Tenia que haber una forma menos suicida de volver a su cuerpo, ¿pero cuál?

—Ya estoy en casa.—dijo desganada.

—Perfecto—dijo Scarlet tras salir de la cocina con una caja de pizza.—¿Sabes cocinar?

—No todas somos tan inútiles como tú.—contestó observando la caja.

Scarlet se rió. Aquella niñata no tenía ni idea de cuantas cosas sabía hacer la mayor. Se sorprendería.

—Entonces me alegro,—abrió la caja y cogió un trozo de pizza—porque no pienso compartirla.

Eva tan solo ignoró el comentario y subió a su, ahora, habitación. Llenar su tripa en estos momentos no iba a ayudarla ha odiar menos a esa idiota. ¿Y si intentaba llevarse bien con ella? No. Demasiado orgullosa para hacer tal cosa. Es más, ¿por qué habría de llevarse bien con la persona que tanto daño está haciendo a su mejor amiga?. Intentó dejar de pensar en ello y dormir un poco pero de repente los truenos empezaron a hacerse sonoros. Eva pegó un grito tan alto que nadie del vecindario pudo no oirlo. Scarlet subió apresurada hacia la habitación de su hermana, y sin llamar a la puerta entró de golpe.

—¡¿Qué ha pasado?!—preguntó preocupada.

La pequeña no contestó. Estaba aferrada a su peluche, asustada. Otro trueno sonó, y Scarlet enseguida comprendió que ocurría. No pudo evitar sonreir.

—Por un momento pensé que eras Rose.—dijo la mayor antes de marcharse.

La tormenta no parecia amainar, de hecho era cada vez mayor. Eva no podía dormir, deseando entre lágrimas que parasen ya los malditos truenos. Scarlet entró de nuevo en la habitación de su hermana y, descaradamente-pues eso pensó Eva-se metió en su cama.

—¡¿Qué haces?!—cuestionó la pequeña avergonzada, aun con alguna lágrima en sus ojos.

—Los sábados sin Rose no puedo dormirme.—respondió Scarlet tranquila—Y antes de que digas nada, sé perfectamente que no eres ella, pero físicamente sí.

Eva no dijo nada, pero un trueno más volvio a sonar e incoscientemente la pequeña se aferró al cuerpo de Scarlet. Cuando se quiso dar cuenta su cara estaba demasiado cerca a la de la mayor, y sin querer, miró sus carnosos labios rojos. Eva se ruborizó, pues por mucho que odiase a Scarlet, no podía negar que esta era demasiado guapa para su gusto. Se apartó rápido de ella, deseando que esto tan solo fuera una horrible pesadilla de la que no tardaria mucho en despertarse.

—Lo siento.—dijo la pequeña finalmente.

—Tranquila, no te culpo, sé que estoy muy buena.—afirmó la mayor con total tono de convencimiento.

—Madre mía...—dijo mientras negaba con la cabeza—"...voy a necesitar más que paciencia para no detestar más a esta idiota"

Notas finales:

Espero que os haya gustado y poder contar con vuestras humildes reviews. :3

Besos. Nos vemos pronto si recibo suficientes reviews como para que me animen a continuar el fic ;)


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